Parental advisory: contenido sólo para adultos. Es bien sabido que el rey Alfonso XIII era aficionado al cine porno. Hay que matizar que en esta época se trataba de filmes mudos, en blanco y negro. Un día reparó el rey en que uno de sus actores favoritos, posiblemente un señor con mostacho que actuaba en camiseta de tirantes, había dejado de aparecer en las películas que periódicamente recibía desde USA. Tras indagar Casa Real en los motivos, se supo que el intérprete estaba en la cárcel como consecuencia del fatal desenlace durante la ejecución de un atroz ejercicio erótico. Informado del asunto el monarca, con el semblante serio, visiblemente preocupado, tras unos segundos de reflexión dijo con gravedad: podía habernos pasado a cualquiera.
Después de escribir el postTres canciones de amor y una carta inquietante, pensé que un buen tema para seguir con la música (aunque no en otra parte 😉 — perdón por chiste fácil) podría ser el de las canciones que cuentan historias. Pero no cualquier historia, sino aquellas plausibles que, al contrario que en la «anécdota», por llamarla de algún modo, de Alfonso XIII, sí que podrían habernos pasado… perdón, haberle pasado a cualquiera entre allegados y conocidos. He escogido ocho temas de estilos musicales diversos cuyo denominador común es, además de que me gustan, la factibilidad de su relato. Juzgue el lector si esto es así o exagero.
La fuerza del destino – Mecano
Un día conoces a alguien, pero ese primer encuentro no resulta nada memorable. Aún así, parece que el destino se empeña en sigáis tropezando y eventualmente surge el amor. Evidentemente, esta es una historia que podría contar casi cualquier pareja, mientras aún lo son. Por eso, el tiempo transcurrido desde la presentación hasta el primer beso es un valor añadido, sobre todo si se cuenta en años 🙂
Este tema compuesto por Nacho Cano apareció en 1988 en el album «Descanso dominical», que representa el cénit de Mecano. El videoclip de la canción es la primera actuación de una jovencísima Penélope Cruz que, que al igual que en la historia escenificada, mantendría unos años después una relación con el propio Nacho.
Misunderstanding – Genesis
También puede suceder que tras la primera cita, tú y la otra persona tengáis percepciones muy diferentes de lo sucedido. Tu acompañante entiende que el encuentro ha sido tan desastroso que ni merece la pena dar un finiquito explícito. Tú, por tu parte, te quedas esperando bajo la lluvia… ¿Un malentendido?
Este tema de Genesis de 1980 me fue sugerido por mi amigo y fiel lector Pedro Fernández cuando le hablé de la idea de este post. Entono un sentido mea culpa por no haberlo incluido en el momento de la publicación. Merece la pena ver el videoclip para saber cómo era Phil Collins de joven.
Budapest – Jethro Tull
De viaje por el extranjero conoces a una persona interesante o atractiva, o ambas cosas. La comunicación no verbal es fluida, pero difícilmente podéis mantener una conversación por la incómoda barrera del idioma. Quizás quieras algo más, pero la otra persona tiene claro que tú estás simplemente de paso y no hay que dejar que se compliquen las cosas… Aún así, el viaje será inolvidable.
Según cuenta Ian Anderson, líder, voz y flauta de Jethro Tull, esto pasó durante un concierto en Budapest en 1986. La chica tenía impresionada a toda la banda y así ha quedado inmortalizada en la canción. Por mi parte, yo descubrí este tema en Burgas (Bulgaria) junto al Mar Negro, disfrutando de rakia casera mientras trataba de poner en orden mis pensamientos.
He’s on the Phone – Saint Etienne
Una pareja acaba de tener un encuentro furtivo en un hotel. Él, posiblemente casado, está al teléfono para que no se note su ausencia del trabajo. Ella, universitaria, intenta irse sin hacer ruido. La cita fue iniciativa suya, sabe que se ha metido en un lío tremendo, pero en el fondo le gusta… ¿Es la vida complicada o la complicamos nosotros?
Canción de 1995 cuya melodía está tomada del tema Week-end à Rome del cantante francés Etienne Daho, que tiene una pequeña intervención en la versión inglesa. En cuanto a las letras, lo único en lo que coinciden es en la práctica del sexo en un hotel. El vídeo musical es para lucimiento de Sarah Cracknell, la cantante de Saint Etienne, a quien no le queda nada mal el estrabismo.
Il giardino proibito – Sandro Giacobbe
Un hombre le cuenta a su esposa que acaba de acostarse con la mejor amiga de ésta. La confesión se convierte en un alegato por el verdadero amor frente a la debilidad de la carne… prefiero no pronunciarme más sobre este tema y que cada palo aguante su vela.
Esta bellísima canción de Sandro Giacobbe aparecida en 1975 no aclara si al final el hombre es perdonado, o no. Forma parte del trío italiano de la «incorrección política» junto con Signora mia, también de Giacobbe, y Bella senz’anima, de Riccardo Cocciante. Todas estas canciones tienen versión en español de sus propios interpretes y numerosos covers, destacando en mi opinión los de Junco, cuyas cassettes pusieron banda sonora a muchos viajes en mi Renault Clio.
Dancing on my own – Robyn
Te han dejado recientemente y estás hecha polvo, pero aún así sales el fin de semana a intentar divertirte y olvidar… no, no haces eso. Realmente, lo que haces es salir por los mismos lugares que solías frecuentar en compañía de tu ex, con la intención de encontrártelo, ver qué hace, con quién está y, sobre todo, que él te vea a ti… o sea, mal.
La cantante sueca Robyn interpreta este tema de 2010 con tanta furia que se diría que la historia le hubiera ocurrido realmente a ella. En estos casos, lo mejor es tratar de pasar página y confiar en La fuerza del destino o leer a Paulo Coelho.
20 de abril – Celtas Cortos
Un día te encuentras flojo de ánimo y no se te ocurre otra cosa que escribirle una carta a tu ex. Peor aún, le pones un sello y la echas al correo (o le das al send). O todavía mucho peor, la conviertes en uno de los temas más famosos de tu banda, como hizo el Cifu.
Este tema de Celtas Cortos forma parte de la banda sonora vital de los que andábamos en los años 90 tratando de que nos pasaran cosas interesantes. Sin embargo, hasta la preparación de este post, desconocía la existencia del videoclip oficial (sinceramente, para mí no responde a la letra) ni de la existencia de una respuesta por parte de la aludida, que pone un contrapunto demoledor: la historia no es siempre como nos empeñamos en recordarla.
Summer Wine – Ville Valo & Natalia Avelon
Una atractiva chica te invita a su casa a probar su summer wine y quizás algo más… eso es lo último que recuerdas cuando despiertas con un dolor de cabeza tremendo y la cartera vacía. Al protagonista del tema le roban incluso sus espuelas de plata, que podría sustituirse hoy día por una cadena de oro con la cruz de Caravaca.
El tema original es de Nancy Sinatra y Lee Hazlewood, de 1966, que podéis ver aquí (úsese el link también en caso de que YouTube no crea que sois mayores de edad). Hay también una versión de Lana del Rey, pero he preferido la del cantante finés de rock gótico Ville Valo y la actriz alemana Natalia Avelon grabado para la banda sonora de Das Wilde Leben (La vida salvaje, muy apropiado), protagonizada también por Avelon. Claramente, el ingrediente llamado angel’s kissin spring es burundanga.
Otro denominador común
Además de historias que nos podían habernos pasado a cualquiera y gustarme los temas musicales, todo gira alrededor del amor, sus secuelas y sus malinterpretaciones. Por eso cerraré el post con un bonus track indispensable.
Publicado el 28 de diciembre de 2024, Día de los Inocentes, para evitar herir susceptibilidades y con mucho amor 🙂
El pasado domingo fallecía tras una larga enfermedad, como suele decirse en estos casos para no hablar de cáncer, Leandro Marín Muñoz. Con su muerte también se va una parte de mi vida (o de mí mismo, mejor dicho) que, a pesar de pertenecer a un pasado casi remoto, nunca la había dado por acabada. Hasta ahora.
Campus de la Merced, el corazón de la Universidad de Murcia, una mañana de otoño de 1988. Allí unos cuantos esperábamos para entrar al primer examen de la fase regional de la Olimpiada Matemática. Era difícil no fijarse en él, con sus botas militares y su mirada que, además de inteligencia, transmitía una especie de voluntad y determinación férreas. Supongo que algo parecido debieron sentir quienes conocieron a un joven Napoleón Bonaparte o tuvieron frente a sí a un joven Julio César. Leandro había nacido para triunfar y eso es algo difícil de no percibir. Recuerdo años después, en casa de sus padres, como al abrir un armario se desparramaban por el suelo un buen número de diplomas y premios, anteriores a su entrada en la universidad, cuando todavía estudiaba en los Maristas. Por azares de la vida no me pude presentar a la fase nacional de la Olimpiada Matemática. Leandro sí estuvo y al quedar entre los cinco primeros, pudo asistir a la fase internacional que se celebraba ese año en Brunswick, el pueblo natal de Carl Friedrich Gauss.
Volvimos a encontrarnos al comienzo de la Licenciatura en Matemáticas, y siendo él de los pocos que conocía antes de entrar en la universidad, desarrollamos una relación estrecha desde ese mismo momento. Tras los primeros exámenes, parecía claro que estábamos destinados a acaparar las mejores calificaciones de nuestra promoción, con lo que se estableció una sana rivalidad entre nosotros. Mi padre sabía de Leandro, lo consideraba casi un ser mitológico y me preguntaba con frecuencia por él. Curiosamente, la madre de Leandro me revelaba en el tanatorio que en su casa yo tenía una consideración parecida… no obstante, Leandro me ganaba por goleada: no sólo hacía las tareas correctamente, sino que las presentaba impresas mientras que yo entregaba unos tristes folios manuscritos. A pesar de eso y otras distracciones, al final no se me dio tan mal. Leandro y yo fuimos los únicos de nuestra promoción (excluyo algunos compañeros que cambiaron de universidad durante los últimos cursos) que apostamos por realizar el doctorado.
