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El año que vivimos peligrosamente

The year of living dangerously es una película de 1982 protagonizada por Mel Gibson, Sigourney Weaver y Linda Hunt (que recibió un Oscar por su papel). Gibson interpreta a un periodista destinado a Yakarta en un momento especialmente tenso de Indonesia. Cuando Gibson conoce a Weaver, se dedica insistentemente a “meterle ficha” ante el aparente desinterés de ésta. El clímax se alcanza en el momento que Gibson y Weaver, empapada ella por la lluvia monzónica, comienzan a besarse apasionadamente mientras suena el tema de Vangelis L’enfant. No cuento más por si hay todavía alguien que no la haya visto… a pesar del título, no voy a hablar de la película, sino de lo que me evoca.

Fotograma de «El año que vivimos peligrosamente».

Cada vez que veo El año que vivimos peligrosamente no puedo evitar recordar ciertas situaciones de mi vida en las que, estando en el extranjero (y particularmente, fuera de Europa), he tenido la impresión de estar completamente a merced de acontecimientos azarosos, con una componente de peligro quizás más subjetiva que real, pero que me ha hecho vivir esos momentos con una intensidad desmedida. Y los amigos con los que he compartido estas vivencias, no diré que acabamos como Gibson y Weaver, pero sí que nos hemos sentido unidos por un vínculo muy especial. El año que «viví peligrosamente» tiene nombre, 1995, y hablaré de mis dos meses en Perú.

Una parte de la aventura se encuadra en la zona fotografiada. Este es el mapa del Perú con el que organicé mis escarceos dentro y fuera del país.

La llegada a Perú

En 1994 comenzó el Programa Intercampus/E.AL. con el que muchos estudiantes universitarios de América Latina pudieron viajar a España y, recíprocamente, muchos estudiantes españoles recién licenciados, o a punto de hacerlo, pudieron disfrutar de estancias en universidades de allá. Tras mi experiencia de Paraguay en 1994, de la que hablaré en otro momento, decidí repetir al año siguiente, siendo agraciado con una estancia de dos meses en en la Universidad Nacional de Piura (UNP), en el norte de Perú. En el vuelo trasatlántico fui conociendo a algunos de mis compañeros de destino. Éramos 17 estudiantes españoles los que pasaríamos una buena parte del verano (boreal) en Piura.

Foto de grupo para la prensa local piurana.

Ésta era la primera vez que la UNP participaba en el programa Intercampus. Cuando el vuelo local desde Lima aterrizó en Piura, junto al avión nos esperaba una banda de música. En el colectivo que nos transportó a la ciudad nos proporcionaron las primeras informaciones básicas para nuestra estancia. Al respecto del terrorismo, nos dijeron, que Sendero Luminoso estaba de capa caída y que nunca tuvo demasiado impacto en el norte del Perú. Los tranquilizadores datos objetivos consistían en que, en la Universidad en Piura, «solamente» habían asesinado a dos profesores. Por otra parte, la presión antiterrorista se notaba en forma de soldados armados con subfusiles en casi cada esquina y el estricto control de viajeros por carretera.

Washinton Calderón Castillo, muchos años después, en una foto tomada de Internet.

Escapada a Ecuador

Nuestro anfitrión era el ingeniero Washington Z. Calderón Castillo, y su mano derecha era un señor alemán que desde sus tiempos de hippie en el primer Woodstock se quedó merodeando por el continente americano. Washington creía que los criterios de selección por los que mis compañeros y yo habíamos sido destinados allí nos auguraba un importante futuro profesional. Por ese motivo, decidió que «trabajaría con nosotros» durante los fines de semana de nuestra estancia. Debió de encontrar bastante resistencia durante el primer taller, porque ese experimento psicológico no volvió a repetirse, al menos en los mismos términos. No obstante, rondaba entre nosotros la duda de si podríamos disponer de los fines de semana para conocer algo más del país. Fue así como decidí probar suerte «escapándome» un par de días a Ecuador.

Sellos en mi viejo pasaporte… si quieres saber qué me pasó en Bolivia, no dejes de seguir este blog.

Un viernes a medianoche, tomé un colectivo hacia Aguas Verdes. Fue muy instructivo ver el aprovechamiento que se hace del espacio: cabras con la patas atadas en el maletero, material de construcción en la baca, la gente en las butacas y el equipaje sobre la gente. Dos horas antes del amanecer, el colectivo nos dejó en medio de la nada: no le estaba permitido llegar hasta Aguas Verdes por el conflicto Perú-Ecuador. Continuamos los pocos kilómetros que quedaban en taxis compartidos. La frontera no abriría hasta las 8:00, así que cubierto con la gabardina para evitar las picaduras de mosquito, intenté dormir un poco más mientras oía una extraña locución radiada desde un altavoz… se trataba de tácticas de «guerra subversiva» para minar el ánimo de los militares ecuatorianos a los que estaba dirigido el altavoz peruano.

Monumento de la Mitad del Mundo… la línea roja es el ecuador terrestre.

Formalizados los trámites aduaneros, tomo un colectivo hacia Quito (Guayaquil estaba más cerca, pero ya llegados a ese punto…). El viaje comienza entre interminables cultivos de banana, pero dura lo suficiente como para llegar a oscuras y con apenas tiempo para encontrar una pensión. Al día siguiente paseo por la ciudad, visito el monumento a la Mitad del Mundo y, satisfecho, comienzo la vuelta al sur. No recuerdo los horarios, pero hacia la madrugada estaba en el puesto fronterizo acompañado de una monja. Intento dormir un poco después de pedirle a la hermana que me despierte antes de que abran. Es el ruido de la gente entrando y saliendo lo que al final me despierta: la sister se había ido a oír misa dejándome hecho un ovillo en mi gabardina y solo. Gasto los últimos sucres desayunado un ceviche de concha negra (una almeja de los manglares llena de fango) y consigo llegar a Piura antes de que se note mi ausencia.

Guía Lonely Planet de Sudamérica, edición en español de 1991, con la que me he movido por siete países.

Las Huaringas

Desde nuestra llegada a Piura, las autoridades regionales nos habían prometido que nos llevarían a visitar Las Huaringas, unas lagunas de Los Andes piuranos en las que los brujos locales realizan vistosos rituales. En aquel momento tenían bastante fama porque se atribuía a los brujos la victoria de «El Chino» (Alberto Fujimori) en las elecciones presidenciales. El asunto es que no estaba claro cuándo sería esa visita ya que dependía de que la disponibilidad de una avioneta para nuestro transporte. El día previsto nos dieron aviso de que el vuelo se adelantaba (pronto veremos por qué) y tuvimos que salir a toda prisa hacia el aeródromo militar, en mototaxi y yo con la cara a medio afeitar. La avioneta no tenía capacidad para más de 15 personas, pero tampoco viajábamos todos los estudiantes.

Lamentablemente, no tengo fotos de Las Huaringas… aquí vemos una vista del puerto de Sechura.

El adelanto del despegue fue por motivos meteorológicos. Todo va bien mientras volamos sobre la llanura desértica que se extiende entre el océano y Los Andes. En un momento dado, los pilotos nos avisan de que habrá turbulencias, y las tuvimos tan pronto llegamos a la cordillera. Tener el cinturón fuertemente amarrado era la única manera de no dejarse la cabeza contra el techo. Comienzan los mareos y la avioneta militar no está preparada para ese tipo de contingencias… Afortunadamente, la pista de tierra batida ya era visible desde la ventanilla. Mientras el aparato desciende, las sacudidas del viento son tan fuertes que los pilotos se ven obligados a abortar la maniobra, volver a ganar altura y dar una vuelta extra. En el segundo intento, la avioneta consigue aterrizar y nosotros recuperamos el ánimo al poner los pies en tierra.

Unas de las cartas que envié a mi familia durante la estancia. El teléfono no era una opción viable.

Nos alojamos en Huancabamba. Esa misma tarde nos llevaron de excursión a una plantación de caña de azúcar donde probamos rompope (nada que ver con lo que sale en Internet), una bebida cuyas cualidades físicas deberían ser estudiadas seriamente: un vasito de vidrio lleno de ese brebaje suena a hueco al golpearlo con la yema del dedo por abajo. Durante todo el tiempo nos escolta un militar con la excusa de la proximidad a la zona de la cordillera del Cóndor, territorio disputado por Ecuador y motivo de la situación descrita anteriormente en la frontera. Al día siguiente, hacemos la excursión a Las Huaringas a caballo. Al llegar allí, no encontramos a los famosos brujos: alguien nos explica que no irán porque el tiempo va a empeorar. La presciencia de los brujos era notable, y lo peor estaba por llegar. Como anécdota, en Huancabamba me echan el tarot y me pronostican unas cuantas cosas que ya se han cumplido.

La mina Turmalina

Mis averiguaciones sobre minerales interesantes cerca de Piura me habían conducido a saber de la existencia de la llamada «mina Turmalina» ubicada en algún lugar intermedio entre Piura y Huancabamba. La mejor opción que tenía era aprovechar la visita a Huancabamba para regresar por tierra a Piura y parar unas horas en la mina. Para garantizarme un buen recibimiento en la explotación, unos profesores de la Universidad Nacional de Piura me prepararon una carta de presentación. Así pues, el domingo por la mañana me despido de mis compañeros y salgo en colectivo para cumplir mi objetivo. Aquella mañana llovía y me quedé con la duda de cómo sería la vuelta en avioneta para los demás.

Cuarzo con turmalina negra… el nombre de la mina es por algo.

El autobús me deja a la entrada de un camino. Me presento al director de la mina con las credenciales de la UNP. Ante mi sorpresa, éste llama a un subordinado para que me lleve a «mis aposentos». Le explico que no tenía intención de quedarme, ya que al día siguiente tenía que impartir unas lecciones de matemáticas en la universidad. Visiblemente decepcionado, llama a un obrero, un mulato mucho más alto que yo, para que me acompañe a los acopios a recoger unas muestras. Mientras vamos por el camino de la mina, mi acompañante me cuenta que es venezolano y que antes de llegar a Perú había estado trabajado en los campos petrolíferos de Maracaibo. El viento soplaba violentamente desde el frente del camino que lleva al pozo, proyectando guijarros, incluso a la cara, dificultando notablemente el avance.

Molibdenita, calcopirita y alguna cosa más de la mina Turmalina.

Una ráfaga me hace perder el equilibrio y el obrero me sujeta rápidamente impidiendo que me arrastre el viento. Pasamos unos minutos resistiendo el vendaval incesante, agachados y anclados fuertemente a un resto de estructura de hormigón, hasta que me dice «Creo que por aquí no vamos a poder llegar. Tomaremos otro camino que rodea el cerro, al resguardo del viento.» Así, por el camino más largo, conseguimos llegar a la zona de los acopios, donde intento seleccionar ejemplares de todo lo que allí se ve. Si hubiera tenido la información que ahora es fácilmente accesible por Internet, sabría que de la mina Turmalina ha salido el cristal de scheelita más grande del mundo. Sin embargo, no entró nada de scheelita en los varios kilos de mineral que cargué.

Arsenopirita cristalizada sobre turmalina y cuarzo. La paragénesis de la mina Turmalina es extraordinaria.
Cristal de calcopirita, con cuarzo y turmalina. Otro recuerdo de la mina Turmalina.

Vientos huracanados en Los Andes

Me acompañan hasta el lugar del camino donde paran los colectivos con destino Piura. Había bastante gente esperando y cuando llega el primer autobús, dudo que haya sitio para mí. Escucho entonces a los militares decir «dejen paso al señor ingeniero» y, para mi sorpresa, descubro que el señor ingeniero era yo. El chófer protesta porque el colectivo va completamente lleno y me indica el asiento escamoteable del copiloto. El chófer no me aseguró que pudiera hacer el viaje hasta Piura, sólo hasta Canchaque. Mi conversación con él tampoco ayudó mucho porque quería saber detalles técnicos de los lavaderos de flotación de la mina y yo le dije que lo único que me interesaban eran los aspectos mineralógicos del yacimiento. Por otra parte, el viaje no estaba resultando sencillo: el viento había arrojado incontables obstáculos sobre el camino y continuamente había que ir parando para retirarlos y poder avanzar.

Portada de un periódico comprado dos días después de los sucesos relatados.

Así fue el recorrido hasta llegar a la entrada de una pequeña población, de la que no recuerdo el nombre, donde el viento había volcado el tendido eléctrico sobre la ruta. Sabiendo que el colectivo estaría allí detenido un buen rato y que faltaban unos pocos kilómetros para Canchaque, dejé el autobús y me puse a caminar. Era extraño, porque aquel poste estaba recién caído y algunas casas acababan de perder los tejados, pero no hacía casi nada de viento. Al llegar a la plaza, la gente estaba en pie, con las espaldas pegadas a los edificios y al resguardo bajo los voladizos: sólo yo caminaba por en medio. Alguien me dice «venga aquí a ponerse cobijo, no sea que le caiga una calamina encima«. Sin entender a qué se refería, noto que el viento comienza a aumentar y veo aproximarse un tornado, no como la típica tromba estrecha, sino ancho y difuso. Sólo el tono marrón de la tierra que levantaba permitía distinguirlo del resto de cielo azul, y algo así como cartones volaban a su alrededor. Viéndolo cada vez más cerca, aquellos «cartones» eran las chapas onduladas de los tejados (calaminas) que iba arrancando a su paso. Me quedé sin saber que hacer…

Fotografías de los destrozos del huracán en otro periódico.

Desde un portal me invitan a entrar y refugiarme en la casa. Pasé un buen rato junto a aquella familia, todos en tensión y con las manos empujando la puerta para evitar que la abriera el viento. Cuando parecía que el huracán había pasado, me despedí agradecido y continué la caminata hacia Canchaque cargado con mis minerales. Durante la marcha, un par de sospechosas ráfagas de viento me obligaron a buscar cobijo donde pude, pero fueron falsas alarmas. A medida que bajaba hacia el valle, el paisaje se volvía más verde y los cafetales anunciaban la inminente llegada a Canchaque. Allí comí un buen plato caliente, probé el café local y me compré un cuaderno para preparar la lección del día siguiente, suponiendo que consiguiera llegar a Piura a tiempo, que no era algo evidente. Días más tarde supe que el huracán había destrozado algunos de los edificios de la mina Turmalina, posiblemente en la zona de los aposentos.

