Turismo mineralógico

En junio de 2024 tuvo lugar en Mazarrón el curso El patrimonio geológico y minero desde la perspectiva turística en Mazarrón, curso de extensión universitaria de la UMU (hasta hace unos años con la etiqueta Universidad Internacional de Mar, que no debía sentar bien a las sedes de interior). Allí tuve el privilegio de presentar una ponencia titulada Turismo mineralógico: una perspectiva personal por invitación de los organizadores del curso, los profesores Miguel Borja Bernabé Crespo y Elena Macías Otón, y sobre todo, de mi amigo Juan Sánchez Calventus. En este post describiré los contenidos de mi exposición, especialmente la parte general, ya que muchos de los ejemplos que puse han sido descritos ya en el blog.

La foto es una declaración de intenciones: el Mar Mediterráneo, concretamente Punta Vela en Bolnuevo (Mazarrón) vista desde la entrada de la mina de cobre de la Sierra de las Moreras. Sin embargo, para desilusión de Juan S. Calventus, Mazarrón no tuvo un lugar destacado en la charla 🙁 En su lugar, traté el turismo mineralógico como una actividad global practicada por un número suficientemente numeroso de personas para que merezca consideración. La presentación que usé durante la charla puede verse aquí parte 1, parte 2. Advertimos que en mi ponencia de Mazarrón el material estaba organizado de manera ligeramente distinta a la que voy a usar en el post.

Centrando el tema

El título turismo mineralógico sugiere una combinación del placer de viajar y conocer lugares nuevos con la afición a los minerales, particularmente el coleccionismo de ejemplares. Como mineralogista soy un amateur, aunque he dedicado toda mi vida a esa disciplina. En cuanto a turista, me describiría como un «usuario avanzado». Si bien en cada uno de esos temas, turismo y mineralogía por separado, se me podría cuestionar como ponente, en la coordinación de ambos creo que acumulo una experiencia de más de 30 años. El término turismo mineralógico ha sido acuñado expresamente para esta charla pero describe una actividad practicada por mucha gente, por lo que merece la pena indagar un poco sobre ello.

Facsímil del libro de Bowles, turista mineralógico del siglo XVIII.

Me gustaría mencionar algunos precedentes interesantes relacionados con el turismo mineralógico. Desde Plinio el Viejo, son muchos los viajeros y geógrafos que ha reparado en las peculiaridades minerales de determinadas regiones. Hay un libro absolutamente delicioso de G. Bowles donde describe su viaje minero y geológico por España.

Un coleccionista de minerales cuenta sus peripecias durante la recolección de ejemplares.

En cuanto a relatos de viajes por distintos lugares del mundo para recolección de minerales, casualmente me encontré este de P. Sogno cuyo título vendría traducirse como «Esta locura por los minerales».

Fichas de yacimientos minerales de España, con mapa de situación e instrucciones para acceder.

Las editoriales han visto también posibilidad de negocio en el turismo mineralógico. No he conseguido averiguar quien publicó estas fichas para visitar yacimientos emblemáticos de España, ya que la fotocopia que tengo está incompleta.

Reflexiones sobre el turismo

Los términos turismo y turista están denostados. Para empezar, a nadie le gusta decir que es turista porque suena a ser gregario que sigue un paraguas rojo en medio de una ciudad. Es preferible decir, haciendo algo de postureo, que uno es viajero. El turismo es un bien (inmaterial) de consumo sujeto a las leyes del mercado y decir que un determinado pueblo o comarca se promociona turísticamente se ha convertido en sinónimo de pérdida de la autenticidad, de vender el alma al diablo, de vender la primogenitura por un plato de lentejas…

Postales decorando mi despacho, actividad turística previa a los móviles con cámara.

De acuerdo con Paul Bowles, el turista se distingue del viajero en que el primero sabe cuando va a volver a casa. Yo no he llegado a tiempo de ser un viajero que descubre un mundo inédito. Reconozco que ya no puedo ser otra cosa que turista, así que lo hago con orgullo, consciente de los beneficios del turismo. En efecto, cuando salimos a conocer un lugar nuevo, nos gusta que el hotel (o similar) donde vamos a dormir esté en buenas condiciones y que haya un buen surtido de actividades ofertadas (museos, excursiones…) para que cada día podamos hacer algo diferente durante nuestras vacaciones. Esto no sería posible si el turismo no hubiese llegado allí antes que nosotros.

Ejemplos de guías de viaje para un turista freak.

A nadie le gustan los efectos negativos del turismo y por eso abogo por una diversificación según gustos. En mi caso, la búsqueda de minerales suele llevarme a lugares poco masificados. Además, yo practico principalmente un turismo cultural y más particularmente, un turismo temático, tocando varios palos aparte de los minerales, como pueden ser la arqueología, la enología o el misterio.

Coleccionismo de minerales

Un no coleccionista difícilmente puede ponerse en la piel de un coleccionista. Los coleccionistas somos vistos por otras personas como individuos con un síndrome de Diógenes incipiente y nos tratan a veces con cierta condescendencia. No voy a tratar de explicar aquí lo que mueve a un coleccionista a ser como es, tema demasiado complejo. Por lo tanto, partiré de la premisa que el coleccionismo de minerales es reconocido como una actividad lícita y razonable al igual que la práctica de un determinado deporte.

Reflexiones de un coleccionista… mi lectura de verano ¡Muchas gracias Rafa!

Las colecciones no son una simple acumulación de objetos que entran en cierto tipo de categoría. El coleccionista va destilando sus gustos a medida que la colección toma entidad. Por eso aparecen varios tipos de coleccionismo de minerales, de los que destacamos los siguientes:

  • Sistemática
  • Micros
  • Local/regional
  • Minerales históricos
  • Inversión/gemas
Aspecto de una colección sistemática… la mía.

Casi todos los coleccionistas de minerales comienzan con la colección sistemática, es decir, tratar de reunir un ejemplar de cada mineral (los coleccionables de kiosco siguen este patrón) si bien un único ejemplar es algo escaso para aquellos minerales que presentan aspectos muy diferentes, como cuarzo, calcita o pirita. Pronto se da uno cuenta de que hay demasiados minerales, y la mayor parte de ellos son muy raros y difícilmente disponibles en ejemplares de tamaño «de mano». Esto motiva las colecciones de micros, con el tamaño de las muestras estandarizado y la necesidad de una lupa binocular para poder disfrutar de su contemplación. Otra opción es seguir manteniendo un tamaño regular de las piezas, pero escogidas con un cierto criterio, por ejemplo, procedencia de una misma región o distrito minero (local/regional).

Conjunto de ejemplares micro, en sus cajitas estandarizadas, regalo de mi amigo Fran, apasionado de los micros.

No hemos dicho que el valor de un ejemplar depende de varios factores: tamaño, calidad de la cristalización, estética del ejemplar (los cristales sobre peana de roca encajante, por ejemplo), pero también rareza. No únicamente rareza en el sentido de escasez del mineral, sino también que sean ejemplares característicos de un yacimiento ya desaparecido (minerales históricos), como las «cerusitas paja» de la Sierra Minera. Mencionemos en el mismo sentido las colecciones de gemas en bruto, a las que se está retirando del mercado joyero. Tanto los minerales históricos como las gemas suelen estar fuera del espectro del coleccionista que recolecta sus propios ejemplares, pero es posible encontrarlos en ferias y comercios especializados.

Viajando por los minerales

Nos ocuparemos ahora de las situaciones en las que las personas interesadas por los minerales se desplazan con motivo de su afición. Hemos agrupados estas tres categorías:

  • Museos, minas musealizadas, geoparques.
  • Ferias y mercadillos.
  • Recolección de ejemplares in situ.

La primera reúne las visitas «institucionalizadas». Por supuesto, museos y geoparques reciben público no tan amante de minerales, fósiles o geología, pero al aficionado le proporcionan una valiosa información, como el aspecto de los minerales de un determinado lugar o los terrenos a los que están ligados. A mí, por ejemplo, me gusta visitar el Museo Geominero (IGME) e ir tomado nota de las localidades de los ejemplares que más me llaman la atención.

Sala principal del museo Geominero (foto tomada de internet).

La mejor opción para conseguir ejemplares de gran belleza, disponibles para cualquier tipo de presupuesto, son las ferias de minerales. Por ejemplo, la Feria de Minerales de La Unión, que se celebra cada Semana Santa, tuvo este año 17.300 visitantes, lo que para un municipio de 19.907 habitantes representa un impacto significativo en su economía. Sin embargo, para quien no lo sepa, la verdadera feria de minerales de La Unión ocurre en el parking (al otro lado de la vía del FEVE), donde se puede observar un incesante trasiego de cajas de unos vehículos a otros. Mencionemos que las principales ferias de minerales a nivel mundial son las de Tucson (Arizona, USA), Munich (Alemania, obviamente) y Sainte Marie aux Mines, pequeña localidad alsaciana de poco más de 5.000 habitantes.

Feria de Minerales de La Unión (foto tomada de la prensa).

La recolección de ejemplares in situ, particularmente la del aficionado para su propia colección, será objeto del resto del post.

La recolección de minerales

Hablaremos de cómo el aficionado se organiza, comenzando con la búsqueda de información, y la descripción de los lugares típicos para la obtención de minerales. Trataremos un asunto relacionado pero importante: la sostenibilidad de la recogida de minerales.

Búsqueda de información

Como estoy chapado a la antigua, sigo confiando más en los libros que en otras fuentes. Durante muchos años he usado el libro Minerales de España de Galán y Mirete junto con un buen mapa de carreteras. Para disponer de información más precisa sobre una región que voy a visitar con cierta frecuencia me gusta consultar (y adquirir) libros específicos.

Algunos de los libros temáticos que he ido reuniendo.

A veces los libros no son suficientemente precisos sobre la localización de un yacimiento, o bien no ha sido incorporado todavía a la literatura. En casos así, se pueden estudiar cartografía detallada o fotos satélite, pero a veces las minas han sido devoradas por la vegetación y no es fácil encontrarlas. Se puede acceder a las coordenadas de un yacimiento si éste ha sido registrado en la web mindat.org, o bien se puede encontrar información valiosa para poder llegar a él en el Foro de Mineralogía Formativa (FMF), oficiosamente el foro de Fabre.

Portada del Foro de Mineralogia Formativa.