Compartimos despacho un tiempo, mientras él hacía su tesis en Teoría de Categorías y yo aún no había encontrado mi lugar en la investigación. Nunca supe qué atractivo veía en los diagramas de flechas y esos resultados tan poco intuitivos. Tras el doctorado, no tardó mucho tiempo en escalar posiciones en política universitaria, llegando a decano de la Facultad de Informática, posteriormente vicerrector de Información, Comunicación e Innovación, amén de otros cargos, incluso en la Comunidad Autónoma. En este punto, nuestras trayectorias laborales se separaron bastante, ya que yo opté por una vida académica más tranquila, además de odiar la gestión. Pero en 2004, diez años después de haber acabado la licenciatura, Leandro me pidió que hiciéramos el Camino de Santiago juntos. Era un momento especial para él, ya que Teresa, su esposa, estaba esperando una niña. El relato de esa aventura en uno de los primeros posts de este blog.
Con el nacimiento de Teresita Baby, nos distanciamos un poco más (yo también he experimentado algo parecido desde que Matías Jr. entró en escena). Leandro pasó unos años trabajando para Philips, en Holanda, a donde viajaba frecuentemente. Nunca me dio detalles de lo que hacía allí, respetando el NDA que tenía firmado con la multinacional, pero imagino que tenía que ver con sus capacidades como programador. En una época en la que los monitores de ordenador eran monocromáticos, Leandro escribía comandos en C a velocidad de estenógrafo en una línea infinita (ausencia de retorno de carro) sin mirar al teclado y ni casi a la pantalla. En resumen, Leandro alcanzó el éxito en la vida académica, la alta gestión y en el mundo de la empresa.
Hay muchas más cosas que podría contar de Leandro, pero es momento de ir cerrando el post. Tras la noticia de su muerte se han amontonado los recuerdos en mi mente y la certeza desoladora de que todo eso ha quedado atrás, como mi juventud: ha dejado de ser presente perfecto para ser pasado simple (disculpas por seguir la terminología gramatical inglesa, más adecuada para lo que quiero decir). Aquí queda mi pequeño homenaje al compañero con el que rivalizaba y al amigo al que admiraba.
Se ha afirmado en ocasiones que la verdad sólo existe en Matemáticas, por ser sus afirmaciones generales, irrefutables y eternas. Si bien esto es discutible desde distintos puntos de vista, hoy no es el día en el que entraremos en ese jardín. Esa verdad en Matemáticas emana de la posibilidad de demostrar las afirmaciones, de razonar a partir de lo que se da por sentado o resulta evidente, para llegar resultados complejos y, en ocasiones, nada obvios. Posiblemente, el primer resultado que se comprendió y motivó la necesidad de argumentar, dando así al comienzo de las Matemáticas como ciencia, fue la observación por Thales de que la igualdad de ángulos implica la semejanza (o proporcionalidad) de triángulos. El conocimiento acumulado en los tres siglos siguientes, sistematizado por Euclides en sus Elementos, se convirtió en el paradigma de teoría matemática. Esto último es también otro asunto muy interesante que no abordaremos aquí. Hoy sólo quiero comentar tres teoremas de triángulos que me llaman particularmente la atención.
¿Por qué el triángulo?
El triángulo (me referiré únicamente a los triángulos planos en este post) es un objeto muy sencillo y que, sin embargo, da mucho de sí. Para empezar, sus ángulos internos suman siempre dos rectos (0 ángulo llano) y las longitudes de dos de sus lados suman más que la del lado restante, manifestando así que el segmento rectilíneo es siempre el camino más corto entre dos puntos. Platon prohibía la entrada en su Academia a quien no supiera Geometría, y la enrevesada prueba de Euclides para demostrar la igualdad de los ángulos opuestos a los dos lados iguales de un triángulo isósceles recibía el nombre de pons asinorum, por ser el puente que debían cruzar los estudiantes para desasnarse.
Los triángulos tienen cuatro puntos notables: el baricentro, donde concurren las medianas (líneas que unen cada vértice con el punto medio del lado opuesto); el circuncentro, donde concurren las mediatrices (líneas que bisecan perpendicularmente cada lado); el incentro, donde concurren las bisectrices (líneas que bisecan cada ángulo); y el ortocentro, donde concurren las tres alturas (líneas que pasan por cada vértice siendo perpendiculares al lado opuesto). Estos cuatro puntos coinciden para un triangulo equilátero (y en este caso se llama simplemente centro), pero en general son diferentes. Demostrar su existencia o, lo que es lo mismo, convencerse de que cada una de esas cuatro ternas de rectas coincide en un punto, es una de las primeras satisfacciones que un joven estudiante podría tener con las Matemáticas…
… si esto se contara en algún momento del currículo educativo. El cambio de punto de vista en Geometría, que está muy bien para los matemáticos profesionales, ha tenido una incidencia negativa en la formación matemática escolar. Con la Geometría Analítica, toda relación geométrica puede reducirse a ecuaciones, dando la impresión de que es el método universal para abordar problemas y demostraciones, pero a costa de la intuición y la elegancia. Más «recientemente», hace sólo 150 años, Felix Klein concibió cada tipo de Geometría (euclídea, afín, proyectiva…) como el estudio de los invariantes asociados a un grupo de transformaciones. De este modo, la manera griega de hacer Geometría se fue arrinconando, y su sentencia definitiva tuvo lugar en 1960 cuando Jean Dieudonné exaltado gritó en un congreso ¡Abajo Euclides! ¡Muerte al triángulo! En ese momento, Bourbaki entraba en las escuelas con el pseudónimo eufemístico de Matemática Moderna.
Primer teorema: fórmula de Herón
Casi todo el mundo sabe que el área de un triángulo se calcula como la mitad del producto de la base por la altura. Sin embargo, casi nadie se para a reflexionar que base y altura dependen de la posición del triángulo, si bien el área obtenida no cambia. Además, la altura es un dato de carácter práctico si el triángulo está en posición vertical ya que se puede trazar la vertical con una plomada. Cuando el triángulo se presenta en forma de solar o parcela de ciertas dimensiones, no es sencillo averiguar lo que mide la altura de un triángulo respecto a una de sus bases (salvo que sea un triángulo rectángulo). Esto lo sabían de sobra los antiguos topógrafos, antes de que los datos del teodolito electrónico (estación total) se volcaran directamente en el ordenador, por lo que ellos solían utilizar la fórmula de Herón para calcular las áreas de los triángulos que aparecen en la descomposición de una parcela poligonal.
La fórmula de Herón puede ser deducida fácilmente a partir de relaciones trigonométricas (véase una prueba aquí). Su descubridor, Herón de Alejandría vivió en dicha ciudad en el siglo I y ha pasado a la historia como un reputado científico e inventor. Se le reconoce como el descubridor de la fuerza motriz del vapor, aunque sus artefactos fueran considerados como meras curiosidades: para qué inventar motores si tenemos esclavos 😕 También se le atribuye la invención de la primera máquina de vending, siendo agua bendita el producto dispensado a cambio de monedas en los templos de Alejandría.
Segundo teorema: Napoleón
La figura de Napoleón Bonaparte puede resultar controvertida, sobre todo si se juzga con la óptica woke. Sin embargo, no se puede negar que fue una persona de gran inteligencia, y sabemos, además, que le gustaban las Matemáticas. Por todo esto resulta plausible atribuirle un teorema de Geometría, aunque no existe ninguna evidencia que confirme la autoría del Empereur. El llamado teorema de Napoleón dice que si se construyen triángulos equiláteros (exteriores) sobre los lados de un triángulo cualquiera, los centros de los triángulo añadidos forman, a su vez, un triángulo equilátero (el dibujo lo explica claramente).
La prueba del teorema de Napoleón puede ser endiablada con técnicas de geometría analítica (también pueden usarse números complejos), pero resulta muy sencilla usando semejanza de triángulos y rotaciones. Para demostrar que los centros de los triángulos equiláteros son equidistantes se comparan dos a dos, observando que guardan la misma proporción de la longitud de cierto segmento. Para una explicación más detallada ver el siguiente dibujo hecho a tiza.
Tercer teorema: Morley
La trisección del ángulo, junto a la duplicación del cubo y la cuadratura del círculo, fue uno de los grandes problemas abiertos que dejaron los matemáticos de la antigua Grecia. Realmente, el principal inconveniente para su resolución eran las estrechas condiciones impuestas por Platón: sólo se admite en Geometría lo que puede ser construido con regla y compás, ya que la recta y la circunferencia son las formas perfectas, las únicas admisibles. Quizás por este motivo, los griegos no se plantearon nunca un enunciado que tuviera como punto de partida la trisección de ángulos, ni aparentemente nadie, hasta 1899, año en el que Frank Morley encontraba un sorprendente resultado que ahora se conoce como el Milagro de Morley, o simplemente Teorema de Morley, posiblemente el último gran teorema que quedaba por descubrir en Geometría euclídea plana.
El Teorema de Morley, establece que las trisectrices de los ángulos de un triángulo cualquiera, tomadas dos a dos entre las más próximas a un mismo lado, se encuentran en tres puntos que forman un triángulo equilátero. A pesar de la sencillez del resultado, no se puede decir que exista una demostración fácil. Varios matemáticos de renombre como John Conway o Alain Connes han hecho aportaciones interesantes intentando conseguir una prueba más sencilla. Yo personalmente me quedo con el argumento que aparece en el libro «Fundamentos de Geometría» de Coxeter, donde tuve conocimiento de este resultado por primera vez. La idea es partir de un triángulo equilátero y construir alrededor de él un triángulo de ángulos cualesquiera que satisface la tesis del teorema.
Epílogo
Es posible que algún lector haya echado de menos al teorema de Pitágoras, pero el «teorema por antonomasia» no se refiere a triángulos generales sino únicamente a los triángulos rectángulos. Tampoco hemos dicho que tres de los puntos notables de un triángulo están alineados: se trata de la llamada recta Euler, una lamentable omisión de Euclides y los geómetras de la antigüedad. Finalmente, hemos comenzado con la idea de que la verdad sólo se puede encontrar en las Matemáticas. Curiosamente, la noción de «verdad» que se utiliza en Matemáticas se ha ido destilando a lo largo del tiempo. El primer cambio substancial tuvo lugar en el siglo XIX, precisamente con el descubrimiento de las geometrías no euclídeas, que pusieron de manifiesto por primera vez que la validez de un teorema no es universal sino que es relativa al sistema de axiomas que se adopte.
Como estoy muy liado con el trabajo, he decidido hacer un post fácil a base de fotos recicladas de mis estados de WhatsApp: cada día pongo en dicho recurso una foto (a veces varias) de un mineral de mi colección. Siguiendo las normas de la «mineralogía manoscópica», la mayor parte de las fotos incluyen mi mano como referencia. También, una gran parte de las fotos ha sido hecha en condiciones similares de iluminación (la lámpara de mi despacho). Finalmente, el denominador común que vertebra esta selección de algunos minerales de la Región de Murcia es la anomalía. Por esto entiendo, sobre todo, minerales corrientes encontrados en sitios insospechados, o bien ejemplares raros a nivel de la mineralogía regional. En ambos casos, hay una intención clara de poner en valor los minerales murcianos que no proceden de la Sierra Minera ni se ven, generalmente, en los puestos de la Feria de Minerales de La Unión.
