Ha pasado ya un mes desde que regresé de China… una frase que deseaba decir desde hace tiempo. En efecto, nunca había visitado China hasta que surgió esta oportunidad gracias a las Matemáticas. En mi imaginario, el gran país asiático seguía más cerca del relato de Marco Polo que de cualquier referencia contemporánea, incluidos los muchos comercios gestionados por ciudadanos chinos a escasa distancia de mi casa. Este post se titula Xiamen, la ciudad donde he pasado casi dos semanas, más centrado en la investigación que en el turismo. Ciertamente, no me he movido mucho alrededor, como suelo hacer en mis viajes. Supongo que en próximas ocasiones tendré la oportunidad de descubrir otros lugares de China, pero estos días han sido suficientemente ricos en experiencias para que merezca la pena hacer un relato.
Skyline de Xiamen, con sus peculiares rascacielos. Los dos más altos se iluminan por la noche con imágenes cambiantes.Xiamen se sitúa sobre una isla conectada con el continente a través de varios puentes. Hacia el sur destaca una mancha de bosque (verde) que es además bastante abrupta. El mapa es de Baidu, el «Google» chino, ya que éste último no funciona demasiado bien allí.Rocas en la playa frente a un mar plomizo, como el cielo sobre él. La imagen me recuerda, salvando las distancias, el vídeo de First we take Manhattan (then we take Berlin) de Leonard Cohen. Frente a esa costa, no muy lejos, se sitúa la «provincia» de Taiwan.
Este viaje ha sido posible gracias a la amabilidad y hospitalidad de mi colega el profesor Qingjin Cheng, que me invitó a Xiamen con la intención de abrir una etapa de colaboración matemática tras varios años de sana rivalidad en Super Weak Compactness… ahora mirad el acrónimo en mi camiseta. De esta historia entre Xiamen y Murcia doy cuenta un par de secciones más adelante.
Qingjin Cheng y el autor en Xiamen… la camiseta está elegida deliberadamente para esa primera foto.
La ciudad, el paisaje, contrastes
Xiamen tiene mas de medio millón de habitantes. Los nuevos desarrollos eclipsan a los edificios antiguos, pero a veces es posible encontrar rincones en los que uno puede viajar al pasado, aunque no muy remoto. El campus principal de la Universidad de Xiamen proporciona muchos lugares de romántica belleza. También hemos explorado un poco, dentro de nuestras limitadas posibilidades, en busca de escenas de la vida cotidiana en este remoto lugar.
Antiguo edificio rectoral de la Universidad de Xiamen, con los rascacielos al fondo.Playa junto a la ciudad. Aunque las temperaturas eran bastante templadas en enero, no me pareció ver ningún bañista… supongo que será que no hay muchos ingleses.Cuando pregunté por la gran cantidad de ventanas con rejas, la explicación que me dieron venía a resumirse en tres categorías: ladrones, niños y ancianos. Dejo al lector libertad para que especule mientras contempla esta foto.Experimento fotográfico para tratar de ilustrar el agobio que me producen, en general, las ciudades.Centro tecnológico que me pillaba de camino entre el hotel y la universidad.Edificio principal de la Universidad de Xiamen, frente a un lago rodeado de jardines. Su silueta es un icono de la institución.Complejo de templos budistas de Nan Putuo, a los que se accede desde el campus universitario. De hecho, fue asimilado por la misma universidad como una «facultad de religión» superada la Revolución Cultural.Los templos reciben muchos visitantes diariamente. El que aparece en la foto alberga varias estatuas gigantes de Buda.Detalle de los Budas luciendo llamativas esvásticas en el pecho. En efecto, dicho símbolo no fue inventado por los nazis.Tras un templo hay otro más…Quemadero de barritas de incienso frente a los templos.Jardín en la Universidad de Xiamen.Lo cortés no quita lo valiente…Rascacielos de Xiamen vistos desde las instalaciones deportivas de la Universidad de Xiamen.Callejones poco céntricos de Xiamen… uno de esos paseos en busca de lo auténtico.Restaurante con mucha «solera», escondido entre bloques de edificios más modernos.Establecimiento de un proveedor de bambú para construcción y decoración.No es fácil encontrar el concepto análogo de una «tienda de chinos» en la propia China. En la foto destacan las decoraciones para festejar el año nuevo chino, que tuvo lugar unos días tras mi regreso.Panorámica de unos bajos en la «ciudad de la electrónica», donde fuimos a buscar, sin éxito, una clavija adaptadora.Simpático graffiti. Sin embargo, lo que más me llama la atención es la erosión alveolar en el granito.Curioso sendero de varios kilómetros que se adentra en el bosque por medio de pasarelas elevadas salvando desniveles con pendientes suaves.Balcón con forma de corona circular para contemplar el mar.Continuamos caminando por el sendero… realmente curioso.Otro desnivel salvado con una rampa en forma de tornillo. Poco después se hizo de noche y dimos por finalizado el paseo.Casa en el bosque.
La vida, o la comida
Durante mi estancia en Xiamen, afrontar la comida cada día se puede decir que tenía bastante de aventura. El problema de la comunicación y las pésimas traducciones provocaron situaciones pintorescas, como pensar que has pedido una sopa y que aparezcan con una fuente de gambas a la plancha. Hablaremos de la comida y la vida en general, pero comencemos con el que es, sin duda, el protagonista en la vida social china: el té.
Juego de té en el despacho del profesor Qingjin Cheng, con el que recibe a sus invitados.Yo mismo me acostumbré a tomar té a todas horas… en la foto las «amenities» del hotel para preparación de té, entre otras cosas.Para desayunar en el hotel había un buffet libre, eso sí, de alimentos sumamente variados. Tras varias pruebas, mi selección matinal acabó convergiendo a una composición como la de la foto.Para probar la comida tradicional de Xiamen hay que ir al sitio adecuado. Este restaurante familiar ya era frecuentado por Qingjin Cheng en sus tiempos de estudiante así que no defraudó.Difícil describir lo que hay en la imagen: embutido, tortilla, una especie de zarangollo y «dumplings» (aquí estamos más acostumbrados al término japonés «gyozas»). Todo esto se riega con agua templada… por supuesto, se puede pedir cerveza, pero es posible que también te la traigan templada.No siempre es fiesta, así que también íbamos a comer a cantinas universitarias, con una gran variedad de platos.Estando junto al mar, el pescado es excelente en Xiamen.Una sopa bien cargada. Lo que me resulta más curioso de la col china es que conserve un color verde brillante tras la cocción.Estética magnífica, pero mucho trabajo para comer.Uno de los descubrimientos en el restaurante del hotel: bacalao con bulbos de lirio. En efecto, algunas de las especies de lirio locales producen un bulbo comestible.Calle en un barrio dedicado, principalmente, a restaurantes de comida local rápida. Con las degustaciones gratuitas tras varias calles puede acabar uno saciado.Detalle de los pinchos ofertados.