Contraportada del cuaderno que compré en Canchaque, que informa detalladamente de las razones de Perú en relación con su disputa fronteriza con Ecuador, por si algún niño tuviera dudas.

El regreso

Al caer la tarde, salí a la Plaza de Armas, donde había un televisor (dentro una especie de armario) que ponían por la noche. Los vecinos me dijeron que los colectivos a Piura pasaban justo por allí porque deben entregar la lista de viajeros en la comisaría ubicada en la plaza. Insistí en si no había algún colectivo que partiera de allí y me dijeron que no, que todos venían de Huancabamba. Eso me preocupó porque sabía el estado en el que estaba la ruta… Sin embargo, al cabo de un rato llega un microbús y para frente a la comisaría. Cuando me acerco a preguntar si hay un asiento libre para Piura, me sobresaltan con un grito: «¡Matías!» Eran mis compañeros, que habían contratado el microbús ante la imposibilidad de salir de Huancabamba por avión. Así que todos juntos regresamos felices a Piura, mientras en el cielo despejado destacaba la Cruz del Sur.

Me dejo mucho sin contar del año que vivimos peligrosamente…

Un pequeño inciso: también hubo un regreso a España, evidentemente, pero antes de volver a casa disfrutamos de muchas más aventuras. Otro fin de semana, algunos de nosotros nos adentramos en Los Andes, cerca del Huascarán. Pero lo mejor de todo fue convencer al ingeniero Washington para que nos permitiera estar una semana completa fuera de la UNP, que aprovechamos para conocer Cuzco (con el Machu Pichu), Puno (con el Titicaca) y Arequipa (con el Valle de los Volcanes). Todo eso lo contaré en otro momento, cuando me vuelva a poseer la nostalgia. Creo que, a pesar de todo lo que dejo en el tintero, va tocando acabar, como las buenas películas…

Con Marco, mi compañero de habitación y vivencias, visitando las ruinas de Chan Chan.

Epílogo

No asistí al acto oficial de despedida de la primera promoción de estudiantes españoles que llegaban a Piura con el programa Intercampus/E.AL. Le pedí a Marco, mi compañero de habitación, que me excusara por indisposición repentina. La realidad era que iba de camino a la playa a pasar la noche de vivac. Una amiga peruana me dejó manejar su carro mientras cruzábamos el desierto de Sechura. Quedaba poca luz de la tarde, así que preparamos una hoguera con las maderas devueltas por el mar y blanqueadas por el sol. El Pacífico estaba demasiado frío como para disfrutar el baño, pero merecía la pena meter los pies en el agua para ver su fosforescencia en la oscuridad. Bajo el cielo plagado de estrellas y con el rumor de las olas, me despedí del Perú.

Libros de Mineralogía

En esta época en la que cualquier duda, sobre todo si es técnica, lo primero que se hace es acudir a Google (yo mismo lo hago sin ir más lejos) parece ocioso dedicar un post a libros de Mineralogía. Difícilmente un libro puede reemplazar a la cantidad de información instantánea que proporciona Internet. Sin embargo, este conocimiento a demanda tiene sus inconvenientes y sus peligros. Para empezar, suele proceder de un corta-pega de otras fuentes de información no debidamente citadas o contrastadas: internet crece demasiado rápido para reparar en tales cosas. La estructura ramificada propia de la web es estupenda para clasificar información, pero no para adquirir conocimiento sistemático sobre un tema. Así pues, si desean saber sobre minerales, para mí no hay nada mejor que empezar leyendo Libros de Mineralogía.

Mi primer libro de minerales, estrictamente hablando (Pequeña Biblioteca Daimon).

Disclaimer. Me reprocharán mis lectores que el post anterior también contenía la palabra «libro» en el título. Se acerca el fin del curso y crece el volumen de trabajo en la Universidad. Por ese motivo hago este post a partir del material que tengo más a mano: mis propios libros de Mineralogía. Para cada libro daré las referencias del ejemplar que dispongo, si bien pueden existir numerosas ediciones del mismo. Por otra parte, las ausencias que noten los lectores son también ausencias en mi biblioteca, por lo que agradeceré las aportaciones en los comentarios.

Mineralogía como ciencia

Incluimos aquí los tratados de Mineralogía o cursos de nivel universitario para la formación de expertos en el tema. Suelen dedicar una gran extensión a las propiedades generales de los minerales, química y cristalografía, así como la génesis de los yacimientos minerales. En la parte descriptiva tratan las especies minerales más habituales con énfasis en las características que permiten determinarlas. Las fotos no suelen ser el punto fuerte de este tipo de libro. La información sobre localidades para cada mineral se centra en unos pocos lugares a nivel mundial.

Manual de Mineralogía de Dana / Hurlbut-Klein

Tercera Edición – Editorial Reverté – 1988

Mi Dana, lo tengo desde 1988.

En la primera impresión uno pude sentirse desconcertado con ese «de Dana» incluido en el título. La explicación la encontramos en el título en inglés «Manual of Mineralogy (after James D. Dana)» que se corresponde con al edición 19 en USA. La primera edición del Manual de Mineralogía de James Dwight Dana data de 1848. Desde entonces ha sido revisado y reescrito por diferentes autores, pero Dana pasó de autor a ser parte del título a medida que se ha ido diluyendo la obra original. Actualmente va por la edición 23, ha cambiado de Mineralogy a «Mineral Sciencie», y Cornelius S. Hurlbut Jr. fallecido en 2005 ha salido del elenco, entrando Barbara Dutrow. Reconozco que no he tenido ocasión de revisar en detalle las nuevas ediciones, pero supongo que sigue siendo una obra muy recomendable de iniciación y consulta. Una anécdota, me compré también la segunda edición española porque dejaron de incluir en las siguientes los ensayos con llama.

Tratado de Mineralogía / Klockmann-Ramdohr

Segunda Edición – Editorial Gustavo Gili – 1955

Naturalmente, con esos apellidos se trata de una obra traducida.

Monumental obra de más de 700 páginas en letra apretada que constituye el manual más extenso de Mineralogía publicado en nuestra lengua. Por eso opino que todo mineralogista que se precie debe de tenerlo en su biblioteca. Poco menos de la mitad del libro está dedicado a la teoría general, lo que destaco para que se note la diferencia entre este tipo de libros y las guías. La parte sistemática se podría decir que es exhaustiva (más de 2000 entradas en el índice alfabético), si bien los minerales menos frecuentes son descritos en un tipo de letra aún más pequeño, y los minerales raros aparecen como comentarios.

Manuel de Minéralogie Descriptive – Bétekhtine

Editorial MIR – 1968

Lo encontré en un local de la calle Libreros de Madrid.

El manual de Anatoly G. Bétekhtine (cosas de la transliteración del ruso al francés, en otros idiomas aparece como Betekhtin) podría decirse que es el «Dana ruso». Cubre contenidos similares, pero a veces proporciona información complementaria, como la relativa a conductibilidad eléctrica (un ensayo que cualquier aficionado puede realizar con pocos medios). La información que contiene sobre el origen de cada mineral es, en general, más detallada que la del Dana. Lamentablemente, a la hora de describir yacimientos, los Urales quedan demasiado lejos.

Les Minéraux / Boulliard

Editorial CNRS Éditions – 2016

Un recuerdo que me traje de mi última visita a París.

Es un libro curioso: no es exactamente un tratado de Mineralogía, pero tampoco se puede decir que sea una simple guía de minerales porque contiene mucha información para el estudioso. Está escrito desde el punto de vista de los minerales como objeto de colección y, de hecho, dedica algunos capítulos al coleccionismo de minerales como actividad reglada. En particular, se discute la rareza de ciertos especímenes, su valor relativo, la posibilidad de su falsificación y la conservación si son minerales delicados o inestables.

Guías de Minerales

En relación con los tratados de Mineralogía, las guías de minerales son más livianas en la parte científica general. Su aspecto más interesante es que están ilustradas con una o varias fotos de cada uno de los minerales que describen. Si la guía pretende ser «de campo» las fotos tratan de reproducir las características más habituales de cada mineral, incluyendo el aspecto de la fractura en aquellos casos en los que el mineral suele presentarse masivo. Otras guías presenta fotografías de piezas de museo, de calidad inaccesible para el modesto aficionado, o fotografías muy ampliadas si se trata de mostrar cristales de especies raras.

Guía de Minerales Grijalbo / Mottana-Crespi-Liborio

Editorial Grijalbo – 1989

Uno de los libros de más ayuda para el coleccionista novel.

Siempre he dicho que la guía de Grijalbo (editorial que la publica en España, pero también existen ediciones en inglés y, por supuesto, italiano su idioma original) es la única que presenta los minerales tal y como uno se los encontraría, salvo raras excepciones, por lo que es de gran valor para reconocimiento visual. Además de minerales (más de 270 descritos), lleva una sección de rocas que sería aprovechable como guía de campo si las rocas fueran más sencillas.

Guía de Minerales Omega / Chaumeton

Editorial Omega – 1989

Los minerales como dificilmente los encontrarás en el campo.

Se trata de una guía de gran calidad, como suele ser habitual en la editorial Omega, con un claro sesgo hacia los ejemplares cristalizados, preferiblemente en cristales individuales, por lo que es recomendable para los coleccionistas de micros. Buenas fotos y la información necesaria de los más de 280 minerales descritos.

Encyclopédie des Minéraux / Kourimsky-Tvrz

Editorial Gründ – 1981

Lo encontré en una librería de viejo en Burdeos.

Normalmente desconfío de los libros llamados «enciclopedia de algo». Esta obra, publicado originalmente en checo tiene la mayor parte de sus fotos en blanco y negro. Sin embargo, la descripción de cada mineral es un ejercicio de erudición, destacando la información de tipo histórico, etimológico o geográfico, hasta tal punto que he dudado de poner este libro en la sección anterior. La mayor parte de los ejemplares fotografiados están en el Museo Nacional (Checo) de Praga, cuya visita recomiendo.

La Enciclopedia de los Minerales / Korbel-Novák

Editorial Libsa – 2004

Me pareció una adquisición razonable en una librería de Granada.

Al igual que el anterior, fue publicado originalmente en checo. Se trata básicamente de una guía fotográfica de más de 600 especies minerales. La descripción de las propiedades físicas de cada mineral es telegráfica, pero la información sobre origen y yacimientos, aunque breve, merece la pena.

Libros dedicados a los minerales españoles

Es normal que cada país (región o distrito minero) dedique de vez en cuando una monografía a mostrar la riqueza mineralógica de su subsuelo. Este tipo de obra es sumamente adecuada para el aficionado que gusta de salir a recoger sus propios ejemplares porque proporciona información de tipo local. Dispongo de guías de minerales de algunas provincias españolas, que son muy interesantes en este sentido (cuanto más pequeña la escala, mejor para el buscador), pero no las incluiré aquí. En cuanto a los libros dedicados a los minerales de España, iré en orden cronológico.

Minerales de España / Calderón

Facsímil editado por la SEM de la obra publicada en 1910, dos volúmenes.

Regalo de un buen amigo.

Salvador Calderón realizó la primera monografía dedicada a recoger sistemáticamente las citas de minerales en España. Antes del «Calderón» sólo había índices de concesiones mineras junto con el metal que se beneficiaba. Es una obra monumental y fundamental, donde se mencionan algunos hallazgos antiguos que no han podido confirmarse hasta la fecha (minas desaparecidas, ubicaciones ambiguas…), dando a la Mineralogía un cierto halo de misterio.

Introducción a los Minerales de España / Galán-Mirete

Editorial del IGME – 1979

Mi compañero en cientos de miles de kilómetros hechos en un Renault Clío 1.9D.

Era evidente que tras 60 años, la recopilación hecha por Calderón necesitaba una actualización. Ésta vino de la mano de Emilio Galán y Salvador Mirete, una obra fundamental que se titulaba modestamente «introducción». Ya hablé en un post anterior del «Mirete» como mi guía de viaje durante muchos años y kilómetros. Se le puede reprochar que muchos de los ejemplares fotografiados son masivos o feos (según estándares actuales de «vitrinología») pero el mapita de distribución acompañando a cada mineral permitía organizar los viajes con eficacia.

Minerales de España / Mollfulleda

Editorial Carroggio – 1999

Se me apareció en la librería González Palencia de Murcia.

Este libro supone un punto de inflexión en la divulgación de la mineralogía española. Se concede más importancia a la belleza de los ejemplares y la calidad de la fotografía, añadiendo a la ciencia una dimensión artística. Pero también, al mismo tiempo que Joaquim Mollfulleda presenta los minerales tal como empiezan a ser del gusto por los coleccionistas (atrás quedan las colecciones de «Gabinete de Historia Natural»), Internet gana la partida a los libros. Las localidades citadas en el libro son las que se discuten en los foros temáticos.

Atlas de Minerales de España / Calvo-Rewitzer

Editorial Prames – 2022

Casi recién salido de la imprenta…

Monumental catálogo fotográfico de todas y cada una de las especies minerales encontradas en España hasta la fecha. Obviamente, la mayor parte de los minerales descritos son extraordinariamente raros y aparecen en pequeñas cantidades, por lo muchas de las ilustraciones son microfotografías. Además, Miguel Calvo es el autor de una obra sobre los minerales de España en varios volúmenes mucho más extensa que los libros descritos en esta sección, pero no la tengo en mi biblioteca.

Algún libro clásico

Los libros antiguos de minerales no son sólo un capricho de bibliófilo, sino que pueden contener información interesante que haya dejado de aparecer en libros modernos por algún motivo. Por ejemplo, determinados procedimientos de laboratorio para determinar minerales que ahora han sido sustituidos por la difracción de rayos X, o citas de ciertas especies en minas ya olvidadas.

Mineralogía / Brauns

Editorial Labor, segunda edición – 1935

Encontrado en la Feria del Libro Viejo de Murcia.

Este librito era uno de los pocos disponibles de minerales que había en la Biblioteca Municipal de Archena cuando la visitaba en mi juventud. La traducción al español realizada por el prestigioso geólogo Maximino San Miguel de la Cámara incorpora localidades españolas para las especies descritas, por lo que fue para mí como un libro de revelaciones (aún no conocía el Galán-Mirete).

