Se dice que el cuarzo es el mineral más abundante en la corteza terrestre, pero encontrarlo bellamente cristalizado es bastante más difícil. Depende, por supuesto, de donde se busque. Hay terrenos con más predisposición a la formación de buenos cristales de cuarzo, pero en otros es una rareza. Las diferentes circunstancias en las que puede cristalizar la sílice (óxido de silicio) condicionan el aspecto de los cristales de cuarzo, que pueden llegar a presentar grandes diferencias entre sí, a pesar de ser el mismo mineral.
En la forma básica del cuarzo (sistema trigonal), la punta del cristal está formada por una pirámide triangular (puede haber vestigios de otras tres caras). Gracias a una macla de interpenetración de dos cristales con el mismo eje y ligeramente rotados (macla tipo Delfinado) o simétricos (macla tipo Brasil), el cristal de cuarzo adquiere su aspecto más habitual y estéticamente equilibrado: prisma (o pseudo-prisma) hexagonal terminado en sendas pirámides hexagonales (biterminado). El diferente desarrollo de unas caras respecto a otras, así como la manera en la que se agrupan los cristales, constituye lo que se llama el hábito. Estas nociones serán útiles en las siguientes secciones donde haremos un viaje por el cuarzo.
Jacinto de Compostela
El cuarzo fue mi primer mineral. Empecé buscando cuarzos tirado en el suelo durante los recreos en patio del colegio, en 1º de EGB en Archena: diminutos cristales biterminados, rojos y rosados, salían de entre el chinarro. Después aprendí que, aunque estos cuarzos pueden encontrarse en Neógeno y Cuaternario del Valle de Ricote, realmente proceden de los terrenos del Keuper. Pero no están repartidos por igual. Se puede recorrer suelos de Keuper durante bastante tiempo sin encontrar cuarzo de manera significativa. Así que cuando aparece en un determinado lugar no sólo se regresa de manera estacional para dejar obrar a la erosión mientras, sino que se trata de reconocer las características a grandes rasgos que lo diferencian del los restantes afloramientos estériles de Keuper.
El cuarzo del Keuper presenta variaciones en color y hábito (véase mi artículo Los Minerales del Valle de Ricote). Sólo los de color rojo sangre (debido al óxido de hierro) deben ser llamados jacintos de Compostela, nombre que sigue induciendo a error sobre la procedencia de los ejemplares (London Natural History Museum, sin ir más lejos). El tamaño es un handicap: superar los 3 cm de vértice a vértice en un cristal biterminado del Keuper es motivo de celebración. Los he visto mucho mayores, pero no los he encontrado yo, para mi desdicha. Ciertos afloramientos de Villanueva del Río Segura, Ricote, Jumilla y Cehegín me pueden proporcionar una buena mañana de búsqueda, pero si tengo tiempo cuento también con Chella, Domeño y Buñol (Valencia) o Minglanilla (Cuenca) entre mis lugares favoritos.
En cuanto al hábito cristalino, además de las variaciones en el desarrollo de las caras (principalmente), también hay agregados regulares de cristales. Son notables las disposiciones de cristalitos siguiendo una superficie, tipo esfera o similar. Los agregados de este tipo de Chella eran famosos por su tamaño y calibre de cristal. En Jumilla se pueden encontrar algo más pequeños pero muy regulares. Con uno de ellos mandé hacer una joya para mi madre.
A pesar de la posibilidad de cristales de excepcional belleza, el cuarzo del Keuper, con los jacintos de Compostela en particular, tiene sus limitaciones. Si se quiere cuarzo de mayor tamaño, tanto de cristales como de pieza, hay que ir a los filones.