Lugares de obtención de minerales

Con la excepción de los minerales constituyentes de las rocas habituales (calcita, cuarzo, yeso, feldespatos…), el resto están ligados a anomalías geológicas como intrusiones magmáticas o filones. Dichas anomalías conllevan en ocasiones el enriquecimiento en ciertos elementos, lo que ha dado lugar a explotaciones, minas o canteras. Vemos, pues, dos ventajas: existencia de una concentración de minerales y los trabajos de explotación que los han dejado al descubierto. Pero cuando no hay intereses comerciales por medio hay que confiar en que los minerales sean liberados por la erosión. De acuerdo con lo dicho, para la recolección de minerales tenemos estos tres escenarios.

  • Minas/canteras abandonadas.
  • Minas/canteras en explotación.
  • Campo (minerales liberados por la erosión).
Escombrera en una mina de La Unión… en lugares come éste busco minerales.

Casi toda la actividad minera en España ha ido cesando en la segunda mitad del siglo XX. Hay una gran cantidad de minas con material relativamente intacto que se puede recuperar en antiguos acopios no procesados y escombreras. Desaconsejamos entrar en las galerías salvo que se tenga la suficiente experiencia para valorar los riesgos. En general, las antiguas explotaciones están cercadas para evitar accidentes y no es fácil acceder. En este sentido, me gusta más el norte de España, donde el monte es comunal y las vallas son más para las vacas que las personas.

El pan de cada día del aficionado a los minerales…

Las minas o canteras en explotación constituyen una rara ocasión de recoger mineral «fresco». Algunas explotaciones permiten el acceso a visitantes determinados días concertado una cita previa. En otros casos, hablar con algún trabajador y exponer las intenciones puede dar buen resultado.

Este magnífico ejemplar me lo regalaron en las oficinas de la mina de Reocín (Cantabria), a donde llegué en autobús y sin cita previa.

A favor de la recogida de minerales

Quiero matizar que me refiero a la recogida para colección propia. Esto significa que se extrae un número limitado de ejemplares, que hasta que no sean preparados convenientemente no se puede decidir cual será el representativo en la colección. El segundo mejor ejemplar puede conservarse (duplicado) y del resto usar algunos para análisis, regalo o intercambio. Siempre he dicho que el que recoja minerales con ánimo de lucro, ya sea en dinero o canjes masivos, debería darse de alta como minero.

Escombrera en una mina de La Unión… en lugares come éste busco minerales.

La recogida de minerales, en la medida que es una práctica minoritaria, que se obtienen de lugares muy degradados por la explotación minera abandonada o arrancados por la erosión, se puede considerar sostenible. Algunos opinan que es beneficiosa incluso. Ver por ejemplo el artículo de S. Moreton en mindat.org del que seleccionamos algunos de los encabezados de las razones que proporciona para la recolección de minerales:

  • Entretenimiento para todas las edades y habilidades
  • Es educativo
  • Los minerales son bellos
  • Los minerales son parte de nuestra herencia natural
  • Los coleccionistas hacen descubrimientos y contribuyen a la ciencia
  • Sin recolectores los museos estarían vacíos
  • Los minerales no recogidos están sentenciados

Recomendamos leer en el artículo original los argumentos de Moreton para combatir los tópicos habituales de los detractores de la recogida de minerales.

La esencia del Turismo Mineralógico

Con lo dicho hasta ahora, podría deducirse que el turismo mineralógico consiste simplemente en la combinación del ejercicio del turismo y la afición a los minerales, particularmente la recogida de ejemplares. Visto de esta manera, no sería otra cosa que la mezcla adecuada de highlights del turismo regular y visita a yacimientos minerales, es decir, una elección de sitios y planificación de la ruta. Mi opinión es que no se reduce únicamente a eso, pero antes de argumentarlo discutiré algunos aspectos organizativos.

Sin el vehículo adecuado sería difícil recorrer kilómetros de pistas de montaña, como ésta en Los Pirineos.

Sólo en contadas ocasiones emprendo un viaje para recogida exclusiva de minerales. Lo normal es que un viaje de varios días por una determinada comarca incluya visitas a lugares interesantes mineralógicamente, si es que los hay. En otros casos, un viaje de varios cientos de kilómetros puede desviarse fácilmente sin mucha molestia para pasar por algún yacimiento. A falta de planificación previa, tiro de experiencia y hago paradas un tanto aleatorias para probar suerte. Por ejemplo, el tipo de líquenes me pone sobre aviso para cuarzo o silicatos. Lo dicho hasta ahora se refiere casi exclusivamente a viajes en coche particular que uno puede gestionar a su manera. El transporte público resulta menos flexible, pero en ocasiones es lo único disponible. Cuando viajo en avión, siempre facturo equipaje ante la posibilidad de volver con algunos incómodos kilos de más.

Cuarzo con chorlo (turmalina negra) recogido en una mina de Perú.

Para mí, la verdadera esencia del Turismo Mineralógico es que el plus de la búsqueda de minerales permite descubrir rincones muy poco transitados. Por ejemplo, la búsqueda de cristales de andalucita y otros silicatos de las andesitas en el municipio de Mazarrón me permite pasear por lugares sin turistas de playa. La visita a las minas de hierro de Cehegín me lleva por rincones idílicos de bosque de ribera junto al río Quípar. En general, cuando viajo por España guiado por la búsqueda de un determinado mineral, termino alejándome de las autovías, los grandes núcleos urbanos y descubriendo parajes de desoladora belleza de eso que llaman la España Vaciada.

A este sitio que ni recuerdo he llegado siguiendo el rastro de los minerales.

Cuando ya no se puede ser otra cosa que turista, la experiencia más intensa y genuina de viajar la siento cuando llego a un lugar de mi propio país donde la gente se extraña al verme y pregunto a los ancianos si saben algo de las antiguas minas (sobre obtener información de los ancianos, por favor, lean este post). Porque donde te lleven las piedras, difícilmente te llevará alguien.

Unos cuantos ejemplos

Los ejemplos que desarrollé en la ponencia son los siguientes. Sólo explicaré de manera algo más extensa los que sean inéditos en el blog, para los otros basta seguir el enlace.

  • Camino de Santiago
  • La Rioja
  • Almadén
  • Oro de Cabo de Gata
  • Asturias desde el norte de Burgos
  • Fin de semana en Los Alpes
  • El cobalto de Los Pirineos
  • Montaña Leonesa
  • Geoparque Sierra Norte de Sevilla
  • Un congreso en Badajoz

Camino de Santiago

Cuarzo del Bierzo, recogido durante mi realización del Camino de Santiago.

Puse como ejemplo mi experiencia en el Camino de Santiago de como los minerales pueden ser un complemento esporádico a pesar de andar con el tiempo justo (y a veces la fuerza) para cubrir las etapas.

La Rioja

Cubo de pirita de Navajún (La Rioja).

La Rioja es una pequeña comunidad muy interesante para el turismo cultural, arquitectónico y enológico. En lo que respecta a paleontología, hay muchos lugares para observación de huellas de dinosaurio o árboles fosilizados. Pero también es notable por sus piritas y cuarzos.

Almadén

Cristal de cinabrio rodeado de gotitas de mercurio nativo, recogido en unos acopios de Almadén cuando la mina estaba en explotación.

La mina de mercurio de Almadén es un lugar que comencé a frecuentar cuando estaba todavía en explotación. Ahora está musealizada, por lo que no se pueden conseguir ejemplares como antes. No obstante, la visita merece la pena.

Oro de Cabo de Gata

Fotografía de aumento donde se pueden apreciar granitos de oro y goethita (negro) sobre cuarzo, de Rodalquilar (Almería).

El parque natural de Cabo de Gata tiene muchos atractivos. Uno de ellos es la planta industrial, actualmente en ruinas, para obtener oro de las brechas volcánicas de Rodalquilar, la mina más productiva de España en tiempos recientes. Y si hubo oro, ¿es posible verlo todavía?

Asturias desde el norte de Burgos

Pozo de extracción de petróleo, ya parado, en el campo petrolífero de Ayoluengo.

Durante el verano de 2022, Tere y yo hicimos un viaje de dos semanas por el norte de la provincia de Burgos y Asturias, con un paso fugaz por Cantabria. La primera parte combinó lugares de interés turístico «convencional» con otros de peculiaridades geológicas, pero no hubo apenas minerales.

Estanques provocados por la toba calcárea en Orbaneja del Castillo.
Formación espectacular en Puentedey.
El Románico es uno de los atractivos del norte de la provincia de Burgos.

Ya en Asturias, los minerales empezaron a cobrar protagonismo. Sin ir más lejos, entre los lagos de Covadonga hay una antigua explotación de hierro.

Ya en Asturias… puente de Cangas de Onís.
Ammonite en el embaldosado de Covadonga.

Pero lo más interesante comenzamos a verlo viajando hacia el oeste. Camino de Boal, hicimos una parada en Berbes, localidad famosa por la calidad de sus fluoritas.

Playa de Berbes, vista desde la mina de fluorita.
Diminuto sapo, uno de los habitantes de la mina.
Cubos de fluorita de Berbes.

En Boal había varios objetivos a cubrir: una mina de estaño y wolframio, unos cuarzos de gran tamaño que aparecieron en unas obras de la carretera y las famosas quiastolitas (prismas de andalucita más o menos alterada con un patrón cruciforme en sección). Al final, el viaje sólo fue productivo en quiastolitas, pero el mejor ejemplar fue un regalo de un lugareño con el que conversé sobre piedras.

Restos de las instalaciones en la mina de estaño y wolframio de Boal.
Buscando quiastolita en los alrededores de Boal.
Ejemplar de quiastolita cortada proporcionada por un amable lugareño.

Fin de semana en Los Alpes

Mia amigos franceses y yo buscado minerales en una escombrera de una antigua mina en Los Alpes.

Unos amigos te invitan a pasar un fin de semana en su casa de la montaña, un lugar donde no has estado nunca… ¿Podrás sacarle partido mineralógicamente hablando?

El cobalto de Los Pirineos

Vista de San Juan de Plan, en el Pirineo oscense.

Un largo regreso en coche desde el norte de Francia merece una parada en San Juan de Plan, en pleno Pirineo oscense, para buscar unas antiguas minas de cobalto.

Montaña Leonesa

Mina La Divina Providencia, en el término de Cármenes (León) donde aparece un mineral único en el mundo, la villamaninita.

Un viaje en familia a un lugar de agreste belleza, en plena Montaña Leonesa durante los últimos coletazos del invierno, y la visita a dos minas con una peculiar paragénesis.

Geoparque Sierra Norte de Sevilla

Con motivo de una breve estancia profesional en la Universidad de Sevilla, gracias a mi amigo Rafa Espínola pude realizar una interesante visita al Geoparque Sierra Norte de Sevilla, más concretamente por los alrededores de Alanís, donde se sitúa el centro de interpretación.

