Congresos post-Covid

Realmente, no estoy contento con el título para esta secuela de El Covid visto desde tres congresos. Me hubiera gustado llamarlo «Tres congresos más» o algo así, que sea sonoro, pero son cinco congresos en total y no atino a encajar el número en el título sin evocar una rima soez… Podría subir a siete si cuento unas breves apariciones por Elche y Alicante, pero ir un solo día y no pernoctar atenúa mi sensación de participación en los eventos. Tampoco post-Covid es un término acertado porque el Covid no se ha ido, pero tras el verano de 2021 no volvimos (no volvieron) a confinarnos, y eso ya es algo. En esta ocasión hablaré de los cinco congresos post-Covid en los que he participado (pernoctando) durante 2022. La idea no es contar mi vida, sino la actividad social de los matemáticos a través de distintos tipos de encuentros que tenemos.

Cala en la costa adriática italiana, cerca de Otranto (Italia).

Antes, acabamos con 2021

Tras el congreso de Bulgaria al que me referí en El Covid visto desde tres congresos, así como unos cuantos seminarios en mi facultad, a todos nos ha quedado claro que el sistema dual presencial/telemático es un desastre. Es imposible no tener problemas técnicos de conexión, y cuando todo va bien, no existe interacción alguna entre los asistentes físicos y los online. Aún así, estoy muy satisfecho por haber podido participar en algunos de los pocos que fueron posibles entre 2020 y 2021.

Las Carrières de Lumiéres, en Les Baux-de-Provence, con uno de sus espectáculos de luz y sonido en agosto de 2021.

En julio de 2021 tuvo lugar mi oposición a cátedra. Con ello liberé una buena cantidad de estrés acumulado los meses anteriores. Ya en agosto, Tere y yo viajamos por el sur de Francia con el pasaporte Covid (veo que se me amontona el trabajo para la sección viajes turísticos del blog: Aix-en-Provence, Nueva York, Londres…). Hubo un pequeño repunte de la pandemia en septiembre y comenzamos el curso en la Universidad de Murcia con las mascarillas puestas. También durante este periodo llegaron las noticias de que algunos congresos programados en 2020 y prudentemente cancelados volvían a reactivarse para 2022, los congresos post-Covid.

Winter School in Abstract Analysis

Paisaje nevado con caballos, no muy lejos de donde tuvo lugar la Winter School 2022.

La Winter School in Abstract Analysis se ha celebrado desde hace 50 años de manera casi ininterrumpida todos los inviernos en la República Checa. El formato es el siguiente: un sábado por la tarde un autobús recoge a los participantes en la puerta de la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad Carlos de Praga y los lleva a un hotel, o similar, donde pasan una semana hasta que el autobús los devuelve a Praga el mediodía del sábado siguiente. Desde el mismo domingo hasta el último sábado hay cursos y charlas y comunicaciones por la mañanas y tardes, excepto la tarde del miércoles que se reserva para una excursión por los nevados alrededores.

El profesor Luboš Pick impartiendo una charla durante la Winter School.

A pesar del intenso programa, el aislamiento de la ciudad y la despreocupación por las comidas, que se sirven a horas fijas, facilitan que uno pueda tener momentos de concentración y avanzar en el trabajo de investigación. Pero, al mismo tiempo, el roce continuo con los colegas, desde el desayuno hasta las últimas cervezas que sirven en el bar a medianoche, incentiva los trabajos de colaboración.

Con Luis Carlos García Lirola y Guillaume Grelier.

He asistido a muchas Winter Schools desde 1998, que se han celebrado en distintos lugares y hoteles. A lo largo de ese tiempo, la calidad y la abundancia de la comida ha ido en aumento. En mis primeras ediciones era conveniente aprovisionarse de embutido, pan, galletas y chocolate en Praga antes de tomar el autobús. Ahora intento elegir los platos más livianos dentro de las opciones que ofertan, pero a veces la traducción le juega a uno malas pasadas… Siempre está la nieve afuera para intentar quemar grasas.

Participantes en la Winter School 2022

En la edición de 2022, tras mi breve comunicación sobre funciones uniformemente convexas, tuve el honor de hacer un pequeño homenaje a la Winter School desde mis recuerdos y fotos, incluyendo como en 2007 nos quedamos sin electricidad (incluyendo agua caliente) un jueves, y nos fuimos de allí el sábado sin que hubiera vuelto; o también, como tuve que llegar por mis medios al perdido lugar de celebración de la Winter School tras quedar un fin de semana bloqueado en Frankfurt por un problema con el pasaporte (tiempos pre-Schengen).