Cours de Minéralogie / Lapparent

Editorial Librairie F. Savy – 1884

En una librería anticuaria de Madrid, aunque he visto un ejemplar recientemente en Salamanca.

Se trata de una obra clásica de la mineralogía, con excelentes ilustraciones de los cristales y cuyo texto apenas ha perdido frescura. Albert de Lapparent publicó también un resumido «Precis de Minéralogie» (Masson 1908 – para la 5ª edición).

Tratado de Mineralogía / Goizueta

Imprenta de Pedro Ortega – 1910

Bazar del TBO (Murcia), si no recuerdo mal.

Curioso libro con abundante información sobre métodos químicos para la determinación de los minerales, hasta tal punto que tras un rato de lectura uno termina preguntándose por qué no tiene un laboratorio.

Mineralogía / Calderón

Editorial Gallach – 1901

Creo que fue adquirido en una caseta de la Cuesta de Moyano (Madrid).

El gran Salvador Calderón escribió este librito, más de divulgación que manual o guía. Un buen número de páginas finales están dedicadas al proselitismo de la propia editorial Gallach que publicaría más tarde una Historia Natural, cuya parte dedicada a los minerales es bastante extensa (yo mismo tengo una edición de 1972).

Conclusión

Antes de que mi hermana me regalara el primer libro de Mineralogía propiamente dicho (primera foto del post) me las tenía que apañar con lo poco que contaran sobre minerales los libros de texto: pirita en Riotinto, galena en Linares y minerales de hierro en Ojos Negros… He aprendido mucho en los libros, por eso se merecían este pequeño homenaje. Aunque Internet es un recurso estupendo, su efecto principal es la sustitución del examen de las propiedades de un mineral que queremos determinar por una contemplación de fotos en busca de un parecidos razonables. Acaba así este repaso a los libros de Mineralogía, con la esperanza de que se sigan escribiendo y publicando, pero también con la inquietante paradoja de que lanzo mi petición desde un blog de Internet 😕

Historias tras un libro

El libro que motiva este post.

A veces, un libro puede contar más de lo que hay escrito en sus páginas. No hablo de leer entre líneas, sino de las historias que hay tras un libro. Incluso un libro de texto de Física tiene mucho que contar…

Una librería en Madrid

Hace bastantes años estaba interesado en algunas cuestiones de Mecánica Newtoniana para las clases de una asignatura que impartía de la desaparecida Licenciatura en Matemáticas. En una visita a Madrid me enseñan una librería científica extraordinaria: Aula de Documentación e Investigación. Un local en dos alturas impecablemente forrado en madera de la de verdad, con relieves tallados a buril alusivos a la temática científica, como fórmulas o cifras de pi, entre otros detalles. Allí fue donde encontré el libro cuya historia oculta estoy relatando: el primer volumen del Cours de Physique Générale de Bruhat (Masson & Cie, Paris 1955).

Concesionario de una marca de motocicletas, tras la desaparición de la librería.

El dueño de la librería, un señor de bastante edad con traje oscuro, estaba en una mesa explicando la resolución de un problema, creo que de Física, a dos estudiantes universitarios. Debía de haber sido ingeniero, y la librería un proyecto que llevó a cabo tras la jubilación. Las estanterías las había construido él mismo con todo el cuidado que uno puede poner para hacer un sueño realidad. Con su muerte en 2014, la librería acabó repentinamente. Los nuevos propietarios del local lo adaptaron a un uso muy diferente, pero respetando las estanterías que tantos libros habían llegado a acoger.

Le Cours de Physique Générale

Cuando busco un libro con un fin específico, suelo preparar antes una serie de tópicos que deberían ser tratados convenientemente en el texto. En otras palabras, el libro debe pasar un examen. En este caso, buscando un buen libro de Mecánica, uno de esos ítems a comprobar era el tratamiento de choques y percusiones. La obra de Georges Bruhat me sorprendió con una «teoría del martillo», donde además se analizaba el efecto de la percusión sobre la mano que lo agarra. Naturalmente, el libro se vino de Madrid conmigo y comencé a bucear en sus más de 700 páginas.

Explicación de la «Teoría del martillo» dentro de la sección dedicada a choques y percusiones.

No tardé demasiado en querer saber más sobre los restantes volúmenes del Cours de Physique Générale. Tras la Mécanique había otros tres, respectivamente: Électricité, Thermodynamique y Optique. Tampoco tardé mucho en buscarlos por internet en páginas de venta de libros antiguos y de segunda mano. Tenía la esperanza que esta obra serviría para cubrir el gran hueco (en sentido figurado, porque, literalmente, lo que me falta es espacio en las estanterías) entre el Alonso-Finn y el Landau-Lifshitz (el problema no es sencillo), así como para cubrir mis propias lagunas en algunos temas de la Física más clásica.

Dedicatoria del expropietario acompañando uno de los libros de Bruhat que siguió al de Mecánica.

Tuve ocasión de intercambiar algunos mensajes con el propietario de uno de los volúmenes del Cours de Physique Générale. Para él, el texto de Bruhat le resultaba anticuado. Lo había tenido que estudiar durante su época universitaria y no le tenía el cariño suficiente para conservarlo ahora que le faltaba espacio en casa. También me dijo que años después descubrió el las Lectures on Physics de Feynman, que habían sido para él una revelación sobre como entender y razonar la Física. Reconozco que yo también las tengo, pero no explican el martillo como lo hace Bruhat 🙂

L’École Normale Supérieure de Jeunes Filles

La famosa Escuela Normal Superior de París (ENS), donde se han formado las élites de Francia no siempre fue mixta. Seguramente, el significado de la egalité que presume la République por antonomasia no siempre ha sido el mismo. En su comienzo l’École Normale, ubicada en la rue d’Ulm, era solamente para alumnos varones, teniendo las mujeres su propio centro en Sèvres, en las afueras de París. Era la llamada École Normale Supérieure de Jeunes Filles. Allí es donde Georges Bruhat ejerció impartiendo su curso de Física a las estudiantes de segundo y tercer año. También allí se gestó su Cours de Physique Générale.

École Normale Supérieure de jeunes filles, en Sèvres (París).

La ENS femenina de Sèvres se fusionó con la masculina de rue d’Ulm en 1985, hace cuatro días. Pero tampoco comenzó a la vez que ella, ya que la ENS fue fundada en 1794 mientras que la sección femenina lo fue en 1881. No he podido comprobar la diferencia entre los programas de estudios ofertados en ambas escuelas en los tiempos de Bruhat, ni a qué carreras profesionales, además de la docente, daba acceso para las egresadas de Sèvres, pero debían ser diferentes cuando algunas mujeres intentaban acceder a Ulm y conseguían estudiar allí con un permiso especial. Ese fue el caso de Simone Weil (más famosa para el público general que su hermano André, matemático) y Simone de Beauvoir.

Resumen de legislación francesa, en el Memento Larousse (1925).

Existe cierta tendencia a pensar que la Revolución Francesa (1789) precedida por la Ilustración y l’Encyclopedie debía afectar a los derechos humanos por igual. Vemos que incluso los grandes pensadores, a los que debemos tanto hoy día, no podían liberarse completamente de los prejuicios de la sociedad en la que vivían. El texto arriba, tomado del Memento Larousse (1925), lo dejaba bien claro: la mujer, sin autorización de su marido o la justicia, es tan «incapaz» como un demente. Y así fue hasta julio de 1965 en el país que siempre miramos como ejemplo de progreso social. Por compensar un poco, del otro lado del charco, tenemos la Declaración de Independencia de USA, conteniendo frases como «…that all men are created equal…» , fue redactada por esclavistas. No podemos cambiar la Historia, pero, en cualquier caso, nos quedamos con la idea de que las chicas en Sèvres recibían una excelente formación en Física hacia los años 40 del siglo pasado.

La Shoah científica

Georges Bruhat fue nombrado director de l’École Normale Supérieure, tras el cese de  Eugene Bloch, de origen judío, por el gobierno colaboracionista de Vichy (Bloch murió asesinado en Auschwitz unos años después). Aceptar el puesto de director de la ENS no hizo la vida de Georges Bruhat más sencilla durante la guerra y ocupación alemana. Tras negarse a delatar a un estudiante que formaba parte de La Résistance, fue arrestado por la Gestapo en agosto de 1944. Georges Bruhat murió de una afección respiratoria en el campo de concentración de Sachsenhausen el 1 de enero de 1945. Sin embargo, el Cours de Physique Générale siguió publicándose hasta los años 60 con ediciones revisadas y aumentadas por físicos colegas de Bruhat como Alfred Kastler, premio Nobel en 1966.

Georges Bruhat, foto tomada de Wikipedia.

Vemos una de las pocas fotos de Georges Bruhat que pueden encontrarse por Internet. A pesar de su aspecto envejecido y triste, murió con apenas 57 años. Bruhat compartió su destino con el de tantos millones de judíos, aunque sin serlo. Cómo afectaron las leyes racistas nazis a la Ciencia es un tema que se podría decir interesante si no fuera porque el adjetivo parece ocultar la parte trágica. Recomiendo en particular la lectura del libro «Serving the Reich: The Struggle for the soul of Physics Under Hitler» del divulgador científico Philip Ball (Vintage Books, 2013).

Yvonne Choquet-Bruhat

Los Lancien, que quizás recordéis de Weekend en los Alpes, visitaron mi casa en Murcia. Tratando de destacar los numerosos libros en francés de mi biblioteca, al ver el Cours de Physique observaron que el inusual apellido Bruhat les sonaba por Yvonne Choquet-Bruhat. Ante mi desconocimiento, me dieron algunas coordenadas con la que cerraré este post. No obstante, para enlazar con lo dicho hasta ahora, lo primero a precisar es que Yvonne fue una de los tres hijos que tuvo Georges Bruhat con la profesora de Filosofía Berthe Hubert. Mencionemos que otro de sus hijos, François, también se dedicó a las Matemáticas (Grupos de Lie).

Yvonne Bruhat-Choquet en 2006, foto tomada de Wikipedia.

Pero mucho más reconocida ha sido Yvonne, née Bruhat en 1923, como dicen los franceses, aunque ella siguió usando su apellido familiar en forma compuesta tras el matrimonio. Comenzó sus estudios universitarios en la ENS de Sèvres en 1943. Se doctoró en 1951 con una tesis sobre existencia de soluciones para ecuaciones en derivadas parciales (EDPs) no lineales. Después realiza una estancia posdoctoral en Princeton, donde conoce a Albert Einstein que le explica, en persona, su Teoría de la Relatividad General. A partir de ese momento comenzaría a trabajar en los aspectos matemáticos de la Relatividad consiguiendo la primera demostración de la existencia de soluciones para las ecuaciones de Einstein.

Encabezamiento del artículo que dedicó El País a Yvonne Choquet-Bruhat hace tres años.

Los trabajos de Choquet-Bruhat han sido fundamentales para la detección, por primera vez en 2016, de las ondas gravitacionales. Ha sido la primera mujer en ingresar en la Academia de Ciencias de Francia en 1962, que décadas antes le había negado el acceso a Marie Skłodowska-Curie (casi nada…). Cuando se mira la biografía de Yvonne Choquet-Bruhat no me queda claro si se ha jubilado en algún momento, o no, porque hay reseñas de su actividad hasta fechas muy recientes. Ahora mismo tiene 99 años, y si su salud continúa igual de bien, el próximo diciembre cumplirá el centenario.

Cerrando el círculo

El apellido Choquet es familiar para quienes trabajan en Análisis Funcional y no era por casualidad la coincidencia: Yvonne se casó con Gustave Choquet en 1961. Es normal que un matemático produzca muchos teoremas a lo largo de su carrera, pero a un gran matemático se le suele relacionar con un sólo teorema que es la piedra angular de una teoría que él ha vislumbrado. En el caso de Gustave Choquet hay dos: su teoría de capacidades, que generaliza la teoría de la medida y tiene inesperadas consecuencias en Análisis Matemático; y su teorema de representación extremal, una herramienta de formulación tan sencilla como potente ¿A quién se le podría ocurrir que la representación de las soluciones de ciertas EDPs fuera lo mismo que la representación de un punto dentro de un triángulo como baricentro de masas repartidas en sus vértices? A Choquet.

Yvonne y Gustave en 1974, foto de Wikipedia.

Por mi área de investigación, estoy familiarizado con los trabajos de Choquet y he usado sus resultados en alguna ocasión. Sus ideas siguen siendo motor de mi inspiración para obtener nuevos resultados en Convexidad (en algún momento me entretendré un poco más en esto en un post de divulgación). Gustave Choquet forma también parte de mi árbol genealógico matemático: fue el director de tesis de Gilles Godefroy, que a su vez dirigió a Robert Deville, que fue uno de mis directores junto con Gabriel Vera.

Conocido libro de Bob Phelps dedicado a la teoría de la representación extremal de Choquet.

Coincidí con Choquet en una Spring School de Análisis celebrada en Paseky (Rep. Checa) en 1997. El curso que dio allí fue un poco extraño, hablando de Neurociencia. Mi inglés no era suficientemente bueno para captar muchos detalles de lo que dijo, pero después he sabido que el tema fue motivado por las investigaciones de su hijo (con Yvonne, naturalmente) Daniel Choquet, conocido neurocientífico francés ¿no es curioso ver a tres generaciones de una familia de científicos notables? Además, cada uno en su especialidad. Volviendo a Paseky, en aquel congreso di mi primera conferencia sobre los resultados que estaba obteniendo en mi tesis doctoral. Tuve el privilegio de contar con Choquet como asistente y me dio algunos consejos al finalizar.

Foto con Gustave Choquet y Bernardo Cascales durante la Spring School en Paseky (1997).

Algún día hablaré de los muchos recuerdos que me trae esa foto, pero esa es otra historia (mi historia, realmente). Hoy ya me doy por contento, porque sólo quería hablar de las historias que hay tras un libro

Amianto

Amianto serpentínico (crisotilo) superficialmente deshilachado procedente de Alhaurín (Málaga).