Fernando Romero, delante de una muestra de troncos fosilizados procedentes de la comarca.

El alma del Geoparque es Fernando Romero, un aficionado a la geología autodidacta. Él fue el guía durante la visita al centro de interpretación y después nos llevó al campo a ver algunas explotaciones antiguas de cobre y bario.

Fernando y Rafa en un expositor de fósiles paleozóicos.
Toro disfrutando de la sombra de una encina.
Fernando nos guía hacia una labores mineras ocultas por la vegetación.
Barita de una antigua explotación en Alanís.
Estamos en plena faja pirítica… este fragmento de pirita masiva es de una trinchera de la carretera en la proximidades de Cazalla de la Sierra.

Un congreso en Badajoz

Uno de los momentos del congreso.

Aprovechando el viaje en coche a un congreso de Espacios de Banach celebrado en Badajoz, además de disfrutar de la ciudad y su gastronomía, organicé el regreso para poder visitar la mina Monchi de Burguillos del Cerro, un lugar donde ligada a la magnetita que se explotó como mena de hierro, aparecen minerales muy raros.

Vista de Badajoz al atardecer.
Dejamos la ciudad y nos adentramos por parajes poco habitados.
Burguillos del Cerro, visto desde lo alto de una escombrera de la mina Monchi.
Lollingita, un arseniuro que aparece en mina Monchi.
Vonsenita, una especie de magnetita rica en boro,un mineral raro pero muy abundante en Burguillos del Cerro.

Tras recoger algunas muestras en Burguillos del Cerro, me dirigí al cercano pueblo de Feria, recomendado por Eslava Galán en su libro de los 1000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida. Lamentablemente, no pude comer allí por motivo de una festividad.

Feria, bonito pueblo pacense.
Mientras el viaje dure no se pierde la esperanza de recoger más minerales… en el acceso a la mina Cobre las Cruces, cerca de Sevilla.

¡Muchas gracias por llegar leyendo hasta aquí!

Kamerun

Tras Angola y Burkina Faso, toca Camerún. No me importaría seguir estrictamente el orden alfabético porque así el siguiente país sería Djibuti, que tengo muchas ganas de visitar desde que vi Beau Travail, francesísima película protagonizada por un encabronado Denis Lavant y con un final inolvidable (no haré spoiler) ambientada allí. Volviendo al país del que sí acabo de regresar, se me hacía muy cuesta arriba escribir Camerún como título tras haber estado todo el tiempo leyendo Cameroun o Cameroon, los dos nombres oficiales de este país bilingüe y, sin embargo, dividido por la lengua. Por eso he optado por la antigua denominación como colonia alemana, Kamerun. Si bien, el nombre del país viene del portugués, por la abundancia en gambas de su costa (camarões) que no llegué a probar 😕

Costa de Camerún, bañada por el Golfo de Guinea, en Limbe.

Datos generales

El Kamerun alemán ocupaba una extensión mayor que el país actual, desde la instauración de la colonia en 1884 hasta 1916 que es repartido entre Francia y Reino Unido tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. La parte francesa con Capital en Yaoundé, consigue la independencia en 1960. Poco después se le une la franja británica, de menor extensión tras rechazarse en referendum la anexión a Nigeria. Desde entonces, Camerún tiene el francés y el inglés como lenguas oficiales y la población es bilingüe en la práctica, si bien se habla de un cierto favoritismo hacia la francofonía que sirve de pretexto a grupos separatistas camerooneses. En lo que respecta al uso de estas lenguas, el acento es muy fuerte y lo que más se oye en las calles de Buea es pidgin english.

Antigua oficina de correos alemana, posteriormente inglesa, en Buea.

A Camerún llegué a través del aeropuerto de Douala, la ciudad más poblada del país, que cuenta con puerto marítimo en el estuario del río Wouri. La dos partes de la ciudad separadas por el río se encuentran conectadas por un único puente que, en consecuencia, soporta un tráfico intenso. La mayor parte del tiempo la pasé en Buea (pronúnciese algo así como buya), antigua capital del Cameroon británico, ubicada al pie del Monte Camerún, del que hablaremos después. Tanto Douala como Buea son ciudades de fundación colonial y no tienen una estructura diferenciada, sino que consisten en barrios que emanan como «parrillas» anexas a las carreteras principales (lo mismo que una urbanización, pero sin chalets). Así que lo que describiré en este post se puede localizar en un área relativamente pequeña de Camerún.

Monumento a la Reunificación, en Buea.
El presidente Paul Biya lleva más de 40 años renovando su mandato.

La montaña

El Monte Camerún (o Fako) es un volcán activo (última en mayo de 2000) de 4.100 m (en esto no hay mucho acuerdo) sobre el nivel del mar, cuya proximidad provoca una franja de jungla (rainforest) y en general humedad más abajo. Por encima de la altura habitual de las nubes, el clima es más seco y la vegetación acorde (sabana). En la estación lluviosa, las nubes envuelven la parte inferior de la montaña, lo que era particularmente observable desde mi hotel, ubicado en los barrios más altos de Buea. No sólo eso, se podía señalar incluso en qué punto del recorrido entre la universidad y el hotel se producía el cambio de clima.

Monte Camerún-Fako desde mi hotel en una mañana más despejada de lo habitual.
La llegada a mi hotel era así casi todos los días.

El acceso al Monte Camerún está regulado como Parque Nacional. Nuestra ruta comienza junto a los antiguos edificios de gobernación alemanes, actualmente en uso por las autoridades camerunesas (no está permitido fotografiarlos). El primer tramo se hace entre cultivos de maíz y banana. A continuación, comienza en bosque primario, con árboles de porte pequeño y donde comienzan a verse los primeros helechos arborescentes. A medida que se asciende, los árboles van siendo mayores y las lianas se descuelgan varios metros. Finalmente, en la parte correspondiente a la jungla impera la oscuridad provocada por las frondosas copas de árboles gigantescos y la niebla. Haber podido llegar a este punto se lo debo al guía, porque el sendero en algunos tramos apenas se insinuaba y el cansancio me hubiera desanimado de haber ido solo.

Frondosidad vegetal con bananos en la parte inicial del recorrido.
Zona relativamente baja del Monte Camerún, con pasto y maizal.
Comienzo del bosque, con árboles de porte pequeño.
Helechos arborescentes, con sus troncos trenzados… era como caminar por un bosque Carbonífero.
Tronco de helecho, en la parte donde deja de estar trenzado y comienzan a separarse las frondas ¡Cuidado, que pincha!
A medida que se asciende, los árboles empiezan a ser inabarcables.
Vista de la jungla, con el guía John en primer plano.
La densidad vegetal es considerable.
Al no poder entrar la luz, las ramas bajas acaban muriendo.
Tras esta entrada «oficial» comienza la subida seria, para la que no estaba preparado…
Extremo inferior de una liana.
Zona de selva cerca de Limbe. Las enredaderas cubren troncos y lianas formando un manto impenetrable… Tarzán lo hubiera tenido difícil 🙂

El mar

Al estar Douala en un estuario, no cuenta estrictamente como mar. Limbe, a poca distancia de Buea, se ubica en la costa del Golfo de Guinea, frente a la isla de Bioko (la antigua Fernando Poo española) cuya ciudad principal Malabo es también la capital de Guinea Ecuatorial. Limbe es una ciudad animada con playas, puerto pesquero y algunos vestigios industriales.

Vista del Golfo de Guinea
Vista de la costa con lluvia.
Playa de Limbe, con restos de un embarcadero.
Barcos de pesca en Limbe.
Establecimiento de pescado ahumado.
El acceso al puerto es bastante mejorable…
Barracones de pescadores en el puerto de Limbe.
Lugar de esparcimiento cerca de la costa en Limbe.
Pescador con sus redes en la mano buscando comprador para su captura, en la bolsa negra.
Detalle de la captura.
Centro de Limbe, si es que tal noción se puede aplicar.

Matemáticas en Camerún

Cuando llegué en 1996 a la Université de Bordeaux (en aquel tiempo Bordeaux 1) formaba parte del staff un profesor africano, el camerunés Henri Hogbé-Nlend. Su especialidad era el Análisis Funcional y había realizado la tesis con Laurent Schwartz (que ya mencionamos en nuestro post EDPSF) convirtiéndose en el primer doctor en Matemáticas del África Negra. Después supe que regresó a Camerún para participar en la política, llegando a ser Ministro de Investigación Científica y Técnica entre 1997 y 2002. Como es habitual en la gobernanza africana, tras pasar por el poder nunca se vuelve a vivir tranquilo… Hogbé-Nlend poco después se vio obligado a dejar su país en secreto.

Henri Hogbé-Nlend, foto tomada de La Calebasse Réparée donde se puede encontrar más información sobre el matemático y político camerunés.

Es un buen momento para explicar qué hago yo aquí… La primera universidad anglófona de Camerún es la de Buea (University of Buea), con la que la Universidad de Murcia tiene un convenio Erasmus+ que ha financiado mi viaje. El responsable de la calurosa acogida que recibí es el profesor Cyrille Nana, que también trabaja en ciertos aspectos del Análisis Funcional. Mi tarea allí consistió en dar un minicurso de aplicaciones del Análisis Funcional que incluía, entre otros temas, el Problema de Dirichlet, los teoremas de Punto Fijo de Kakutani y el teorema de Hille-Yosida.

Entrada principal al campus de la Universidad de Buea.
Campus de la Universidad de Buea.
Con Cyrille Nana tras una de las sesiones de mi minicurso.
Durante una de las clases, correspondiente a los teoremas de Punto Fijo.
Aula en la que tuvo lugar el minicurso.
Uno de los edificios de la universidad, precisamente en el que se ubica la oficina que me asignaron.
Aula durante el receso para discusión del tribunal en una defensa de Trabajo Fin de Máster.

Al margen de la Universidad de Buea, tuve también la oportunidad de visitar el centro del African Institute for Mathematical Sciences (AIMS) en Limbe, uno de los cinco centros que tiene esta organización repartidos por todo el continente. El AIMS tiene una oferta de cursos de máster muy interesante para graduados en Matemáticas. En particular, el centro AIMS Cameroon de Limbe admite cada curso a un máximo de 60 estudiantes de países africanos, que son alojados en una residencia del mismo complejo.

Uno de los edificios del AIMS de Limbe. En la planta baja hay aulas.
Con Daniel Duviol Tcheuta, director de AIMS Cameroon.
Pizarra en el exterior de las instalaciones con resultados de Teoría Espectral escritos posiblemente por un estudiante.