Algunas de estas fotos se han incorporado la Galería de minerales de esta web, siempre en actualización, donde podéis ver otras piezas de mi colección.
Un par de curiosidades
También he hecho propaganda de las propiedades de los minerales a través de los estados de WhatsApp, como el magnetismo o la fluorescencia.
Epílogo
Este post, aparte de fácil, es una reivindicación de mi forma de entender la mineralogía: minerales de composición sencilla que no dejan de sorprenderte, menas metálicas y muchos minerales extraídos más por la erosión que por el martillo… Espero que os haya gustado. Si es así, otro día, en lugar de algunos minerales de la Región de Murcia, hablaremos de lo que podemos encontrar en las provincias limítrofes, o más lejos 🙂
Nunca hubo afición a viajar en mi familia, es decir, el viaje por mero placer. Sólo se viajaba por motivos familiares, si los había, o laborales. Quizás fuera esto último lo que les hacía ver los viajes como algo molesto. La lista de localidades donde mi familia ha vivido desde que estoy en el mundo da idea de ello: Cartagena, l’Ampolla, Archena, Madrid, El Cañarico y vuelta a Archena. Apenas tengo recuerdos de mis clases de párvulos en Cataluña…. A Madrid llegamos mi madre y yo en el camión Barreiros que llevaba los muebles familiares (mi padre lo había hecho antes en el SEAT 850), como en una vieja película de Berlanga. De los muchos recuerdos que guardo de aquella Archena hablaremos cuando sucumba a la nostalgia… Pero hoy me ocuparé del momento que comencé a viajar al extranjero y, sobre todo, a viajar por mi cuenta, lo que podría llamar mi bautismo viajero.
La fecha se sitúa en 1994, si bien los viajes que más me marcaron se extienden hasta 1996. Así que puede decirse que este post celebra un pequeño aniversario personal. En estos 30 años he visitado alrededor de 40 países. Sin embargo, con 22 años de edad apenas había salido de España. En efecto, la única excepción fue un rápido paso por Andorra en 8º de EGB, en el que los maestros acompañantes nos endosaron una buena cantidad de botellas de whisky, cartones de tabaco, cintas VHS y cajas de munición (un ítem de cada por alumno). Y no se presentaría de nuevo la oportunidad de salir al extranjero hasta el viaje fin de carrera (mal llamado «de estudios») que fue a Estambul. Después de aquello y con vista a seguir con el doctorado, las peticiones de becas y ayudas para estancias se materializaron en tres experiencias más: Paraguay (Asunción), Reino Unido (Londres) y Perú (Piura), los dos últimos en 1995. El ciclo bautismal se cierra el verano de 1996 con el Interrail por Europa.
Turquía
Un viaje contratado a través de agencia no parece la mejor manera de comenzar un curriculum de viajero independiente, pero de alguna manera tenía que romper el maleficio (no haber participado en programas de intercambio ni tener viaje de estudios en bachillerato). No recuerdo como se acordó el destino entre mis compañeros de 5º curso de licenciatura, pero me pareció estupendo. Es posible que los frecuentes atentados terroristas en Estambul contribuyeran en algo a la economía del viaje, además de volar con la desaparecida compañía búlgara Balkan y su flota de obsoletos aviones soviéticos. Al comienzo se planteó la posibilidad de planificar la semana con las actividades a realizar conjuntamente. Tras el primer día, un amigo y yo nos escindimos del resto del grupo, desanimados por el escaso espíritu de aventura de los demás (por ejemplo, tras un primer encuentro con la cocina turca, los otros decidieron comer a partir de entonces en una famosa cadena de hamburgueserías).
Mi amigo y yo nos planteamos la posibilidad de adentrarnos en la parte asiática de Turquía, lo que fuese razonable para ir y volver en la misma día. El lugar elegido fue la ciudad de Bursa, a unos 150 kilómetros. Esta fue la primera vez que puse en práctica en el extranjero el Blitzreise (así en alemán, que queda mejor). El simple hecho de ver como funciona el transporte público allí, por ejemplo, el autobús no sale a la hora prevista sino cuando se llena, fue muy instructivo. Al llegar a Bursa nos encontramos una situación muy diferente a la de Estambul: nadie hablaba otra lengua que no fuera el turco. Tras un buen rato preguntado, conocimos a dos estudiantes con los que pudimos comunicarnos en inglés y nos acompañaron durante toda la jornada en Bursa.
Después del feliz regreso de Bursa, ya estaba totalmente animado a visitar cualquier lugar que estuviese razonablemente al alcance del trasporte público, como los barrios menos turísticos de Estambul. Compré un pequeño diccionario Turco–Español con el que esperaba abrirme camino por terreno inhóspito. Uno de los días llegué hasta un lugar de la costa del Mar Negro que, aunque oscuro, su color es otro 🙂 Desde entonces, llegar hasta el mar en cualquier viaje (siempre que sea posible, claro) se ha convertido en una obligada ceremonia para mí.
Paraguay
Faltando pocos meses para terminar la licenciatura comencé a buscar opciones que me permitieran continuar (principalmente las llamadas becas F.P.I. o F.P.U.), pero se presentó una oportunidad única. Por primera vez se convocaban las becas Intercampus/E.AL que permitirían a estudiantes de último curso y doctorado españoles visitar universidades de América Latina, y viceversa. Sin dudarlo eché los papeles y me concedieron una estancia de un mes en la Universidad Nacional de Asunción en Paraguay, que tuvo lugar entre agosto y septiembre de 1994. Viaje con escalas San Javier — Madrid — Buenos Aires — Asunción. Durante ese tiempo me alojé en la casa de un emigrante aragonés, que después de décadas en América no había perdido su acento maño, y cuyo hijo era profesor en la facultad a la que me habían asignado.
Lo que más me impresionó nada más llegar a Paraguay fue la vegetación tropical, esa fuerza que tiene la vida para abrirse camino… plantas creciendo sobre los cables del tendido eléctrico (clavel de aire), por ejemplo. De Asunción recuerdo su trazado perfectamente euclídeo típico de las ciudades indianas, y que todo se paralizaba cuando pasaba el tren a vapor que cubría el trayecto Asunción–Encarnación (y vuelta) una vez por semana, el primer ferrocarril de pasajeros que funcionó en Sudamérica (y sin demasiada renovación al parecer). Por supuesto, algo hice también en la universidad: mis lecciones de Geometría Analítica permitieron, por ejemplo, que uno de los profesores se ausentara para colaborar en un proyecto de campesinos sin tierra. Acabada la docencia diaria, mi anfitrión me llevaba a conocer la noche de Asunción… y luego estaban los fines de semana.
Si ya he llegado hasta aquí, por qué no un poco más lejos… Compré un billete de avión a Santiago de Chile y a las pocas horas estaba volando sin plan alguno. La camiseta de mi promoción, con una llamativa fórmula matemática, me permitió conocer a dos personas que me ayudaron al llegar. Al día siguiente el conservador del museo de minerales de la Universidad de Chile me invitaba a levantar un meteorito de buen tamaño, y al otro contemplaba por primera vez el Pacífico desde Valparaiso. Decidí regresar a Asunción en autobús para ver más paisaje, haciendo escala en Mendoza y parando unos días en Buenos Aires… lo que pude hasta que me dijeron que debía volver inmediatamente por algún asunto de la embajada. En mi ingenuidad pensé que Felipe González, en su visita a Paraguay, recibiría a los estudiantes de la primera edición de Intercampus. Según recuerdo, sí que recibió a los de la Ruta Quetzal… lo de la embajada era por otra cosa 😕
El fin de semana siguiente volví a viajar. Esta vez en colectivo hacia Ciudad del Este, donde crucé la frontera con Brasil para visitar las Cataratas de Iguazú. Ciertamente, las cataratas son impresionantes, pero su entorno inundado de vida no le anda a la zaga. Después visité el estado argentino de Misiones, y alguna de las ruinas sobre suelo rojo que le dan nombre mientras en mi mente sonaba Ennio Morricone. Ya en Corrientes, creo recordar, desperté en el hotel con un señor roncando en la cama de al lado: no se preocupe, es empleado nuestro — me dijo la recepcionista como aclaración. La inmensidad del Paraná, entre Corrientes y Resistencia es uno de mis últimos recuerdos antes de regresar a Asunción y poco después a España.
Reino Unido
Me concedieron una de las ayudas que pedí en 1994 para poder realizar estudios en el University College London, aunque el dinero apenas podía cubrir dos meses de estancia. Al menos, serviría para mejorar mi inglés, así que mayo y junio de 1995 los pasé allí, alojado en la residencia de estudiantes International Hall. Nada más llegar, me llamó la atención la cantidad de gente que había en los parques tirados en el césped tomando el sol como lagartos. A los pocos días lo comprendí: llegó la lluvia y ya no dejaría de llover hasta finales de junio, poco antes de mi regreso a España. Durante esos primeros y soleados días andaba muy desinhibido y me lanzaba a hablar con cualquiera por la calle, lo que se materializó en un par de citas. Con la lluvia y la llegada de mi colega Luis Oncina a la semana siguiente me relajé un poco y traté de centrarme en las matemáticas.
A título anecdótico, mi tutor, John Jayne, me encargó estudiar un artículo considerablemente largo de Jean Saint-Raymond. En aquellos dos meses no pude sacarle partido, pero casi diez años después fue la clave de uno de los trabajos que tengo en más estima (en caso de curiosidad, éste es el artículo). Pasé bastante tiempo paseando por Londres, visitando museos y librerías, sobre todo. Una de las historias más simpáticas es cuando me presenté en el Natural History Museum (nada que ver con el estropicio que hay ahora) diciendo que quería hacer una donación de minerales en nombre de… España. Bajó el curator de mineralogía a hablar conmigo, a resultas de lo cual terminé visitando el museo gratis 🙂 Finalmente, también disfruté frente Buckingham Palace de uno de los aniversarios más emotivos: los 50 años de la victoria en Europa (VE Day), con los aviones de la contienda volviendo a volar sobre Londres.