Encuentro de la Red de Análisis Funcional

Costa norte de Tenerife, cerca de Taganana.

Un buen número de grupos de investigación cuya actividad se encuadra en el Análisis Funcional se reúne periódicamente para celebrar una Escuela-Taller (que lleva ahora el nombre de Bernardo Cascales) donde los estudiantes, trabajando en grupos, preparan temas que se expondrán durante el posterior Encuentro de la Red. El Encuentro, propiamente dicho, dura dos o tres días, pero los estudiantes de la Escuela-Taller y sus tutores pasan una semana entera. Las charlas «senior» tratan de ser representativas del trabajo de los grupos que integran la Red. También se hace una reunión para discutir, entre otras cosas, qué grupo se hace cargo del próximo encuentro o dónde se celebrará.

Víctor Almeida, uno de los organizadores del evento, en una de sus explicaciones durante la ruta turística por La Laguna.

Este tipo de congresos nacionales sirve para mantener el contacto con colegas que, aunque no trabajan en exactamente en la misma rama del Análisis Funcional, eventualmente puede estar relacionado. Los resultados se ponen en contexto y se explican con detalle. Esto es muy importante por un motivo que voy a desvelar. Cada año hay algunos grupos que solicitan financiación (proyectos de investigación nacionales o autonómicos), y entre los que no lo hacen ese año se encuentran los expertos que tendrán que elaborar los informes anónimos pertinentes explicando si merece la pena financiar o no a los peticionarios para el trabajo que están haciendo. Así que si uno va a solicitar un proyecto, mejor que demuestre que su trabajo es interesante y profundo aprovechando el Encuentro de la Red. Además, los muchos estudiantes que participan pueden ver un muestrario de lo que se hace en otros lugares y quizás le sirva de orientación para elegir su futuro tema de investigación.

Laurisilva en el Parque Rural de Anaga.

Justo cuando el Covid irrumpía en nuestras vidas tuvo lugar el Encuentro de la Red en La Laguna (Tenerife) en marzo de 2020, del que di cuenta en El Covid visto desde tres congresos. Como en la película clásica de Buñuel «El ángel exterminador» había que volver a la posición inicial para romper el maleficio. Así que en marzo de 2022 acudí encantado, de nuevo, a La Laguna para asistir al Encuentro de la Red. Por cierto, el año que viene no se celebrará en Canarias porque toca rotación entre grupos. Tras la clausura del congreso, aún quedaba una tarde libre para disfrutar de la isla, cosa que hice en compañía de mi colega Gustavo Garrigós que la conoce muy bien.

Encuentros de Análisis Real y Complejo

Vista del puerto de Cartagena desde el edificio donde se celebró el EARCO 2022.

Normalmente la gente se refiere a este congreso periódico por el acrónimo EARCO. Al igual que el anterior, surge por iniciativa de varios grupos de Análisis Armónico y Complejo, Teoría de Operadores y Espacios de Funciones, que se van turnando en la organización, de manera que cada vez se hace en una localidad diferente. Dura entre dos y tres días. En el programa se da preferencia a los investigadores jóvenes, que suelen exponer los resultados obtenidos durante la realización de sus tesis doctorales.

El asiático es el combinado de café típico en Cartagena, y esta foto está tomada en el famoso bar «El Pico Esquina». Recomiendo leer mi post La ciencia del… desempañado de coches a este respecto.

He participado en varias ocasiones en los EARCOs. No recuerdo las fechas, pero sí los lugares: Cuenca, Gandía y, especialmente, Torremolinos. En esta ocasión, se celebró este mayo en Cartagena. Aprovecharé para comentar otro aspecto de los congresos científicos. Cuando uno empieza en este mundo de la investigación debes asistir a muchos congresos y guardar los certificados acreditativos, porque esa es una forma de hacer méritos. Más adelante, en el momento de consolidar la carrera científica, lo que se requiere para hacer méritos es que te inviten como ponente a los congresos. Para cerrar el ciclo y devolver a la comunidad científica parte de lo que has recibido, en algún momento debes ser el organizador de un congreso.

Mi amigo Pedro Fernández, organizador del evento.