En mi post La Fiebre del Plomo, acabé mencionando algunos despropósitos hacia el final. Uno de ellos consistía en un jardín municipal decorado con rocas conteniendo amianto. Algunas personas que reconocieron el lugar lo pusieron en conocimiento de las autoridades. Yo, por mi parte, tuve una reunión con representantes de varias asociaciones cívicas de la población, cuyo nombre tampoco diré ahora. El caso es que me siento responsable del revuelo causado. Con este post espero informar un poco más sobre el amianto y reubicar el epicentro de la polémica en otro lugar.

Parte de los Viajes de Marco Polo (edición en inglés de 1968) donde explica la manufactura del amianto, dejando especialmente claro que no procede de la piel de salamandra.

Recordemos brevemente que la cualidad más significativa del amianto es que sus fibras se pueden tejer, resultando un material flexible e ignífugo. Esta propiedad es conocida desde la antigüedad remota. Al parecer, Carlomagno tenía un mantel de amianto con el que impresionaba a sus invitados. Marco Polo, en su relato de viajes por Asia, nos habla de unas prendas que se limpiaban y quedaban blancas echándolas al fuego. La idea de añadir amianto al cemento para darle más resistencia (fibrocemento, popularizado en España por la empresa Uralita, rebautizada Coemac desde 2015, para hacer borrón y cuenta nueva) tampoco es demasiado moderna, ya que se ha encontrado cerámica prehistórica que lo incorpora.

Minerales de amianto

Por amianto o asbesto se designan ciertos silicatos cristalizados en fibras que gozan de flexibilidad cuando son separadas. Hay básicamente dos grupos mineralógicamente hablando: el serpentínico, por su composición química similar a las serpentinas y frecuente las rocas a las que dan lugar, siendo el crisotilo el amianto más representativo del grupo; y el anfibolítico, englobado por su estructura entre los anfíboles, siendo la tremolita el asbesto más significativo en esta clase. Hay más minerales entre los amiantos, pero afinar en la clasificación más allá de los dos grupos descritos es difícil.

Crisotilo en fibras compactas, Alhaurín (Málaga).

Las rocas serpentínicas se forman por alteración de materiales procedentes del manto de la Tierra, como las peridotitas y ofiolitas. Su típico color verde está presente en las fachadas de muchos edificios. Cerca de Lubrín (Almería) hay una cantera abandonada de serpentina y cantos rodados de esta roca procedentes de Sierra Nevada llegan hasta a la cuenca de Orce (Granada). Esto lo digo como simple curiosidad, ya que raramente contienen amiantos. Es en Málaga donde está la mayor concentración de serpentina del país, producida por una gran masa de peridotitas en grado variable de alteración. Por allá, entre Alhaurín de la Torre y Alhaurín el Grande, en un corte de la carretera encontré un filón de crisotilo blanco de donde proceden las muestras de mi colección.

Tremolita, con las fibras deshilachadas en el extremo izquierdo, Carrascoy (Murcia).

En cuanto al amianto anfibolítico, lo he encontrado asociado a las metabasitas de Carrascoy. Las metabasitas son rocas intrusivas que han sufrido metamorfismo posterior. En la Región de Murcia aparecen ligadas a materiales béticos de edad triásica. A pesar de su color verde, no hay que confundir las metabasitas con las ofitas, también de edad triásica y composición mineralógica similar, que aparecen en el prebético pero sin metamorfizar. En las metabasitas de la Región se encuentran filoncillos de epidota y tremolita, esta última en fibras de color gris. Adjunto un artículo firmado por Rafael Arana, entre otros, mencionando la serie actinolita-tremolita en un afloramiento de metabasitas de la sierra de Carrascoy.

Riesgos del amianto

El amianto es nocivo por inhalación de su polvo. Las fibras del mineral quedan en los pulmones, provocando inflamación en primer lugar, produciendo tejido cicatrizado que reduce la capacidad respiratoria (asbestosis) y llegando, en casos de exposición persistente, a cáncer de pulmón y mesotelioma. Por este motivo el uso y comercialización del amianto están prohibidos en España y gran parte de los países civilizados. No obstante, la legislación fue muy progresiva: prohibición del amianto azul (crocidolita, el más nocivo de los amiantos) 1984, la del amianto marrón (amosita) 1993, la del amianto blanco (crisotilo) 2001, finalmente, la prohibición de todo tipo de amianto en 2006 (fuente Gestión Del Amianto). Entre la gente famosa cuya muerte es achacable al amianto destaca el actor Steve McQueen.

Cubierta de fibrocemento en una antigua instalación industrial.

Una vez establecida la peligrosidad del amianto, hay que insistir en que su toxicidad se limita a la vía respiratoria. No se trata de una substancia radiactiva o difusible químicamente. Y sin embargo, se trata como tal a la hora de eliminarlo… si es que se hace legalmente, claro. La mayor parte del amianto a retirar procede de cubiertas, canalones, tuberías, depósitos y similares fabricados con fibrocemento. También lo hay en forma de aislamiento para edificios, pero ese uso nunca ha sido muy popular por estos lares, así como en algunos componentes de automoción por su estabilidad a altas temperaturas.

Canteras con amianto en la Región de Murcia

Mientras las autoridades centran su política anti-amianto en el desmantelamiento de cubiertas de edificios, parecen olvidar que el amianto es un mineral que puede aparecer de manera natural entre las rocas de uso industrial. Este es el caso de las canteras de metabasitas, comercializadas como pórfidos, en distintos grados de trituración: balasto para carreteras o ferrocarriles, rocas para cimentaciones y mampostería, incluso ornamentales.

Cantera FULSAN «Pórfidos Internacionales de Alhama», en un extremo de la Sierra de Carrascoy. Los acopios de metabasita se pueden distinguir a la derecha por el color grisáceo. A la izquierda, materiales carbonatados con gran impacto visual.

La cantera FULSAN de Alhama de Murcia ha sido una de las principales fuentes de difusión de amianto de la Región de Murcia. Supongo que esto es justificable desde la ignorancia, al igual que la brutal ampliación de la cantera acometida en 2013 (ver el comunicado de ANSE) lo es desde la prepotencia. Desconozco la situación actual de la explotación. Al parecer, la empresa entró en concurso de acreedores en 2019, pero su balasto con amianto gris (tremolita) puede verse todavía en las vías de tren de la Región (ver la foto abajo tomada hace unos días). Una metabasita parecida se explota en canteras de la Sierra de Enmedio, no muy lejos de Puerto Lumbreras.

Vetilla de tremolita en fragmento de metabasita procedente del balasto de una vía de tren de la Región de Murcia. En ese mismo tramo de vía recuerdo haber visto masas mayores de tremolina deshilachada.

Actualmente, según me informan, en las canteras realizan un seguimiento periódico de los productos extraídos que incluye un estudio mineralógico donde se puede detectar las substancias peligrosas. Esto se lleva a cabo incluso en las canteras de caliza, a priori, más inofensivas. Ignoro si la tremolita está repartida más o menos regularmente en la masa de metabasitas explotables, pero una supervisión es necesaria para descartar el material o darle un uso adecuado.

Despropósitos finales

Mi intención con este post no es alimentar el pánico ni la paranoia sobre el amianto. Tampoco quiero contribuir al buen balance económico de las empresas descontaminadoras nacidas al abrigo de la normativa anti-asbestos. No obstante, aún podemos encontrarnos situaciones como la mostrada en la última foto: una enorme acumulación de balasto de metabasita, posiblemente procedente del desmantelamiento de vías de tren, removida por la maquinaria en las inmediaciones de una población murciana.

Acumulación de balasto de metabasita en las inmediaciones de una población murciana.

En general, el uso que se le da a las metabasitas con posible contenido en amianto no implica ningún riesgo para la mayor parte de la población. Sólo los trabajadores, ya sea en las canteras o en la manipulación, son los que tienen mayor riesgo de exposición al tóxico polvo. No obstante, en caso de tener que retirar metabasitas sospechosas de asbesto, no hay mejor sitio para una roca que volver al suelo de donde salió. Rociar abundante agua para evitar el polvo durante la manipulación, con algún aglomerante cuyo efecto dure tras la evaporación: sulfato o carbonato cálcicos, que precipiten sobre las fibras, o engrudo de almidón diluido, dependiendo de la situación.

Minerales y Matemáticas

Con motivo de la declaración de marzo como mes de las Matemáticas disfrutamos en el vestíbulo de nuestra Facultad una exposición fotográfica titulada «Geometría Natural», cuyo comisario es el Prof. Ángel Ferrández. Entre la selección no había imágenes de minerales. Desconozco si es por que ésta se ha limitado a organismos vivientes, o quizás porque las fotos de cristales imitando poliedros es un recurso demasiado manido… A mí no me cabe la menor duda de que los minerales son tan naturales como la tela de una araña. Para remediar la situación, decidí seleccionar algunas fotos de mis minerales con connotaciones matemáticas y añadirlas de extranjis, como Banksy en sus buenos tiempos, antes de cotizar en Sotheby’s. Esas fotos aparecen aquí, junto con unas cuantas más, para ilustrar la relación entre Minerales y Matemáticas.

Minerales: ¿únicamente poliedros?

Hay que decir que los poliedros que aparecen como cristales no son poliedros arbitrarios, sino que siguen ciertos patrones estudiados por la Cristalografía. Las formas aparecen como consecuencia del empaquetamiento regular de las moléculas condicionando la disposición de los planos que limitan las caras y los elementos de simetría. Pero además de cristales, hay agregados de estos que muestran otro tipo de patrones que evocan igualmente nociones matemáticas como la de fractal. Animo al lector que visite la galería por si descubre más motivos matemáticos entre las fotos de mi colección.

El icosaedro de pirita de casi 4 cm de diámetro recogido en Puebla de Lillo (León), una de las piezas más icónicas de mi colección. En este artículo describo matemáticamente la disposición de sus veinte caras.
Piritoedros (rombo-dodecaedros) de pirita en matriz, Caravaca (Murcia). Los piritoedros de Caravaca (Rambla del Piscalejo) son para mí los más bellos de la mineralogía española.
Octaedro de magnetita en matriz, Torre Pacheco (Murcia). Las piezas masivas de magnetita del Cabezo Gordo están consisten frecuentemente en agregados de octaedros milimétricos.
Curioso cristal cúbico compuesto de agregados octaédricos, Ricote (Murcia). La formación de esta pieza debió ocurrir en condiciones físico-químicas inestables oscilando alrededor de la frontera entre las dos formas..
Cristal de pirita, forma combinada de cubo y octaedro, Navajún (La Rioja). En este caso, las condiciones de formación fueron más estables, pero también en la frontera entre ambas formas.
Macla de cristales cúbicos de pirita, con leve pátina de óxido, Navajún (La Rioja). A veces el criterio para seleccionar ejemplares es más bien de tipo artístico y en este caso me he dejado llevar por el parecido con algunas obras de Chillida.
Pseudo-tetraedro de calcopirita, dentro de una geoda de siderita en romboedros, procedente de la Sierra de Filabres (Almería). Con el tetraedro, completamos la aproximación mineral a los cinco sólidos platónicos.
Granate almandino, en forma de trapezoedro de 24 caras, Níjar (Almería). La Luz transmitida permite apreciar su extraordinario color, pero hace difícil ver las aristas del poliedro.
Cristal de cuarzo hialino rematado en pirámide hexagonal, Albatera (Alicante). Lo bonito de esta pieza es que el cristal sólo se ve a gracias al reflejo de sus caras.
Agregados esferoidales de prehnita (Cehegín, Murcia). Las esferas aparecen como resultado del crecimiento radial de los cristales de este silicato.
Aragonito en prisma pseudo-hexagonal, Minglanilla (Cuenca). Si se miran bien sus caras laterales descubriremos por qué nos referimos como pseudo-hexagonal. En efecto, estos cristales son el resultado del agregado de tres primas rómbicos.
Yeso, cristal totalmente desarrollado, Utrillas (Teruel). El yeso cristaliza en el sistema monoclínico, que no tiene demasiados elementos de simetría, si bien da para varios pares de caras paralelas y un “centro”.
Cuarzo, prisma hexagonal rematado por sendas pirámides en matriz de yeso, Ricote (Murcia). Aunque el primas es hexagonal en una buena aproximación geométrica, realmente su simetría es ternaria.
Nódulo elipsoidal de barita iluminado con luz UV mostrando una trama fractal, Caravaca (Murcia). Es posible (me quedo con la hipótesis en lugar de partir el nódulo) que la trama sea consecuencia de un agrietado por retracción, como el de los nódulos septarios.
Granate melanito, cristal rombo-dodecaédrico, Cehegín (Murcia). Como se puede ver, la palabra dodecaedro en mineralogía resulta confusa si no se especifica la forma de las caras.
Cubo deformado de pirita, Navajún (La Rioja). Es innegable la estética de este tipo de piezas.
El cristal de la izquierda es un octaedro tallado de fluorita, mineral que en la naturaleza se presenta generalmente en cubos, pero se exfolia siguiendo planos paralelos al octaedro. El cristal de la derecha no es tallado, sino natural y se trata de magnetita de Brasil. Ambas piezas proceden del comercio.
Crecimiento fractal de psilomelana, observado en una fachada de Bolnuevo (Mazarrón). Las dendritas de óxido de manganeso, mal llamadas «de pirolusita» en muchos textos, se desarrollan en planos de diaclasado como fractal que imita motivos vegetales.
Fragmento de un nódulo esférico de marcasita alterado en limonita, Picos de Europa (Cantabria). Queda el vestigio de los cristales radiales que convergen en un único punto.
Ágata, Iguazú (Brasil). A pesar de la exótica procedencia, la recogí yo mismo. La roca volcánica alrededor de las famosas cataratas estaba repleta de ágata, pero no pude recoger un trozo mayor. Las líneas recuerdan las curvas de nivel de una función de dos variables.
Quiastolita, una variedad de andalucita que presenta un dibujo cruciforme en sección (pulida), Boal (Asturias). La aparición de la cruz se debe a la variación en «contaminantes» durante el crecimiento del cristal.
Cristales de barita, Mazarrón (Murcia). Los cristales tabulares rómbicos se han replicado en una especie de macla repetitiva, produciendo un borde aserrado.
Cristal de casiterita de localidad desconocida procedente de una colección antigua. Consiste en un prima cuadrangular rematado en pirámide, forma propia del sistema tetragonal.
Cubos de fluorita violeta, Berbes (Asturias). El biselado que se aprecia en las aristas del cubo se debe a una leve combinación con el rombo-dodecaedro.
Romboedro de exfoliación de espato de Islandia, purísima variedad de calcita, procedente del comercio. Por la parte de la izquierda incide la luz solar, que es descompuesta en colores elementales a la derecha.
Rinconcito de los minerales en le exposición fotográfica de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Murcia.