Conservo experiencias curiosas de ese par de meses en Londres que suelo reservar para los amigos y, quizás, para otro post… Naturalmente, intenté visitar otros lugares de Gran Bretaña, pero las circunstancias sólo me permitieron hacer un par de viajes turísticos en autobús, primero a Oxford y luego a Edimburgo, del que guardo muy buen recuerdo. Por eso, para ver algo de paisaje decidí regresar a España en autobús, lo que incluía ferry a través del Canal de la Mancha (aún no habían hecho el túnel submarino). Algo más de treinta horas, incluyendo un cambio de coche en Sants, con las que considero más que satisfecho mi bautismo autobusero.
Y después…
Al poco de volver de Londres me fui dos meses a Perú (de nuevo en el marco del programa Intercampus/E.AL), de lo que he contado una pequeña parte en El año que vivimos peligrosamente. Después, en verano de 1996 hice el Interrail por Europa y en otoño de ese mismo año me fui a vivir a Francia, cerrando así mi bautismo viajero. Durante un tiempo llegué a pensar que dar tumbos por el mundo sería mi forma de vida, pero en el curso 1997/98 me incorporé como profesor en la Universidad de Murcia. Al menos, mi trabajo me permite visitar sitios relativamente lejanos, aunque durante breves periodos.
Para acabar, quisiera añadir una confesión. Este post tiene algo de espina que tenía que sacarme. Cuando estaba gestando la idea de este blog pensaba que podría en él contar mis viajes «de juventud» o, por lo menos, la parte más interesante o divertida. Sin embargo, esos primeros viajes no están tan bien «documentados» como los que hago ahora. Las escasas fotos que conservo amarillean y parecen remitir a un pasado lejano, como si fueran las vivencias de otro… Será que el formato digital es incompatible con la experiencia analógica.
En junio de 2024 tuvo lugar en Mazarrón el curso El patrimonio geológico y minero desde la perspectiva turística en Mazarrón, curso de extensión universitaria de la UMU (hasta hace unos años con la etiqueta Universidad Internacional de Mar, que no debía sentar bien a las sedes de interior). Allí tuve el privilegio de presentar una ponencia titulada Turismo mineralógico: una perspectiva personal por invitación de los organizadores del curso, los profesores Miguel Borja Bernabé Crespo y Elena Macías Otón, y sobre todo, de mi amigo Juan Sánchez Calventus. En este post describiré los contenidos de mi exposición, especialmente la parte general, ya que muchos de los ejemplos que puse han sido descritos ya en el blog.
La foto es una declaración de intenciones: el Mar Mediterráneo, concretamente Punta Vela en Bolnuevo (Mazarrón) vista desde la entrada de la mina de cobre de la Sierra de las Moreras. Sin embargo, para desilusión de Juan S. Calventus, Mazarrón no tuvo un lugar destacado en la charla 🙁 En su lugar, traté el turismo mineralógico como una actividad global practicada por un número suficientemente numeroso de personas para que merezca consideración. La presentación que usé durante la charla puede verse aquí parte 1, parte 2. Advertimos que en mi ponencia de Mazarrón el material estaba organizado de manera ligeramente distinta a la que voy a usar en el post.
Centrando el tema
El título turismo mineralógico sugiere una combinación del placer de viajar y conocer lugares nuevos con la afición a los minerales, particularmente el coleccionismo de ejemplares. Como mineralogista soy un amateur, aunque he dedicado toda mi vida a esa disciplina. En cuanto a turista, me describiría como un «usuario avanzado». Si bien en cada uno de esos temas, turismo y mineralogía por separado, se me podría cuestionar como ponente, en la coordinación de ambos creo que acumulo una experiencia de más de 30 años. El término turismo mineralógico ha sido acuñado expresamente para esta charla pero describe una actividad practicada por mucha gente, por lo que merece la pena indagar un poco sobre ello.
Me gustaría mencionar algunos precedentes interesantes relacionados con el turismo mineralógico. Desde Plinio el Viejo, son muchos los viajeros y geógrafos que ha reparado en las peculiaridades minerales de determinadas regiones. Hay un libro absolutamente delicioso de G. Bowles donde describe su viaje minero y geológico por España.
En cuanto a relatos de viajes por distintos lugares del mundo para recolección de minerales, casualmente me encontré este de P. Sogno cuyo título vendría traducirse como «Esta locura por los minerales».
Las editoriales han visto también posibilidad de negocio en el turismo mineralógico. No he conseguido averiguar quien publicó estas fichas para visitar yacimientos emblemáticos de España, ya que la fotocopia que tengo está incompleta.
Reflexiones sobre el turismo
Los términos turismo y turista están denostados. Para empezar, a nadie le gusta decir que es turista porque suena a ser gregario que sigue un paraguas rojo en medio de una ciudad. Es preferible decir, haciendo algo de postureo, que uno es viajero. El turismo es un bien (inmaterial) de consumo sujeto a las leyes del mercado y decir que un determinado pueblo o comarca se promociona turísticamente se ha convertido en sinónimo de pérdida de la autenticidad, de vender el alma al diablo, de vender la primogenitura por un plato de lentejas…
De acuerdo con Paul Bowles, el turista se distingue del viajero en que el primero sabe cuando va a volver a casa. Yo no he llegado a tiempo de ser un viajero que descubre un mundo inédito. Reconozco que ya no puedo ser otra cosa que turista, así que lo hago con orgullo, consciente de los beneficios del turismo. En efecto, cuando salimos a conocer un lugar nuevo, nos gusta que el hotel (o similar) donde vamos a dormir esté en buenas condiciones y que haya un buen surtido de actividades ofertadas (museos, excursiones…) para que cada día podamos hacer algo diferente durante nuestras vacaciones. Esto no sería posible si el turismo no hubiese llegado allí antes que nosotros.
A nadie le gustan los efectos negativos del turismo y por eso abogo por una diversificación según gustos. En mi caso, la búsqueda de minerales suele llevarme a lugares poco masificados. Además, yo practico principalmente un turismo cultural y más particularmente, un turismo temático, tocando varios palos aparte de los minerales, como pueden ser la arqueología, la enología o el misterio.
Coleccionismo de minerales
Un no coleccionista difícilmente puede ponerse en la piel de un coleccionista. Los coleccionistas somos vistos por otras personas como individuos con un síndrome de Diógenes incipiente y nos tratan a veces con cierta condescendencia. No voy a tratar de explicar aquí lo que mueve a un coleccionista a ser como es, tema demasiado complejo. Por lo tanto, partiré de la premisa que el coleccionismo de minerales es reconocido como una actividad lícita y razonable al igual que la práctica de un determinado deporte.
Las colecciones no son una simple acumulación de objetos que entran en cierto tipo de categoría. El coleccionista va destilando sus gustos a medida que la colección toma entidad. Por eso aparecen varios tipos de coleccionismo de minerales, de los que destacamos los siguientes:
Sistemática
Micros
Local/regional
Minerales históricos
Inversión/gemas
Casi todos los coleccionistas de minerales comienzan con la colección sistemática, es decir, tratar de reunir un ejemplar de cada mineral (los coleccionables de kiosco siguen este patrón) si bien un único ejemplar es algo escaso para aquellos minerales que presentan aspectos muy diferentes, como cuarzo, calcita o pirita. Pronto se da uno cuenta de que hay demasiados minerales, y la mayor parte de ellos son muy raros y difícilmente disponibles en ejemplares de tamaño «de mano». Esto motiva las colecciones de micros, con el tamaño de las muestras estandarizado y la necesidad de una lupa binocular para poder disfrutar de su contemplación. Otra opción es seguir manteniendo un tamaño regular de las piezas, pero escogidas con un cierto criterio, por ejemplo, procedencia de una misma región o distrito minero (local/regional).
No hemos dicho que el valor de un ejemplar depende de varios factores: tamaño, calidad de la cristalización, estética del ejemplar (los cristales sobre peana de roca encajante, por ejemplo), pero también rareza. No únicamente rareza en el sentido de escasez del mineral, sino también que sean ejemplares característicos de un yacimiento ya desaparecido (minerales históricos), como las «cerusitas paja» de la Sierra Minera. Mencionemos en el mismo sentido las colecciones de gemas en bruto, a las que se está retirando del mercado joyero. Tanto los minerales históricos como las gemas suelen estar fuera del espectro del coleccionista que recolecta sus propios ejemplares, pero es posible encontrarlos en ferias y comercios especializados.
Viajando por los minerales
Nos ocuparemos ahora de las situaciones en las que las personas interesadas por los minerales se desplazan con motivo de su afición. Hemos agrupados estas tres categorías:
Museos, minas musealizadas, geoparques.
Ferias y mercadillos.
Recolección de ejemplares in situ.
La primera reúne las visitas «institucionalizadas». Por supuesto, museos y geoparques reciben público no tan amante de minerales, fósiles o geología, pero al aficionado le proporcionan una valiosa información, como el aspecto de los minerales de un determinado lugar o los terrenos a los que están ligados. A mí, por ejemplo, me gusta visitar el Museo Geominero (IGME) e ir tomado nota de las localidades de los ejemplares que más me llaman la atención.
La mejor opción para conseguir ejemplares de gran belleza, disponibles para cualquier tipo de presupuesto, son las ferias de minerales. Por ejemplo, la Feria de Minerales de La Unión, que se celebra cada Semana Santa, tuvo este año 17.300 visitantes, lo que para un municipio de 19.907 habitantes representa un impacto significativo en su economía. Sin embargo, para quien no lo sepa, la verdadera feria de minerales de La Unión ocurre en el parking (al otro lado de la vía del FEVE), donde se puede observar un incesante trasiego de cajas de unos vehículos a otros. Mencionemos que las principales ferias de minerales a nivel mundial son las de Tucson (Arizona, USA), Munich (Alemania, obviamente) y Sainte Marie aux Mines, pequeña localidad alsaciana de poco más de 5.000 habitantes.
La recolección de ejemplares in situ, particularmente la del aficionado para su propia colección, será objeto del resto del post.
La recolección de minerales
Hablaremos de cómo el aficionado se organiza, comenzando con la búsqueda de información, y la descripción de los lugares típicos para la obtención de minerales. Trataremos un asunto relacionado pero importante: la sostenibilidad de la recogida de minerales.
Búsqueda de información
Como estoy chapado a la antigua, sigo confiando más en los libros que en otras fuentes. Durante muchos años he usado el libro Minerales de España de Galán y Mirete junto con un buen mapa de carreteras. Para disponer de información más precisa sobre una región que voy a visitar con cierta frecuencia me gusta consultar (y adquirir) libros específicos.