Dicho esto, la responsabilidad de la organización del EARCO 2022 recayó en en mi compañero y amigo Pedro Fernández, que además aprovechó la ocasión para homenajear a su mentor Fernando Cobos con motivo de su 60 aniversario. El otro protagonista del congreso fue el marco excepcional que proporciona la bimilenaria ciudad de Cartagena, a la que en algún momento tendré que dedicar un post.

Functional Analysis in Lille

Vista de la Place de Téâtre de Lille.

Pasamos a otro tipo de congreso, el de homenaje, que puede ser en vida o póstumo, obviamente. Los homenajes en vida suelen hacerse coincidiendo con algún aniversario «redondo». Últimamente son frecuentes los del 60 cumpleaños, que están muy bien porque el homenajeado está todavía activo y disfruta las conferencias sobre temas relacionados con su trabajo, aparte de recibir el aprecio de los colegas. Luego, si el homenajeado es una figura fundamental de la Matemáticas, el congreso congrega a especialistas de primer orden y «leyendas vivientes» que no son fáciles de ver, en general. En efecto, muchos de ellos por cuestión de falta de tiempo o la edad apenas viajan y si lo hacen en esta ocasión es por la amistad con el homenajeado.

Conferencia de Christian Rosendal, al «estilo francés»: toda a pizarra y tiza, mucho más elegante, sin duda, que pasar slides apuntando con un láser ¿Veremos el fin del PowerPoint?

Gilles Godefroy tiene la enorme capacidad de convocatoria que acabamos de describir. Por eso el congreso en Lille celebrado en junio de este año fue uno de las más importantes acontecimientos de los últimos tiempos para los que trabajamos en espacios de Banach. Con el retraso provocado por la pandemia, esta reunión no coincidió con ningún aniversario «redondo» (salvo que el número 69 tenga alguna característica especial que se me escapa) . Gilles Godefroy, a quien he mencionado en algunos posts anteriores, es una persona a la que le tengo un gran aprecio: me ayudó mucho en mis comienzos con los espacios de Banach, me ha invitado a París en varias ocasiones y hasta forma parte de mi árbol genealógico.

Marcasita, parte de un nódulo radial formado en las areniscas cerca del río Aisne.

Me permití el lujo de viajar en coche desde Murcia hasta Lille. Ya no hago las salvajadas de otros tiempos y planifico escalas para descansar. A la ida no hice ninguna parada interesante, aunque el paisaje me incitaba a ello. Fue a la vuelta que me detuve en Vailly-sur-Aisne para conocer el contexto de uno de los lugares destacables del Paleolítico inferior de Francia. Entré a una cantera de arenas fluviales, pero al ser día laborable estaban trabajando, por lo que no me quedé allí mucho tiempo. Entre las cosas de interés, recogí un fragmento de marcasita (sulfuro de hierro) en avanzado grado de alteración, que muestro en la foto. Al día siguiente paraba en San Juan de Plan, en pleno Pirineo oscense en busca de minerales de cobalto.

Progress in Functional Analysis

Ruinas del anfiteatro romano en el centro de Lecce.

Asistir a un congreso fuera de tu universidad siempre implica viajar, en mayor o menor medida, lo que dota a la actividad científica de un valor cultural añadido. Si se hace a un sitio como Italia y en compañía de tu pareja, el valor cultural eclipsa al matemático. A finales de verano acudimos al último congreso de los reactivados tras la pandemia, en Lecce, la capital del «tacón» de Italia. Durante tres días, el apretado programa de conferencias obligaba a los asistentes a hacer «novillos» si querían ver la ciudad con luz del día.

Sala del Rectorado de la Università del Salento donde se celebraron la mayor parte de las conferencias.

Lecce es una ciudad mucho más monumental de lo que podría corresponderle por su tamaño. Su centro histórico, construido en piedra de color crema muy manoseada por el tiempo, invita a pasear buscando rincones y tomado nota de las trattorias para poder regresar después a cenar cuando caiga la noche. Lecce no está junto al mar pero lo tiene bastante cerca y gracias al panda que alquilamos en Bari pudimos acercarnos a la portuaria Otranto, donde disfrutamos de los frutti di mare en la playa. Entre Bari y Lecce, se encuentra Alberobello, un pueblo que parece sacado de un cuento.