Doy por finalizada mi selección culinaria lamentando haber dejado Xiamen sin probar una de sus especialidades más famosas.
Una frutería… me hubiera gustado algo más rústico para la foto, pero a veces no hay forma de escapar de la globalización.Tortugas de caparazón blando (género Trionyx) en una tienda de alimentación. La caja de las tortugas estaba junto a una caja de naranjas… no comprendí lo que me dijo la dependienta, pero creo que no se consideraban mascotas.Acuario en un restaurante… más fresco el pescado, imposible.Vendedora de recuerdos de la Universidad de de Xiamen. A pesar del aspecto de «top manta» del comercio, el pago es electrónico mediante escaneo de un código QR (en la mano).Artesanía en hoja de bambú trenzada.Puesto ambulante de boniato asado.Vista de la ciudad desde el monte, tomada durante una excursión que realizamos con Qingjin Cheng, su hijo, y varios de sus estudiantes.Paisaje con reminiscencias de bosque mediterráneo. En esta época se veía más bien seco.En el paseo se mezclaba la flora autóctona con otras especies procedentes de jardines que se han asilvestrado, como la buganvilla.Caracola terrestre de grandes dimensiones… es curioso, en julio de 2024 tomé una foto parecida en Camerún.Es muy llamativa esta especie de árbol que incansablemente lanza raíces desde las ramas para extenderse sobre una gran superficie.Lago artificial en los dominios del campus de la Universidad de Xiamen.Plantas epífitas en un árbol de la Universidad.Selfie en una de las pocas ocasiones en las que tuve la oportunidad de buscar minerales. Lamentablemente, es sustrato granítico de Xiamen (como las rocas a mi espalda) no me dieron ninguna sorpresa más allá de su composición habitual.
Mis queridos rivales
Hace alrededor de 20 años intenté desarrollar una versión localizada (para conjuntos) de la súper-reflexividad, una propiedad de ciertos espacios de Banach. Mis resultados identificando una propiedad entre la compacidad métrica y la compacidad débil aparecieron en 2008 y poco años después descubrí que un equipo de la Universidad de Xiamen había llegado a resultados similares de manera independiente. Estos conjuntos llamados desde entonces súper débilmente compactos (la elección de palabras es técnicamente correcta pero algo desconcertante) y abreviados SWC permiten generalizar una buena cantidad de resultados importantes desarrollados a lo largo del siglo XX. En este programa investigación hemos estado trabajando y rivalizando, de manera exclusiva, el equipo de Xiamen y el «de Murcia» (yo mismo y, esporádicamente, colaboradores) durante la última década, dando lugar a una coyuntura peculiar: un tema de investigación que sólo me interesa a mí y a alguien en China 😕 Afortunadamente, esta situación ha comenzado a cambiar y los SWC interesan ya a cada vez más investigadores. Aquí podéis ver la presentación que realicé en Xiamen para ampliar información sobre este asunto.
«Meme» capturado de un estado de WhatsApp… creo que expresa muy bien la idea, a pesar de que el término «enemigos» no sea el más adecuado.El equivalente de Facultad de Matemáticas, aunque técnicamente mi invitación fue expedida por el Tianyuan Mathematical Center in Southeast China.Monumento dedicado a Chen Jingrun, matemático de Xiamen que contribuyó a la conjetura de Goldbach.El profesor Lixin Cheng, jefe del grupo de Análisis Funcional de la Universidad de Xiamen, explicando las conexiones de los conjuntos SWC con otras cuestiones matemáticas.Con Qingjin Cheng en una agradable mañana en la Universidad de Xiamen.Comienzo de mi charla… el título está totalmente justificado 🙂Photo finish con los asistentes a la charla. Hay que precisar que, a falta de diez días para la fiesta de año nuevo, muchos estudiantes habían ya comenzado sus vacaciones.Cena tras la charla… imposible hacer un inventario de todo lo que sacaron.Sala de café del Departamento de Matemáticas que sirve también como exposición de recursos didácticos matemáticos.La oficina que ocupé tenía este cartel en la entrada… no puedo sentirme más honrado.Marabunta de bicicletas y ciclomotores junto a plantas de bambú en la Universidad de Xiamen.Control biométrico para acceder al campus universitario. Como puede verse claramente en la foto, el dispositivo me reconocía sin problema.Futuro edificio de la Facultad de Cine de la Universidad de Xiamen. Actualmente comparte el edificio de Matemáticas.
Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a los estudiantes que se ocuparon, en algún momento, de ayudarme con las muchas dificultades que encontré en Xiamen.
Jia Hongwei, el primero de los estudiantes de Qingjin que se ocupó de mí. Sin su ayuda mis días en Xiamen hubieran sido muy precarios… Desgraciadamente, no puedo explicar lo que se está celebrando en esta foto.Aquí estoy con Changchi Huang, que ha demostrado resultados muy interesantes sobre SWC. Zeyi Liu y Chunyan Luo, que tuvieron la amabilidad y la paciencia de pasar un día conmigo.Qingjin Cheng y su hijo en primer plano, el día de la excursión al monte.
Curiosidades
La impresión que causa la primera vez en China es difícil de explicar. Desde el primer momento es evidente que uno llega a un país moderno, donde es prácticamente imposible hacer nada sin un buen puñado de aplicaciones instaladas en el móvil: cuando no te entienden sacan el DeepSeek para que traduzca, y además te da conversación si no han desactivado esa opción; todo se paga con Alipay; se comunican o se gestionan taxis, reservas… con WeChat.