Minas de La Unión
El distrito minero de La Unión ha proporcionado gran cantidad de cuarzo con ciertas variaciones de hábito, color y presentación. Particularmente, la llamada popularmente como mina de Los Pajaritos. En sus alrededores, las escombreras permitían recoger buenos ejemplares sin necesidad de tener que bajar al subsuelo. A colación, uno de esos despropósitos en los que se malgasta el dinero público: a alguien se le ocurrió que había que acometer la «restauración del paisaje» y que lo mejor era arrojar mantillo vegetal sobre las escombreras. El tema de qué significa restaurar un paisaje es complejo y le dedicaré tiempo en otro momento. Sólo una reflexión: vamos muy mal que si los que deciden sobre paisajes y restauración son los mismos que que creen que las medianas y glorietas con césped artificial están más bonitas.
El mantillo arrojado sobre la escombrera duró poco porque había mucho interés por parte de los aficionados de seguir recogiendo cuarzos en el único sitio de Murcia que está bendecido a la vez por la abundancia y la calidad de este mineral, supuestamente el más repartido sobre la tierra. Allí se recogían drusas, casi siempre desprovistas de la roca encajante. Algunas piezas presentan un tono leve amatista, otras aparecen recubiertas de calcedonia o una capa de recristalización. También ocurre que muchas muestras tienen las caras mates o cubiertas de una capa de suciedad resistente a los ácidos, pero se pueden trabajar para que resulten algo más atractivas a la vista.
La mina de Los Pajaritos (cuyo nombre oficial, por cierto, es mina Catón) y sus alrededores han producido piezas excepcionales: placas de casi medio metro con puntas de más 3 cm de diámetro medio. De esa remesa gloriosa tengo una pequeña muestra (la foto arriba).
Además de las drusas descritas, el cuarzo aparece en otras versiones. En el gossan frente a la venta El Descargador aparece de una manera menos densa que favorece el desarrollo de cristales algo más independientes. En algunas ocasiones pueden aparecer biterminados y casi flotantes. Si hay que poner una pega, es que de la mina sale uno pringado de negro de manganeso y la ropa queda prácticamente para tirarla a la basura.
Finalmente, el cuarzo contaminado por greenalita (un silicato verde de hierro) adopta un tono verdoso (cuarzo prasio, el color verde es uno de los más raros para el cuarzo). Se pueden encontrar piezas visiblemente cristalizadas (en ocasiones el contaminante que colorea el cuarzo dificulta el buen desarrollo de los cristales).
Hondón de los Frailes
El cuarzo de La Unión no agota todas las posibilidades filonianas para este mineral. Los procesos volcánicos, aunque sean de eras remotas, pueden también producir cuarzos. En las ofitas (vulcanismo mesozoico) de la Región de Murcia se pueden encontrar alguna muestra, pero muy cerca del límite regional en Hondón de los Frailes (o mejor dicho, Albatera, ambos en la provincia de Alicante) hay una cantera de ofita que ha dado piezas muy estéticas. Los cristales de cuarzo se disponen sobre un «césped» de verde epidota, en los huecos que dejan los filoncillos de este mineral.
Además de cuarzo y epidota, la paragénesis es muy interesante. Hay además calcopirita, granate almandino, titanita, bisolita, aerinita… incluso he recogido algunas piezas de barita azulada. En el Keuper cercano aparece también la magnesita en grandes cristales prismáticos hexagonales de color café con leche.
Producto de la contaminación por aerinita (un silicato azulado), también se pueden encontrar pequeñas muestras de cuarzo azul. Este cuarzo se ha formado tardíamente, respecto al anterior, porque previamente se requiere la descomposición de la ofita por procesos supergénicos.
El cuarzo de los granitos
Permitidme otro breve retorno a la niñez. Mi padre, después de nuestra primera etapa en Archena, es destinado a Madrid por cuestiones laborales. Entre 1980 y 1982 vivimos en dos ubicaciones del distrito de Villaverde. Desde la segunda tenía fácil acceso a un descampado donde pasaba buenos ratos mirando al suelo y al balasto de una vía de tren que se metía en el polígono industrial. Allí, en el sedimento cuaternario, encontré la punta de cuarzo rodada que muestro en la foto. Recuerdo también haber recogido un cuarzo más pequeño, pero de mejor calidad en unas obras cercanas a la escuela a la que iba, pero hace 40 años que anda extraviado. Lo que yo no sabía entonces es que aquellos cuarzos procedían de los terrenos graníticos (y metamórficos) que integran la Sierra de Madrid.