Vida y gentes

Esta sección está dedicada a los aspectos de la vida cotidiana del antiguo Kamerun que más me han llamado la atención.

La mayor parte de las construcciones son modernas en sentido estructural: tienen forjados de hormigón, usan bloque de cemento para tabiques (éstos se pueden fabricar sin horno) y el tejado es de chapa cincada fijada a un armazón de madera. Las peculiaridades decorativas son demasiadas para tratar de describirlas.
Calle comercial en Buea… difícilmente se puede encontrar un local de artesanía.
Mercado en Buea, con frutas y otros productos de uso habitual.
Calle sin pavimentar en Buea, los carteles como el que cuelga, suelen anunciar el funeral de un líder religioso evangélico.
Por las calles de Buea… me encantan los envoltorios de las recámaras para neumático (colgando al fondo).
La actividad en el mercado callejero no cesa tras la puesta de sol.
Fila de motos taxi circulando en Douala con la lluvia… salvando las distancias, me recuerda a la escena de las bicicletas en Blade Runner.
Lavado de vehículos, aprovechando un cauce en la parte más baja de Buea.
La marca más popular es Toyota, tanto en turismo como en todoterreno, siendo válidas aquí las observaciones sobre el parque móvil que hicimos en Angola. En la foto un Toyota Land Cruiser HZJ 76, modelo que estuve a punto de comprar hace unos años. En camiones triunfa Mercedes, aunque proliferan marcas chinas entre los nuevos.
Cantina en el campus de la Universidad de Buea. Lo más ligero que ofrecen para el desayuno es una especie de tortilla de spaghetti.
Kingsley sostiene una botella de la cerveza más popular de Camerún, la Export, que viene en botellines de 2/3… Ojo, hay que especificar que la quieres fría.
Momento de la comida con una variada selección de platos cameruneses. En carnes triunfa el pollo, como en otros países africanos. Lo que tengo a mi derecha es tô, una masa blanca que ya había probado en su versión burkinabesa.
Ndole con pescado ahumado, unos trozos de ternera y unos gurruños que no recuerdo de qué estaban hechos… muy bueno a pesar de su aspecto.
¿Se puede beber agua no embotellada en África sin riesgos? Esta «surgencia» viene de un depósito que toma directamente el agua del Monte Camerún por encima de las áreas antropizadas.

Algo más de naturaleza y campo

Es indescriptible la energía que tiene la naturaleza aquí. El fértil suelo volcánico y la abundancia de agua hacen difícil creer que la hambruna de Biafra pasó a sólo unos pocos kilómetros de aquí. En cuanto a animales, no he podido ver ninguno en estado salvaje mayor que la palma de la mano… la estación de lluvias parece ser desfavorable.

Incluso visitar unos aseos públicos puede tener un cierto componente bucólico.
Nidos con forma de bolsa, ocupados por unos pájaros amarillos bastante escandalosos que no he conseguido fotografiar de cerca.
Lagarto agama en el campus de la universidad.
El cocodrilo del Nilo es una especie presente en los ríos de Camerún, pero éste está fotografiado en Limbe Wildlife Centre.
Caracola terrestre de grandes dimensiones en Limbe.
La mimosa es una planta habitual en Buea.
Gran variedad de plantas epífitas creciendo sobre la corteza de un árbol en el campus de la Universidad de Buea.
Cerro compuesto de materiales piroclásticos en Limbe… apenas vi rocas no volcánicas durante todo el viaje.
Roca del Monte Camerún, saturada de cristales de olivino (verde) y piroxeno (negro).
Plantación de palma (al fondo), la del denostado aceite, en la provincia de Limbe.
Detalle de una plantación de palma.
Papayas, en el campus de la Universidad de Buea.
Cocos, en un cocotero obviamente, en Limbe.
Cacao en las inmediaciones de Buea, foto por cortesía del guía John.
Enormes árboles de mango cerca de la costa en Limbe.
Reses pastando cerca de un maizal, con el pastor atento de que no entren en él.
Lamentablemente no pude tomar mejores fotos de esta raza de vacas con grandes cuernos.

Un poco sobre el viaje

El vuelo fue con Royal Air Maroc desde Madrid, con escala en Casablanca. Esto puede parecer trivial, pero en una ocasión anterior un cambio de horario de un vuelo me hizo pasar una noche en Casablanca, como a los Hermanos Marx. Tras una larga espera, una considerable incertidumbre (es posible que el fallo de Windows que afectó a los aeropuertos a escala mundial tuviera algo que ver) y algo de retraso, se produjo el embarque para Douala. El transporte desde Douala hasta Buea corrió a cargo de Kingsley, estudiante de Cyrille Nana y posiblemente el mejor conductor de África. A pesar de eso, nadie está libre de contratiempos…

Volando sobre el desierto.
Comité de bienvenida en el aeropuerto de Douala: Jake, Kingsley y Franck, a quienes estoy muy agradecido por su compañía y explicaciones sobre Camerún.
Antes de salir de Douala, el coche de Kingsley sufrió un reventón… el exceso de peso y estado de la carretera contribuyeron.
… por lo que al día siguiente, pasamos a reponer el neumático dañado.
Repostando en una improvisada gasolinera de Limbe.
Me encanta el «motto» de la Universidad Católica de Buea… en algún sitio tenía que poner esta foto 🙂
Comienzo de la larga espera en el aeropuerto de Douala, antes de mi regreso.

Epílogo

Con esto llego al final del relato de un viaje breve pero intenso. Para no recargar demasiado el post y aburrir a los lectores que aún me siguen, he dejado fuera muchas de las fotos que hice. Espero seguir volviendo por África y contándolo aquí, pero no será muy pronto. Antes tenemos por delante un mes de agosto en el que cargar las pilas y hacer otras muchas cosas…

¡Felices vacaciones de verano!

Escapada a León

Con el recuerdo todavía muy reciente, os contaré nuestra escapada a León. Para ser exactos, no la ciudad sino cierta parte al norte de la provincia, en plena Cordillera Cantábrica, muy interesante por sus valores naturales y, como es de esperar en este blog, por sus minerales. Se trata de la comarca de Los Argüellos, concretamente de la zona alrededor de Cármenes. Además, este es el viaje más largo que hemos realizado con el pequeñín desde que estuvimos en Ricla, toda una proeza 🙂

Los Argüellos

Los Argüellos es una comarca histórica del Reino de León, que se superpone, aunque no coincide, con la Reserva de la Biosfera del mismo nombre. A efectos históricos y oficiales, la capital de Los Argüellos es Cármenes, si bien Villamanín tiene mayor población. Esta comarca puede parecer un lugar remoto, pero se encuentra en una ruta natural de la Meseta a Asturias. Particularmente, si se regresa de Oviedo por tierra, basta desviarse un poco por la antigua carretera nacional y después de cruzar el Puerto de Pajares se llega enseguida a Villamanín.

Paisaje de Los Argüellos: vista desde la mina La Profunda.
Iglesia de Cármenes, construida en caliza de montaña.

El marco es espectacular: imponentes montañas de cimas rocosas, valles con verdes pastos y manchas de bosque caducifolio. En lo que respecta a fauna, quizás lo más interesante es que es una zona de paso eventual de osos pardos. Por suerte, la mayor parte de las bestias que uno se tropieza son caballos y vacas. También hay ovejas y cabras, con las que se elabora una de las especialidades de la comarca, la cecina de chivo.

Panel informativo sobre la Reserva de de Biosfera de Los Argüellos.
Grupo de caballos en las inmediaciones de la mina La Profunda.
Camino de la mina La Profunda y reses curioseando.

En los Argüellos hay algunos lugares de interés geológico. Destaca la cueva de Valporquero (que no visitamos en esta ocasión por las limitaciones para el bebé) y las hoces de Vegacervera. Precisamente la carretera de Vegacervera a Cármenes pasa por las hoces que ha abierto el río Torío. Siguiendo esta misma carretera, no muy lejos al sur de Vegacervera, en Matallana de Torío, pero ya fuera de Los Argüellos, se pueden ver restos de la minería del carbón.

Panel informativo en las hoces de Vegacervera.
El río Torío pasando por las hoces de Vegacervera.
La calera de Felmín, en muy buen estado de conservación.

La roca omnipresente es la caliza de montaña carbonífera (que ya he mencionado anteriormente en este artículo), principalmente gris aunque también la hay roja. Se puede observar con facilidad algunos fósiles, típicamente crinoideos, pero también moluscos y corales.

Caliza de montaña carbonífera mostrado restos fósiles.

Mina La Profunda

Las escombreras de la mina La Profunda son visibles desde la carretera Cármenes-Villamanín. Sin embargo, no es recomendable acceder por la vía más corta, ya que hay alambradas y riachuelos, además de ortigas arborescentes si se va en verano, por si no hubiera suficiente con los tábanos. Desde la Collada de Cármenes sube una pista que permite acceder a las escombreras desde arriba. La Profunda es una mina de cobre que se ha explotado desde la Prehistoria, como atestiguan los abundantes restos arqueológicos que se han recuperado.

La Collada de Cármenes, el lugar más adecuado para acceder a la mina La Profunda. Allí está la divisoria de aguas entre los ríos Torío y Bernesga.

La Profunda es rica en sulfuros de cobre y productos de su alteración, pero además están presentes otros elementos como el cobalto, el arsénico, el níquel e incluso el uranio (ver este artículo). La entrada principal a la mina parece una inmensa cueva y merece la pena visitarla, si bien el escombro contiguo a esta parte más alta del yacimiento es pobre en minerales.

Entrada principal de la mina La Profunda.

En la varias visitas que he hecho a esta mina (tres, contando ésta) siempre he tenido la sensación de que se desperdiciaban grandes trozos de mineral en las escombreras, así que me dediqué a recorrerlas de arriba abajo y viceversa. Los sulfuros más frecuentes son la bornita, la digenita (prácticamente un polimorfo de la calcosina) y algo de calcopirita, además de los productos de alteración, entre los que el cobalto se hace más patente.

Vista de las escombreras de La Profunda desde el riachuelo. La mina principal es la mancha oscura entre los peñascos, hacia la izquierda.
Mezcla de sulfuros parcialmente alterados. Es reconocible la calcopirita, aunque contiene mineral primario de cobalto sin identificar, posible skutterudita, delatado por las alteraciones en eritrina.
Bornita, sulfuro de cobre y hierro de color bronce, que se oscurece con una pátina iridiscente, si bien después de muchos años a la intemperie la pátina se vuelve mate.
Digenita, sulfuro de cobre de composición similar a la calcosina. Este mineral recibió durante algún tiempo el nombre de carmenita por aparecer en Cármenes.