El Sistema Solar

Imagen toda de un viejo libro de texto, explicación al final.

El propósito de este post es destacar ciertos aspectos del Sistema Solar que, como matemático, me resultan interesantes y con la esperanza de alguno resulte novedoso para mis queridos lectores. Esto último no va a ser sencillo… La observación del cielo es tan antigua como la Historia, así como la curiosidad por saber lo que hay ahí arriba (o afuera) es tan inmensa como el Universo. La Astronomía, desde que se diferenció de la Astrología, es una disciplina bien desarrollada y su divulgación una de las populares. También, algunos de los divulgadores de la astronomía alcanzaron una gran fama en vida: Camille Flammarion en el siglo XIX, Carl Sagan en el XX, y más recientemente, Neil deGrasse Tyson. Por este motivo, no es fácil contar algo realmente sorprendente sobre el Sistema Solar.

Uno de los libros con el que aprendí mucha Astronomía en mi juventud… y que ahora apenas recuerdo.

El cielo desde un zigurat

En la antigua Babilonia, los sacerdotes escrutaban los cambios que se producían en el firmamento y lo anotaban todo, de manera que, tras siglos de observaciones, habían descubierto la periodicidad de numerosos fenómenos, incluidos los eclipses. La aplicación más básica era el dominio del calendario, que administraban como un saber hermético, pues el conocimiento del momento preciso de las siembras era fundamental para la economía del estado. Además del sol, la luna y las estrellas, había unos objetos cuya posición y ritmos no seguían las mismas pautas: los planetas. De manera tácita se asumió que sus ciclos debían tener alguna repercusión en lo que ocurría en el suelo y a la búsqueda de esa influencia se la llamó Astrología. Esta conexión resultaba tan “evidente”, que la Astrología no sólo fue tolerada por la Iglesia medieval, sino que también se llegó a enseñar en la universidades.

Maqueta de un zigurat (foto de Wikipedia).

Algunos planteamientos de la Astrología pueden parecernos ahora ridículos desde la ciencia moderna, pero estimularon la observación cuidadosa y cuantitativa del cielo, dando lugar a una disciplina matemática: la Trigonometría. En particular, la llamada Trigonometría Esférica tiene que ver con las relaciones entre las distintas magnitudes de un triángulo esférico, cuyos lados son segmentos de circunferencia máxima. Resulta curioso que los lados de un triángulo esférico se midan como ángulos, pero es lo más adecuado porque esa es la única referencia que podemos tener entre los astros que observamos desde la Tierra. El área de un triángulo esférico es también una medida angular, es decir, relativa, pero recibe el nombre de ángulo sólido. Al igual que la longitud de la circunferencia de radio unitario, 2pi, señala el ángulo lineal máximo, el área de la esfera de radio unidad, 4pi, es el valor del ángulo sólido máximo.

Triángulo esférico, dibujo tomado de Wikipedia.

Quizás el hecho más fascinante (al menos para mí) de los triángulos esféricos es que su área se obtiene simplemente sumando sus ángulos y restando pi al resultado. Esta misma operación daría cero en un triángulo plano (véase mi post Circunferencias y esferas), pero no en un esférico. En un globo terráqueo es fácil trazar un triángulo con un vértice en el Polo Norte y los otros dos en el ecuador, de manera que sus tres ángulos son rectos. La fórmula del área arroja un valor de pi/2, que es una octava parte de la esfera (y de 4pi, obviamente). Curiosamente, la fórmula del área de los triángulos esféricos se puede deducir sin apenas conocimientos geométricos usando una fórmula combinatoria que expresa la medida de la unión de tres conjuntos: súmense todas las áreas, réstense las áreas de las intersecciones dos a dos y, finalmente, súmese el área de la intersección de los tres conjuntos.

Demostración de la fórmula del área de un triángulo esférico.

Dice con bastante ironía Jean Dieudonné, uno de los miembros del influyente grupo matemático Bourbaki, que la Trigonometría actualmente sólo interesa a tres colectivos: a los astrónomos, a los agrimensores y a los autores de libros de Trigonometría. No obstante, la Trigonometría Esférica proporciona un modelo fácilmente comprensible de una Geometría no euclidiana en la que los triángulos de pequeñas dimensiones son muy parecidos a los triángulos planos, pero a medida que aumenta la escala también aumentan las diferencias. ¿No pasará lo mismo en el Universo? En efecto, a nuestra escala (o la de nuestros instrumentos de medida) nos parece euclidiano, pero podría no serlo globalmente… Albert Einstein nos abrió ese melón.

La cuarta ley de Kepler

Si pensamos en las leyes de Kepler, recordaremos al menos tres de ellas: la primera describe la forma de las órbitas de los planetas alrededor del sol; la segunda explica las variaciones de velocidad de un planeta a lo largo de su órbita; finalmente la tercera relaciona los tamaños de las órbitas de dos planetas con la duración de su revolución alrededor del sol. Pongamos un ejemplo de esta última, si un planeta tiene una órbita cuyas dimensiones duplican las de, por ejemplo, la Tierra, su año será 2.83 veces mayor que el nuestro (1033 días terrestres). Ya comentamos en nuestro post Elipse que Isaac Newton dio la demostración matemática de las leyes de Kepler a partir de su ley de Gravitación Universal.

Ilustración del Mysterium Cosmographicum de Kepler (foto de Wikipedia).

¿Qué es lo que falta en el conjunto de las tres leyes de Kepler? La respuesta más obvia, quizá, es que no proporcionan ninguna información sobre la disposición relativa de los planetas. En aquel momento, sólo se conocían seis: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno. A falta de una hipótesis mejor, Kepler relacionó los planetas con los sólidos platónicos, es decir, los cinco poliedros regulares (convexos, hay que especificar), que inscritos y/o circunscritos en cierto orden en seis esferas producen unos radios cuyas proporciones, dentro de cierto margen de error, coincidían con las de las órbitas planetarias. Desde el punto de vista moderno, el modelo Kepleriano puede parecernos algo carente de fundamento, pero en realidad está haciendo algo que los matemáticos seguimos haciendo todavía: buscar patrones.

Tabla comparando las distancias predichas por la ley de Titius-Bode con las reales, tomada de J. Febrer Carbó y E. Cabal Dalby «Lecciones de Astronomía Elemental», Reverté Barcelona (1948).

Encontrar un buen patrón depende mucho del conocimiento acumulado. La hipótesis de la elipse, por ejemplo, funcionó y pudo justificarse a posteriori, pero la distancia relativa entre planetas del Sistema Solar necesitaba una aproximación menos mística. El astrónomo alemán Johann E. Titius propuso que las distancias relativas al Sol estaban en progresión (esencialmente) geométrica, salvo por dos detalles: una corrección particular para Mercurio; y una “laguna” entre Marte y Júpiter. Otro alemán, Johann D. Bode que da también su nombre a esta ley, propuso que el hueco entre Marte y Júpiter correspondía a un planeta que aún no había sido observado. Hay que decir que en ese momento no se había descubierto aún Neptuno, planeta para que la ley de Titius-Bode falla estrepitosamente. Un grupo de 24 astrónomos, en su mayoría alemanes, se lanzó a la búsqueda del supuesto planeta intermedio entre Marte y Júpiter. En la Nochevieja de 1800 a 1801 apareció, por fin, un diminuto planeta: Ceres.

Ceres, más pequeño que nuestra luna, no tiene atmósfera ni actividad geológica, por lo que su superficie está cubierta de cráteres producidos por el impacto de meteoritos (foto de Wikipedia, como no).

El descubridor de Ceres fue el italiano Giuseppe Piazzi que pudo seguir al planetoide durante un mes aproximadamente, hasta que cayó enfermo. Después, la pista de Ceres se perdió y nadie fue capaz de encontrarlo… Hasta que llegó Carl Friedrich Gauss, el más grande matemático del siglo XIX (por no decir de todos los tiempos, estas comparaciones son delicadas), y con las observaciones de Piazzi, que representaban un 1% de la órbita de Ceres, realizó complejos cálculos con un método de su propia invención y dijo a los astrónomos hacia dónde debían enfocar sus telescopios en diciembre de ese mismo año. El planeta apareció exactamente donde dijo Gauss que aparecería… bueno, con medio grado de error 😕

Carl Friedrich Gauss

El misterioso método de Gauss incluía el ajuste con mínimos cuadrados, que hoy día es una técnica estándar para hacer predicciones a partir de cierto número de medidas experimentales. Sabemos también que Gauss en su estudio de las órbitas planetarias usó un algoritmo llamado transformada rápida de Fourier (FFT), años antes de que Joseph Fourier en persona definiera su transformada (sin la etiqueta “rápida”) y con más de un siglo de anticipación sobre Cooley y Tucker, los “inventores oficiales” de la FFT: así era Gauss. Para cerrar esta sección, después de Ceres, se descubrió en órbitas cercanas otros pequeños planetas: Palas, Juno, Vesta… la cuenta va por miles, pero cada vez más diminutos y ya nada redondos. Es esas circunstancias, la noción de planeta debía definirse de manera precisa por lo que Ceres quedó fuera de la lista y nos referimos en su lugar al cinturón de asteroides. Por cierto, el mismo criterio provocó la expulsión de Plutón en 2006 de la lista oficial de planetas del Sistema Solar. Plutón resulta ser parte de un cinturón de asteroides exterior llamado de Kuiper.

El problema de los tres cuerpos

Nos ocuparemos ahora de una cuestión de Mecánica Celeste. Notemos primero que, realmente, las elipses son soluciones exactas para las ecuaciones Newtonianas del movimiento cuando se considera un sistema de dos cuerpos (el Sol y un planeta). Matemáticamente, el problema se reduce al de una sola masa en un campo gravitatorio central y puede resolverse dando la posición exacta del planeta en cada momento. Cuando hay tres cuerpos interactuando mútuamente entre sí, la dificultad del problema aumenta considerablemente y no es posible dar una solución explícita de las órbitas… y no digamos ya cuando se tiene un número mayor de cuerpos como el propio Sistema Solar.

ISS, foto tomada de Wikipedia.

El llamado problema de los tres cuerpos se puede abordar con distintas simplificaciones. Una de ellas es suponer que dos de los cuerpos no son demasiado masivos para despreciar su interacción mutua. Evidentemente, cada uno de los cuerpos pequeños seguirá el modelo elíptico, si es que permanecen confinados en sus órbitas, pero es posible que nos interese saber como se moverá uno respecto al otro. Si las órbitas de estos dos cuerpos son suficientemente próximas, podemos considerar una como perturbación de la otra. Esto permite deducir resultados aparentemente sorprendentes como el siguiente: imaginemos que un astronauta da un salto desde la Estación Espacial Internacional (ISS) de manera que se aleja de ella flotando en el vacío. No pasa nada, en alrededor de 45 minutos volverá a la ISS. En efecto, la trayectoria del astronauta (alrededor de la Tierra) es una elipse de dimensiones similares a la que traza la ISS y, por lo tanto, con el mismo periodo.

Situación de los puntos de Lagrange, los estables son L4 y L5 (tomado de Wikipedia).

Consideremos ahora un sistema compuesto de dos objetos masivos y un tercero mucho menor. En este caso, el problema de los tres cuerpos admite unas soluciones curiosas: existen dos puntos relativos a la posición de las masas mayores (moviéndose con ellas) donde una tercera masa quedaría en una posición estable. Estos son los llamados puntos de Lagrange estables (hay otros puntos estacionarios, pero son inestables), que actúan como receptáculos de pequeñas masas a la deriva, los llamados asteroides troyanos. Desde la predicción hecha por el matemático ítalo-francés Joseph-Louis Lagrange, se tardó casi un siglo en poder observarlos. En el Sistema Solar, Júpiter acapara casi todos los troyanos. Obviamente, es el segundo cuerpo más masivo después del Sol, y junto con él forma un potente atractor de troyanos.

Kolmogorov, Arnold y Moser

Lo cierto es que los planetas del Sistema Solar se influyen unos a otros, quizás no tanto como para marcar la vida de un recién nacido, pero sí como para inquietar a los astrónomos sobre un cataclismo en el futuro. Por ejemplo, el descubrimiento de Neptuno fue posible gracias a las perturbaciones que provocaba en la órbita de Urano. A su vez, el planetoide Plutón fue descubierto por las perturbaciones que provocaba sobre Neptuno. Las elipses que describirían teóricamente los planetas alrededor del sol según el modelo de dos cuerpos, están “abolladas” consecuencia de esta mutua interacción.

Neptuno, fotografiado por el Voyager (foto de Wikipedia)

Si bien el efecto de la interacción entre dos planetas dados puede parecer pequeño puntualmente, su efecto prolongado a lo largo del tiempo podría acumularse. A medida que los dos planetas orbitan alrededor del sol se producen alternativamente situaciones de máximo acercamiento y máximo distanciamiento. La atracción gravitatoria entre ellos, mayor durante la máxima proximidad, se convierte en una fuerza pulsante. Hay situaciones en las que una pequeña fuerza ejercida periódicamente causa un gran efecto a largo plazo: imaginemos un columpio al que se le da un pequeñísimo impulso cada vez que comienza a alejarse. Al cabo de un rato, el columpio ejecuta grandes oscilaciones. Este fenómeno se conoce como resonancia y ocurre cuando la frecuencia de la fuerza coincide o está muy próxima a la frecuencia natural del sistema al que se aplica.