Casitas de piedra seca, llamadas «trulli», en Alberobello y que han puesto a esta localidad en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Esta reunión de Lecce cierra todo lo que tenía previsto para este año. La tristeza de dejar los bellos parajes de la Puglia se transforma rápidamente en nostalgia a medida que el avión se va acercando a Alicante. Ahora hay que ocuparse de que el curso salga adelante, tanto con las clases como las tareas administrativas, y tratar de obtener nuevos resultados matemáticos con los que renovar el «repertorio» y así tener algo interesante que contar en los congresos de 2023.

Selfie de durante una comida en Otranto.

Bonus track: una oposición en Pamplona

De izquierda a derecha: Pilar Rueda, Paco Hernández, Fernando Albiac, el pesado que suscribe y María José Asiáin.

De haber sido sólo cuatro congresos post-Covid, este artículo se hubiera titulado «Cuatro congresos y una oposición» , que es más cinematográfico y porque la oposición a la que asistí en Pamplona la semana pasada fue un bonito broche a las actividades académicas viajeras de este año. Formé parte del tribunal encargado de acreditar la valía de mi colega Fernando Albiac para ser catedrático de la Universidad Pública de Navarra. Realmente, Fernando tenía tantos méritos que el trabajo del tribunal fue básicamente firmar unos cuantos papeles y festejar con él su ascenso.

Ver Libros para el verano para saber dónde pudo haber sido escrito…

Neandertales

Neandertales, ilustración de Z. Burian tomada de «Encyclopédie illustrée de l’homme préhistorique» de Jan Jelínek, Gründ (1989).

Tenía pensado escribir sobre los neandertales en algún momento, pero esperaba antes ponerme al día sobre los más recientes descubrimientos y hacer un post algo más presentable. Evidentemente, por mucho interés que pueda tener en los neandertales, no me dedico profesionalmente al tema. Sin embargo, una serie de “señales” me ha indicado que el momento es ahora. Acaba de fallarse el premio Nobel de Fisiología/Medicina a favor del sueco Svante Pääbo por sus investigaciones sobre ADN de homínidos extintos, en particular, por haber secuenciado el genoma neandertal.

Michael Walker, Ignacio Martín Lerma y Luis de Miquel, en un momento del homenaje al primero realizado en el Museo Arqueológico de Murcia.

Además, hoy mismo recibe un homenaje Michael Walker, profesor jubilado de la Universidad de Murcia y director durante muchos años de las excavaciones en la Sima de las Palomas (Torre Pacheco), uno de los principales yacimientos neandertales de la Península Ibérica. En fin, yo veo señales claras para escribir este post, timing perfecto… otros podrían ver oportunismo. El caso es que las informaciones sobre los neandertales son últimamente tan frecuentes que lo más difícil, a estas alturas, es ser original.

¿De qué hablamos?

Homo neanderthalensis (más tarde nos ocuparemos de la hache) es una especie extinta de seres humanos que vivió entre 300.000 BP y 30.000 BP, redondeando un poco, en lo que actualmente es Europa y una buena parte de Asia incluyendo Oriente Medio. Nota: BP indica años before present, es decir, «antes del presente», pero presente aquí es el año 1950 por convenio, lo que viene a ser cambiar la referencia de la fecha de nacimiento de Nuestro Señor por la de los baby boomers cuando se indican acontecimientos pasados. En relación con los Homo sapiens, es decir, los humanos modernos o nosotros, los neandertales eran en general más robustos y estaban mejor adaptados al clima frío, ya que prosperaron durante la última glaciación.

Clásico libro de Obermaier en su edición de Ed. Istmo (1985). El libro original es de 1925, por lo que es fácil encontrar diferencias respecto al tratamiento actual de los neandertales.

Viene ahora el momento de poner los puntos sobre las íes. Una especie, en el sentido biológico de la palabra, puede presentar una gran variabilidad geográfica y temporal (más de 250 Ka), no digamos ya entre individuos, por lo que la definición de neandertal es delicada, como la de cualquier otro organismo extinto. Más aún, afirmar que los neandertales son (eran) otra especie puede resultar algo excesivo porque hay constancia de hibridación fértil con H. sapiens: nosotros mismos, los europeos, somos neandertales en una pequeña proporción de nuestros genes. Finalmente, mientras que el límite superior del intervalo temporal es discutido en relación con la definición de neandertal, el límite inferior va reduciéndose a medida que se hacen nuevos hallazgos. Actualmente se han datado restos neandertales en 28.000 BP. Al parecer, la Península Ibérica es el último reducto de H. neanderthalensis.