Los terrenos graníticos permiten la formación de filones y geodas de cuarzo a mayor presión y temperatura, pero sobre todo más lentamente, lo que redunda en el buen desarrollo de los cristales. Hay muchas localidades clásicas en las que no he tenido suerte, como La Cabrera (Madrid). Aquí dejo una muestra de lo que poco que tengo en mi colección sobre cuarzo con procedencia granítica.
Cerro Muriano (Córdoba) ha producido ejemplares espectaculares que hay que mover con grúa o entre varias personas. Yo mismo he sentido en mis carnes la impotencia de no poder separar un ejemplar con cristales como mi puño por carecer de las herramientas adecuadas. Así que he tenido que conformarme con alguna pieza suelta como la de la foto, recogida en las inmediaciones de las antiguas minas y no de la cantera, todavía en explotación. Aparecen también puntas casi flotantes, con la base recristalizada y contacto mínimo con el resto de la drusa.
En algunas ocasiones que he visitado antiguas minas en la provincia de Salamanca he visto tirados por el suelo cristales de cuarzo blanquecino de varios centímetros, en general rotos y desgastados. Pero en una escombrera de la mina de San Pedro de Rozados me llevé la grata sorpresa de recoger una pieza relativamente grande con varias puntas transparentes. El ejemplar adolecía de «maltrato minero» y de haber pasado tiempo a la intemperie, pero aún así diría que es una pieza espectacular (juzgue el lector por la foto).
Acabo la sección con un recuerdo extraño. Tratando de acceder a ciertos rincones de la Sierra de Andújar, lo que es bastante difícil por estar todas las fincas valladas. En algún lugar de la carretera que sube al Santuario de la Virgen de la Cabeza, pude acceder a unas arenas de meteorización de granitos donde recogí varias puntas de cuarzo con aspecto más alpino que de otra cosa. También había allí un pequeño bifaz sobre lasca de cuarcita.
El cuarzo alpino de Almuñécar
En el imaginario del buscador de cuarzo está siempre presente el cuarzo de tipo alpino. Se trata de cristales de prisma notablemente desarrollado, a veces en detrimento de la punta, de gran brillo y transparencia que se han formado en terrenos metamórficos como producto de potentes movimientos orogénicos. Aparecen en filones, formando drusas o geodas. Sólo he tenido una ocasión de buscar el cuarzo alpino propiamente dicho, véase mi post Weekend en los Alpes. No obstante, con la misma génesis se presenta en la Cordillera Bética (Sierra Nevada, Filabres…).
La Loma del Gato en Almuñécar (Granada). Supe de este lugar gracias a la información que circula por internet, pero no daban indicaciones precisas sobre dónde están los cuarzos. Paseando por allí, si es que se puede llamar así a moverse por ese lugar tan agreste, se puede ver abundante cuarzo masivo blanco en cuyos huecos hay cristales trasparentes, pero mucho más pequeños que lo que esperaba. La información era correcta, no obstante y se pueden encontrar cristales de varios centímetros en torrenteras y márgenes de caminos. Sin embargo, esos cristales vienen de geodas en los esquistos, no en el cuarzo masivo.
Cuando una geoda aflora en el suelo lo primero que ocurre es que se llena de tierra. El «truco» es descubrir estas geodas, delatadas por algunos cristales, y vaciarlas cuidadosamente en busca de más. Los cristales de cuarzo están sueltos porque el sustrato esquistoso no los sujeta firmemente. Yo he tenido la suerte de vaciar dos de estas geodas, una de ellas de más de un palmo de profundidad que me ha proporcionado algunas piezas de buen tamaño. La operación la realicé con mis propias manos para no desportillar las piezas, por lo que me llevé algunos cortes en los dedos, pero mereció la pena.