Mi llegada al inmenso aeropuerto de Pekín.Los billetes, uno de los pocos sitios donde se puede encontrar el retrato de Mao, son difíciles de ver ya que la mayor parte de los pagos son electrónicos. De hecho, tuve muchas dificultades para conseguir dinero físico y poder traerme algún billete para la colección.Las vallas en las obras del metro estaban decoradas con escenas de la historia de Xiamen.Fachada de mi hotel en Xiamen, el Lujiang MEGA. Además del edificio principal había villas de apartamentos.El encargado de mantener los cristales limpios me dejó con la duda sobre si la jubilación es voluntaria, tardía o ni siquiera es una opción 😕Un pasillo del hotel… hay que pensar que fue como mi casa durante dos semanas. Foto editada por Tere Coronado.Decoración para recibir el nuevo año chino en el hall del hotel.
Mi tradicional análisis del parque móvil va a ser en esta ocasión muy breve: coches eléctricos por todas partes.
Un detalle curios de Xiamen es que todos los ciclomotores eran eléctricos, no dando la impresión de que hayan sido sustituidos masivamente, sino como si siempre hubieran sido así. Por ejemplo, los había tan viejos y destartalados como las «mobylettes» ruidosas y humeantes que usan los ancianos en las huertas del Valle de Ricote.Monovolumen eléctrico de la marca VOYAH, el más usado como taxi colectivo en Xiamen.Sobre la transición al vehículo eléctrico… mis peores pesadillas se hacen realidad.Electrolinera, con innumerables puestos de recarga. Hasta que me topé con esta instalación no era evidente como se mueve tanto vehículo eléctrico en Xiamen.Por razones que no alcanzo a comprender, un producto supuestamente muy exclusivo como el cognac de champagne Rémy Martin tiene establecimientos por toda China. Éste es uno de los dos que vi en la misma calle que mi hotel.Con ese nombre no podía dejar de echar la foto… tienda en el aeropuerto de Xiamen.Delicias para comprar en el aeropuerto… Los pocos yuanes que me quedaban me sirvieron para comerme unos arándanos.No me traje una bolsa de estas por no jugármela en aduanas.Té y otros productos en el aeropuerto de Pekín.Máquina dispensadora de «power banks» para recarga de móviles y pequeños dispositivos. Nadie lleva encima un cargador porque hay de éstas por todas partes con diferentes adaptadores.Mi maleta… se puede decir que es algo así como una provocación 🙂Recorrido del avión Pekín-Madrid tal como lo muestra el monitor del avión.Un cisne negro… durante mucho tiempo se pensó (en Occidente) que este ave no existía, lo que ha dado lugar a un paradigma matemático.Me despido con esta foto en la Universidad de Xiamen donde espero volver pronto.
Nunca hubo afición a viajar en mi familia, es decir, el viaje por mero placer. Sólo se viajaba por motivos familiares, si los había, o laborales. Quizás fuera esto último lo que les hacía ver los viajes como algo molesto. La lista de localidades donde mi familia ha vivido desde que estoy en el mundo da idea de ello: Cartagena, l’Ampolla, Archena, Madrid, El Cañarico y vuelta a Archena. Apenas tengo recuerdos de mis clases de párvulos en Cataluña…. A Madrid llegamos mi madre y yo en el camión Barreiros que llevaba los muebles familiares (mi padre lo había hecho antes en el SEAT 850), como en una vieja película de Berlanga. De los muchos recuerdos que guardo de aquella Archena hablaremos cuando sucumba a la nostalgia… Pero hoy me ocuparé del momento que comencé a viajar al extranjero y, sobre todo, a viajar por mi cuenta, lo que podría llamar mi bautismo viajero.
Una par de páginas de mi primer pasaporte.
La fecha se sitúa en 1994, si bien los viajes que más me marcaron se extienden hasta 1996. Así que puede decirse que este post celebra un pequeño aniversario personal. En estos 30 años he visitado alrededor de 40 países. Sin embargo, con 22 años de edad apenas había salido de España. En efecto, la única excepción fue un rápido paso por Andorra en 8º de EGB, en el que los maestros acompañantes nos endosaron una buena cantidad de botellas de whisky, cartones de tabaco, cintas VHS y cajas de munición (un ítem de cada por alumno). Y no se presentaría de nuevo la oportunidad de salir al extranjero hasta el viaje fin de carrera (mal llamado «de estudios») que fue a Estambul. Después de aquello y con vista a seguir con el doctorado, las peticiones de becas y ayudas para estancias se materializaron en tres experiencias más: Paraguay (Asunción), Reino Unido (Londres) y Perú (Piura), los dos últimos en 1995. El ciclo bautismal se cierra el verano de 1996 con el Interrail por Europa.
No siempre se podía hacer fotos, así que compraba postales… Ocho fotos y un mapa ¿qué más se puede pedir?
Turquía
Un viaje contratado a través de agencia no parece la mejor manera de comenzar un curriculum de viajero independiente, pero de alguna manera tenía que romper el maleficio (no haber participado en programas de intercambio ni tener viaje de estudios en bachillerato). No recuerdo como se acordó el destino entre mis compañeros de 5º curso de licenciatura, pero me pareció estupendo. Es posible que los frecuentes atentados terroristas en Estambul contribuyeran en algo a la economía del viaje, además de volar con la desaparecida compañía búlgara Balkan y su flota de obsoletos aviones soviéticos. Al comienzo se planteó la posibilidad de planificar la semana con las actividades a realizar conjuntamente. Tras el primer día, un amigo y yo nos escindimos del resto del grupo, desanimados por el escaso espíritu de aventura de los demás (por ejemplo, tras un primer encuentro con la cocina turca, los otros decidieron comer a partir de entonces en una famosa cadena de hamburgueserías).
Postal con una imagen típica de Estambul: Santa Sofía.
Mi amigo y yo nos planteamos la posibilidad de adentrarnos en la parte asiática de Turquía, lo que fuese razonable para ir y volver en la misma día. El lugar elegido fue la ciudad de Bursa, a unos 150 kilómetros. Esta fue la primera vez que puse en práctica en el extranjero el Blitzreise (así en alemán, que queda mejor). El simple hecho de ver como funciona el transporte público allí, por ejemplo, el autobús no sale a la hora prevista sino cuando se llena, fue muy instructivo. Al llegar a Bursa nos encontramos una situación muy diferente a la de Estambul: nadie hablaba otra lengua que no fuera el turco. Tras un buen rato preguntado, conocimos a dos estudiantes con los que pudimos comunicarnos en inglés y nos acompañaron durante toda la jornada en Bursa.