Árbol filogenético de la estirpe humana, tal como se concebía hace algunos años. Tomado del libro «Los neandertales» de Antonio Rosas, CSIC (2010).

Tradicionalmente se ha pensado que los neandertales evolucionan de las primeras poblaciones que migraron a Europa desde África llevando consigo la tecnología del bifaz. Al parecer, en primer lugar llegaron a Europa homínidos sin esta tecnología, como el hombre de Orce o el grupo de Dmanisi, y en una segunda oleada llegaron los H. heilderbergensis con sus flamantes bifaces. Sin embargo, ahora hay algunos investigadores que quieren situar el origen de los neandertales en una migración post-Achelense, lo que a mí me deja particularmente descolocado… No entraré en ese tema, por lo menos hasta que lea los argumentos a favor de dicha teoría.

Arqueología de los neandertales

Industria lítica típica musteriense, tomado de «Outils préhistoriques» por Jean-Luc Piel-Desruisseaux, Ed. Dunod (2002).

En lo que respecta a Europa (y parte de Asia) hay una identificación entre neandertales (especie humana), Paleolítico medio (periodo de la prehistoria) y musteriense (tecnología lítica). Los neandertales desarrollaron también una forma particular de talla llamada Levallois consistente en la preparación de facetas de la futura herramienta antes de separarla del núcleo. Espero que el siguiente dibujo ayude a entender mejor la explicación.

La pieza representada abajo (vista superior e inferior) es la que se ha extraído arriba, pero ligeramente ampliada. Ilustración de «Encyclopédie illustrée de l’homme préhistorique» citado arriba.

Mientras que los fósiles humanos proceden principalmente de cuevas y rellenos de simas (con las condiciones adecuadas para la conservación de nuestros frágiles huesos), las piezas musterienses, en sílex o cuarcita, pueden encontrarse mucho más repartidas: laderas de montes con covachas, lugares de paso como las ramblas, antiguos manantiales (hoy desecados) donde acudían a beber… En particular, en la Región de Murcia ese tipo de hallazgos no son extraños: los neandertales se pasearon por todas partes tallando y abandonando sus útiles de piedra. Una pieza musteriense aislada que podamos encontrar en el campo no constituye un yacimiento, al igual que una golondrina no hace verano, pero es muy recomendable contactar con un experto para que realice una valoración.

Una mirada escalofriante desde el pasado: rostro neandertal embutido en toba procedente de la Sima de las Palomas (Torre Pacheco).

Desde hace poco más de una década, la posibilidad de recuperar ADN de los restos neandertales preservados en ciertas condiciones de humedad y temperatura, hace que haya que extremar las precauciones para no contaminar las muestras. Muchos arqueólogos acuden a sus excavaciones vestidos como los médicos que tratan a un enfermo ébola. Otra línea de investigación muy interesante es la de establecer y documentar la convivencia entre especies, neandertales y sapiens. Para ello se excava en cuevas y abrigos con presencia de útiles musterienses y del Paleolítico superior, en principio, causados por ocupaciones sucesivas, pero prestando especial atención al momento de transición. Ejemplos de esta doble ocupación son los abrigos de Rambla Perea (Mula) excavados por el equipo de Joao Zilhao, o la Cueva del Arco (Cieza) cuyas campañas dirige mi querido amigo Ignacio Martin Lerma, aunque aún no se ha establecido la cohabitación entre especies en dichos yacimientos.

La evolución de un paradigma

Charles Darwin publicó su «El origen de las especies» en 1859. Desde ese momento, los científicos estuvieron especialmente receptivos a cualquier fósil que pudiera servir como eslabón perdido entre el simio y el hombre. El primer resto óseo en desempeñar ese papel fue una peculiar bóveda craneal encontrada tres años antes en una cantera cerca de Düsseldorf (Alemania) que inicialmente se había interpretado como una malformación en un humano moderno. Después se sumaron otros hallazgos, como el cráneo Forbes encontrado en Gibraltar por la misma época.

Bóveda craneal encontrada en la cantera de Feldhofer, en Neanderthal, cerca de Düsseldorf. Éste fue el primer fósil adscrito a un antepasado del hombre moderno.