Aparte de sulfuros, incluyo algunos minerales de alteración.

Eritrina, arseniato de cobalto, detalle de la primera pieza mostrada en esta sección.
Cobaltocalcita, una calcita teñida por sales de cobalto.
Formación «muñequito» de azurita y malaquita.

Mina La Divina Providencia

Durante algunos años, una pedanía de Villamanín fue más famosa que la propia villa leonesa. Se trata de Rodiezmo, a tres kilómetros de la primera, donde desde 1979 hasta 2012 se celebraba, a comienzos de cada septiembre, una gran fiesta de la UGT y del PSOE, con motivo del alto predicamento que estas organizaciones tenían en el sector minero del carbón asturleonés. Ahora que no hay mineros, con la clase proletaria «externalizada» y una coalición en el gobierno de la nación que abjura de la explotación de los recursos del subsuelo, especialmente combustibles fósiles, la fiesta de Rodiezmo no tendría ningún sentido hoy día.

Sorprendente indicación para llegar a la mina… casi lloro de la emoción.

Pero Villamanín es también un lugar conocido entre los mineralogistas porque da nombre a un mineral bastante exclusivo: la villamaninita, un sulfuro complejo de hierro, cobre, cobalto y níquel. No deja de ser curioso que se tomase Villamanín como indicación geográfica, estando la mina en el municipio de Cármenes. Quizás fuese porque Cármenes le dio transitoriamente el nombre a otro mineral que, al final, resultó ser digenita. La villamaninita aparece casi exclusivamente en la mina Divina Providencia, un lugar relativamente escondido en las montañas.

Ruinas de las instalaciones de la mina Divina Providencia.

Así que el principal objetivo del día era dar con la villamaninita. La pista forestal parte de Villanueva de Pontedo. Tras dejar el coche donde la pista se cruza con el arroyo de la Mina, comienzo la subida por un sendero que discurre paralelo a éste, aunque con el deshielo, en algunos tramos el sendero era más bien arroyo. La mina y sus escombreras limitaban con las nieves. Imagino que de haber llegado una semana antes me lo hubiera encontrado todo cubierto con un blanco manto. Podía sentirme afortunado, aunque el tiempo en la montaña no fuese particularmente agradable.

Una de los accesos a la mina Divina Providencia, con un nevera en la entrada.

Las abundantes escorias delatan que, durante algún periodo de la explotación, se realizó la fundición del mineral allí mismo. Reviso varias de las bocaminas y cerca de una de ellas puede verse un acopio de mineral con abundante villamaninita en forma de pequeños granos incrustados en dolomía. La alteración del sulfuro ha cementado el acopio y las muestras del mineral no parecen ser particularmente buenas.

Acopio de mineral con villamaninita.

Al final, tras revisar escombreras y el arroyo, reúno una pequeña selección de lo que me parece más significativo. El cobalto se hace evidente en forma de pequeñas inclusiones de eritrina, aunque ninguna que merezca la pena. Entre las muestras de villamaninita que recojo las hay con diferentes grados de alteración. La mayor parte de la villamaninita aparece en formaciones botroidales de estructura radiada y capas, pero en algunos granos se perciben caras de cristalización.

Pieza típica de villamaninita poco alterada: inclusiones granulares arriba a la derecha, filoncillo de dolomita, y villamaninita masiva mezclada con la dolomía oscura abajo a la derecha.
Otra muestra típica de villamaninita, algo más alterada. Los alveolos vacíos contenían mineral, pero lo han perdido. La pieza todavía lleva una buena cantidad de villamaninita en su interior, pero no tengo intención de partirla.
Villamaninita en formación arriñonada en una foto ampliada.

Al margen de la villamaninita, la pieza más interesante que encontré allí es una mezcla de sulfuros con textura de «mortadela». Pirita, calcopirita y calcosina son reconocibles, pero imagino que la pieza llevará también una cierta cantidad de cobalto y níquel.

«Mortadela» de sulfuros de Divina Providencia.

El viaje: anécdotas y pormenores

No hay que olvidar que viajamos con un bebé de siete meses, por eso Kaváfis ha estado más presente que nunca durante estos días: dos noches en Toledo a la ida y una noche en Ávila a la vuelta. Pero de estas dos ciudades extraordinarias hablaremos en otra ocasión… La mayor parte del tiempo estuvimos hospedados en Vegacervera, en un pequeño apartamento de un complejo rural que no tenía demasiados visitantes en esta época del año. Las temperaturas en la calle provocaron que la estufa de pellets estuviese funcionando casi de modo continuo.

Vegacervera.
Complejo rural «Fuentes Blancas» en Vegacervera.

Los caminos para acceder a los yacimientos están en general en buenas condiciones, pero con el deshielo hay mucho barro y en algunos puntos hay peligro de deslizar y/o quedar atascado. Circular con un buen todoterreno es más que recomendable. Habitualmente hay cancelas en los caminos con la finalidad de que no se escapen las reses, no para impedir el paso de personas o vehículos. Es una secuela de la Edad Media que, lamentablemente, no disfrutamos en el sur de España: en el norte los montes son comunales, que no hay que confundir con públicos (la titularidad es de los vecinos, no institucional). Compárese esta situación con, por ejemplo, la umbría de Carrascoy que es prácticamente inaccesible porque está cercada con las vallas de los latifundios que la rodean.

Pista forestal embarrada.
Toyota Land Cruiser HDJ 80, inseparable compañero de fatigas.
Rudimentaria cancela, que hay que dejar exactamente igual cada vez que se pase.

Para acabar hablaremos un poco de los aspectos culturales. La ciudad de León no queda lejos de Vegacervera por lo que pudimos hacer una visita tan rápida como incompleta. En cuanto a gastronomía, en Los Argüellos lo normal es que la comida de los restaurantes consista en recetas caseras y cantidades abundantes, si bien, siendo temporada baja, no hay muchas opciones para elegir.

Catedral de León… Gótico de libro.

Pero lo más curioso, gastronómicamente hablando, nos ocurrió dejando la provincia de León. Llegando a Benavente, pensamos que para comer sería mejor dejar la autovía y buscar un lugar en la población que fuera, al menos, un poco mejor que lo que suele ofrecer un área de servicio. Tere me dice que ha encontrado un restaurante con buenas referencias en Google y decidimos comer allí sin pensarlo dos veces. Tras varios kilómetros por caminos inverosímiles, desembocamos en una finca. Tras la valla, un caserón antiguo con una capilla o ermita, y el parking, lleno de vehículos de alta gama: parece que hemos llegado al restaurante 😕 Una estrella Michelín en la puerta no nos intimida lo suficiente como para dar la vuelta y los empleados se desviven por encontrarnos una mesa junto a la que poder colocar el carrito del bebé.

Restaurante «El Ermitaño», en Benavente.
Uno de los platos que nos sirvieron.

En algún momento del regreso, uno empieza a ser consciente de que el viaje se acaba. Al sur de Madrid fue necesario usar el aire acondicionado del coche y, a medida que nos acercábamos hacia Murcia, se hacía patente en el cielo una calima cargada de polvo sahariano.

¡Vamos a echar mucho de menos la montaña leonesa!

Área de servicio en Tobarra, con la calima al fondo.
Foto de familia durante el viaje.

Out of Africa

Hablar de África, en su generalidad, con motivo de un viaje breve y limitado a Angola sería tan injusto como no reconocer que lo que más me ha gustado de este país es transversal a todo el continente, o por lo menos, a su parte subsahariana. Entre las capitales de Angola (Luanda) y Burkina Faso (Ougadougou) hay más kilómetros de distancia que entre Murcia y Moscú, sin embargo, entre ambos países africanos pueden encontrar muchas más similitudes que diferencias. Out of Africa es una referencia cinematográfica (Memorias de África, en español) pero también un término científico que nos recuerda que la humanidad surgió en África y comenzó su expansión hace alrededor de 2 Ma. Por eso más que viajar a África, lo que hago es regresar a ella.

África es también el continente del color: sus paisajes sobrecogedores, sus mercados de productos frescos o artesanía, y sus gentes, sobre todo mujeres, envueltas en telas estampadas de llamativos colores… Hace algún tiempo traté de mostrar todas esas impresiones en un post fotográfico sobre Burkina Faso. Ahora, que acabo de regresar de Angola, que tengo los recuerdos recientes y el móvil repleto de fotos no puedo hacer otra cosa que dedicarle este espacio.

Angola

El séptimo país en extensión de África es, sin duda, uno de los más desconocidos del continente. La guía Lonely Planet de África dedica apenas cuatro de sus más de mil páginas a un país cuya extensión viene a ser como dos veces España más el Reino Unido. Angola nunca ha sido un destino tradicional para los turistas, ni conseguirlo tampoco parece que sea una prioridad del gobierno angoleño (una excepción es la agilización del trámite del visado turístico puesta en marcha este año). La relativamente reciente guerra (hasta 2002) que ha dejado un buen número de minas antipersonas aún sin localizar y que la bandera nacional ostente un gran machete acanalado, seguramente no incitan a visitar el país por gusto.

Bandera de la República de Angola.

No obstante, Angola recibe muchos visitantes de Portugal y Brasil, con los que comparte el idioma. Hay también hay bastantes cubanos por asuntos de cooperación que se remontan varias décadas atrás, y gente de negocios de todo el mundo atraída por los diamantes y el petróleo. Al contrario que en Bobo-Dioulasso, donde todos los blancos nos habíamos visto las caras a los tres días de estar en la ciudad, las ciudades angoleñas acogen bastantes extranjeros. Eso facilita, por ejemplo, que sea fácil cambiar divisas en las calles de Luanda.

Mapa de Angola en la guía de África de Lonely Planet (2017).
Billetes de kwanzas, con António Agostinho Neto, fundador de la República de Angola, y dos paisajes que serán explicados más adelante.

Luanda

Luanda es una ciudad de dos millones y medio de habitantes. Como la mayor parte de las casas son de planta baja ocupa una gran extensión en la que apenas hay avenidas que alivien el denso tráfico rodado. Los rascacielos y edificios más modernos se agolpan junto a la bahía. Entre ellos quedan construcciones de época colonial, así como edificios de un periodo de desarrollismo de las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en estado muy variable de conservación.

Bahía de Luanda vista desde el puerto.
El centro de Luanda presenta el aspecto típico de cualquier cuidad moderna.
Vista del paseo de la bahía, desde la explanada del Museo de la Moneda, con el Banco Nacional al fondo, edificio de época colonial.

