El otro día paseando con Tere por Bolnuevo, entre la playa y la Sierra de las Moreras (dudo que alguna vez las hubiera) tuve ocasión de decir la manida frase “me alegro mucho de que me hagas esa pregunta”. No era para menos. La respuesta académica habitual se considera uno de los temas más soporíferos de los que se tratan en la escuela ¿Quién (con una cierta edad) no recuerda este anuncio de TV? Realmente, no se trata de un asunto aburrido, pero se suele despachar con una larga enumeración de tipos en lugar de unas pocas ideas básicas y simples. Por cierto, la pregunta era: ¿Cómo se clasifican las rocas?

Lo primero que hay que entender es que la Geología trata de los procesos que ocurren en nuestro planeta y conforman no solamente el paisaje que vemos, sino también lo que hay debajo del mismo. Así que lo primero a tener en cuenta para clasificar una roca es saber en qué tipo de proceso se ha formado. Posteriormente, se tiene en cuenta la composición y, eventualmente, otras características como la textura. Pero lo primero es lo primero: los procesos.
Procesos geológicos
Los procesos geológicos necesitan energía para ocurrir, así como cualquier máquina para funcionar. Cuando la energía procede de la Tierra misma, es decir, el calor que almacena bajo la corteza terrestre, el proceso se dice interno. Si la energía que anima el proceso procede del exterior, principalmente del sol, se trata de un proceso externo.

La orogenia o formación de montañas es un proceso interno, ya que se debe a los empujes de las placas tectónicas provocados por corrientes de convección en el manto terrestre. Por otra parte, la erosión provocada por los agentes atmosféricos, el transporte de sedimento por los ríos y la precipitación de sales en aguas marinas por variaciones de la temperatura son procesos externos.
La terminología puede dar lugar a confusión, pues un volcán, aunque arroja material al exterior es un proceso interno, mientras que un sistema kárstico a cientos de metros bajo tierra evidencia un proceso externo.
Rocas sedimentarias
Son las que se forman como consecuencia de los procesos externos. Su nombre puede sugerir que proceden de la consolidación de sedimentos arrastrados o en suspensión en medio acuoso, pero no siempre es así. Pueden formarse también por precipitación química o acción biológica (ambos orígenes se dan en las calizas, por ejemplo) o sin mediación del agua (loess, polvo transportado por el aire).

Los principales componentes de las rocas sedimentarias son el carbonato cálcico (calizas), óxido de silicio (areniscas), sulfato de calcio y otras sales (evaporitas), silicatos del grupo del caolín (arcilla)… hemos destacado entre paréntesis las rocas “monovarietales”, pero también se dan mezclas, como la calcarenita (caliza con sílice), marga (arcilla con caliza) o el flysch (alternancia de bandas de arcilla/marga y caliza).

Las rocas sedimentarias formadas en antiguas cuencas marinas aforan hoy y forman montañas gracias a los procesos orogénicos que, aún siendo de tipo interno, no cambian la naturaleza de la roca. La denostada teoría del geosinclinal establecía que el desequilibrio provocado por el movimiento de masa hasta la cuenca sedimentaria activaba el proceso orogénico. Si bien hoy día se considera que son los empujes entre placas tectónicas los que levantan las montañas, algo de cierto debe haber en la “activación” provocada por el relleno de una cuenca porque, con contadas excepciones, las montañas más altas de todos los continentes fueron alguna vez sedimento marino.
Rocas ígneas
Son rocas formadas por materiales procedentes del interior de la Tierra que estuvieron previamente fundidos. Entran, por lo tanto, en la categoría de rocas originadas por procesos internos. Se clasifican de acuerdo con la manera en la que el magma se ha abierto camino hasta el exterior, y posteriormente según los silicatos que integran su composición.

Si el magma ha salido fluido hasta la superficie de la tierra, las rocas se dicen volcánicas (aunque no todos los volcanes tienen un aspecto similar). El basalto es una de las rocas volcánicas más típicas, pero también están las andesitas, dacitas, jumillitas… y la conocida semipreciosa obsidiana. Los volcanes también emiten cenizas que se acumulan de manera similar a los estratos sedimentarios.
Cuando la intrusión de magma no aflora, ésta se enfría lentamente por lo que se produce una mejor diferenciación y cristalización de los minerales que la componen, dando lugar a las rocas plutónicas de las que el granito es la más representativa. El material inicial para formar las primeras rocas sedimentarias proviene de la meteorización del granito que componía la primitiva corteza terrestre.

Una situación intermedia consiste en un magma, con parte de los minerales formados, pero aun fluido que “escapa” a través de fisuras rellenándolas. Esto da lugar a las rocas llamadas filonianas. Como el proceso conlleva cierta “destilación” del magma, esta rocas pueden ocasionalmente concentrar minerales raros, como las pegmatitas.
Rocas metamórficas
Se trata de rocas preexistentes transformadas por la presión (orogenia) y/o la temperatura (proximidad de un magma). Normalmente se trata de rocas originalmente sedimentarias, por lo que se puede decir que tiene su origen en procesos externos e internos a la vez.

Los compuestos que integran la roca original pueden ser transformados en otros, dependiendo de cuanto se haya «cocinado» la roca. A esto se le llama grado de metamorfismo. Por ejemplo, un sedimento arcilloso muy compactado da lugar a una pizarra. La pizarra actualmente se considera sedimentaria porque puede contener fósiles, mientras que, en una genuina roca metamórfica, los fósiles son destruidos en la transformación.

Esta misma pizarra, si recibe calor y presión en grado moderado, se convierte en un esquisto. Si el “horneado” es más intenso, pasa a gneis y migmatita, que es lo último que puede ser antes de fundirse y transformarse en granito. Una arenisca da lugar por metamorfismo a cuarcita. La caliza, por su parte, se transforma en mármol, manifestándose el grado de metamorfismo en el tamaño de los cristales y los minerales accesorios.

Ocasionalmente, una roca ígnea puede sufrir metamorfismo. Las metabasitas consisten en intrusiones ofíticas en terreno originalmente sedimentario que, junto con él, han sufrido un proceso metamórfico.
Conclusión
A pesar de las sencillas ideas que hay detrás de la clasificación de las rocas, ésta no es siempre tan sencilla. La diferenciación por porcentajes de minerales en la composición no es fácil de establecer en el campo. Igualmente, decidir si las transformaciones sufridas por un sedimento durante su consolidación (diagénesis) que implican la formación de nuevos minerales (dolomita, haciendo que una caliza pase a dolomía, por ejemplo) no traspasan los límites del metamorfismo tienen cierta carga de arbitrariedad.

Una clase magistral! Gracias 🙂
!Muchas gracias Paula!
Que repaso, completo y sin necesidad de aburrir al personal. Y sí yo también recuerdo lo de «Gutierrez que le veo», aunque yo tube mejor suerte y mi asignatura de geología me las dió entre otros Mancheño.
Gracias Paqui. Me alegro de que disfrutaras de la sabiduría y pasión de Miguel Ángel Mancheño. Él era capaz de reconducir estudiantes de Biología y CC. Ambientales hacia la Geología. Un abrazo