El nombre neandertal se toma de Neanderthal, literalmente “valle de Neander” en alemán, en donde estaba la cantera en la que aparecieron los restos. A su vez dicho topónimo es en honor al músico y religioso Joachim Neander, cuyo apellido familiar original era Neumann, literalmente “hombre nuevo”. El cambio estético del apellido no altera el significado, sólo que ahora debemos acudir al diccionario de griego. Señalemos que el nombre equivalente Neandro existe en castellano. Finalmente, la h se pierde en la reforma ortográfica del alemán a principios del siglo XX, siendo actualmente valle “das Tal”.

Así que, etimológicamente resumiendo, neandertal es el valle del hombre nuevo, una denominación sumamente oportuna. No mucho tiempo después y también en Alemania, Friedrich Nietzsche anunciaría la muerte de Dios y el advenimiento del superhombre… creo que me estoy desviando del tema. Volviendo a los restos humanos, señalemos que el cráneo Forbes es recuperado por el teniente Edmund Flint, siendo “flint” la palabra inglesa para sílex, el material favorito de los neandertales ¿Casualidad o conspiración? Lo dejo ahí, esperando haber arrancado alguna sonrisa 🙂

Lámina del libro de Ciencias Naturales de 3º de Bachillerato de la editorial ECIR (1965), por R. Verdú Payá y E. López Mezquida. La idea está bastante clara…

Las primeras representaciones de los neandertales, llamados en aquel tiempo hombres de las cavernas, son simiescas. La causa de esto la encontramos en la incorrecta interpretación de los huesos de individuos ancianos junto con no pocos prejuicios. Una de las imágenes cinematográficas de los neandertales que ha dejado más huella es, sin duda, La guerre du feu, con la memorable interpretación de Ron Perlman (dicen las malas lenguas que iba sin maquillar). En las últimas décadas, las reconstrucciones físicas basadas en evidencias anatómicas han avanzado mucho. Si se añade, además, la interpretación del genoma en términos de características físicas y los descubrimientos arqueológicos en lo que respecta a estética y adornos de los individuos, la imagen de los neandertales cambia radicalmente.

Recreación de una chica neandertal en un lecho de pieles, por Tom Björklund. Después de contemplarla, a algunos de mis amigos la hibridación entre especies ya no les parece una idea tan descabellada.

Otro de los vuelcos de paradigma ocurridos en la última década es el reconocimiento de pensamiento simbólico y arte parietal en los neandertales. Hasta hace relativamente poco se les negaba algunas de las características que los sapiens solemos decir que nos hacen más humanos. Todo empezó con el descubrimiento de objetos puramente ornamentales y pigmentos, en Cueva Antón (Mula) y la Cueva de los Aviones (Cartagena). Después se han descubierto círculos realizados con espeleotemas en lo más profundo de una gruta francesa (Bruniquel) y se ha datado en fechas del Paleolítico medio unas pinturas esquemáticas realizadas en la Cueva de Ardales (Málaga). Por si fuera poco, en algunos enterramientos neandertales se han descubierto pólenes (el polen es extraordinariamente resistente en contexto arqueológico) de plantas cuya explicación más plausible es la realización de ofrendas florales a los difuntos. ¿A qué ya no nos parecen tan brutos los hombres de las cavernas?

Cuéntame un cuento

Se han propuesto muchas explicaciones para la extinción de los neandertales: cambios climáticos, enfermedades, exterminados por H. sapiens (o sea, nosotros)… Otro motivo que si bien no sería una causa en sí mismo sino que añadido a los anteriores dejaría a H. neanderthalensis en una situación más desfavorable respecto a H. sapiens es una de las tesis expuestas en el libro «Sapiens» del pensador israelí Yuval Noah Harari.

Portada del million seller de Harari.

La idea principal posiblemente sea anterior a Harari, pero no he podido rastrearla. Básicamente sostiene que los grupos de H. sapiens están más cohesionados que los de H. neanderthalensis porque tienen la capacidad de contar historias, de crear mitos, de fabricar dioses. Mirando al pasado reciente podemos poner ejemplos de muchedumbres de personas capaces de acometer grandes proyectos, para bien o para mal, porque siguen una idea materializada en un libro: La Biblia, El Corán, Mein Kampf… De la misma manera, en el pasado remoto los grupos de sapiens se organizaron alrededor de unos mitos y creencias. Eso les permitió superar las situaciones en las que los neandertales sucumbieron.