Junto a la bahía discurre la Avenida 4 de Fevereiro, fecha que conmemora el comienzo en 1961 de la guerra de independencia de Portugal, y que se consumó finalmente en 1975. De los tiempos coloniales quedan edificios notables, como la Fortaleza de São Miguel y el Banco Nacional de Angola. Sin embargo, las casitas de una o dos plantas de techos altos y fachadas coloreadas parecen condenadas a desaparecer.

Las construcciones modernas van devorando las casas de época colonial como si no hubiera un plan para conservar un núcleo histórico.
Fortaleza de São Miguel, ciudadela portuguesa que se eleva sobre un promontorio frente al mar.

Ilha de Luanda

Paralela a la costa continental hay una franja de arena mayormente construida, al estilo de La Manga murciana, unida al continente por un istmo donde se ubica la Fortaleza de São Miguel. Esta barra litoral, conocida como la Ilha de Luanda, configura al norte la bahía de Luanda y le da protección al puerto comercial. Hacia el sur deja una angosta ría de la que hablaremos después.

Vista de la Ihla de Luanda desde la ventana del apartamento donde me alojé en mi visita. En plena bahía, bote de pescadores echando las redes.
Cartel dando la bienvenida a la Ilha de Luanda.

En la parte continental de la bahía de Luanda no hay playas: la costa tiene un talud protegido con hormigón. Las mejores playas son las que dan al Atlántico desde la Ilha.

Olas llegando a la playa de la Ilha de Luanda.
Momia de pez globo en la arena de la playa.
Otra vista de la playa.

Otro de los alicientes de la Ilha de Luanda son los muchos restaurantes y locales de ocio… como digo, el paralelismo con La Manga es total.

Restaurante en Ilha de Luanda, donde mis amigos angoleños me llevaron a comer pescado fresco.

¿Otra Luanda?

Al contrario de las ciudades europeas, donde los suburbios se ubican en zonas marginales, en Luanda los suburbios están distribuidos de manera bastante uniforme también en el centro de la ciudad. Es frecuente ver como edificios modernos y lujosos conviven con zonas de chabolas. Quizás esta configuración, más que falta de planificación urbanística, revele el poco clasismo que pude apreciar el la sociedad angoleña: por ejemplo, me pareció que las diferencias de etnia podían ser para ellos más evidentes que las diferencias económicas.

Vista trasera de los edificios que dan a la bahía, mostrando un barrio bastante descuidado.
Grafiti en un edificio condenado a desaparecer en poco tiempo… obsérvese como en el solar a la derecha se construye un rascacielos.
Calle en un barrio que limita con la ría, al sur de la Fortaleza de São Miguel.
Fin, o comienzo, de la ría de la parte sur de la Ilha. Al frente, un atajo hacia las playas que dan a mar abierto.
Arte urbano con reminiscencias tribales en el barrio al sur de la Fortaleza.

Lubango y sus alrededores

Lubango es la segunda ciudad de Angola en cuanto a población. Se ubica al sur del país, en un valle de la meseta angoleña. Gracias a su altitud y latitud, el invierno es más marcado allí que en Luanda. La ciudad está presidida por una montaña en la que destaca la imagen de Cristo Rei.

Una de las iglesias de Lubango en domingo.
Colina sobre la que se alza la estatua del Cristo Rei y un cartel con el nombre de la ciudad.
Vista de la ciudad desde el mirador del Cristo Rei.
Cristo Rei, propiamente dicho.
Niños jugando con un «esquema» de camión hecho de alambres y deshechos.

Cañón de Tundavala

Uno de los atractivos más famosos de Lubango es el cañón de Tundavala, que se encuentra a unos pocos kilómetros de la ciudad. Es una hendidura de más de 1000 metros en la meseta angoleña, siendo el desnivel con el fondo del valle aún mayor. En el viaje en coche se pueden apreciar varios tipos de paisajes.

Paisaje durante el camino al cañón de Tundavala.
Parte superior del cañón de Tundavala. Las malas condiciones de luz no me permitieron hacer buenas fotos incluyendo el fondo.
Vista de la meseta y el valle que conduce a Lubango.
Niñas de una de las tribus que habitan la zona esperando a los turistas cerca del mirador de Tundavala.
Paisaje desde la meseta.

Hacia Namibe

La ciudad de Namibe comparte etimología con el país al sur de Angola, Namibia. No es por casualidad, sino por el desierto que se extiende desde allí hacia el sur y del que Namibia se lleva la mayor parte y, en cierto modo, la fama. Uno de los highlights del recorrido es la carretera que salva el desnivel de la Serra da Leba: más de 1000 metros en unos pocos kilómetros de angostas curvas.

Recién salidos de Lubango, tras ascender la meseta.
Venta de plantas junto a la carretera.
Comienzo del descenso de la meseta.
Imagen tomada de Internet que muestra la carretera.

A lo largo del recorrido resulta fácil seguir los cambios en la vegetación, y a una altitud que no podría precisar comienzan a aparecer los primeros baobabs, con su extraña silueta. En Angola, al baobab se le llama imbondeiro y a su fruto múcua, del que se extrae un zumo rico en vitamina C y de sabor tan extraño como el árbol.

El primer baobab que observé durante el descenso. Después se harían muy frecuentes.
Baobab relativamente cerca de la carretera…
… un poco más adelante un puesto de artesanía.
Uno de los últimos baobabs de la ruta, cuando el terreno comienza a ser demasiado hostil para el gigante africano.

Cuando el suelo se vuelve arenoso y demasiado árido desaparecen los baobabs, y la vegetación comienza una suave transición hacia el desierto: los árboles van perdiendo altura progresivamente hasta que se convierten en arbustos. En este biotopo habitan tribus de pastores y en algunos de los puestos junto a la carretera venden leche de cebra. Me dicen mis anfitriones que no me fíe porque la rebajan con agua de dudosa procedencia.

Uno de los varios controles de carretera que tuvimos que pasar.
«Estación de servicio».
Mujeres de una tribu llevando, posiblemente, agua.
Construcciones en madera y paja de un poblado, al atardecer.

Durante este recorrido hicimos numerosas paradas para comprobar las rocas del suelo, sobre todo, por la posibilidad de que la meteorización de los granitos hubiera liberado algún mineral interesante. A medida que nos acercamos a Namibe, los granitos son sustituidos por materiales sedimentarios.

Toyota Hilux en el que hicimos el viaje entre Lubango y Namibe.
Después de revisar los terrenos sedimentarios a pocos kilómetros de Namibe.

Color, mar y desierto

La ciudad de Namibe se ve mucho más tranquila que Luanda y Lubango. Los edificios de época colonial con sus coloreadas fachadas contribuyen al encanto de este enclave costero. Hacia el sur de Namibe se extiende el desierto del Namib unos 2000 kilómetros, de los cuales 200 pertenecen a Angola. El desierto del Namib está considerado el más antiguo del mundo: ya era desierto antes de la extinción de los dinosaurios y de la llegada de Tom Bombadil.

Por las calles de Namibe.
Fachadas pintadas de vivos y variados colores en Namibe.
La playa de Namibe.
Niños jugando en un embarcadero de la playa de Namibe.

La ciudad de Namibe está propiamente rodeada de desierto, cuya monotonía queda rota por pequeñas áreas de cultivos que destacan como oasis. Hay que recorrer unos cuantos kilómetros por la carretera hacia el sur para ver uno de sus más extraños habitantes: la Welwitschia mirabilis. Esta planta tiene un grueso tronco, totalmente hundido en el suelo, del que salen dos hojas, normalmente fragmentadas en varios trozos cada una, que crecen lentamente durante siglos. Se estima que hay individuos con más de 2000 años, convirtiendo a la welwitschia en uno de los seres vivos más longevos del planeta.

Los cultivos cerca de Namibe son verdaderos oasis.
Vista del desierto desde la carretera hacia el sur.
Arbusto del desierto con su característica silueta.
Welwitschia mirabilis, la extraña planta única en su género que sólo crece en este desierto.
El tronco de la welwitschia es sorprendentemente grueso y robusto. Surgiendo de la arena me recuerda a los gusanos de Dune.
Río de arena en el desierto del Namib.
Tareas de mantenimiento del Hilux.
Paisaje con luna, durante el regreso a Lubango.

Miscelánea

Hay muchos aspectos de la vida cotidiana de los días que pasé en Angola que no he contado en las secciones anteriores. Para empezar, los hoteles en Luanda son terriblemente caros. Siguiendo indicaciones de un colega que había viajado anteriormente, alquilé un mucho más asequible apartamento el la Avenida 4 de Fevereiro. La ventana daba a la bahía, permitiéndome observar los atardeceres sobre la Ilha de Luanda.

Atardecer sobre «La Manga» de Luanda.

Pero la vida en un apartamento tampo es sencilla. El edificio tenía escaso mantenimiento y el sistema de agua corriente dependía de depósitos con bombas automáticas situados frente a cada apartamento para asegurar el suministro. Naturalmente, si se va la luz tampoco hay agua. Por otra parte, algo incorrecto debía de haber en la instalación porque recibía pequeños calambres cada vez que me duchaba.

Pasillo de acceso a mi apartamento. Nótense los depósitos de 500 litros a la izquierda (el verde era el mío) y un grupo electrógeno (de otro apartamento) a la derecha.

Comida

Batatas, yuca, feijão (alubias) y una masa llamada funge (que me recordó al de Burkina Faso) constituyen los principales acompañamientos. En los restaurantes suelen mostrar los productos frescos antes de prepararlos, ya sean carnes o pescado. En la calle es frecuente ver pequeños puestos de venta de plátano o batata cocinados, y cacahuetes (tostados o garrapiñados).

Oferta de pescado y marisco frescos en un restaurante de la Ilha de Luanda.
Bacalao secándose al estilo casero en el pasillo de mi apartamento.
Una de las marcas de cerveza del país. Ésta, en particular, se fabrica en Lubango.

Parque móvil

Aunque empiezan a proliferar nuevas marcas, muchas de ellas chinas, la estrella de la movilidad en África sigue siendo Toyota. Particularmente, del modelo Land Cruiser, la serie 70 en sus distintas versiones: 5 puertas, furgón y pickup. Este modelo de todoterreno tiene como principal característica un motor diesel de 4.200 cm3 sin electrónica y una cadena cinemática robusta (como de camión, para entendernos). También se ven muchos modelos Land Cruiser de las series 200 y 300 (ésta última no se vende en Europa) que son modelos de lujo antes que todoterrenos.