A veces los libros no son suficientemente precisos sobre la localización de un yacimiento, o bien no ha sido incorporado todavía a la literatura. En casos así, se pueden estudiar cartografía detallada o fotos satélite, pero a veces las minas han sido devoradas por la vegetación y no es fácil encontrarlas. Se puede acceder a las coordenadas de un yacimiento si éste ha sido registrado en la web mindat.org, o bien se puede encontrar información valiosa para poder llegar a él en el Foro de Mineralogía Formativa (FMF), oficiosamente el foro de Fabre.
Lugares de obtención de minerales
Con la excepción de los minerales constituyentes de las rocas habituales (calcita, cuarzo, yeso, feldespatos…), el resto están ligados a anomalías geológicas como intrusiones magmáticas o filones. Dichas anomalías conllevan en ocasiones el enriquecimiento en ciertos elementos, lo que ha dado lugar a explotaciones, minas o canteras. Vemos, pues, dos ventajas: existencia de una concentración de minerales y los trabajos de explotación que los han dejado al descubierto. Pero cuando no hay intereses comerciales por medio hay que confiar en que los minerales sean liberados por la erosión. De acuerdo con lo dicho, para la recolección de minerales tenemos estos tres escenarios.
Minas/canteras abandonadas.
Minas/canteras en explotación.
Campo (minerales liberados por la erosión).
Casi toda la actividad minera en España ha ido cesando en la segunda mitad del siglo XX. Hay una gran cantidad de minas con material relativamente intacto que se puede recuperar en antiguos acopios no procesados y escombreras. Desaconsejamos entrar en las galerías salvo que se tenga la suficiente experiencia para valorar los riesgos. En general, las antiguas explotaciones están cercadas para evitar accidentes y no es fácil acceder. En este sentido, me gusta más el norte de España, donde el monte es comunal y las vallas son más para las vacas que las personas.
Las minas o canteras en explotación constituyen una rara ocasión de recoger mineral «fresco». Algunas explotaciones permiten el acceso a visitantes determinados días concertado una cita previa. En otros casos, hablar con algún trabajador y exponer las intenciones puede dar buen resultado.
A favor de la recogida de minerales
Quiero matizar que me refiero a la recogida para colección propia. Esto significa que se extrae un número limitado de ejemplares, que hasta que no sean preparados convenientemente no se puede decidir cual será el representativo en la colección. El segundo mejor ejemplar puede conservarse (duplicado) y del resto usar algunos para análisis, regalo o intercambio. Siempre he dicho que el que recoja minerales con ánimo de lucro, ya sea en dinero o canjes masivos, debería darse de alta como minero.
La recogida de minerales, en la medida que es una práctica minoritaria, que se obtienen de lugares muy degradados por la explotación minera abandonada o arrancados por la erosión, se puede considerar sostenible. Algunos opinan que es beneficiosa incluso. Ver por ejemplo el artículo de S. Moreton en mindat.org del que seleccionamos algunos de los encabezados de las razones que proporciona para la recolección de minerales:
Entretenimiento para todas las edades y habilidades
Es educativo
Los minerales son bellos
Los minerales son parte de nuestra herencia natural
Los coleccionistas hacen descubrimientos y contribuyen a la ciencia
Sin recolectores los museos estarían vacíos
Los minerales no recogidos están sentenciados
…
Recomendamos leer en el artículo original los argumentos de Moreton para combatir los tópicos habituales de los detractores de la recogida de minerales.
La esencia del Turismo Mineralógico
Con lo dicho hasta ahora, podría deducirse que el turismo mineralógico consiste simplemente en la combinación del ejercicio del turismo y la afición a los minerales, particularmente la recogida de ejemplares. Visto de esta manera, no sería otra cosa que la mezcla adecuada de highlights del turismo regular y visita a yacimientos minerales, es decir, una elección de sitios y planificación de la ruta. Mi opinión es que no se reduce únicamente a eso, pero antes de argumentarlo discutiré algunos aspectos organizativos.
Sólo en contadas ocasiones emprendo un viaje para recogida exclusiva de minerales. Lo normal es que un viaje de varios días por una determinada comarca incluya visitas a lugares interesantes mineralógicamente, si es que los hay. En otros casos, un viaje de varios cientos de kilómetros puede desviarse fácilmente sin mucha molestia para pasar por algún yacimiento. A falta de planificación previa, tiro de experiencia y hago paradas un tanto aleatorias para probar suerte. Por ejemplo, el tipo de líquenes me pone sobre aviso para cuarzo o silicatos. Lo dicho hasta ahora se refiere casi exclusivamente a viajes en coche particular que uno puede gestionar a su manera. El transporte público resulta menos flexible, pero en ocasiones es lo único disponible. Cuando viajo en avión, siempre facturo equipaje ante la posibilidad de volver con algunos incómodos kilos de más.
Para mí, la verdadera esencia del Turismo Mineralógico es que el plus de la búsqueda de minerales permite descubrir rincones muy poco transitados. Por ejemplo, la búsqueda de cristales de andalucita y otros silicatos de las andesitas en el municipio de Mazarrón me permite pasear por lugares sin turistas de playa. La visita a las minas de hierro de Cehegín me lleva por rincones idílicos de bosque de ribera junto al río Quípar. En general, cuando viajo por España guiado por la búsqueda de un determinado mineral, termino alejándome de las autovías, los grandes núcleos urbanos y descubriendo parajes de desoladora belleza de eso que llaman la España Vaciada.
Cuando ya no se puede ser otra cosa que turista, la experiencia más intensa y genuina de viajar la siento cuando llego a un lugar de mi propio país donde la gente se extraña al verme y pregunto a los ancianos si saben algo de las antiguas minas (sobre obtener información de los ancianos, por favor, lean este post). Porque donde te lleven las piedras, difícilmente te llevará alguien.
Unos cuantos ejemplos
Los ejemplos que desarrollé en la ponencia son los siguientes. Sólo explicaré de manera algo más extensa los que sean inéditos en el blog, para los otros basta seguir el enlace.
Camino de Santiago
La Rioja
Almadén
Oro de Cabo de Gata
Asturias desde el norte de Burgos
Fin de semana en Los Alpes
El cobalto de Los Pirineos
Montaña Leonesa
Geoparque Sierra Norte de Sevilla
Un congreso en Badajoz
Camino de Santiago
Puse como ejemplo mi experiencia en el Camino de Santiago de como los minerales pueden ser un complemento esporádico a pesar de andar con el tiempo justo (y a veces la fuerza) para cubrir las etapas.
La Rioja
La Rioja es una pequeña comunidad muy interesante para el turismo cultural, arquitectónico y enológico. En lo que respecta a paleontología, hay muchos lugares para observación de huellas de dinosaurio o árboles fosilizados. Pero también es notable por sus piritas y cuarzos.
Almadén
La mina de mercurio de Almadén es un lugar que comencé a frecuentar cuando estaba todavía en explotación. Ahora está musealizada, por lo que no se pueden conseguir ejemplares como antes. No obstante, la visita merece la pena.
Oro de Cabo de Gata
El parque natural de Cabo de Gata tiene muchos atractivos. Uno de ellos es la planta industrial, actualmente en ruinas, para obtener oro de las brechas volcánicas de Rodalquilar, la mina más productiva de España en tiempos recientes. Y si hubo oro, ¿es posible verlo todavía?
Asturias desde el norte de Burgos
Durante el verano de 2022, Tere y yo hicimos un viaje de dos semanas por el norte de la provincia de Burgos y Asturias, con un paso fugaz por Cantabria. La primera parte combinó lugares de interés turístico «convencional» con otros de peculiaridades geológicas, pero no hubo apenas minerales.
Ya en Asturias, los minerales empezaron a cobrar protagonismo. Sin ir más lejos, entre los lagos de Covadonga hay una antigua explotación de hierro.
Pero lo más interesante comenzamos a verlo viajando hacia el oeste. Camino de Boal, hicimos una parada en Berbes, localidad famosa por la calidad de sus fluoritas.
En Boal había varios objetivos a cubrir: una mina de estaño y wolframio, unos cuarzos de gran tamaño que aparecieron en unas obras de la carretera y las famosas quiastolitas (prismas de andalucita más o menos alterada con un patrón cruciforme en sección). Al final, el viaje sólo fue productivo en quiastolitas, pero el mejor ejemplar fue un regalo de un lugareño con el que conversé sobre piedras.
Fin de semana en Los Alpes
Unos amigos te invitan a pasar un fin de semana en su casa de la montaña, un lugar donde no has estado nunca… ¿Podrás sacarle partido mineralógicamente hablando?
El cobalto de Los Pirineos
Un largo regreso en coche desde el norte de Francia merece una parada en San Juan de Plan, en pleno Pirineo oscense, para buscar unas antiguas minas de cobalto.
Montaña Leonesa
Un viaje en familia a un lugar de agreste belleza, en plena Montaña Leonesa durante los últimos coletazos del invierno, y la visita a dos minas con una peculiar paragénesis.
Geoparque Sierra Norte de Sevilla
Con motivo de una breve estancia profesional en la Universidad de Sevilla, gracias a mi amigo Rafa Espínola pude realizar una interesante visita al Geoparque Sierra Norte de Sevilla, más concretamente por los alrededores de Alanís, donde se sitúa el centro de interpretación.
El alma del Geoparque es Fernando Romero, un aficionado a la geología autodidacta. Él fue el guía durante la visita al centro de interpretación y después nos llevó al campo a ver algunas explotaciones antiguas de cobre y bario.
Un congreso en Badajoz
Aprovechando el viaje en coche a un congreso de Espacios de Banach celebrado en Badajoz, además de disfrutar de la ciudad y su gastronomía, organicé el regreso para poder visitar la mina Monchi de Burguillos del Cerro, un lugar donde ligada a la magnetita que se explotó como mena de hierro, aparecen minerales muy raros.
Tras recoger algunas muestras en Burguillos del Cerro, me dirigí al cercano pueblo de Feria, recomendado por Eslava Galán en su libro de los 1000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida. Lamentablemente, no pude comer allí por motivo de una festividad.
Desde el comienzo de este blog, el verano ha tenido un lugar especial en él. Hace dos años escribí un post titulado Libros para el verano. Mis excursiones durante el verano de 2023 quedaron recogidas en Minerales de verano, si bien publicado ya en otoño. Ahora que estamos de nuevo en pleno verano, prometo que no tengo intención alguna de escribir un post de «Canciones de verano», pero le he estado dando vueltas a compartir con la audiencia un poco de mis gustos musicales, en plan experimental y sin compromiso. Como su nombre indica, hablaré de tres canciones de amor y una carta inquietante, que es también una gran canción.