Los estudiantes de Bursa que nos acompañaron en aquel escarceo por Asia Menor… buscando información para este post he encontrado las señas de uno de ellos.El Mausoleo Verde de Bursa, uno de los lugares a los que nos llevaron de visita.
Después del feliz regreso de Bursa, ya estaba totalmente animado a visitar cualquier lugar que estuviese razonablemente al alcance del trasporte público, como los barrios menos turísticos de Estambul. Compré un pequeño diccionario Turco–Español con el que esperaba abrirme camino por terreno inhóspito. Uno de los días llegué hasta un lugar de la costa del Mar Negro que, aunque oscuro, su color es otro 🙂 Desde entonces, llegar hasta el mar en cualquier viaje (siempre que sea posible, claro) se ha convertido en una obligada ceremonia para mí.
El resto de los días por Estambul también fue interesante…El Mar Negro, desde un punto al norte del Bósforo donde llegué en autobús. Años después me bañé en sus aguas en una playa de Burgas.El avión que cubría el trayecto Sofia — Estambul. Mi cinturón de seguridad no tenía hebilla, así que hice un nudo.Mi primer billete extranjero… realmente no éste, pero igual. El que seleccioné en Estambul, prácticamente nuevo, para traer a España fue sustraído en el registro aduanero no-presencial. Con ese dinero en 1994 apenas se podía comprar una barra de pan…
Paraguay
Faltando pocos meses para terminar la licenciatura comencé a buscar opciones que me permitieran continuar (principalmente las llamadas becas F.P.I. o F.P.U.), pero se presentó una oportunidad única. Por primera vez se convocaban las becas Intercampus/E.AL que permitirían a estudiantes de último curso y doctorado españoles visitar universidades de América Latina, y viceversa. Sin dudarlo eché los papeles y me concedieron una estancia de un mes en la Universidad Nacional de Asunción en Paraguay, que tuvo lugar entre agosto y septiembre de 1994. Viaje con escalas San Javier — Madrid — Buenos Aires — Asunción. Durante ese tiempo me alojé en la casa de un emigrante aragonés, que después de décadas en América no había perdido su acento maño, y cuyo hijo era profesor en la facultad a la que me habían asignado.
Vista de la selva paraguaya, en aquel tiempo. Según he comprobado en Google Maps es posible que lo que se ve en la foto haya sido urbanizado.Visita a Cerro Koí, donde se produce disyunción columnar en areniscas.Detalle de un fragmento de arenisca con forma de prisma hexagonal.
Lo que más me impresionó nada más llegar a Paraguay fue la vegetación tropical, esa fuerza que tiene la vida para abrirse camino… plantas creciendo sobre los cables del tendido eléctrico (clavel de aire), por ejemplo. De Asunción recuerdo su trazado perfectamente euclídeo típico de las ciudades indianas, y que todo se paralizaba cuando pasaba el tren a vapor que cubría el trayecto Asunción–Encarnación (y vuelta) una vez por semana, el primer ferrocarril de pasajeros que funcionó en Sudamérica (y sin demasiada renovación al parecer). Por supuesto, algo hice también en la universidad: mis lecciones de Geometría Analítica permitieron, por ejemplo, que uno de los profesores se ausentara para colaborar en un proyecto de campesinos sin tierra. Acabada la docencia diaria, mi anfitrión me llevaba a conocer la noche de Asunción… y luego estaban los fines de semana.
El tren cruzando Asunción, cuando todavía funcionaba (foto de Juha Tamminen).
Si ya he llegado hasta aquí, por qué no un poco más lejos… Compré un billete de avión a Santiago de Chile y a las pocas horas estaba volando sin plan alguno. La camiseta de mi promoción, con una llamativa fórmula matemática, me permitió conocer a dos personas que me ayudaron al llegar. Al día siguiente el conservador del museo de minerales de la Universidad de Chile me invitaba a levantar un meteorito de buen tamaño, y al otro contemplaba por primera vez el Pacífico desde Valparaiso. Decidí regresar a Asunción en autobús para ver más paisaje, haciendo escala en Mendoza y parando unos días en Buenos Aires… lo que pude hasta que me dijeron que debía volver inmediatamente por algún asunto de la embajada. En mi ingenuidad pensé que Felipe González, en su visita a Paraguay, recibiría a los estudiantes de la primera edición de Intercampus. Según recuerdo, sí que recibió a los de la Ruta Quetzal… lo de la embajada era por otra cosa 😕
Vista del Océano Pacífico desde Valparaiso.Ascensión de Los Andes en autobús, parte chilena.Parada para trámites aduaneros en el Paso de los Libertadores, muy cerca del Aconcagua.La aridez de Los Andes argentinos, en la bajada hacia Mendoza.
El fin de semana siguiente volví a viajar. Esta vez en colectivo hacia Ciudad del Este, donde crucé la frontera con Brasil para visitar las Cataratas de Iguazú. Ciertamente, las cataratas son impresionantes, pero su entorno inundado de vida no le anda a la zaga. Después visité el estado argentino de Misiones, y alguna de las ruinas sobre suelo rojo que le dan nombre mientras en mi mente sonaba Ennio Morricone. Ya en Corrientes, creo recordar, desperté en el hotel con un señor roncando en la cama de al lado: no se preocupe, es empleado nuestro — me dijo la recepcionista como aclaración. La inmensidad del Paraná, entre Corrientes y Resistencia es uno de mis últimos recuerdos antes de regresar a Asunción y poco después a España.
Postal de Iguazú. La mayor cantidad de agua cae por la parte argentina, así que las vistas típicas son desde la parte brasileña.Foto realizada por unas turistas japonesas que me enviaron unas semanas después a España.Éste soy yo hace 30 años.Puente sobre el Paraná uniendo las ciudades de Resistencia y Corrientes.