Toyotas bajo mi ventana: Hilux (pickup), series 70, 200 y 300… si pudiera aparcaría mi 80 en el hueco central para hacer una escalera de color 😉

Los modelos de Toyota Land Cruiser más comunes en España llevan aquí la denominación Prado y no se ven tanto por no ser ni muy robustos ni muy lujosos… Después de Toyota, los más habituales son los Mitsubishi Pajero (llamado Montero en España por motivos obvios) y Nissan Patrol. Land Rover no es muy frecuente en Angola, aunque gusta en los países africanos de tradición inglesa. Al contrario que el los países del Magreb, aquí no se ven muchos Mercedes Benz (con la excepción de algún G).

Land Cruiser de la serie 70, más precisamente el 78 (furgón).

En cuanto a camiones, el parque no es tan clásico como el que se aprecia en Burkina Faso. Entre los camiones nuevos proliferan marcas de fabricación china como FAW. Como vestigio de los tiempos de cooperación soviética se puede ver algún camión Kamaz y Ural (rusos) y curiosos ejemplares de IFA W 50 (de la desaparecida RDA). Añado a esta galería un Blue Bird (USA) de la Universidade Agostinho Neto y una moto modificada para transportar combustible (vi también un modelo con contenedor de escombro).

Camión Ural 4320 de las Fuerzas Armadas angoleñas.
Magnífico IFA W 50, lo mejor que se ha fabricado en Alemania del Este.
Transporte de combustible en moto.
Bus Blue Bird aparcado frente a uno de los edificios de la universidad.

Fauna presente y pasada

Es posible encontrar casi todos los grandes mamíferos africanos en Angola, pero para verlos, además de ir a una reserva es necesario tener suerte. A priori, en este viaje tenía la posibilidad de ver antílopes y cebras… pero no se pusieron al alcance de mi objetivo. Me hubiera gustado poder ver al animal nacional de Angola: la palanca negra. En su lugar, pude fotografiar vacas y ovejas 😕

Ganado vacuno cerca de Lubango.
Ovejas en terrenos semidesérticos cerca de Namibe.

Los pequeños animales son también escurridizos. Os dejo las fotos de una salamanquesa y de una serpiente, que tampoco ha salido muy nítida porque se estaba alejando y a contraluz. Según me dicen los locales, se trataría de una cobra, que son frecuentes por allí.

Salamanquesa en el campus de la Universidad de Lubango.
Serpiente cerca del mirador del cañón de Tundavala, posiblemente una cobra.

La geología a grandes rasgos de buena parte de África consiste en una inmensa placa granítica, eventualmente cubierta por potentes estratos de arenisca continental sin apenas deformación tectónica que constituyen mesetas. No obstante, cerca de la costa las variaciones de nivel del mar pueden haber dejado su testimonio. Por ejemplo, en el promontorio sobre el que se ubica la Fortaleza de São Miguel me parece haber identificado estructuras arrecifales. En el viaje a Namibe encontré minerales procedentes de la meteorización de granitos (cuarzo, feldespato, turmalina) con posibilidad de minerales de pegmatitas y vulcanismo. El límite entre las montañas y la llanura semidesértica me pareció interesante para investigar posibles yacimientos de concentración gravimétrica de metales por procesos externos.

Vista del promontorio sobre el que se levanta la fortaleza de São Miguel.
Areniscas con ripples, marcas producidas en aguas poco profundas hace unos cuantos millones de años.
Fósil de gasterópodo en los sedimentos próximos a Namibe.

La riqueza arqueológica de Angola merecería un capítulo aparte. Durante mis excursiones puede identificar muchos artefactos, en su mayoría de estilo Achelense antiguo, por su aparente tosquedad. Esta es la tecnología de tallar la piedra que los primitivos humanos exportaron a Eurasia, el referido «Out of Africa«, hace más de un millón años. Es muy probable que aquí las cronologías sean mucho más antiguas que las similares en Europa, pero al ser hallazgos al aire libre, la datación es poco menos que imposible.

Toscos bifaces achelenses recogidos en el viaje de Lubango a Namibe, posteriormente entregados al ISCED-HUÍLA en Lubango.

¿Por qué Angola?

La Universidad de Murcia tiene un convenio Erasmus+ con la Universidade Agostinho Neto de Luanda. Este convenio se puso en marcha gracias a la relación entre mi colega Gustavo Garrigós y la profesora angoleña María da Natividade que se remonta al tiempo en que ambos coincidieron en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). María es una mujer llena de energía que ha acometido la ardua tarea de poner en marcha la investigación matemática en Angola. Peor este es el menor de los retos a los que se ha enfrentado. Citemos dos de los más notables: sobrevivió a las matanzas de la guerra civil en su aldea escondiéndose tres días en el bosque; consiguió el doctorado en la especialidad de Análisis Funcional en al UAM mientras sacaba adelante a su familia sola, convirtiéndose así en la primera mujer, y hasta ahora única, con un doctorado en Matemáticas en Angola.

María da Natividade durante una de las comidas que compartimos.

Mi paso por la Universidad Agostinho Neto se limitó a la sede que tiene en el centro de Luanda donde se imparten las clases del Mestrado em Matemática. Allí presencié las defensas de los trabajos finales de dos estudiantes del Mestrado. Al día siguiente impartí una conferencia sobre una de mis líneas de investigación.

Edificio de la Faculdade de Ciencias de la Universidade Agostinho Neto en la Avenida 4 de Fevereiro, en el que se encuentra la sala del Mestrado em Matemática.
Momento en el que el estudiante es revestido con la estola y el birrete que simbolizan que ha obtenido el Grado de Mestrado.
Cartel anunciador de mi conferencia en Luanda.

Unos días más tarde nos desplazamos a Lubango, al ISCED-HUÍLA, un centro de formación de profesores que depende del Ministerio de Educación Superior donde María ejerce como coordinadora y docente. Allí impartí una conferencia de divulgación matemática basada en el material de mi post Área: «Área, uma noção não tão simples quanto parece» (la presentación puede verse aquí, lamento no incluir los créditos de las imágenes de internet y libros que usé en su elaboración). El éxito de público y el interés despertado que se manifestó en las preguntas de los asistentes me conmovió.

El ISCED-HUÍLA se ubica en un edificio de época colonial.
Foto tras la conferencia de divulgación con los asistentes.

Esta inolvidable experiencia académica en Angola no hubiera sido posible sin el inestimable apoyo de María da Natividade y la ayuda prestada por Edgar Ribeiro, joven profesor de Matemáticas en la Universidade Agostinho Neto.

El viaje

Como a Angola no se viaja todos los días, aprovecharé el post para dejar por escrito unas cuantas quejas, sabiendo perfectamente que no servirá para nada.

El AVE Murcia-Madrid

En el post Interrail expresé mi amor por los viajes en tren y lamenté el desmantelamiento de este medio de transporte en España por políticas inadecuadas. Desde que lo publiqué hasta ahora ha habido un cambio importante en Murcia: llegó el AVE, pero a costa de abandonar la ruta lógica para convertirlo en una especie de “tren turístico”: se adentra en la provincia de Alicante, desde donde se retoma el rumbo a Albacete, para después pasar por Cuenca antes de llegar a su destino en Madrid. Así pues, para un vuelo desde Barajas previsto a las 16:40 me veo obligado a salir de Murcia a las 6:25 (un horario excelente). Además, las obras en Chamartín impiden que el tren pare a una distancia razonable de la estación, por lo que el último kilómetro hasta el vestíbulo corre por cuenta de los viajeros.

Disfrutando del paisaje de la provincia de Cuenca desde la cafetería del AVE. Estaría mucho mejor si el café fuera bueno y se ofrecieran combinados.
Según el mapa no parece que vayamos hacia Madrid.
Gracias a esos picos de velocidad todavía se puede decir que tarda un poco menos que el antiguo Talgo.

Aeropuertos

Los grandes aeropuertos internacionales donde de vez en cuando se hace alguna escala, me habían inoculado la idea de que el lujo es asequible si se le quitan los insufribles impuestos con los que se grava. Un aeropuerto fuera del Espacio Schengen debía ser el lugar ideal para comprar alta relojería o una botella de un whisky escocés que haya pasado más de 200 años olvidado en una barrica, por ejemplo. Al final tampoco era eso… Pero lo que no es de recibo es la cutrería de los aeropuertos españoles con sus productos propios de tiendas de todo a euro.

Tiendas de lujo en el aeropuerto Charles de Gaulle de París.

Algo también imposible de encontrar en los aeropuertos españoles son restaurantes donde cocinen productos frescos. Todos los alimentos calientes que se puede tomar en las franquicias que ocupan el lugar de la restauración en nuestros aeropuertos son precocinados y han estado previamente congelados o, al menos, refrigerados. Al final lo mejor es buscar el local de Enrique Tomás y comerse un bocadillo de ibérico que es lo más auténtico que vas a encontrar.

Entrar en Angola

Tras la dificultades que tuve hace un año y que echaron mi viaje por tierra, tengo que reconocer que las cosas han mejorado. La tramitación del visado de frontera (un documento que garantiza que tendrás el visado oficial cuando te presentes en la frontera de país) por internet fue rápida. No se puede decir lo mismo del tiempo que pasé esperando que me atendieran en la oficina de inmigración del aeropuerto de Luanda. Sirva como ilustración las dos fotos siguientes: la llegada por la madrugada y la salida bien entrada la mañana a la calle.

Llegada a Luanda del A350 de AirFrance.
Exterior del Aeropuerto de Luanda, más de tres horas después.
Avión en el que viajamos de Luanda a Lubango.

¡Hasta pronto, África!

Después de dejar el apartamento en el centro de Luanda nos desplazamos hacia el sur de la ciudad. Cuando ésta acaba, aparecen grandes espacios abiertos en los que destacan los baobabs. Ésta fascinante especie vegetal es uno de los símbolos de África y poder contemplar esos extraños gigantes una vez más antes de llegar al aeropuerto fue una bonita despedida. En cuestión de horas estaré out of Africa pero una parte de mí se quedará aquí.

El año que vivimos peligrosamente

The year of living dangerously es una película de 1982 protagonizada por Mel Gibson, Sigourney Weaver y Linda Hunt (que recibió un Oscar por su papel). Gibson interpreta a un periodista destinado a Yakarta en un momento especialmente tenso de Indonesia. Cuando Gibson conoce a Weaver, se dedica insistentemente a “meterle ficha” ante el aparente desinterés de ésta. El clímax se alcanza en el momento que Gibson y Weaver, empapada ella por la lluvia monzónica, comienzan a besarse apasionadamente mientras suena el tema de Vangelis L’enfant. No cuento más por si hay todavía alguien que no la haya visto… a pesar del título, no voy a hablar de la película, sino de lo que me evoca.