Uno de los párrafos del libro de V. I. Arnold «Mecánica Clásica» (Paraninfo, Madrid, 1983) del apéndice donde explica la teoría KAM. La dificultad del tema, unida a una peculiar traducción, produce un cierto desánimo…

Andrei Kolmogorov, uno de los matemáticos rusos más importantes del siglo XX, comenzó el estudio de la posible resonancia en sistemas dinámicos como el constituido por el Sistema Solar. Este estudio fue continuado por su discípulo Vladimir Arnold y el alemán Jürgen Moser. El teorema KAM (por las iniciales de los matemáticos mencionados) dice, aplicado a los planetas, que las órbitas serán estables cuando el cociente de sus frecuencias es muy irracional en un sentido tan preciso como técnico para ser expuesto aquí. A mis colegas matemáticos puedo decirles que la condición KAM recuerda ligeramente la definición de los números transcendentes de Liouville. En lo que respecta al Sistema Solar, la mayor parte de los cataclismos por resonancia ocurrieron en una etapa inicial, y los cocientes de las frecuencias de los planetas actuales están lejos de ser conmensurables. No hace mucho, la matemática italiana Gabriella Pinzari realizó una mejora substancial del teorema KAM.

Concluyendo

Recuerdo como si fuera ayer aquella noche de invierno de 1976 cuando vi por primera vez la ilustración* con la que he comenzado este post. Todavía me dura el abrumador sentimiento de pequeñez y vacío que me provocó. Por eso no puedo evitar tener cierto apuro cuando miro la noche estrellada reconociendo constelaciones y buscando luceros. A pesar de que cada vez es más difícil disfrutar del cielo nocturno, que se le ha declarado la guerra a la oscuridad, la noche estrellada está ahí, envolviéndonos, para que mientras miramos al infinito, sigamos haciéndonos las preguntas más fundamentales de nuestra existencia.

La noche estrellada de Van Gogh.

(*) El libro es «Geografía Universal» (Antonio M. Zubia, Ed. S.M. 1967) de 2º de bachillerato, un libro de texto que usó mi hermana.

Tres novelas y la vida

Tengo una biblioteca demasiado grande para la casa donde vivo y, seguramente también, demasiado grande para una persona. Muchos de mis libros no los he leído y posiblemente nunca llegue a leerlos completamente. Es normal: la mayor parte de ellos son de consulta y estudio. Libros donde se amontonan ciencia y hechos. También tengo algunos de ensayo y ficción, pero habitualmente los he considerado en una categoría inferior, porque por buena que sea la calidad de su redacción, son ante todo un producto de la imaginación humana. Pero a medida que me hago mayor, que acumulo recuerdos y vivencias, reconozco en algunas novelas un conocimiento de la vida que está muy por encima de su relato. La descripción de sentimientos o sensaciones, que yo mismo he vivido y que nunca hubiera sido capaz de poner en palabras. Tres novelas y la vida es un experimento en este blog y si os gusta habrá más.

La selección de libros está motivada por mis lecturas en los últimos cinco años, y no ha sido fácil dejarlo solamente en tres novelas. Debo decir que hay cierto sesgo hacia la literatura extranjera porque uso la lectura ociosa para mejorar mi conocimiento de las leguas inglesa y francesa (lamentablemente, me cuesta mucho ampliar el espectro). Así que los párrafos que incluyo están en versión original, con un intento de traducción fiel (no siempre posible) por mi parte. No obstante, los tres libros están disponibles traducidos al español.

The Sheltering Sky – Paul Bowles

Paul Bowles, un neoyorkino que debió sufrir del Mal d’Africa, que cantaba Battiato, porque vivió la mayor parte de su vida y hasta su muerte en Tánger. The Sheltering Sky (El cielo protector, literalmente) apareció en 1949, aunque sin duda es más conocido por la película homónima de Bertolucci de 1991, protagonizada por una inolvidable Debra Winger, el zumbado de John Malkovich y los increíbles paisajes del África Sahariana. El propio Bowles hace un pequeño cameo y pone su voz a algunos pasajes de su libro en el filme.

Comencemos con la explicación del título de la novela.

Before her eyes was the violent blue sky – nothing else. For an endless moment she looked into it. Like a great overpowering sound, it destroyed everything in her mind, paralyzed her. Someone once has said to her that the sky hides the night behind it, shelters the person beneath from the horror that lies above. 

Traducción: Ante sus ojos el violento cielo azul – nada más. Lo miró durante un momento interminable. Como un gran estruendo, destrozó todo en su mente, la paralizó. Alguien una vez le dijo que el cielo esconde la noche tras de sí, protege a la persona bajo él del horror que hay encima.

Un matrimonio norteamericano, Port y Kit, acompañados de un amigo, Tunner, desembarcan en un puerto del norte de África. Port se define a sí mismo como un viajero, por oposición a turista: no siente que pertenezca más a un sitio que a otro; no piensa que haya un lugar al que deba regresar. Una de las frases más famosas puesta en boca de Port es la siguiente (parte de ella va en mi estado de WhatsApp desde hace años):

Death is always on the way, but the fact that you don’t know when it will arrive seems to take away the finiteness of life. It’s that terrible precision that we hate so much. But because we don’t know, we get to think of life as an inexhaustible well. Yet everything happens only a certain number of times, and a very small number, really. How many more times will you remember a certain afternoon of your childhood, some afternoon that’s so deeply part of your being that you can’t even conceive your life without it? Perhaps four or five times more. Perhaps not even that. How many more times will you watch the full moon rise? Perhaps twenty. And yet it seems limitless.

Traducción: La muerte está siempre en el camino, pero el hecho de que no sepas cuándo llegará parece liberarnos de la finitud de la vida. Es esa terrible certeza lo que odiamos tanto. Pero como no sabemos, tenemos tendencia a pensar en la vida como un pozo inagotable. Y, sin embargo, todo ocurre un cierto número de veces, un número muy pequeño realmente. ¿Cuántas más veces recordarás una cierta tarde de tu infancia, que es una parte tan profunda de tu ser que no podrías concebir tu vida sin ella? Quizás cuatro o cinco. Quizás ni siquiera eso. ¿Cuántas más veces contemplarás la salida de la luna llena? Quizás veinte. Y aún así parece ilimitado.

El trío viaja por distintas poblaciones adentrándose en el desierto. Como consecuencia de una ausencia momentánea de Port y el exceso de champagne, Kit se acuesta con Tunner. La sospecha de que hay un secreto entre ellos hace que Port ponga en marcha una estratagema para separarse de Tunner. Conseguido su propósito y tras varios tumbos más, Port muere hacia la mitad de la novela (perdón por el spoiler) en condiciones terribles. Después, Kit se une a una caravana de beduinos que va hacia Tombuctú, mientras Tunner hace todo lo posible para encontrarla. Este párrafo es de las últimas horas de Port:

“He’s stopped being human”, she said to herself. Illness reduces man to his basic state: a cloaca in which the chemical processes continue. The meaningless hegemony of the involuntary. It was the ultimate taboo stretched out beside her, helpless and terrifying beyond all reason.

Traducción: “Él ha dejado de ser humano”, se dijo a sí misma. La enfermedad reduce al ser humano a su estado básico: una cloaca en la que continúan los procesos químicos. La hegemonía sin sentido de lo involuntario. Ese era tabú definitivo junto a ella, desamparo y aterrador más allá de la toda razón.

Hay que decir que el libro es mucho más crudo que la película. Bertolucci, que fue capaz de poner una jovencísima Eva Green en situaciones tan explícitas como las que aparecen en The dreamers, se abstuvo, sin embargo, de recrear los sórdidos detalles del pacto entre los camelleros.

L’étranger – Albert Camus

Cuando en 1960 se estrelló el coche en el que viajaba Camus, conducido por su editor, quedaron viudas dos esposas y cinco amantes, sólo por parte del Nobel de Literatura como se puede deducir de las informaciones de Wikipedia. Sin duda, Camus conocía bien la vida, antes de perderla, como Meursault, protagonista de L’étranger (El extranjero), según su vecino, el proxeneta Sintès. La novela apareció en 1942 mientras Camus estaba involucrado en La Résistance. La redacción de la historia con frases cortas ayuda a transmitir la indolencia del protagonista sobre todo lo que le rodea y acontece. El libro comienza de forma absolutamente demoledora:

Aujourd’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas. J’ai reçu un télégramme de l’asile : « Mère décédée. Enterrement demain. Sentiments distingués. » Cela ne veut rein dire. C’était peut-être hier.

Traducción: Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer, no lo sé. He recibido un telegrama del asilo: «Madre fallecida. Entierro mañana. Lo acompaño en el sentimiento» Esto no significa nada. Pudo ser ayer.

Los sucesos ocurren en la Argelia francesa donde Camus nació y vivió. Meursault es un extranjero en su propio mundo. Contempla la vida con una mezcla de extrañeza e ingenuidad más propias del alienígena de Sin noticias de Gurb que de un ser humano.

C’étaient d’abord des familles allant en promenade, deux petits garçons en costume marin, la culotte au-dessous du genou, un peu empêtrés dans leurs vêtements raides, et une petite fille avec un gros nœud rose et des souliers noirs vernis. Derrière eux, une mère énorme, en robe de soie marron, et le père, un petit homme assez frêle que je connais de vue. Il avait un canotier, un nœud papillon et une canne à la main. En voyant sa femme, j’ai compris pourquoi dans le quartier on disait de lui que il était distingué.

Traducción: Había familias paseando, dos niños pequeños con trajes de marinero, los pantalones por debajo de la rodilla, algo incómodos en sus ropas rígidas, y una niña con un gran lazo rosa y zapatos negros brillantes. Detrás de ellos, una madre enorme, con un vestido de seda marrón, y el padre, un hombrecillo bastante frágil que conozco de vista. Llevaba un canotier (sombrero de verano plano), una pajarita y un bastón en la mano. Al ver a su mujer entendí por qué la gente del barrio decía de él que era distinguido.

El libro tiene dos partes separadas por el asesinato de un árabe a manos de Meursault. El absurdo que nos plantea Camus es que todo lo que ocurre en la primera parte ante el desinterés de Meursault, contribuye más a su sentencia de muerte que los disparos al árabe: comenzar una relación con María Cardona, ir con ella al cine a ver una película de Fernandel… pero sobre todo, el testimonio en el juicio del conserje del asilo sobre lo ocurrido durante el velatorio y entierro de la madre.

Il a dit que je n’avais pas voulu voir maman, que j’avais fumé, que j’avais dormi et que j’avais pris du café au lait. J’ai senti alors quelque chose qui soulevait toute la salle et, pour la première fois, j’ai compris que j’étais coupable.

Traducción: Dijo que no había querido ver a mamá, que había fumado, que había dormido y que tomé un café con leche. Entonces, tuve la sensación de que algo había revuelto a toda la sala y, por primera vez, comprendí que yo era culpable.

Meursault acepta la sentencia de muerte como quien acepta que no está en su mano si el día será soleado o lloverá. En su última noche antes de la ejecución recuerda que en el asilo le dijeron que su madre tenía una relación especial con otro de los residentes.

Pour la première fois depuis bien longtemps, j’ai pensé à maman. Il m’a semblé que je comprenais pourquoi à la fin d’une vie elle avait pris un « fiancé », pourquoi elle avait joué à recommencer. Là-bas, là-bas aussi, autour de cet asile où des vies s’éteignaient, le soir était comme une trêve mélancolique. Si près de la mort, maman devait s’y sentir libérée et prête à tout revivre. Personne, personne n’avait le droit de pleurer sur elle.  

Traducción: Por primera vez en mucho tiempo, pensé en mamá. Me pareció entender por qué al final de una vida se había echado un «novio», por qué había jugado a empezar de nuevo. Allá, allá también, alrededor de ese asilo donde se extinguían vidas, la tarde era como una melancólica tregua. Tan cerca de la muerte, mamá debe haberse sentido liberada y preparada para vivirlo todo de nuevo. Nadie, absolutamente nadie tenía derecho a llorar por ella.

Stoner – John Williams

De la existencia de este libro me enteré hace relativamente poco. Lo que primero despertó mi curiosidad fue saber que trataba de la vida de un profesor de universidad. Indagando un poco, supe que Stoner era considerada por la crítica como una novela perfecta (o “redonda”), aunque el reconocimiento le llegó bastante después de su publicación en 1965. Recoge la vida de su protagonista, William Stoner, desde que entra en la universidad, para estudiar ingeniería agrónoma inicialmente, hasta su muerte como profesor de Literatura inglesa antigua. Una parte relevante es su matrimonio, condenado al fracaso desde el minuto uno. El párrafo siguiente hace alusión a los deseos de su mujer de tener familia.

Although the next two months were the only time of passion William and Edith Stoner ever had together, their relationship did not really change. Very soon Stoner realized that the force which drew their bodies together had little to do with love; they coupled with a fierce yet detached determination, drew apart, and coupled again, without the strength to surfeit their need.

Traducción: Aunque los dos meses siguientes fueron el único tiempo de pasión que William y Edith Stoner tuvieron juntos, su relación no cambió realmente. Muy pronto Stoner se dio cuenta de que la fuerza que unía sus cuerpos tenía poco que ver con el amor; hicieron el amor con una determinación feroz pero desapegada, se separaron y volvieron a copular, sin la fuerza para saciar su necesidad.

De esos dos meses de sexo nace una niña que es cuidada, esencialmente, por Stoner durante sus primeros años. Tras el suicidio del padre de Edith en la crisis de 1929, ella pasa un tiempo con su madre en otra ciudad. Después regresa transformada en una máquina de odiar. Stoner acepta impasible este cambio, incluso cuando Edith usa a su propia hija para hacerle daño. No es sólo en casa donde Stoner tiene enemigos. Su némesis universitaria se llama Lomax.

Lomax was quite drunk, though not ostentatiously so; he walked carefully, as if he carried a burden over uneven terrain, and his thin pale face shone through a film of sweat. The liquor loosened his tongue; and though he spoke precisely, his voice lost its edge of irony, and he appeared without defenses.

Traducción: Lomax estaba bastante borracho, aunque no ostentosamente; caminaba con cuidado, como si llevara una carga pesada obre terreno irregular, y su fina pálida cara brillaba a través una película de sudor. El alcohol había liberado su lengua, y aunque hablaba con precisión, su voz había perdido el filo de la ironía y parecía indefenso.

El libro contiene muchas reflexiones sobre la vida. La siguiente habla del escaso significado de la existencia de sus padres, recién fallecidos, tratando de sacar provecho del terruño al que Stoner nunca volvería, una vez descubrió accidentalmente su amor por la Literatura.