Reino Unido
Me concedieron una de las ayudas que pedí en 1994 para poder realizar estudios en el University College London, aunque el dinero apenas podía cubrir dos meses de estancia. Al menos, serviría para mejorar mi inglés, así que mayo y junio de 1995 los pasé allí, alojado en la residencia de estudiantes International Hall. Nada más llegar, me llamó la atención la cantidad de gente que había en los parques tirados en el césped tomando el sol como lagartos. A los pocos días lo comprendí: llegó la lluvia y ya no dejaría de llover hasta finales de junio, poco antes de mi regreso a España. Durante esos primeros y soleados días andaba muy desinhibido y me lanzaba a hablar con cualquiera por la calle, lo que se materializó en un par de citas. Con la lluvia y la llegada de mi colega Luis Oncina a la semana siguiente me relajé un poco y traté de centrarme en las matemáticas.
Típica postal de Londres.Otra de las imágenes icónicas de Londres.Uno de los pocos documentos oficiales que necesitaba para moverme por UCL.
A título anecdótico, mi tutor, John Jayne, me encargó estudiar un artículo considerablemente largo de Jean Saint-Raymond. En aquellos dos meses no pude sacarle partido, pero casi diez años después fue la clave de uno de los trabajos que tengo en más estima (en caso de curiosidad, éste es el artículo). Pasé bastante tiempo paseando por Londres, visitando museos y librerías, sobre todo. Una de las historias más simpáticas es cuando me presenté en el Natural History Museum (nada que ver con el estropicio que hay ahora) diciendo que quería hacer una donación de minerales en nombre de… España. Bajó el curator de mineralogía a hablar conmigo, a resultas de lo cual terminé visitando el museo gratis 🙂 Finalmente, también disfruté frente Buckingham Palace de uno de los aniversarios más emotivos: los 50 años de la victoria en Europa (VE Day), con los aviones de la contienda volviendo a volar sobre Londres.
Entre esa muchedumbre estoy, más perdido que Wally.
Conservo experiencias curiosas de ese par de meses en Londres que suelo reservar para los amigos y, quizás, para otro post… Naturalmente, intenté visitar otros lugares de Gran Bretaña, pero las circunstancias sólo me permitieron hacer un par de viajes turísticos en autobús, primero a Oxford y luego a Edimburgo, del que guardo muy buen recuerdo. Por eso, para ver algo de paisaje decidí regresar a España en autobús, lo que incluía ferry a través del Canal de la Mancha (aún no habían hecho el túnel submarino). Algo más de treinta horas, incluyendo un cambio de coche en Sants, con las que considero más que satisfecho mi bautismo autobusero.
La única postal de Edimburgo que tenía a mano.Uno de los pocos lujos que me permití viviendo en Londres.
Y después…
Al poco de volver de Londres me fui dos meses a Perú (de nuevo en el marco del programa Intercampus/E.AL), de lo que he contado una pequeña parte en El año que vivimos peligrosamente. Después, en verano de 1996 hice el Interrail por Europa y en otoño de ese mismo año me fui a vivir a Francia, cerrando así mi bautismo viajero. Durante un tiempo llegué a pensar que dar tumbos por el mundo sería mi forma de vida, pero en el curso 1997/98 me incorporé como profesor en la Universidad de Murcia. Al menos, mi trabajo me permite visitar sitios relativamente lejanos, aunque durante breves periodos.
Para acabar, quisiera añadir una confesión. Este post tiene algo de espina que tenía que sacarme. Cuando estaba gestando la idea de este blog pensaba que podría en él contar mis viajes «de juventud» o, por lo menos, la parte más interesante o divertida. Sin embargo, esos primeros viajes no están tan bien «documentados» como los que hago ahora. Las escasas fotos que conservo amarillean y parecen remitir a un pasado lejano, como si fueran las vivencias de otro… Será que el formato digital es incompatible con la experiencia analógica.
No tengo los Chorros del Río Mundo entre los temas de mis próximos posts, así que en algún sitio tenía que poner esta foto 🙂
En junio de 2024 tuvo lugar en Mazarrón el curso El patrimonio geológico y minero desde la perspectiva turística en Mazarrón, curso de extensión universitaria de la UMU (hasta hace unos años con la etiqueta Universidad Internacional de Mar, que no debía sentar bien a las sedes de interior). Allí tuve el privilegio de presentar una ponencia titulada Turismo mineralógico: una perspectiva personal por invitación de los organizadores del curso, los profesores Miguel Borja Bernabé Crespo y Elena Macías Otón, y sobre todo, de mi amigo Juan Sánchez Calventus. En este post describiré los contenidos de mi exposición, especialmente la parte general, ya que muchos de los ejemplos que puse han sido descritos ya en el blog.
La foto es una declaración de intenciones: el Mar Mediterráneo, concretamente Punta Vela en Bolnuevo (Mazarrón) vista desde la entrada de la mina de cobre de la Sierra de las Moreras. Sin embargo, para desilusión de Juan S. Calventus, Mazarrón no tuvo un lugar destacado en la charla 🙁 En su lugar, traté el turismo mineralógico como una actividad global practicada por un número suficientemente numeroso de personas para que merezca consideración. La presentación que usé durante la charla puede verse aquí parte 1, parte 2. Advertimos que en mi ponencia de Mazarrón el material estaba organizado de manera ligeramente distinta a la que voy a usar en el post.
Centrando el tema
El título turismo mineralógico sugiere una combinación del placer de viajar y conocer lugares nuevos con la afición a los minerales, particularmente el coleccionismo de ejemplares. Como mineralogista soy un amateur, aunque he dedicado toda mi vida a esa disciplina. En cuanto a turista, me describiría como un «usuario avanzado». Si bien en cada uno de esos temas, turismo y mineralogía por separado, se me podría cuestionar como ponente, en la coordinación de ambos creo que acumulo una experiencia de más de 30 años. El término turismo mineralógico ha sido acuñado expresamente para esta charla pero describe una actividad practicada por mucha gente, por lo que merece la pena indagar un poco sobre ello.
Facsímil del libro de Bowles, turista mineralógico del siglo XVIII.
Me gustaría mencionar algunos precedentes interesantes relacionados con el turismo mineralógico. Desde Plinio el Viejo, son muchos los viajeros y geógrafos que ha reparado en las peculiaridades minerales de determinadas regiones. Hay un libro absolutamente delicioso de G. Bowles donde describe su viaje minero y geológico por España.
Un coleccionista de minerales cuenta sus peripecias durante la recolección de ejemplares.
En cuanto a relatos de viajes por distintos lugares del mundo para recolección de minerales, casualmente me encontré este de P. Sogno cuyo título vendría traducirse como «Esta locura por los minerales».