De entre los cristales sacados de esas geodas escogí uno para encargar un colgante. No para mí, sino para Tere. Las particularidades de los cristales de Almuñécar, entre otros cuarzos, incluso los alpinos, hacen esta pieza una joya más exclusiva que si la hubiera comprado en Tiffany’s.
Cervera del Río Alhama
Un día me entero gracias Rafa Lozano que en La Rioja aparecen unos cuarzos completamente hialinos, a veces biterminados, de varios centímetros y brillo adamantino. Entre los aficionados y comerciantes este tipo de cuarzo se llama Herkimer por la localidad tipo en el estado de Nueva York (USA). La sorpresa mayor es cuando además me dice que se han formado en un Cretácico lacustre, junto a restos de dinosaurio y madera petrificada ¿En serio? Así que abandonamos momentáneamente los filones para irnos a las rocas sedimentarias.
A partir de ese momento comencé a incluir un preceptivo paseo por Cervera del Río Alhama cada vez que anduviera cerca de La Rioja. No es fácil ver estos cuarzos porque son tan transparentes que no sabes que tienes uno delante hasta que una de las caras provoca un destello. A veces, se puede ver un brillo desde decenas de metros, pero luego resulta ser de una muestra menos que centimétrica… pero de vez en cuando aparecen una pieza cuyo tamaño y calidad compensa echar la mañana (o tarde) en ese paraje desolador.
La pieza de la foto justo arriba de este párrafo estaba semienterrada bajo un tomillo (o similar). Lo que mis ojos interpretaban era un agujero en el suelo como el de un bicho (araña, por ejemplo), pero cuando me movía levemente había una cierta distorsión óptica. Cuando acerco el dedo al agujero resulta que toco algo sólido, et voilà ! Otro cuarzo.
Además de tamaño o pureza, puede intentar buscarse la perfección cristalográfica, representada por el ejemplar de la foto de arriba. Otro objetivo, puede ser tratar de obtener los cuarzos hialinos en matriz. En este sentido no he encontrado nada que me gustara. Sin embargo, los cuarzos lechosos, que también los hay, en general más grandes sí que se pueden encontrar incrustados en filoncillos de calcita.
Las «piñas» de Campos del Río
En terrenos ígneos, metamórficos o sedimentarios, parecía, en cualquier caso, que la formación de buenos cristales de cuarzo requiere condiciones de presión (diagénesis, por lo menos, para las rocas sedimentarias) y tiempo… Pues bien, eso tampoco es cierto. En terrenos del Neógeno con menos de 10 Ma y de los que el mar no ha hecho otras cosa más que retirarse lentamente, también pueden desarrollarse cristales de cuarzo por encima de 1 cm. Insisto, sin presión ni más temperatura que la de los tórridos veranos miocenos. La prueba: en terrenos del Messiniense de Campos del Río (Murcia) aparecen unos agregados radiales tipo «piña» de cristales de cuarzo blanquecino.
Se encuentran en la marga, junto con madera fosilizada (en sílice o, parcialmente, en carbón) y calcedonia, la cual constituye la base de estas piezas. Como mineral formado en ambiente con abundante materia orgánica manifiesta una cierta fluorescencia. La mayor pieza que tengo del yacimiento no tiene forma de piña sino de masa retorcida que podría pasar por un trozo de geoda.