He turned on the bare, treeless little plot that held others like his mother and father and looked across the flat land in the direction of the farm where he had been born, where his mother and father had spent their years. He thought of the cost exacted, year after year, by the soil; and remained as it has been—a little more barren, perhaps, a little more frugal of increase. Nothing had changed. Their lives had been expended in cheerless labor, their wills broken, their intelligences numbed. Now they were in the earth to which they had given their lives; and slowly, year by year, the earth would take them.

Traducción: Giró sobre el claro (del cementerio) que acogía a otros como su madre y su padre y miró a través de la llanura en dirección a la granja donde había nacido, donde su madre y su padre habían pasado sus vidas. Pensó en el coste exigido por el suelo año tras año; y siguió como había sido – quizás un poco más yermo, quizás un poco más frugal en su producción. Nada había cambiado. Sus vidas se habían gastado en trabajo sin alegrías, sus voluntades rotas, sus inteligencias aturdidas. Ahora estaban en la tierra a la que habían entregado sus vidas; y lentamente, año tras año, la tierra se los llevaría.

La especialidad de Stoner es el estudio de la influencia de los clásicos en la literatura medieval inglesa. Un tema cuestionado por Lomax a través de su alumno Walker, que insistía en recordarle que Shakespeare, el más grande escritor inglés, sabía poco latín y mucho menos griego, en palabras de su contemporáneo Ben Johnson. A mí, particularmente, esto me recuerda la habitual estrechez de nuestras áreas de investigación. Las reflexiones sobre la docencia universitaria, salvando las distancias entre Literatura y Matemáticas, las hago mías.

He was ready to admit to himself that he had not been a good teacher. Always, from the time he had fumbled through his first classes of freshman English, he had been aware of the gulf that lay between what he felt for his subject and what he delivered in the classroom. He had hoped that time and experience would repair the gulf; but were most profoundly betrayed when he spoke of them to his classes; what was most alive withered in his words; and what moved him most became cold in his utterance. And the consciousness of his inadequacy distressed him so greatly that the sense of it grew habitual, as much a part of him as the stoop of his shoulders.

Traducción: Estaba dispuesto a admitir que no había sido un buen profesor. Siempre, desde el momento en que comenzó a impartir sus primeras clases de inglés para estudiantes de primer año, había sido consciente del abismo que había entre lo que sentía por su materia y lo que contaba en el aula. Tenía la esperanza de que el tiempo y la experiencia repararían el abismo; pero sólo empeoró cuando habló de ellos en sus clases; lo más vivo se marchitó en sus palabras; y lo que más le conmovía se volvió frío en su expresión. Y la conciencia de su incompetencia lo angustiaba tanto que la sensación de ello se hizo habitual, tanto en él como su espalda encorvada.

Al final, Stoner hace balance de su vida. Y resulta, que la suya no ha tenido mucho más significado que la de sus padres campesinos. Entre otras cosas, recuerda la relación que tuvo con una joven profesora, con la que compartía la pasión por la literatura y con la que encontró el amor que nunca tuvo en casa. Dejó pasar esa oportunidad, como tampoco nunca completó su segundo libro.

He had wanted the singleness and the still connective passion of marriage; he had that, too, and he had not known what to do with it, and it had died. He had wanted love; and he had love, and had relinquished it, had let it go into the chaos of potentiality. Katherine, he thought ‘Katherine’. And he wanted to be a teacher, and he had become one; yet he knew, he had always known, that most of his life had been an indifferent one. He had dreamed of a kind of integrity, of a kind of purity that was entire; he had found compromise and the assaulting diversion of triviality. He had conceived wisdom, and at the end of the long years he had found ignorance. And what else? He thought. What else?  

Traducción: Había deseado la independencia y la pasión conectiva del matrimonio; también tuvo eso, y no supo qué hacer con él, y lo dejó morir. Había deseado amor; y tuvo amor, lo abandonó, lo dejó irse por el caos de la potencialidad. Katherine, pensó ‘Katherine’. Y quiso ser profesor, y llegó a serlo; sin embargo, sabía, siempre lo había sabido, que la mayor parte de su vida había sido uno indiferente. Había soñado con una especie de integridad, con una especie de pureza que fuera total; había encontrado el compromiso y la acechante distracción de la trivialidad. Había concebido la sabiduría, y al final de los largos años había encontrado la ignorancia. ¿Y qué más? El pensó. ¿Qué otra cosa?

Ahora se entiende bien la frase al comienzo de libro: Los colegas de Stoner, a quien en vida no tenían en particular estima, rara vez hablan de él ahora; para los veteranos, su nombre es un recordatorio del destino que les aguarda.

Epílogo

No me queda otra cosa más que recomendar encarecidamente la lectura de estas tres novelas, si es que aún no lo habéis hecho. Yo he tenido la suerte de que cada libro llegó en un momento oportuno, por lo que su lectura tuvo un significado adicional: L’étranger, cuando mi vida estaba sentenciada y yo sumido en la indolencia; The Sheltering Sky, mientras andaba por Francia tratando de encontrar el rumbo en mi desierto personal; y Stoner, justo en un momento de mi carrera como profesor universitario en el que he comenzado, por fin, a preocuparme seriamente en dejar un buen recuerdo entre colegas y estudiantes.

Ojos Negros

No estaba en mis planes escribir dos post seguidos sobre cotos mineros, pero algunos de los temas en los que estoy trabajando para el blog todavía no están maduros para publicación. Así que, aprovechando que hace apenas una semana Tere y yo estábamos visitando las minas de Ojos Negros ubicadas entre las provincias de Teruel y Guadalajara, haré una pequeña crónica mineralógica de lo que vimos.

Molino harinero que puede verse entre la población turolense de Ojos Negros y el coto minero.

Quizás una de las cosas más llamativas es lo evocador del nombre, Ojos Negros. No recuerdo en qué curso de la EGB lo oí por primera vez como una de las minas de hierro más ricas de España. Sin embargo, nunca lo consideré un objetivo principal en mis «viajes con Mirete» por los minerales de hierro en sí, principalmente óxidos terrosos muy poco atractivos. Cierto que también hay minerales de hierro más bonitos, pero son similares a los de muchas localidades más cercanas a Murcia. En tal caso ¿qué hacemos aquí?

Pista que da acceso a las canteras desde un poblado minero.

El origen del yacimiento es sedimentario, una acumulación de óxidos e hidróxidos de hierro de edad ordovícica provocada por meteorización de rocas continentales. Es de suponer que durante la diagénesis parte del hierro pasó a carbonato, siderita, acompañando al carbonato de calcio y magnesio, dolomita, que es el mineral coleccionístico por excelencia de Ojos Negros. Posteriormente, durante la orogenia la masa de hierro quedó expuesta en forma de anticlinal, con lo que la acción de las aguas supergénicas comenzó a alterar la siderita y formar nuevos minerales como la goethita.

El autor examinando muestras en uno de los frentes de explotación.

Al parecer, existen en las minas de Ojos Negros carbonatos complejos de hierro y magnesio, que yo no podría diferenciar con mis rudimentarios medios. Así que vayan mis disculpas por adelantado si alguna de las sideritas mostradas resultara ser breunnerita.

Cristales de siderita mostrando translucidez, encuadre de 25 mm.
Cristales de siderita alterados en limonita.
Hematites en variedad micácea, con aspecto de filita es muy deleznable y deja la típica «purpurina» en los dedos.
Goethita, con su típico aspecto botroidal.
Dolomita, carbonato de calcio y magnesio cristalizado en romboedros.

Pero aún no he dicho qué hacía por Ojos Negros… El pasado verano me crucé con unos coleccionistas que me hablaron del cuarzo que aparece en cierto sector de las minas. Como ya dije en un post anterior, yo me declaro buscador de cuarzo. La posibilidad de unos cristales que pudiera hermanarse con el «hielo de Carrascoy» era algo que debía investigar. Al final pude observar unas muestras de cuarzo entre unos acopios de mineral de hierro, que por haber pasado por molinos estaban algo estropeadas. Por cierto, sobre el cuarzo, a su vez, se depositan óxidos de manganeso.

Gran punta de cuarzo desgajada de una drusa.
Agregado de cristales de cuarzo.
Hielo en uno de los caminos… no hay que olvidar que aquí refresca por la noche.

Lamento decir que no recogí ninguna muestra de aragonito, que aquí se presenta en cristales transparentes de gran belleza… pero seguro que en el siguiente viaje cae: además del cuarzo hay muchas razones para volver a las minas de Ojos Negros y su comarca.

Castillo de Zafra, no muy lejos de Ojos Negros y localización de varias escenas de Juego de Tronos.

Mis minerales de La Unión

Reconozco con cierto apuro que no he ido a buscar minerales al distrito minero de La Unión (extensivo a Cartagena – Sierra Minera) tanto como lo merece por diversidad, abundancia y fama. Quizás sea esto último, la fama, lo que me ha provocado un cierto rechazo… Si hay un lugar en la Región de Murcia tomado por los “vitrinólogos”, como los llama mi querido amigo Luis Arrufat, ese es La Unión: piezas estandarizadas de los minerales que han hecho famoso al distrito entre los coleccionistas, ejemplares cotizadísimos de filones ya agotados, secretismo y desconfianza entre los mineros…

Paisaje de la Sierra Minera

He querido titular el post Mis minerales de La Unión porque mis ejemplares distan mucho de lo que se entiende por una buena colección de la zona. Mi cosecha de piedras no es excesivamente sistemática para la variedad de especies minerales que produce la Sierra Minera. Tampoco tengo piezas excepcionales por su rareza o cristalización. El libro Minerales de la Región de Murcia de Mariano Muelas Espinosa, Pedro Pérez Nieto y Jordi Gil García-Miguel sigue siendo una buena referencia, pero se ha quedado algo obsoleto desde la entrada en acción de los coleccionistas de micros. Para ver una lista más actualizada recomiendo visitar MINDAT.

La portada la protagoniza un cristal de ludlamita, uno de los minerales más apreciados.

Algunas de las piezas que aparecen no las he recogido yo personalmente. Si tratara de dar las gracias a todos los que me han ayudado, enseñado y compartido momentos de mazo y cincel, escribiendo sus nombres seguro que cometería alguna omisión imperdonable. Por eso sólo mencionaré al Robles, que nos dejó repentinamente hace algo más de un año. Finalmente, como La Unión no es mi territorio, no me siento en condiciones de dar “lecciones” por lo que me limitaré a poner las fotos con breves comentarios.

Blenda (esfalerita)

Agregado de cristales de blenda ferrífera (marmatita).
Blenda ferrífera masiva de un acopio.
Filoncillo de blenda con calcopirita.

Galena

Ejemplar de galena cristalizada.
Pieza de galena mostrando una superficie libre que no llega a ser cara de cristal. Es el único plomo que he picado en el interior de una mina y llevaba una iluminación tan mala que no pude apreciar lo que era hasta que salí al exterior.
Pisapapeles de galena, de los tiempos que las minas estaban en activo.

Pirita

Pequeña geoda en pirita masiva, encuadre 3 cm.
Macla de cubos de pirita con aristas de algo más de 1 cm.

Pirrotina

Agregado de cristales tabulares.

Calcopirita

Calcopirita masiva con magnetita.

Calcosina

Masa de sulfuros de cobre superficialmente alterada.
Cristal de hábito pseudocúbico que me desconcierta, 1 mm de diámetro..

Magnetita

Magnetita cristalizada en drusa aterciopelada.
Detalle de la pieza anterior
Piedra imán de La Unión levantando una bola de hierro de 18 milímetros de diámetro.

Hematites

Masa de hematites laminar recogida en la zona de Las Lajas… en serio, lo prometo.

Goethita

Irisaciones de vivos colores en goethita.

Pirolusita

Drusa tapizada de cristales de pirolusita con otros óxidos de manganeso, encuadre 5 centímetros.

Cuarzo

Cuarzo de suave tono amatista.
Placa de cuarzo.
Cuarzo biterminado de 35 milímetros.
Ópalo y calcedonia, encuadre 25 mm.

Smithsonita

Masa de smithsonita verdosa y parda, con formaciones arriñonadas.
Pieza de smithsonita monstrando su translucidez.

Hemimorfita

Cristales de hemimorfita sobre limonita en formación de abanicos, encuadre 25 mm.

Hidrocincita

Masa parcialmente terroso con hidrocincita.
Vista de la misma pieza con luz UV.

Barita

Drusa de barita con cristales tipo“ juanola”.
Pieza de barita que me regalaron en una de las minas cuando era niño.

Calcita

Drusa de calcita.
Otra drusa de calcita.

Fluorita

Fluorita cristalizada en cubos.
Pieza enorme de fluorita de una colección antigua de procedencia dudosa.

Mimetita

Tapizado de cristalitos “haciéndose pasar” por piromorfita.

Asociaciones

Sulfuro polimetálico, destacando la galena y pirita, en menor cantidad blenda y algo de siderita.
Greenalita con sulfuros, paragénesis típica del «manto de los azules».
Masa de sulfuros: galena (destaca la exfoliación a la izquierda), blenda, pirita, calcopirita… hace falta la lupa para verlo todo. También lleva siderita.
Galena con magnetita.
Mezcla de minerales de cobre y hierro, visibles algo de calcopirita, magnetita y malaquita.
Mineral por determinar, sorry.

Visita a las antiguas minas

Para disfrutar como turista del patrimonio minero de La Unión – Sierra Minera hay una zona acondicionada, el llamado Parque Minero, del que forma parte la mina visitable Agrupa Vicenta. En el momento de escribir estas líneas, el Parque Minero se encuentra cerrado y sin noticias sobre su futuro. No obstante, es posible dejar el vehículo en su aparcamiento y subir caminado por la Carretera del 33 con relativa comodidad hasta la zona de La Crisoleja. Si se sigue subiendo hasta los aerogeneradores, desde allí se podrá disfrutar de una estupenda panorámica en todas direcciones, mar incluido.

El pan de cada día para el aficionado a buscar minerales.