Fichas de yacimientos minerales de España, con mapa de situación e instrucciones para acceder.
Las editoriales han visto también posibilidad de negocio en el turismo mineralógico. No he conseguido averiguar quien publicó estas fichas para visitar yacimientos emblemáticos de España, ya que la fotocopia que tengo está incompleta.
Reflexiones sobre el turismo
Los términos turismo y turista están denostados. Para empezar, a nadie le gusta decir que es turista porque suena a ser gregario que sigue un paraguas rojo en medio de una ciudad. Es preferible decir, haciendo algo de postureo, que uno es viajero. El turismo es un bien (inmaterial) de consumo sujeto a las leyes del mercado y decir que un determinado pueblo o comarca se promociona turísticamente se ha convertido en sinónimo de pérdida de la autenticidad, de vender el alma al diablo, de vender la primogenitura por un plato de lentejas…
Postales decorando mi despacho, actividad turística previa a los móviles con cámara.
De acuerdo con Paul Bowles, el turista se distingue del viajero en que el primero sabe cuando va a volver a casa. Yo no he llegado a tiempo de ser un viajero que descubre un mundo inédito. Reconozco que ya no puedo ser otra cosa que turista, así que lo hago con orgullo, consciente de los beneficios del turismo. En efecto, cuando salimos a conocer un lugar nuevo, nos gusta que el hotel (o similar) donde vamos a dormir esté en buenas condiciones y que haya un buen surtido de actividades ofertadas (museos, excursiones…) para que cada día podamos hacer algo diferente durante nuestras vacaciones. Esto no sería posible si el turismo no hubiese llegado allí antes que nosotros.
Ejemplos de guías de viaje para un turista freak.
A nadie le gustan los efectos negativos del turismo y por eso abogo por una diversificación según gustos. En mi caso, la búsqueda de minerales suele llevarme a lugares poco masificados. Además, yo practico principalmente un turismo cultural y más particularmente, un turismo temático, tocando varios palos aparte de los minerales, como pueden ser la arqueología, la enología o el misterio.
Coleccionismo de minerales
Un no coleccionista difícilmente puede ponerse en la piel de un coleccionista. Los coleccionistas somos vistos por otras personas como individuos con un síndrome de Diógenes incipiente y nos tratan a veces con cierta condescendencia. No voy a tratar de explicar aquí lo que mueve a un coleccionista a ser como es, tema demasiado complejo. Por lo tanto, partiré de la premisa que el coleccionismo de minerales es reconocido como una actividad lícita y razonable al igual que la práctica de un determinado deporte.
Reflexiones de un coleccionista… mi lectura de verano ¡Muchas gracias Rafa!
Las colecciones no son una simple acumulación de objetos que entran en cierto tipo de categoría. El coleccionista va destilando sus gustos a medida que la colección toma entidad. Por eso aparecen varios tipos de coleccionismo de minerales, de los que destacamos los siguientes:
Sistemática
Micros
Local/regional
Minerales históricos
Inversión/gemas
Aspecto de una colección sistemática… la mía.
Casi todos los coleccionistas de minerales comienzan con la colección sistemática, es decir, tratar de reunir un ejemplar de cada mineral (los coleccionables de kiosco siguen este patrón) si bien un único ejemplar es algo escaso para aquellos minerales que presentan aspectos muy diferentes, como cuarzo, calcita o pirita. Pronto se da uno cuenta de que hay demasiados minerales, y la mayor parte de ellos son muy raros y difícilmente disponibles en ejemplares de tamaño «de mano». Esto motiva las colecciones de micros, con el tamaño de las muestras estandarizado y la necesidad de una lupa binocular para poder disfrutar de su contemplación. Otra opción es seguir manteniendo un tamaño regular de las piezas, pero escogidas con un cierto criterio, por ejemplo, procedencia de una misma región o distrito minero (local/regional).
Conjunto de ejemplares micro, en sus cajitas estandarizadas, regalo de mi amigo Fran, apasionado de los micros.
No hemos dicho que el valor de un ejemplar depende de varios factores: tamaño, calidad de la cristalización, estética del ejemplar (los cristales sobre peana de roca encajante, por ejemplo), pero también rareza. No únicamente rareza en el sentido de escasez del mineral, sino también que sean ejemplares característicos de un yacimiento ya desaparecido (minerales históricos), como las «cerusitas paja» de la Sierra Minera. Mencionemos en el mismo sentido las colecciones de gemas en bruto, a las que se está retirando del mercado joyero. Tanto los minerales históricos como las gemas suelen estar fuera del espectro del coleccionista que recolecta sus propios ejemplares, pero es posible encontrarlos en ferias y comercios especializados.
Viajando por los minerales
Nos ocuparemos ahora de las situaciones en las que las personas interesadas por los minerales se desplazan con motivo de su afición. Hemos agrupados estas tres categorías:
Museos, minas musealizadas, geoparques.
Ferias y mercadillos.
Recolección de ejemplares in situ.
La primera reúne las visitas «institucionalizadas». Por supuesto, museos y geoparques reciben público no tan amante de minerales, fósiles o geología, pero al aficionado le proporcionan una valiosa información, como el aspecto de los minerales de un determinado lugar o los terrenos a los que están ligados. A mí, por ejemplo, me gusta visitar el Museo Geominero (IGME) e ir tomado nota de las localidades de los ejemplares que más me llaman la atención.
Sala principal del museo Geominero (foto tomada de internet).
La mejor opción para conseguir ejemplares de gran belleza, disponibles para cualquier tipo de presupuesto, son las ferias de minerales. Por ejemplo, la Feria de Minerales de La Unión, que se celebra cada Semana Santa, tuvo este año 17.300 visitantes, lo que para un municipio de 19.907 habitantes representa un impacto significativo en su economía. Sin embargo, para quien no lo sepa, la verdadera feria de minerales de La Unión ocurre en el parking (al otro lado de la vía del FEVE), donde se puede observar un incesante trasiego de cajas de unos vehículos a otros. Mencionemos que las principales ferias de minerales a nivel mundial son las de Tucson (Arizona, USA), Munich (Alemania, obviamente) y Sainte Marie aux Mines, pequeña localidad alsaciana de poco más de 5.000 habitantes.
Feria de Minerales de La Unión (foto tomada de la prensa).