Annie’s song – John Denver
Para mí esta canción representa el comienzo del amor, cuando uno está totalmente poseído por las endorfinas. Sólo en ese estado se puede escribir algo tan bello.
Inundas mis sentidos
Como una noche en el desierto
Como las montañas en primavera
Como un paseo en la lluvia
Como una tormenta en el desierto...
John Denver concibió esta canción mientras subía en un remonte de esquí en 1974, dedicada a su esposa con la que llevaba siete años casado. Una versión en español fue realizada por Mocedades con el título Así fue nuestro amor. Y en efecto, así fue: John y Annie se divorciaban en 1982. A título anecdótico, cada vez que Tere y yo viajamos en coche nos gusta poner (y cantar) el famoso tema de John Denver Take me home, country roads.
La cura – Franco Battiato
Agotadas las endorfinas, se hacen visibles los defectos de la persona amada: sus miedos, sus cambios de humor, sus manías… y a pesar de ello, sei un essere speciale edioavrò cura di te — eres un ser especial y yo cuidaré de ti.
Conozco las leyes de mundo y te las regalaré
Superaré las corrientes gravitacionales,
el espacio y la luz para impedir que envejezcas
Es una peculiaridad de Battiato las multiples alusiones culturales, mitológicas, esotéricas y, en este caso, también científicas, en sus canciones, incluso cuando él no firma las letras. En efecto, La cura fue escrita por su amigo el filósofo Manlio Sgalambro. Descubrí a Franco Battiato con las versiones en español de Nomadi y Voglio vederti danzare, aprendí italiano para poder entender el resto de la obra del genio siciliano y lo he visto tres veces sobre el escenario, pero lo he escuchado cuatro veces (solución de este enigma al final).
Calle Melancolía – Joaquín Sabina
El tercer tema escogido está dedicado al vacío que deja la ausencia de la persona amada. Puede resultar paradójico que un mujeriego empedernido firme una canción de amor extraordinaria… o lo mismo, no.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido
Que viene de la noche y va a ninguna parte
Así mis pies descienden la cuesta del olvido
Fatigados de tanto andar sin encontrarte...
La canción no especifica a qué se debe la separación, pero estoy totalmente seguro de que el responsable de la situación es Sabina. El resultado de una discusión inoportuna trae a mi mente El roce de tu cuerpo de Platero y Tú, pero cuando la coyuntura se prolonga en el tiempo, siempre acaba uno merodeando por la Calle Melancolía.
Famous blue raincoat – Leonard Cohen
Acabamos con la carta inquietante, porque alude a un triángulo amistoso-amoroso y el oyente debe completar los detalles. Leonard Cohen dirige la misiva a un ex-amigo y el estribillo dice así.
Y, Jane vino con un rizo de tu pelo
Dijo que tú se lo diste
la noche que planeasteis ir en serio
¿Te has tomado alguna vez algo en serio?
Leonard estaba enamorado de Jane y ella, a su vez, del ex-amigo con el famoso chubasquero azul. Al final, ella vuelve decepcionada y termina convirtiéndose en la esposa de Leonard. Reconozco que he forzado un poco la traducción hacia la explicación más sencilla, porque en inglés dice to go clear, que sería algo como «ser claro» o «sincero», pero también «estar sobrio». Esto último da lugar a interpretaciones alternativas afirmando que la canción tiene que ver con salir del mundo de las drogas… peor aún, otros apuntan a que alude a la cienciologia (véase la discusión en Wikipedia) con la que Cohen tuvo algún escarceo… Inquietante ¿verdad?
Bonus track
Sería anatema y causa de excomunión hablar de canciones de amor sin mencionar la chanson française. Siendo verano, recomendaría la sensual L’été indien de Joe Dassin (no es el vídeo oficial, pero el sonido es mejor), si bien realmente hace referencia a cierto periodo de bonanza otoñal. Pero mejor os dejo con esta joya de Pierre Bachelet titulada Elle est d’ailleurs, y expreso mi agradecimiento a Guillaume Grelier por dármela a conocer.
Sin duda, ella es de otro mundo…
La solución al enigma planteado anteriormente en relación con Franco Battiato… Lo he visto en concierto tres veces (Lorca, Roma, Cartagena) pero también lo he escuchado tocar el piano desde la fachada de su casa en las afueras de Milo, cerca de Catania (Sicilia). El maestro ya se había retirado de los escenarios por enfermedad (murió justo dos años después), así que me dio palo llamar a su puerta 🙁
Tras Angola y Burkina Faso, toca Camerún. No me importaría seguir estrictamente el orden alfabético porque así el siguiente país sería Djibuti, que tengo muchas ganas de visitar desde que vi Beau Travail, francesísima película protagonizada por un encabronado Denis Lavant y con un final inolvidable (no haré spoiler) ambientada allí. Volviendo al país del que sí acabo de regresar, se me hacía muy cuesta arriba escribir Camerún como título tras haber estado todo el tiempo leyendo Cameroun o Cameroon, los dos nombres oficiales de este país bilingüe y, sin embargo, dividido por la lengua. Por eso he optado por la antigua denominación como colonia alemana, Kamerun. Si bien, el nombre del país viene del portugués, por la abundancia en gambas de su costa (camarões) que no llegué a probar 😕
Datos generales
El Kamerun alemán ocupaba una extensión mayor que el país actual, desde la instauración de la colonia en 1884 hasta 1916 que es repartido entre Francia y Reino Unido tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. La parte francesa con Capital en Yaoundé, consigue la independencia en 1960. Poco después se le une la franja británica, de menor extensión tras rechazarse en referendum la anexión a Nigeria. Desde entonces, Camerún tiene el francés y el inglés como lenguas oficiales y la población es bilingüe en la práctica, si bien se habla de un cierto favoritismo hacia la francofonía que sirve de pretexto a grupos separatistas camerooneses. En lo que respecta al uso de estas lenguas, el acento es muy fuerte y lo que más se oye en las calles de Buea es pidgin english.
A Camerún llegué a través del aeropuerto de Douala, la ciudad más poblada del país, que cuenta con puerto marítimo en el estuario del río Wouri. La dos partes de la ciudad separadas por el río se encuentran conectadas por un único puente que, en consecuencia, soporta un tráfico intenso. La mayor parte del tiempo la pasé en Buea (pronúnciese algo así como buya), antigua capital del Cameroon británico, ubicada al pie del Monte Camerún, del que hablaremos después. Tanto Douala como Buea son ciudades de fundación colonial y no tienen una estructura diferenciada, sino que consisten en barrios que emanan como «parrillas» anexas a las carreteras principales (lo mismo que una urbanización, pero sin chalets). Así que lo que describiré en este post se puede localizar en un área relativamente pequeña de Camerún.
La montaña
El Monte Camerún (o Fako) es un volcán activo (última en mayo de 2000) de 4.100 m (en esto no hay mucho acuerdo) sobre el nivel del mar, cuya proximidad provoca una franja de jungla (rainforest) y en general humedad más abajo. Por encima de la altura habitual de las nubes, el clima es más seco y la vegetación acorde (sabana). En la estación lluviosa, las nubes envuelven la parte inferior de la montaña, lo que era particularmente observable desde mi hotel, ubicado en los barrios más altos de Buea. No sólo eso, se podía señalar incluso en qué punto del recorrido entre la universidad y el hotel se producía el cambio de clima.
El acceso al Monte Camerún está regulado como Parque Nacional. Nuestra ruta comienza junto a los antiguos edificios de gobernación alemanes, actualmente en uso por las autoridades camerunesas (no está permitido fotografiarlos). El primer tramo se hace entre cultivos de maíz y banana. A continuación, comienza en bosque primario, con árboles de porte pequeño y donde comienzan a verse los primeros helechos arborescentes. A medida que se asciende, los árboles van siendo mayores y las lianas se descuelgan varios metros. Finalmente, en la parte correspondiente a la jungla impera la oscuridad provocada por las frondosas copas de árboles gigantescos y la niebla. Haber podido llegar a este punto se lo debo al guía, porque el sendero en algunos tramos apenas se insinuaba y el cansancio me hubiera desanimado de haber ido solo.
El mar
Al estar Douala en un estuario, no cuenta estrictamente como mar. Limbe, a poca distancia de Buea, se ubica en la costa del Golfo de Guinea, frente a la isla de Bioko (la antigua Fernando Poo española) cuya ciudad principal Malabo es también la capital de Guinea Ecuatorial. Limbe es una ciudad animada con playas, puerto pesquero y algunos vestigios industriales.
Matemáticas en Camerún
Cuando llegué en 1996 a la Université de Bordeaux (en aquel tiempo Bordeaux 1) formaba parte del staff un profesor africano, el camerunés Henri Hogbé-Nlend. Su especialidad era el Análisis Funcional y había realizado la tesis con Laurent Schwartz (que ya mencionamos en nuestro postEDPSF) convirtiéndose en el primer doctor en Matemáticas del África Negra. Después supe que regresó a Camerún para participar en la política, llegando a ser Ministro de Investigación Científica y Técnica entre 1997 y 2002. Como es habitual en la gobernanza africana, tras pasar por el poder nunca se vuelve a vivir tranquilo… Hogbé-Nlend poco después se vio obligado a dejar su país en secreto.
Es un buen momento para explicar qué hago yo aquí… La primera universidad anglófona de Camerún es la de Buea (University of Buea), con la que la Universidad de Murcia tiene un convenio Erasmus+ que ha financiado mi viaje. El responsable de la calurosa acogida que recibí es el profesor Cyrille Nana, que también trabaja en ciertos aspectos del Análisis Funcional. Mi tarea allí consistió en dar un minicurso de aplicaciones del Análisis Funcional que incluía, entre otros temas, el Problema de Dirichlet, los teoremas de Punto Fijo de Kakutani y el teorema de Hille-Yosida.
Al margen de la Universidad de Buea, tuve también la oportunidad de visitar el centro del African Institute for Mathematical Sciences (AIMS) en Limbe, uno de los cinco centros que tiene esta organización repartidos por todo el continente. El AIMS tiene una oferta de cursos de máster muy interesante para graduados en Matemáticas. En particular, el centro AIMS Cameroon de Limbe admite cada curso a un máximo de 60 estudiantes de países africanos, que son alojados en una residencia del mismo complejo.