Pero la capacidad de contar historias, o fabricar mitos, tiene que ver con las características del lenguaje en el que se realiza la comunicación. Éste debe ser recursivo en el sentido definido por Noam Chomsky, es decir, el lenguaje debe admitir “estructuras anidadas” exactamente como hacen los narradores en una novela para contar lo que dicen los personajes, o el diccionario para poner ejemplos de la palabra que acaba de definir. Un idioma más sencillo, plano por así decirlo, puede servir para organizar una cacería en grupo o decir dónde hay agua o fruta, pero no permitiría planificar a medio o largo plazo.

Grupo de arqueólogos del Paleolítico medio, no ellos sino su objeto de estudio… Joao Zilhao con sombrero, e Ignacio Martín Lerma a la derecha (realmente, tendría que haber puesto la foto un par de secciones más arriba…). La escena es en Ricote (Murcia) y yo no salgo porque alguien tenía que echar la foto.

La teoría es atractiva, sin duda, pero no la comparto. Yo creo que los neandertales tenían un mundo simbólico profundo y eso es difícil de llevar sin un lenguaje complejo y recursivo. Además de las evidencias aportadas en la sección anterior, mi particular interpretación de algunos útiles líticos me permite afirmar que, incluso, Homo heidelbergensis hacía juguetes para sus niños y tenía sentido del humor. Bueno, esto lo digo yo que no soy un profesional de la Antropología… pero tampoco estoy limitado por los paradigmas imperantes. Espero que en algún momento no muy lejano, llegue a estas mismas conclusiones la ciencia oficial (o mainstream scholars, como diría Giorgio A. Tsoukalos, uno de mis magufos favoritos).

Algo de lectura

He mencionado unos cuantos libros, pero en un tema como éste se quedan obsoletos en cuatro días, con la excepción de los que tratan de industria lítica (aquí no suele haber sorpresas).

En primer lugar, «Los neandertales» de Antonio Rosas, investigador del CSIC y del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Conocí a Antonio Rosas durante el breve tiempo que estuvo vinculado al yacimiento paleontológico de Quibas (Abanilla). Su librito da un panorama muy resumido de lo que se sabía, o se pensaba, alrededor de 2010. Mucho más reciente y extenso es el best seller de Rebecca Wragg Sykes «Neandertales» . Estoy seguro de que con él resolveré un buen puñado de mis lagunas sobre los descubrimientos más recientes en materia de neandertales, pero voy leyendo muy despacio (son más de 400 páginas).

Tres libros amenos sobre los neandertales, cada uno en su estilo.

Una de mis recomendaciones para el verano fue el libro «La prehistoria en la mochila» de Ignacio Martín Lerma publicado este mismo año por Aguilar. Como ya lo he leído, haré una breve reseña.

En forma de una vuelta a la Península Ibérica, un joven neandertal llamado Sepik visita distintos lugares que hoy día son destacados yacimientos arqueológicos buscando una nueva zona en el que poder establecerse con su clan. Sin embargo, en todos los lugares por donde pasa las comunidades están igual de mal o peor. Cuando regresa a Cieza en compañía de Omati, una cromagnona de la que se ha enamorado, no puede ofrecerle a su clan un nuevo hogar, pero sí que puede enseñarles formas alternativas de explotar los recursos a su alrededor gracias a todo lo que ha aprendido durante su viaje.

Pala para mayonesa” del Abric Romaní, reconstrucción basada en el molde que dejó la pieza original de madera.

Con alguna licencia literaria, como el uso de leguaje recursivo por parte de los personajes, Martín Lerma logra integrar en su relato todas las peculiaridades de cada uno de los yacimientos visitados, incluida la “pala para mayonesa” del Abric Romaní, el dramático canibalismo en El Sidrón, o la bellísima interpretación de las manos de Maltravieso. Ojo, otro spoiler: los malos del libro son los neandertales del Boquete de la Zafarraya. Espero que esto último no les siente demasiado mal a mis amigos de la Axarquía, Amalia y Juan.

Epílogo

Hemos visto que, al final, los neandertales no eran muy distintos de nosotros. El mestizaje entre neandertales y sapiens, establecido por el análisis de los genomas, ha permitido que podamos verlos incluso como nuestros antepasados. Puede que la especie, o estirpe, neandertal haya desaparecido, estrictamente hablando, pero una parte de ellos sigue viviendo en nosotros.

Mi YO hipster-neandertal. Imagen generada por un software en el Museo de Historia Natural de Viena, en 2020.