La recolección de ejemplares in situ, particularmente la del aficionado para su propia colección, será objeto del resto del post.
La recolección de minerales
Hablaremos de cómo el aficionado se organiza, comenzando con la búsqueda de información, y la descripción de los lugares típicos para la obtención de minerales. Trataremos un asunto relacionado pero importante: la sostenibilidad de la recogida de minerales.
Búsqueda de información
Como estoy chapado a la antigua, sigo confiando más en los libros que en otras fuentes. Durante muchos años he usado el libro Minerales de España de Galán y Mirete junto con un buen mapa de carreteras. Para disponer de información más precisa sobre una región que voy a visitar con cierta frecuencia me gusta consultar (y adquirir) libros específicos.
Algunos de los libros temáticos que he ido reuniendo.
A veces los libros no son suficientemente precisos sobre la localización de un yacimiento, o bien no ha sido incorporado todavía a la literatura. En casos así, se pueden estudiar cartografía detallada o fotos satélite, pero a veces las minas han sido devoradas por la vegetación y no es fácil encontrarlas. Se puede acceder a las coordenadas de un yacimiento si éste ha sido registrado en la web mindat.org, o bien se puede encontrar información valiosa para poder llegar a él en el Foro de Mineralogía Formativa (FMF), oficiosamente el foro de Fabre.
Portada del Foro de Mineralogia Formativa.
Lugares de obtención de minerales
Con la excepción de los minerales constituyentes de las rocas habituales (calcita, cuarzo, yeso, feldespatos…), el resto están ligados a anomalías geológicas como intrusiones magmáticas o filones. Dichas anomalías conllevan en ocasiones el enriquecimiento en ciertos elementos, lo que ha dado lugar a explotaciones, minas o canteras. Vemos, pues, dos ventajas: existencia de una concentración de minerales y los trabajos de explotación que los han dejado al descubierto. Pero cuando no hay intereses comerciales por medio hay que confiar en que los minerales sean liberados por la erosión. De acuerdo con lo dicho, para la recolección de minerales tenemos estos tres escenarios.
Minas/canteras abandonadas.
Minas/canteras en explotación.
Campo (minerales liberados por la erosión).
Corta San Valentín en La Unión, la actividad cesó hace más de 30 años, pero aún es posible encontrar piezas interesantes.
Casi toda la actividad minera en España ha ido cesando en la segunda mitad del siglo XX. Hay una gran cantidad de minas con material relativamente intacto que se puede recuperar en antiguos acopios no procesados y escombreras. Desaconsejamos entrar en las galerías salvo que se tenga la suficiente experiencia para valorar los riesgos. En general, las antiguas explotaciones están cercadas para evitar accidentes y no es fácil acceder. En este sentido, me gusta más el norte de España, donde el monte es comunal y las vallas son más para las vacas que las personas.
El pan de cada día del aficionado a los minerales…
Las minas o canteras en explotación constituyen una rara ocasión de recoger mineral «fresco». Algunas explotaciones permiten el acceso a visitantes determinados días concertado una cita previa. En otros casos, hablar con algún trabajador y exponer las intenciones puede dar buen resultado.
Este magnífico ejemplar me lo regalaron en las oficinas de la mina de Reocín (Cantabria), a donde llegué en autobús y sin cita previa.
A favor de la recogida de minerales
Quiero matizar que me refiero a la recogida para colección propia. Esto significa que se extrae un número limitado de ejemplares, que hasta que no sean preparados convenientemente no se puede decidir cual será el representativo en la colección. El segundo mejor ejemplar puede conservarse (duplicado) y del resto usar algunos para análisis, regalo o intercambio. Siempre he dicho que el que recoja minerales con ánimo de lucro, ya sea en dinero o canjes masivos, debería darse de alta como minero.
Escombrera en una mina de La Unión… en lugares como éste busco minerales.
La recogida de minerales, en la medida que es una práctica minoritaria, que se obtienen de lugares muy degradados por la explotación minera abandonada o arrancados por la erosión, se puede considerar sostenible. Algunos opinan que es beneficiosa incluso. Ver por ejemplo el artículo de S. Moreton en mindat.org del que seleccionamos algunos de los encabezados de las razones que proporciona para la recolección de minerales:
Entretenimiento para todas las edades y habilidades
Es educativo
Los minerales son bellos
Los minerales son parte de nuestra herencia natural
Los coleccionistas hacen descubrimientos y contribuyen a la ciencia
Sin recolectores los museos estarían vacíos
Los minerales no recogidos están sentenciados
…
Recomendamos leer en el artículo original los argumentos de Moreton para combatir los tópicos habituales de los detractores de la recogida de minerales.
La esencia del Turismo Mineralógico
Con lo dicho hasta ahora, podría deducirse que el turismo mineralógico consiste simplemente en la combinación del ejercicio del turismo y la afición a los minerales, particularmente la recogida de ejemplares. Visto de esta manera, no sería otra cosa que la mezcla adecuada de highlights del turismo regular y visita a yacimientos minerales, es decir, una elección de sitios y planificación de la ruta. Mi opinión es que no se reduce únicamente a eso, pero antes de argumentarlo discutiré algunos aspectos organizativos.
Sin el vehículo adecuado sería difícil recorrer kilómetros de pistas de montaña, como ésta en Los Pirineos.
Sólo en contadas ocasiones emprendo un viaje para recogida exclusiva de minerales. Lo normal es que un viaje de varios días por una determinada comarca incluya visitas a lugares interesantes mineralógicamente, si es que los hay. En otros casos, un viaje de varios cientos de kilómetros puede desviarse fácilmente sin mucha molestia para pasar por algún yacimiento. A falta de planificación previa, tiro de experiencia y hago paradas un tanto aleatorias para probar suerte. Por ejemplo, el tipo de líquenes me pone sobre aviso para cuarzo o silicatos. Lo dicho hasta ahora se refiere casi exclusivamente a viajes en coche particular que uno puede gestionar a su manera. El transporte público resulta menos flexible, pero en ocasiones es lo único disponible. Cuando viajo en avión, siempre facturo equipaje ante la posibilidad de volver con algunos incómodos kilos de más.
Cuarzo con chorlo (turmalina negra) recogido en una mina de Perú.