Vida y gentes
Esta sección está dedicada a los aspectos de la vida cotidiana del antiguo Kamerun que más me han llamado la atención.
Algo más de naturaleza y campo
Es indescriptible la energía que tiene la naturaleza aquí. El fértil suelo volcánico y la abundancia de agua hacen difícil creer que la hambruna de Biafra pasó a sólo unos pocos kilómetros de aquí. En cuanto a animales, no he podido ver ninguno en estado salvaje mayor que la palma de la mano… la estación de lluvias parece ser desfavorable.
Un poco sobre el viaje
El vuelo fue con Royal Air Maroc desde Madrid, con escala en Casablanca. Esto puede parecer trivial, pero en una ocasión anterior un cambio de horario de un vuelo me hizo pasar una noche en Casablanca, como a los Hermanos Marx. Tras una larga espera, una considerable incertidumbre (es posible que el fallo de Windows que afectó a los aeropuertos a escala mundial tuviera algo que ver) y algo de retraso, se produjo el embarque para Douala. El transporte desde Douala hasta Buea corrió a cargo de Kingsley, estudiante de Cyrille Nana y posiblemente el mejor conductor de África. A pesar de eso, nadie está libre de contratiempos…
Epílogo
Con esto llego al final del relato de un viaje breve pero intenso. Para no recargar demasiado el post y aburrir a los lectores que aún me siguen, he dejado fuera muchas de las fotos que hice. Espero seguir volviendo por África y contándolo aquí, pero no será muy pronto. Antes tenemos por delante un mes de agosto en el que cargar las pilas y hacer otras muchas cosas…
Si un acrónimo no es una buena manera de captar la atención, desarrollar lo que significa EDPSF seguro que no es mucho mejor: Ecuaciones en Derivadas Parciales y Series de Fourier, la asignatura del Grado en Matemáticas que he estado impartiendo durante los últimos tres cursos y que abandono para abordar nuevos proyectos docentes. Puede deducirse de lo que digo, que en mi departamento, los profesores no nos eternizamos en las asignaturas y que, cada cierto tiempo, tenemos la oportunidad de impartir y aprender cosas nuevas. En el caso de EDPSF, desde mis tiempos de estudiante, allá por el siglo pasado, no había vuelto a tratar con esta materia. Por eso, me apetecía dejar aquí al lector no matemático un poco de lo que he aprendido (o recordado) en estos tres años.
Ecuaciones en Derivadas Parciales
Es evidente que el título se compone de dos tópicos diferenciados, pero suficientemente próximos para que tenga sentido mezclarlos en una misma asignatura. Las Ecuaciones en Derivadas Parciales (EDP) son Ecuaciones Diferenciales donde la incógnita es una función de varias variables, conteniendo derivadas respecto a varias de ellas (derivadas parciales). Este tipo de objeto matemático aparece, principalmente, en problemas de Física, pero no únicamente. En general, cualquier proceso en el tiempo que tenga una componente espacial es susceptible de ser modelizado por una EDP. Por ejemplo, la interacción entre dos especies o el crecimiento de un tumor pueden describirse con EDPs. Hay que advertir que una misma EDP tiene, en general, infinitas soluciones y muy diferentes, por lo que es de la máxima importancia establecer condiciones adicionales que limiten a una única función la solución del problema.
Al igual que con las ecuaciones algebraicas, las EDPs más sencillas son las de primer orden. Para ellas hay desde finales del siglo XVIII una teoría bastante satisfactoria con fuerte sabor geométrico, desarrollada por Joseph-Louis Lagrange y Gaspard Monge, entre otros. Lamentablemente, el estudio de las EDPs de primer orden no es de mucha ayuda en las EDPs de orden superior, particularmente, las de segundo orden que aparecen ligadas a problemas físicos. En los próximos epígrafes hablaremos de las siguientes: la ecuación de ondas, la ecuación de Laplace y la ecuación del calor. No por la relevancia de los problemas que describen o su importancia histórica, que es mucha, sino por que son las que se estudian habitualmente por su sencillez matemática y por ser representante de tres grandes grupos de EDPs.
La ecuación de ondas
La llamada ecuación de la cuerda vibrante (de violín, por ejemplo), versión sencilla (dimensión 1) de la ecuación de ondas, fue propuesta en el año 1746 por Jean le Rond d’Alembert que, además, proporcionó de manera ingeniosa su solución general. La ecuación de ondas se presenta en muchas situaciones en las que se describe la propagación de una perturbación en un medio elástico o un campo, tal como el electromagnético. Esto último es muy importante para la Ciencia, ya que cuando James C. Maxwell descubrió en 1867 que las ecuaciones del campo electromagnético implicaban la propagación de perturbaciones de acuerdo con la ecuación de ondas, calculó su velocidad (expresable en términos de las constantes para las atracciones eléctrica y magnética), encontrando que coincidía con la de la luz. Esto permitió reconocer la luz como una manifestación del campo electromagnético, dando lugar a un desarrollo tecnológico cuyo pistoletazo de salida podemos situar en 1887 con los experimentos de Heinrich R. Hertz.
Es un hecho notable que los Pitagóricos descubrieran experimentalmente una relación entre Matemáticas y Música (bendecida por el Quadrivium) que más de 2000 años después se justificó rigurosamente con el estudio de la EDP de la cuerda vibrante. El sonido también se transmite por el aire y lo hace de acuerdo con la ecuación de ondas en 3 dimensiones, en la que el factor de elasticidad del medio gaseoso debe tener en cuenta consideraciones termodinámicas. La solución de Gustav Kirchhoff permite deducir una característica del sonido que tenemos tan interiorizada que no reparamos en ella: los sonidos los escuchamos una sola vez, salvo que reboten (eco). En dimensión 2 esto mismo no ocurre, como muestra la solución de Jacques Hadamard, y el sonido se repite después de ocurrido disipándose lentamente, como con la piedra que se arroja al estanque: aunque una onda circular se propague aumentando su radio, en el lugar donde se arrojó la piedra el agua sigue temblando.
La ecuación de Laplace
De la figura de Pierre-Simon Laplace dimos una pincelada anecdótica en nuestro postEcuaciones diferenciales. Además, la ecuación de Laplace ya la hemos tratado en Circunferencias y esferas, aunque allí no la mencionamos con ese nombre, sino con el de ecuación de Poisson, que es más general, y el llamado Problema de Dirichlet, que es más particular. Ahora nos ocuparemos de ciertas variaciones. En efecto, la ecuación de ondas nos remite a una ecuación emparentada con la de Laplace cuando se investiga el problema de la membrana vibrante, o sea, el tambor. Si la cuerda de un violín puede producir determinadas frecuencias, la membrana de un tambor de contorno arbitrario puede hacer lo mismo. Pero con dos salvedades: las frecuencias en general no guardan las relaciones «armoniosas» que los Pitagóricos reconocieron, y además dependen fuertemente de la geometría de la membrana. «¿Se puede oír la forma de un tambor?» preguntaba Mark Kac en 1966 y la respuesta, negativa, llegó en 1992.
La ecuación emparentada con la de Laplace a la que nos referíamos es la de valores propios del operador laplaciano. Sin entrar es detalles y desde un punto de vista formal, dicha ecuación guarda muchas similitudes con el problema de diagonalizar una matriz simétrica, o equivalentemente, llevar una forma cuadrática a su expresión canónica, que no es otra cosa que describir, por ejemplo, una elipse según unas coordenadas paralelas a sus ejes. Así, la intuición geométrica se convierte en la guía que permite resolver una EDP como si fuera un problema de Álgebra Lineal, y ese desarrollo formal se lleva a cabo en el marco del espacio de Hilbert con algunos ingredientes que aún no introduciremos. Es inevitable no mencionar que espacio de Hilbert proporciona también soporte a la Mecánica Cuántica y la resolución de la ecuación de Schrödinger se reduce, en muchos casos, a la búsqueda de valores propios del operador hamiltoniano (una complicación del laplaciano, matemáticamente hablando).
La ecuación de calor
La ecuación que modeliza la difusión del calor y evolución de la temperatura en un cuerpo fue propuesta por Joseph Fourier en 1822 en una famosa memoria que a la Académie de Sciencies de Francia le costó mucho digerir. De hecho, Fourier vio publicada su obra gracias a que se convirtió en secretario de la institución científica. El motivo de tanta dificultad fue una audaz afirmación sobre la posibilidad de desarrollo de una función «arbitraria» en serie trigonométrica. En efecto, los mejores matemáticos de la época no entendían como una superposición de funciones tan regulares como seno y coseno podía producir gráficas con picos o, peor aún, discontinuidades. El resultado de la «bomba» que lanzó Fourier fue una profunda revisión de los fundamentos del Análisis Matemático: qué son las funciones, qué son los límites, qué son realmente los números. Ese proceso se completaría 80 años después con la introducción de la integral de Lebesgue.
No hemos dicho nada todavía de la ecuación del calor, que se llama también de difusión porque rige la distribución de probabilidad de una partícula que sufre perturbaciones aleatorias de su posición en el tiempo. La solución de la ecuación nos dice, por medio de la integración, la probabilidad de encontrar la partícula en una determinada región en el instante t>0, si para t=0 se encontraba en el origen. Naturalmente, una partícula en el instante t se encuentra en un único sitio, pero al ser las perturbaciones aleatorias, cada vez que se repite el experimento, el resultado es distinto y lo único que puede establecerse con precisión es la probabilidad. Lo más curioso es que este proceso puede observarse en la naturaleza: Robert Brown se dio cuenta de lo errático de las trayectorias de los granos de polen en suspensión en una gota de agua. En un famoso trabajo, Albert Einstein dio una explicación: en la escala de tamaño del grano de polen, se percibe la discretitud del intercambio de energía cinética con las moléculas de agua. El propio Einstein derivó la ecuación de difusión y demostró como la naturaleza atómica de la materia se manifiesta visiblemente a nuestros ojos.
Series de Fourier
Antes hemos dicho que Joseph Fourier afirmó la posibilidad de desarrollar una función arbitraria en serie trigonométrica y que esto desencadenó un proceso de revisión de los fundamentos del Análisis Matemático. En su honor, dichas expresiones en serie se conocen como series de Fourier, aunque la teoría fue desarrollada por otros autores, notablemente Dirichlet y Riemann. A finales del siglo XIX, un joven matemático realizaba su tesis doctoral sobre la unicidad de la expresión trigonométrica para una función dada. Sus investigaciones le llevaron al desarrollo de las nociones básicas de topología conjuntista (Topología General) y las bases de la Teoría de Conjuntos, lo que incluía la diferenciación entre distintos tamaños de infinitud y la teoría de números ordinales transfinitos, casi nada. Se llamaba Georg Cantor, y ahora toda la Matemática se fundamenta en la su Teoría de Conjuntos, el paraíso que Cantor ha creado para nosotros según David Hilbert, que como acabamos de ver es un spin-off de las series de Fourier.