«Hielo» de Carrascoy
Después de la etapa en Madrid, mi padre entró en una especie de prejubilación y la casa de veraneo de El Cañarico (Alhama de Murcia) sufrió ciertas reformas para convertirse en vivienda habitual durante 5 años, y esporádica unos cuantos más tras iniciar nuestra segunda etapa en Archena. La cima de la Sierra de Carrascoy, señalada por las antenas, se ubica aproximadamente frente al Cañarico. Desde mi casa, cada mañana contemplaba la umbría de Carrascoy, muchas veces con una neblina que desaparecía en cuanto calentaba algo el sol. En muy raras ocasiones he visto esa misma ladera completamente cubierta de nieve… pero el «hielo» del que voy a hablar ahora no tiene nada que ver con el frío.
Hace muchos años visitamos a una pariente lejana de mi madre en Los Almagros (Fuente Álamo). La señora me habló de unas minas de hierro en la solana Carrascoy y mostré tanto interés en el asunto que nos acercamos esa misma tarde. Mi primera impresión fue la de un lugar infestado de moscas, por lo que tardé en volver. Resulta que la masa de óxido de hierro (principalmente hematites) está cortada por filones de cuarzo que han dado lugar a algunas drusas cristalizadas. Una deposición posterior de calcita y brecha ferruginosa ha dejado estas drusas parcialmente ocultas, por lo que el cuarzo resulta menos obvio.
Además de drusas, aparecen algunos cristales bastante independientes. Estos cristales superan los varios centímetros entre puntas, cuando las hay (tengo uno que llega a 8 cm), pero tienen muchos defectos de formación. Cuando el cuarzo es blanco suele estar agrietado y muestra tendencia a tener caras curvas y aristas poco definidas. La versión más transparente ofrece una mejor cristalización en general, pero aún así las caras tienen un aspecto disuelto y empañado, que junto con las grietas internas, hacen que estos cuarzos parezcan «cubitos de hielo» irregulares.
A pesar de las mencionadas irregularidades, la presencia de casi todas las caras en mayor o menor desarrollo, la peculiar trasparencia y el tamaño, hacen de estos cristales un aporte muy interesante a la diversidad del cuarzo en la Región de Murcia. Pero para mí son algo más: un tesoro que la sierra de Carrascoy me ha estado ocultando hasta que yo estuviera preparado para apreciarlo.
Conclusión
Hablar de varios tipos de cuarzo ha sido la excusa. He querido hacer un relato a modo de El Alquimista de Paulo Coelho (aunque la misma moraleja, pero con menos desarrollo, la recoge Borges en su Historia universal de la infamia atribuyéndola a Las 1001 Noches). Un viaje iniciático que comienzo con la búsqueda de cuarzo en terrenos sedimentarios mientras sueño con filones y la riqueza del granito. Tras visitar los terrenos graníticos y metamórficos, resulta que el cuarzo más puro y adamantino no está allí, sino en el Cretácico de La Rioja. Y cuando más convencido estoy de que no hay buenos cuarzos cerca de mi casa, resulta que la montaña de Carrascoy, cuya vista imponente he disfrutado desde que tengo memoria, me desvela su peculiar «hielo»: el tesoro estaba escondido en casa.
Yo sólo soy un buscador de cuarzo que de vez en cuando recoge otras piedras. El cuarzo fue mi primer mineral, y en más de una ocasión he pensado que podría ser también el último. No es broma. Los peores accidentes, afortunadamente sin consecuencias, que he tenido en el desarrollo de esta afición me han ocurrido tratando de recolectar cuarzo. Por eso no deja de ser irónico que a veces encuentre buen cuarzo donde no lo espero y no lo busco. Eso me lleva a otro recuerdo de juventud, el último por hoy: la foto con la que cierro este post es cuarzo recogido en El Cañarico. Se trata de una cuarcita con una drusa de cuarzo que ha sobrevivido a la erosión que la depositó en los terrenos cuaternarios, no muy lejos de mi casa.
Puede que el cuarzo sea el mineral más abundante, pero también hay que saber verlo… y esto último me ha llevado, sin exagerar, 40 años.
¡Felices vacaciones de verano!