Fotograma de «El año que vivimos peligrosamente».

Cada vez que veo El año que vivimos peligrosamente no puedo evitar recordar ciertas situaciones de mi vida en las que, estando en el extranjero (y particularmente, fuera de Europa), he tenido la impresión de estar completamente a merced de acontecimientos azarosos, con una componente de peligro quizás más subjetiva que real, pero que me ha hecho vivir esos momentos con una intensidad desmedida. Y los amigos con los que he compartido estas vivencias, no diré que acabamos como Gibson y Weaver, pero sí que nos hemos sentido unidos por un vínculo muy especial. El año que «viví peligrosamente» tiene nombre, 1995, y hablaré de mis dos meses en Perú.

Una parte de la aventura se encuadra en la zona fotografiada. Este es el mapa del Perú con el que organicé mis escarceos dentro y fuera del país.

La llegada a Perú

En 1994 comenzó el Programa Intercampus/E.AL. con el que muchos estudiantes universitarios de América Latina pudieron viajar a España y, recíprocamente, muchos estudiantes españoles recién licenciados, o a punto de hacerlo, pudieron disfrutar de estancias en universidades de allá. Tras mi experiencia de Paraguay en 1994, de la que hablaré en otro momento, decidí repetir al año siguiente, siendo agraciado con una estancia de dos meses en en la Universidad Nacional de Piura (UNP), en el norte de Perú. En el vuelo trasatlántico fui conociendo a algunos de mis compañeros de destino. Éramos 17 estudiantes españoles los que pasaríamos una buena parte del verano (boreal) en Piura.

Foto de grupo para la prensa local piurana.

Ésta era la primera vez que la UNP participaba en el programa Intercampus. Cuando el vuelo local desde Lima aterrizó en Piura, junto al avión nos esperaba una banda de música. En el colectivo que nos transportó a la ciudad nos proporcionaron las primeras informaciones básicas para nuestra estancia. Al respecto del terrorismo, nos dijeron, que Sendero Luminoso estaba de capa caída y que nunca tuvo demasiado impacto en el norte del Perú. Los tranquilizadores datos objetivos consistían en que, en la Universidad en Piura, «solamente» habían asesinado a dos profesores. Por otra parte, la presión antiterrorista se notaba en forma de soldados armados con subfusiles en casi cada esquina y el estricto control de viajeros por carretera.

Washinton Calderón Castillo, muchos años después, en una foto tomada de Internet.

Escapada a Ecuador

Nuestro anfitrión era el ingeniero Washington Z. Calderón Castillo, y su mano derecha era un señor alemán que desde sus tiempos de hippie en el primer Woodstock se quedó merodeando por el continente americano. Washington creía que los criterios de selección por los que mis compañeros y yo habíamos sido destinados allí nos auguraba un importante futuro profesional. Por ese motivo, decidió que «trabajaría con nosotros» durante los fines de semana de nuestra estancia. Debió de encontrar bastante resistencia durante el primer taller, porque ese experimento psicológico no volvió a repetirse, al menos en los mismos términos. No obstante, rondaba entre nosotros la duda de si podríamos disponer de los fines de semana para conocer algo más del país. Fue así como decidí probar suerte «escapándome» un par de días a Ecuador.

Sellos en mi viejo pasaporte… si quieres saber qué me pasó en Bolivia, no dejes de seguir este blog.

Un viernes a medianoche, tomé un colectivo hacia Aguas Verdes. Fue muy instructivo ver el aprovechamiento que se hace del espacio: cabras con la patas atadas en el maletero, material de construcción en la baca, la gente en las butacas y el equipaje sobre la gente. Dos horas antes del amanecer, el colectivo nos dejó en medio de la nada: no le estaba permitido llegar hasta Aguas Verdes por el conflicto Perú-Ecuador. Continuamos los pocos kilómetros que quedaban en taxis compartidos. La frontera no abriría hasta las 8:00, así que cubierto con la gabardina para evitar las picaduras de mosquito, intenté dormir un poco más mientras oía una extraña locución radiada desde un altavoz… se trataba de tácticas de «guerra subversiva» para minar el ánimo de los militares ecuatorianos a los que estaba dirigido el altavoz peruano.

Monumento de la Mitad del Mundo… la línea roja es el ecuador terrestre.

Formalizados los trámites aduaneros, tomo un colectivo hacia Quito (Guayaquil estaba más cerca, pero ya llegados a ese punto…). El viaje comienza entre interminables cultivos de banana, pero dura lo suficiente como para llegar a oscuras y con apenas tiempo para encontrar una pensión. Al día siguiente paseo por la ciudad, visito el monumento a la Mitad del Mundo y, satisfecho, comienzo la vuelta al sur. No recuerdo los horarios, pero hacia la madrugada estaba en el puesto fronterizo acompañado de una monja. Intento dormir un poco después de pedirle a la hermana que me despierte antes de que abran. Es el ruido de la gente entrando y saliendo lo que al final me despierta: la sister se había ido a oír misa dejándome hecho un ovillo en mi gabardina y solo. Gasto los últimos sucres desayunado un ceviche de concha negra (una almeja de los manglares llena de fango) y consigo llegar a Piura antes de que se note mi ausencia.

Guía Lonely Planet de Sudamérica, edición en español de 1991, con la que me he movido por siete países.

Las Huaringas

Desde nuestra llegada a Piura, las autoridades regionales nos habían prometido que nos llevarían a visitar Las Huaringas, unas lagunas de Los Andes piuranos en las que los brujos locales realizan vistosos rituales. En aquel momento tenían bastante fama porque se atribuía a los brujos la victoria de «El Chino» (Alberto Fujimori) en las elecciones presidenciales. El asunto es que no estaba claro cuándo sería esa visita ya que dependía de que la disponibilidad de una avioneta para nuestro transporte. El día previsto nos dieron aviso de que el vuelo se adelantaba (pronto veremos por qué) y tuvimos que salir a toda prisa hacia el aeródromo militar, en mototaxi y yo con la cara a medio afeitar. La avioneta no tenía capacidad para más de 15 personas, pero tampoco viajábamos todos los estudiantes.

Lamentablemente, no tengo fotos de Las Huaringas… aquí vemos una vista del puerto de Sechura.

El adelanto del despegue fue por motivos meteorológicos. Todo va bien mientras volamos sobre la llanura desértica que se extiende entre el océano y Los Andes. En un momento dado, los pilotos nos avisan de que habrá turbulencias, y las tuvimos tan pronto llegamos a la cordillera. Tener el cinturón fuertemente amarrado era la única manera de no dejarse la cabeza contra el techo. Comienzan los mareos y la avioneta militar no está preparada para ese tipo de contingencias… Afortunadamente, la pista de tierra batida ya era visible desde la ventanilla. Mientras el aparato desciende, las sacudidas del viento son tan fuertes que los pilotos se ven obligados a abortar la maniobra, volver a ganar altura y dar una vuelta extra. En el segundo intento, la avioneta consigue aterrizar y nosotros recuperamos el ánimo al poner los pies en tierra.

Unas de las cartas que envié a mi familia durante la estancia. El teléfono no era una opción viable.

Nos alojamos en Huancabamba. Esa misma tarde nos llevaron de excursión a una plantación de caña de azúcar donde probamos rompope (nada que ver con lo que sale en Internet), una bebida cuyas cualidades físicas deberían ser estudiadas seriamente: un vasito de vidrio lleno de ese brebaje suena a hueco al golpearlo con la yema del dedo por abajo. Durante todo el tiempo nos escolta un militar con la excusa de la proximidad a la zona de la cordillera del Cóndor, territorio disputado por Ecuador y motivo de la situación descrita anteriormente en la frontera. Al día siguiente, hacemos la excursión a Las Huaringas a caballo. Al llegar allí, no encontramos a los famosos brujos: alguien nos explica que no irán porque el tiempo va a empeorar. La presciencia de los brujos era notable, y lo peor estaba por llegar. Como anécdota, en Huancabamba me echan el tarot y me pronostican unas cuantas cosas que ya se han cumplido.

La mina Turmalina

Mis averiguaciones sobre minerales interesantes cerca de Piura me habían conducido a saber de la existencia de la llamada «mina Turmalina» ubicada en algún lugar intermedio entre Piura y Huancabamba. La mejor opción que tenía era aprovechar la visita a Huancabamba para regresar por tierra a Piura y parar unas horas en la mina. Para garantizarme un buen recibimiento en la explotación, unos profesores de la Universidad Nacional de Piura me prepararon una carta de presentación. Así pues, el domingo por la mañana me despido de mis compañeros y salgo en colectivo para cumplir mi objetivo. Aquella mañana llovía y me quedé con la duda de cómo sería la vuelta en avioneta para los demás.

Cuarzo con turmalina negra… el nombre de la mina es por algo.

El autobús me deja a la entrada de un camino. Me presento al director de la mina con las credenciales de la UNP. Ante mi sorpresa, éste llama a un subordinado para que me lleve a «mis aposentos». Le explico que no tenía intención de quedarme, ya que al día siguiente tenía que impartir unas lecciones de matemáticas en la universidad. Visiblemente decepcionado, llama a un obrero, un mulato mucho más alto que yo, para que me acompañe a los acopios a recoger unas muestras. Mientras vamos por el camino de la mina, mi acompañante me cuenta que es venezolano y que antes de llegar a Perú había estado trabajado en los campos petrolíferos de Maracaibo. El viento soplaba violentamente desde el frente del camino que lleva al pozo, proyectando guijarros, incluso a la cara, dificultando notablemente el avance.

Molibdenita, calcopirita y alguna cosa más de la mina Turmalina.

Una ráfaga me hace perder el equilibrio y el obrero me sujeta rápidamente impidiendo que me arrastre el viento. Pasamos unos minutos resistiendo el vendaval incesante, agachados y anclados fuertemente a un resto de estructura de hormigón, hasta que me dice «Creo que por aquí no vamos a poder llegar. Tomaremos otro camino que rodea el cerro, al resguardo del viento.» Así, por el camino más largo, conseguimos llegar a la zona de los acopios, donde intento seleccionar ejemplares de todo lo que allí se ve. Si hubiera tenido la información que ahora es fácilmente accesible por Internet, sabría que de la mina Turmalina ha salido el cristal de scheelita más grande del mundo. Sin embargo, no entró nada de scheelita en los varios kilos de mineral que cargué.