Para el aficionado a los minerales sería más interesante tener acceso a frentes de explotación y escombreras más recientes. Sin embargo no puedo aconsejar esta actividad en mi web por dos motivos. El primero, es que hay que saber moverse en las zonas minadas para no tener accidentes. El segundo, es que las cortas están en “terreno privado”: cómo unas concesiones temporales para explotación minera terminan convirtiéndose en títulos de propiedad es uno de esos milagros que sólo pueden ocurrir en un país como el nuestro.

Yeso, formado en el gossan por la acción de las aguas ácidas sobre carbonatos de calcio.
Masa de pirita en una corta.
Laguna de agua ácida en la corta Brunita.

Sobre lo que no tengo…

No quisiera acabar sin comentar algunas cosas que me gustaría encontrar en La Unión. Entre las piezas típicas en las colecciones están las maclas estrelladas de cerusita sobre goethita. Sin embargo, lo que a mí me gustaría tener es una cerusita masiva que se explotó en el siglo XIX compuesta de largos cristales entrecruzados. De aquí también han salido buenos cobres nativos, cuprita, azurita y malaquita cristalizadas y linarita, incluso. Mencionemos también los yesos aciculares hialinos que se formaron en alguna galerías selladas durante décadas, una de ellas tristemente vandalizada por un especulador sin escrúpulos.

Número de una revista especializada en Mineralogía luciendo en la portada una roseta de natrosiderita de Cabo de Palos con motivo del artículo que mi amigo Manuel Morales y Joan Rosell dedican a la rara paragénesis de la mina «Ferruginosa».

Hay minerales de gran belleza, como los fosfatos cristalizados vivianita y ludlamita, encerrados en grandes bolos de pirita. En el gossan de La Unión se producen muchos minerales complejos para quien tenga paciencia y buena lupa. Algunas minas más bajas, por la acción de adicional de la proximidad del mar y el clima árido han añadido nuevas citas mineralógicas a nivel nacional. Reconozco que aunque no soy de micros, no me importaría encontrarme alguno de esos cristalitos.

Otra referencia para saber más sobre los minerales de La Unión.

Acabo la sección con uno de los misterios de la mineralogía local. Durante algunos años, el distrito de La Unión fue el principal productor de estaño de España. Para mayor asombro, en el Parque Minero se pueden visitar, en buen estado de conservación, el lavadero con los molinos especiales para beneficiar la casiterita (minas Cuarta y Remunerada). Sin embargo, no he visto ni sé de ninguna colección que presuma de tener una pieza donde el mineral estannífero sea evidente. También ha aparecido cinabrio en alguna mina, entre otras curiosidades de este suelo rico en metales.

Seguimos buscando…

Como en otras páginas similares (Valle de Ricote, Mazarrón), mis minerales de La Unión no quedará estática. Espero aumentar las especies mencionadas y mejorar las fotos a lo largo de este año.

Escombrera en primer plano. Al fondo, la bahía de Portmán, tristemente famosa.

El Cañarico

«Mi calle» en El Cañarico

Hay un hecho relevante, casi como un as en la manga, que nunca había mencionado antes en este blog dedicado, sin pudor alguno, al autobombo: tengo una calle dedicada en El Cañarico. Esto es algo que ni siquiera mi querido amigo Ignacio Martín Lerma, murciano del año 2022, ha conseguido todavía. Sin embargo, tal calle no es mérito mío y su onomástica la tengo compartida con algunos primos hermanos. La explicación, unos cuantos párrafos más abajo.

La madre

A Mazarrón, pueblo de mi padre y de Tere 😉 , le he dedicado varios posts en relación con sus minerales y pasado minero. Pero cuando uno que ha nacido en ruta tiene que ser de algún sitio, lo propio es serlo de donde sea su madre. Porque la madre es la tierra y es en ella donde se echan las raíces. Los gitanos lo saben desde siempre y por eso heredan su condición por vía materna. La Ciencia ha llegado a la misma conclusión en tiempos bastante más recientes y lo llama ADN mitocondrial.

La diosa Isis sostiene a su hijo Horus, escultura egipcia

No es sólo una cuestión de sangre o genes. Hay también una tradición y cultura antiquísimas que viaja(ba)n por la vía matriarcal de generación en generación. Por ejemplo, la devoción a la Virgen María, tan arraigada en las mujeres de esta tierra, así como en el resto del Mediterráneo cristiano, no viene de ningún concilio eclesiástico, sino de la Astarté fenicia o la Isis egipcia. Estas deidades representaban la fertilidad y la vida, y su culto fue asimilado por la Iglesia Cristiana, ese estómago de camello que llamaba Sánchez Dragó, para arraigar en el Mediterráneo, dónde, por cierto, nunca prendió la llama del Protestantismo por devaluar a la madre de Jesús.

Foto de familia: en posición central mi abuela Carmen, mi chacho Tomás sostiene una guitarra y detrás mi madre con sombrero y postizas

Por todo esto, yo siempre digo que soy del Cañarico, donde nació mi madre y buena parte de mis antepasados. Porque me vincula al ancestral mundo mediterráneo, y un escalofrío me recorre la espalda cuando, sentado en los restos de un poblado argárico, pongo mis manos en la tierra y cierro los ojos. Por coherencia, he mantenido El Cañarico como lugar de empadronamiento durante más de treinta años, hasta que las medidas anti-covid imposibilitaron la ubicuidad residencial.

Un poco de geografía e historia

El Cañarico es una pedanía de Alhama de Murcia, ubicada entre el río Guadalentín y la umbría de la sierra de Carrascoy. Esto lo tiene en común con La Costera, aparte de estar ambas poblaciones situadas sobre la antigua carretera de Murcia a Mazarrón. El Cañarico es también la pedanía más distante del núcleo urbano de Alhama, de manera que sus habitantes encuentran mucho más cómodo acercarse a Sangonera la Verde o a Librilla para las compras básicas.

Vista de Carrascoy con nieve desde El Cañarico

Consta El Cañarico de dos aglomeraciones de población, aparte de varias casas diseminadas. Las Ventas, o Cañarico propiamente dicho para muchos, es más antigua, como queda patente al llamarse el otro núcleo Pueblo Nuevo. La distinción entre ambos lugares era particularmente clara para la empresa de autobuses adjudicataria de la línea Murcia-Mazarrón que cambiaba de tarifa en los menos de 500 metros que separan ambos lugares. 

Fragmento de litargirio procedente del Cañarico

Existen evidencias de ocupación persistente del territorio durante los últimos 5000 años, pero el resto arqueológico más famoso del Cañarico es el tesorillo de monedas de oro y plata medievales del Cabezo de la Pita, que se puede contemplar el Museo Arqueológico de Murcia… bueno, dicen las leyendas que lo que hay en el museo es una mínima parte del tesoro original y que el oro de la Pita contribuyó a suavizar las economías de algunas familias.

Monedas de oro del Tesorillo de la Pita

Ahora la explicación de “mi calle”… El Pueblo Nuevo se levanta sobre unos terrenos cedidos por mi abuelo Matías. En aquel tiempo el nombre del padre era el apellido popular, así que toda la descendencia de mi abuelo eran “los Matías” y el nombre se repetía dos generaciones después. Siguiendo la normativa no escrita, los nombres de los dos primeros varones honraban a los abuelos paterno y materno respectivamente. Así que hemos llegado a ser hasta cinco primos “Matías” en total los que nos repartimos la calle.

Macondo

Las mujeres eran las depositarias del conocimiento del mal de ojo y del aliacán, su diagnóstico (con ayuda de un candil y un tazón) y su curación (con una plegaria que sólo se podía transmitir en Viernes Santo). El mal de ojo podía ocasionarlo cualquier persona sin querer, pero había algunas que estaban permanentemente maldecidas con ese poder. Tal era su fama, que se evitaba pasar cerca de su casa, con niños o animales, mucho más sensibles a la “dolencia” que los adultos. Por otra parte, cualquiera que se acreditara que había llorado en el vientre de su madre antes de nacer podía dedicarse a curandero, si así lo deseaba.

Mis abuelos maternos: Carmen Muñoz Vidal y Matías Baño Carrasco

Aparte de las enfermedades señaladas antes, las mujeres conocían remedios para cualquier cosa. Me cuentan que mi abuela Carmen era muy consultada y que una vez le llevaron un niño con una tos persistente. El remedio que indicó consistía en freír escarabajos (folloneros, para más detalle) y dar cucharadas de ese aceite. El señor en el que se convirtió ese niño me cuenta que el brebaje funcionó. Alguna vez, si no quedaba otra solución, se consultaba al médico. Una de mis chachas estaba tan enferma de niña que le tenían ya preparada la mortaja. El médico le prescribió aceite de ricino y se curó. Mi chacha Carmen hizo la primera comunión vestida con su mortaja. Murió con 96 años y una salud extraordinaria hasta el final de su vida.

Mi madre con mi chacha Pura, ya fallecida

Mi madre es la única que todavía sobrevive de sus siete hermanos que llegaron a edad adulta. Mis dos chachas mayores habían estado siempre muy unidas. Una de ellas, a raíz de un accidente doméstico, perdió el habla y la movilidad, quedando en un estado casi vegetal durante bastantes años. Una mañana, mi otra chacha le pidió a su hijo que la llevara a ver a su hermana: ésta le había dicho en sueños que iba a morir y quería despedirse. Así que la visitó y se despidió de ella. A los pocos días acabó el sufrimiento de su hermana.

Así que el realismo mágico no es algo que me resulte extraño: Macondo podría estar perfectamente de esta parte del Atlántico.

Mis años en El Cañarico

La escuela del Cañarico proporcionaba en una sola aula todos los cursos hasta 5º de EGB. A partir de 6º, que era mi caso cuando nos mudamos, había que ir a Alhama. Un autobús escolar nos recogía por las mañanas y nos devolvía por las tardes. La espera podía ser relativamente larga, así que durante las mañanas frías esperábamos junto a una hoguera de una o dos garbas de limonero que se amontonaban cerca de la parada. Mis compañeros, chicos en su mayoría tenían motes: la yemala menchael cheifla porre… no había ningún obstáculo en que al alias tuviera género femenino, pero las chicas no solían tener motes. Yo también tuve un mote, pero con menos solera, apenas me llamaban por él.

Recogiendo almendras con mi hermana

Vivir en una casa aislada lejos del caserío no ayudaba a que pasara mucho más tiempo en compañía de mis coetáneos fuera del horario escolar. Pero recuerdo muchas de aquellas reuniones sentados en la marquesina, o sobre su moto el que la tuviera, y los temas de conversación y las preocupaciones de mis amigos. La televisión no había interferido todavía en la vida social. Cuando se pasaba el frío eran frecuentes las tertulias nocturnas en la calle, pero durante todo el año los hombres se reunían en el bar de El León a jugar al dominó. El bar también era tienda y entre los escasos productos que ofrecía estaba el almendracao, cuyo sabor irrepetible echo de menos.

En El Cañarico, a mediados de los 90

A pesar de estos recuerdos sociales, la mayor parte del tiempo libre que no estaba en la escuela lo pasaba observando a los bichos, buscando piedras y leyendo los libros que había por casa. Sobre esto último, creo que la mayor parte de lo que es ahora “mi cultura” son vestigios de aquellas lecturas. Así pasé cinco años hasta que mis padres se mudaron a Archena, aunque seguimos habitando en El Cañarico por temporadas durante unos años más. Hoy está tan cambiado que cada vez que vuelvo por allí se distorsionan mis recuerdos.

A modo de epílogo

En mi infancia el cultivo mayoritario que había por El Cañarico y sus alrededores era el almendro, especie adaptada al clima y la escasez de agua. Para alguna otra cosa que requiriera algo más de riego estaban los pozos. La tendencia fue cambiar almendros por cítricos, cosa que todavía sigue, a pesar de la aparente saturación del mercado, con roturación de nuevos terrenos. Los lugares donde buscaba patatas de monte (criadillas o turmas, la más humilde de las trufas) con mi madre han desaparecido removidos por bulldozers.

La sobreexplotación de los acuíferos ha bajado el nivel freático, robando la humedad natural del suelo y provocando la muerte de multitud de árboles. Nadie puede ser tan estúpido para pensar que los árboles silvestres sólo reciben agua los escasos días de lluvia ¿no? Recuerdo particularmente las moreras y olmos que crecían cerca de la casa de mis abuelos, donde iba a coger hojas para mis gusanos de seda y me gustaba deslizarme por la hiedra que cubría un talud entre los árboles. Por supuesto, no queda ya nada de eso, y aunque esto es mera anécdota, lo pongo como ejemplo de una de tantas cosas que frecuentemente se achacan al cambio climático para alivio de culpables e inacción de responsables.

Este post está dedicado a mi madre

¡Feliz 2023!

Adenda 5/01/2023

El post «El Cañarico» ha tenido más de 150 entradas en las 72 horas siguientes a su publicación. Sé que estos números son ridículos comparados con los que manejan los influencers, pero teniendo en cuenta la población de El Cañarico se puede decir que ha sido un éxito rotundo y estoy encantado por la extraordinaria acogida ¡Muchísimas gracias!

Pero esto también me incita a la reflexión. Seguramente el mérito del post, si es que tiene alguno, ha sido recuperar una ínfima parte de la memoria de nuestras gentes y de nuestro pueblo, que está condenada a perderse si no se escribe. Antes, sentados en la puerta de la casa las noches de verano, o dentro de ella junto a la lumbre las noches frías de invierno, nuestros mayores contaban historias, cuentos y leyendas. Eso ya no es así porque la vida ha cambiado, y todo el patrimonio oral se va perdiendo a la vez que nuestros mayores nos dejan.

Creo que debería hacerse un esfuerzo por salvar la memoria oral, no sólo del Cañarico, sino también de La Costera y Las Cañadas (Los Muñoces, La Molata, Casas del Aljibe) y quizás de otros sitios de Alhama que no conozco tanto. Yo, por mi parte, en un futuro post escribiré un poco más sobre las costumbres: día de la Candelaria, como me pide mi primo Tomás; fiestas de San Antonio y de la Ermita de Belén; la desaparecida Villa Jorquera; y algún recuerdo más de mi madre… Cierto que podría contar más vivencias mías, como también me recuerda mi primo, pero lo haré sólo en la medida que sirva para ilustrar lo anterior.