Según parece, fue el poeta cubano José Martí el primero que enumeró las tres cosas que uno debía hacer durante la vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. En un orden diferente, he puesto un check en cada ítem. Ahí va una reflexión de cierre de año, y quizás, de fin de ciclo.
Plantar un árbol
La primera cosa que planté, viviendo en la casa cuartel de la Guardia Civil de Archena, fue un ajo en un vasito de Danone con tierra. La planta creció y al cabo de un tiempo, cuando se marchitó, recuperé el bulbo que había sido capaz de producir: una diminuta y redonda cabeza de ajo de un solo diente. Recuerdo con la misma curiosidad y emoción haber visto crecer distintas legumbres. No es algo que pasa de un día para otro. Incluso los milagros requieren paciencia. Tras la jubilación, mi padre dedicó la mayor parte de su tiempo libre a la agricultura. Varios almendros, de los muchos que tenía la finca en El Cañarico, fueron injertados con frutales (melocotón, albaricoque, ciruela), además había un cerezo, dos higueras, un nogal, un caqui, un peral, manzanos enanos… Pero al cabo de los años, la biodiversidad de nuestro huerto se redujo. Mi padre no era un buen agricultor… ciertamente, tampoco tenía por qué serlo.
El caso es que no sólo he plantado árboles, sino que durante muchos años mi vida ha estado ligada al ritmo de los árboles. Pocos paisajes me sobrecogen más que el de los campos de almendros en flor. Por eso, atesoro en mi memoria el haber visto la floración de los almendros en agosto, en Chile. Pero los almendros también dan mucho trabajo, particularmente cuando llega el momento de la cosecha. Tengo un buen recuerdo del tiempo que pasaba realizando tareas monótonas: mientras regaba los árboles con manguera y paciencia, leía Don Camilo, Tom Sawyer, Diario de un emigrante o Viaje a La Alcarria. Y hablando de árboles, también he visto como, a pesar de todo, algunos se secaban. Los he arrancado, troceado con hacha y disfrutado del calor que producen al arder durante aquellos inviernos fríos de verdad, antes de la llegada del cambio climático.
Escribir un libro
En algún momento de la infancia me propuse escribir todas las fórmulas que conocía (áreas, volúmenes, cinemática…). Me pareció decepcionante que unos pocos folios bastaran. Entonces no sabía que lo verdaderamente relevante es el cómo se obtienen esas fórmulas, el razonamiento o demostración. El resultado final, la fórmula aislada, a pesar de su utilidad, puede considerarse una mera anécdota. Mucho más adelante, en la universidad, comencé a redactar matemáticas de manera extensa y llegaron los primeros resultados originales: la tesina de licenciatura, la tesis doctoral, por supuesto, los artículos y colaboraciones en libros, materiales docentes… pero esos no son los libros, o las páginas, que cuentan, tal como entiendo la frase de José Martí.
Aseguran que en momentos próximos a la muerte, toda tu vida pasa ante tus ojos como una película. Esta idea me obsesionó durante un tiempo. Quería que mi película fuera realmente buena, lo que no tiene nada que ver con los finales felices, como saben los aficionados al buen cine. Diría que he hecho bastantes cosas extrañas más que por el posible placer de hacerlas, por el placer de recordarlas durante el resto de mi vida… aunque esto puede que sea hedonismo retrospectivo, porque en la intensidad del momento no se repara en tales cosas. Ahora, con el motor funcionando a menos revoluciones, no puedo evitar pensar en si las escenas más destacadas de mi película personal deberían quedar, al menos, por escrito. Que no me pase lo mismo que al replicante de Blade Runner y que esos momentos se pierdan como lágrimas en la lluvia. No soy un Houellebecq capaz de combinar magistralmente divagaciones filosóficas con la sordidez más cruda. Así que, con poco talento y demasiada vergüenza, practico en este blog la redacción de mis aventuras, eso sí, muy descafeinada. Éste es, de momento, mi libro.
Tener un hijo
Reconozco que durante el embarazo de Tere tuve una sensación extraña respecto a ese pequeño ser que se estaba desarrollando. Esperaba que en algún momento surgiera en mi interior el “sentimiento paternal”. Trataba de imaginarme con mi hijo saliendo al monte y enseñándole cosas sobre la naturaleza y las piedras. Pero había como un vacío que debía rellenarse con eso de «te va a cambiar la vida» que todo el mundo repetía con la insistencia de una consigna. Y así fue hasta que llegó el momento… Mientras Tere estaba en el postoperatorio, me encargué de realizar el piel con piel: parece que es muy importante que los bebés, tras el trauma que supone abandonar el útero, sigan sintiendo el calor y el latido de quien los cuida. La enfermera me dijo como sostenerlo y durante dos horas no dejé de mirar a esa pequeña criatura que dormía sobre mi pecho y, de vez en cuando, gemía. No sabría decir si era amor, pero sentía que tenía que protegerlo porque, hasta que se repusiera su madre, sólo me tenía a mí.
Ya han pasado cuatro meses desde entonces, pero aún estamos conociéndonos. Mantenemos una rudimentaria comunicación en la que tengo que mezclar palabras con balbuceos para no alejarme demasiado de su idioma. Y sé que lo debo estar haciendo bien cuando me sonríe de medio lado, como si fuera un secreto entre nosotros. Ahora estoy ansioso de hacer cosas con él, pero lleva su ritmo y no es probable que en 2024 pueda venirse a coger piedras conmigo. Me dicen, con mucha razón, que debo disfrutar estos momentos tal como son porque no volverán. Ya habrá tiempo para que coja sus primeras piedras, plante sus primeros árboles y lea sus primeros libros.
Me ha encantado leerte, me ha hecho recordar viejos tiempos ,y lugares queridos. Tengo que admitir que odiaba coger almendra y “descascararla ”.
Sobre el pequeño Matias, el benjamin de la familia Baño, disfrútalo mucho ,crecen demasiado rápido .
Toujours un plaisir de te lire Mathématicien Géologue Écrivain peux bien être le résumé ton profil.
Ce fût un grand plaisir de faire le tour des Montagnes de la région de Murcia avec toi. Et bien avant CE tourisme «Murcian» c’était très enchantant mes quelques jours au Laboratoire De Mathématiques de l’université de Murcia. L’UMU, par son calme et son espace écologiquement taillé invite l’inspiration pour peu qué l’effort et d’organisation soient.
Aurevoir !!!
No se si será por el embarazo que mi nivel hormonal y empático es mayor, pero hasta unas lágrimas me han caído tras esta lectura al recordar esa sensación de miedo y de felicidad plena al coger a mi hijo por primera vez.
Qué bonitas palabras!!! A disfrutar de ese peque precioso al que esperamos conocer pronto!!!
Una lectura muy entretenida, como siempre.
Un abrazo.
Pedro
Enhorabuena Matías y Tere por vuestro precioso hijo, los hijos son lo más grande de la vida. Ahora es muy pequeño para coger piedras, todo lleva su tiempo. Lo que sí es cierto es que por ellos, los padres sacamos fuerzas de donde no hay para mover incluso montañas si fuera necesario. Un abrazo familia.
Hermoso leerte entre a tu sitio para saber de una piedra que encontre y no se de que se trata pero rs muy bella y me encanto todo lo que compartes ya que mi padre era minerologo y me transmitio el amor a las piedras soy de Mendoza Argentina a los pies del cerro mas alto de America muchos saludos