La teoría de las series de Fourier queda englobada dentro del llamado Análisis Armónico, que investiga la expresión general de una función como superposición de componentes periódicas. Esto es particularmente interesante en aplicaciones tecnológicas, como el análisis de señales, procesado y compresión de sonidos (mp3) o imágenes (jpg), o los más sofisticados métodos de imagen médica, utilizan las matemáticas del Análisis Armónico. Naturalmente, la implementación de estas técnicas se hace con algoritmos que optimizan el volumen de cálculos y proporcionan el resultado en un tiempo razonablemente breve. Uno de los más famosos, la transformada rápida de Fourier (FFT) fue usado por Carl Friedrich Gauss, antes incluso de la aparición es escena de Joseph Fourier, para descubrir periodicidades ocultas en los datos sobre el planetoide Ceres proporcionados por las observaciones astronómicas, ver nuestro postEl Sistema Solar para más detalles.
Una nueva visión de la realidad
Volviendo a las EDPs, la investigación de la existencia de soluciones puede llevar por caminos extraños. Ocurre que los métodos de Análisis Funcional, consistentes en considerar una EDP como un problema de Álgebra Lineal (esto no es así para EDPs no lineales) requieren la completitud del espacio de funciones que sirve de marco teórico. Pero la completitud de los espacios de funciones integrables suele conllevar la presencia de elementos altamente discontinuos, lo que está reñido con la derivabilidad inherente a las soluciones de EDPs. Esto se traduce en la necesidad de darle significado al concepto de solución no diferenciable. Pero esto es como abrir la caja de Pandora, porque muy pronto tendremos que considerar soluciones de EDPs que no son siquiera funciones 😕 ¿Cómo se come esto? Para el lector con cultura matemática, estamos hablando de las funciones generalizadas o distribuciones de Sergéi Sóbolev y Laurent Schwartz.
Al igual que la Teoría de la Relatividad o la Mecánica Cuántica nos obligan a alterar nuestra percepción de la realidad (la separación entre tiempo y espacio depende del observador, o que partícula y onda son dos caras de la misma moneda), las soluciones distribucionales de una EDP nos invitan a reflexionar sobre si las funciones «clásicas» son el mejor modelo para algunos problemas. Por ejemplo, en el planteamiento de la ecuación del calor se habla de la temperatura en un punto de un cuerpo, pero la temperatura realmente se mide con un termómetro que no se sitúa exactamente sobre un punto sino sobre una región limitada alrededor del punto. Podríamos decir que esto es problema del aparato de medida, pero el hecho es que la temperatura es un resultado de tipo estadístico sobre el estado de agitación molecular de cuerpo. Así la temperatura modelizada por la EDP no es una función que toma un valor en cada punto, sino una función definida sobre un conjunto de termómetros con distintos tamaños y posiciones con los que se puede examinar el cuerpo. Ésta es la idea esencial de las distribuciones, sólo que en lugar de termómetros hay funciones test.
Farewell PDEs!
Como decía el gran Paco Umbral, yo he venido a hablar aquí de mi libro de EDPSF. Aunque las EDPs y las series de Fourier son teorías muy asentadas y con muchos grandes textos escritos por matemáticos de primer orden, es siempre difícil encontrar un libro que refleje exactamente el punto de vista que uno desea darle y tenga en cuenta los conocimientos previos de los estudiantes. Por eso decidí redactar unos apuntes que doy por acabados justo al final de estos tres años, cuando ya no me harán falta para dar clase. El motivo por el que están en inglés así como otras consideraciones didácticas lo explico en los enlaces de mi web corporativa.
Con esto me despido de la Ecuaciones en Derivadas Parciales y las Series de Fourier, de momento… y de las Matemáticas, hasta el nuevo curso 🙂
Con el recuerdo todavía muy reciente, os contaré nuestra escapada a León. Para ser exactos, no la ciudad sino cierta parte al norte de la provincia, en plena Cordillera Cantábrica, muy interesante por sus valores naturales y, como es de esperar en este blog, por sus minerales. Se trata de la comarca de Los Argüellos, concretamente de la zona alrededor de Cármenes. Además, este es el viaje más largo que hemos realizado con el pequeñín desde que estuvimos en Ricla, toda una proeza 🙂
Los Argüellos
Los Argüellos es una comarca histórica del Reino de León, que se superpone, aunque no coincide, con la Reserva de la Biosfera del mismo nombre. A efectos históricos y oficiales, la capital de Los Argüellos es Cármenes, si bien Villamanín tiene mayor población. Esta comarca puede parecer un lugar remoto, pero se encuentra en una ruta natural de la Meseta a Asturias. Particularmente, si se regresa de Oviedo por tierra, basta desviarse un poco por la antigua carretera nacional y después de cruzar el Puerto de Pajares se llega enseguida a Villamanín.
El marco es espectacular: imponentes montañas de cimas rocosas, valles con verdes pastos y manchas de bosque caducifolio. En lo que respecta a fauna, quizás lo más interesante es que es una zona de paso eventual de osos pardos. Por suerte, la mayor parte de las bestias que uno se tropieza son caballos y vacas. También hay ovejas y cabras, con las que se elabora una de las especialidades de la comarca, la cecina de chivo.
En los Argüellos hay algunos lugares de interés geológico. Destaca la cueva de Valporquero (que no visitamos en esta ocasión por las limitaciones para el bebé) y las hoces de Vegacervera. Precisamente la carretera de Vegacervera a Cármenes pasa por las hoces que ha abierto el río Torío. Siguiendo esta misma carretera, no muy lejos al sur de Vegacervera, en Matallana de Torío, pero ya fuera de Los Argüellos, se pueden ver restos de la minería del carbón.
La roca omnipresente es la caliza de montaña carbonífera (que ya he mencionado anteriormente en este artículo), principalmente gris aunque también la hay roja. Se puede observar con facilidad algunos fósiles, típicamente crinoideos, pero también moluscos y corales.
Mina La Profunda
Las escombreras de la mina La Profunda son visibles desde la carretera Cármenes-Villamanín. Sin embargo, no es recomendable acceder por la vía más corta, ya que hay alambradas y riachuelos, además de ortigas arborescentes si se va en verano, por si no hubiera suficiente con los tábanos. Desde la Collada de Cármenes sube una pista que permite acceder a las escombreras desde arriba. La Profunda es una mina de cobre que se ha explotado desde la Prehistoria, como atestiguan los abundantes restos arqueológicos que se han recuperado.
La Profunda es rica en sulfuros de cobre y productos de su alteración, pero además están presentes otros elementos como el cobalto, el arsénico, el níquel e incluso el uranio (ver este artículo). La entrada principal a la mina parece una inmensa cueva y merece la pena visitarla, si bien el escombro contiguo a esta parte más alta del yacimiento es pobre en minerales.
En la varias visitas que he hecho a esta mina (tres, contando ésta) siempre he tenido la sensación de que se desperdiciaban grandes trozos de mineral en las escombreras, así que me dediqué a recorrerlas de arriba abajo y viceversa. Los sulfuros más frecuentes son la bornita, la digenita (prácticamente un polimorfo de la calcosina) y algo de calcopirita, además de los productos de alteración, entre los que el cobalto se hace más patente.
Aparte de sulfuros, incluyo algunos minerales de alteración.
Mina La Divina Providencia
Durante algunos años, una pedanía de Villamanín fue más famosa que la propia villa leonesa. Se trata de Rodiezmo, a tres kilómetros de la primera, donde desde 1979 hasta 2012 se celebraba, a comienzos de cada septiembre, una gran fiesta de la UGT y del PSOE, con motivo del alto predicamento que estas organizaciones tenían en el sector minero del carbón asturleonés. Ahora que no hay mineros, con la clase proletaria «externalizada» y una coalición en el gobierno de la nación que abjura de la explotación de los recursos del subsuelo, especialmente combustibles fósiles, la fiesta de Rodiezmo no tendría ningún sentido hoy día.
Pero Villamanín es también un lugar conocido entre los mineralogistas porque da nombre a un mineral bastante exclusivo: la villamaninita, un sulfuro complejo de hierro, cobre, cobalto y níquel. No deja de ser curioso que se tomase Villamanín como indicación geográfica, estando la mina en el municipio de Cármenes. Quizás fuese porque Cármenes le dio transitoriamente el nombre a otro mineral que, al final, resultó ser digenita. La villamaninita aparece casi exclusivamente en la mina Divina Providencia, un lugar relativamente escondido en las montañas.
Así que el principal objetivo del día era dar con la villamaninita. La pista forestal parte de Villanueva de Pontedo. Tras dejar el coche donde la pista se cruza con el arroyo de la Mina, comienzo la subida por un sendero que discurre paralelo a éste, aunque con el deshielo, en algunos tramos el sendero era más bien arroyo. La mina y sus escombreras limitaban con las nieves. Imagino que de haber llegado una semana antes me lo hubiera encontrado todo cubierto con un blanco manto. Podía sentirme afortunado, aunque el tiempo en la montaña no fuese particularmente agradable.
Las abundantes escorias delatan que, durante algún periodo de la explotación, se realizó la fundición del mineral allí mismo. Reviso varias de las bocaminas y cerca de una de ellas puede verse un acopio de mineral con abundante villamaninita en forma de pequeños granos incrustados en dolomía. La alteración del sulfuro ha cementado el acopio y las muestras del mineral no parecen ser particularmente buenas.
Al final, tras revisar escombreras y el arroyo, reúno una pequeña selección de lo que me parece más significativo. El cobalto se hace evidente en forma de pequeñas inclusiones de eritrina, aunque ninguna que merezca la pena. Entre las muestras de villamaninita que recojo las hay con diferentes grados de alteración. La mayor parte de la villamaninita aparece en formaciones botroidales de estructura radiada y capas, pero en algunos granos se perciben caras de cristalización.
Al margen de la villamaninita, la pieza más interesante que encontré allí es una mezcla de sulfuros con textura de «mortadela». Pirita, calcopirita y calcosina son reconocibles, pero imagino que la pieza llevará también una cierta cantidad de cobalto y níquel.