Para mí, la verdadera esencia del Turismo Mineralógico es que el plus de la búsqueda de minerales permite descubrir rincones muy poco transitados. Por ejemplo, la búsqueda de cristales de andalucita y otros silicatos de las andesitas en el municipio de Mazarrón me permite pasear por lugares sin turistas de playa. La visita a las minas de hierro de Cehegín me lleva por rincones idílicos de bosque de ribera junto al río Quípar. En general, cuando viajo por España guiado por la búsqueda de un determinado mineral, termino alejándome de las autovías, los grandes núcleos urbanos y descubriendo parajes de desoladora belleza de eso que llaman la España Vaciada.
A este sitio que ni recuerdo he llegado siguiendo el rastro de los minerales.
Cuando ya no se puede ser otra cosa que turista, la experiencia más intensa y genuina de viajar la siento cuando llego a un lugar de mi propio país donde la gente se extraña al verme y pregunto a los ancianos si saben algo de las antiguas minas (sobre obtener información de los ancianos, por favor, lean este post). Porque donde te lleven las piedras, difícilmente te llevará alguien.
Unos cuantos ejemplos
Los ejemplos que desarrollé en la ponencia son los siguientes. Sólo explicaré de manera algo más extensa los que sean inéditos en el blog, para los otros basta seguir el enlace.
Camino de Santiago
La Rioja
Almadén
Oro de Cabo de Gata
Asturias desde el norte de Burgos
Fin de semana en Los Alpes
El cobalto de Los Pirineos
Montaña Leonesa
Geoparque Sierra Norte de Sevilla
Un congreso en Badajoz
Camino de Santiago
Cuarzo del Bierzo, recogido durante mi realización del Camino de Santiago.
Puse como ejemplo mi experiencia en el Camino de Santiago de como los minerales pueden ser un complemento esporádico a pesar de andar con el tiempo justo (y a veces la fuerza) para cubrir las etapas.
La Rioja
Cubo de pirita de Navajún (La Rioja).
La Rioja es una pequeña comunidad muy interesante para el turismo cultural, arquitectónico y enológico. En lo que respecta a paleontología, hay muchos lugares para observación de huellas de dinosaurio o árboles fosilizados. Pero también es notable por sus piritas y cuarzos.
Almadén
Cristal de cinabrio rodeado de gotitas de mercurio nativo, recogido en unos acopios de Almadén cuando la mina estaba en explotación.
La mina de mercurio de Almadén es un lugar que comencé a frecuentar cuando estaba todavía en explotación. Ahora está musealizada, por lo que no se pueden conseguir ejemplares como antes. No obstante, la visita merece la pena.
Oro de Cabo de Gata
Fotografía de aumento donde se pueden apreciar granitos de oro y goethita (negro) sobre cuarzo, de Rodalquilar (Almería).
El parque natural de Cabo de Gata tiene muchos atractivos. Uno de ellos es la planta industrial, actualmente en ruinas, para obtener oro de las brechas volcánicas de Rodalquilar, la mina más productiva de España en tiempos recientes. Y si hubo oro, ¿es posible verlo todavía?
Asturias desde el norte de Burgos
Pozo de extracción de petróleo, ya parado, en el campo petrolífero de Ayoluengo.
Durante el verano de 2022, Tere y yo hicimos un viaje de dos semanas por el norte de la provincia de Burgos y Asturias, con un paso fugaz por Cantabria. La primera parte combinó lugares de interés turístico «convencional» con otros de peculiaridades geológicas, pero no hubo apenas minerales.
Estanques provocados por la toba calcárea en Orbaneja del Castillo.Formación espectacular en Puentedey.El Románico es uno de los atractivos del norte de la provincia de Burgos.
Ya en Asturias, los minerales empezaron a cobrar protagonismo. Sin ir más lejos, entre los lagos de Covadonga hay una antigua explotación de hierro.
Ya en Asturias… puente de Cangas de Onís.Ammonite en el embaldosado de Covadonga.
Pero lo más interesante comenzamos a verlo viajando hacia el oeste. Camino de Boal, hicimos una parada en Berbes, localidad famosa por la calidad de sus fluoritas.
Playa de Berbes, vista desde la mina de fluorita.Diminuto sapo, uno de los habitantes de la mina.Cubos de fluorita de Berbes.
En Boal había varios objetivos a cubrir: una mina de estaño y wolframio, unos cuarzos de gran tamaño que aparecieron en unas obras de la carretera y las famosas quiastolitas (prismas de andalucita más o menos alterada con un patrón cruciforme en sección). Al final, el viaje sólo fue productivo en quiastolitas, pero el mejor ejemplar fue un regalo de un lugareño con el que conversé sobre piedras.
Restos de las instalaciones en la mina de estaño y wolframio de Boal.Buscando quiastolita en los alrededores de Boal.Ejemplar de quiastolita cortada proporcionada por un amable lugareño.
Fin de semana en Los Alpes
Mia amigos franceses y yo buscado minerales en una escombrera de una antigua mina en Los Alpes.
Unos amigos te invitan a pasar un fin de semana en su casa de la montaña, un lugar donde no has estado nunca… ¿Podrás sacarle partido mineralógicamente hablando?
El cobalto de Los Pirineos
Vista de San Juan de Plan, en el Pirineo oscense.
Un largo regreso en coche desde el norte de Francia merece una parada en San Juan de Plan, en pleno Pirineo oscense, para buscar unas antiguas minas de cobalto.
Montaña Leonesa
Mina La Divina Providencia, en el término de Cármenes (León) donde aparece un mineral único en el mundo, la villamaninita.
Un viaje en familia a un lugar de agreste belleza, en plena Montaña Leonesa durante los últimos coletazos del invierno, y la visita a dos minas con una peculiar paragénesis.
Geoparque Sierra Norte de Sevilla
Con motivo de una breve estancia profesional en la Universidad de Sevilla, gracias a mi amigo Rafa Espínola pude realizar una interesante visita al Geoparque Sierra Norte de Sevilla, más concretamente por los alrededores de Alanís, donde se sitúa el centro de interpretación.
Fernando Romero, delante de una muestra de troncos fosilizados procedentes de la comarca.
El alma del Geoparque es Fernando Romero, un aficionado a la geología autodidacta. Él fue el guía durante la visita al centro de interpretación y después nos llevó al campo a ver algunas explotaciones antiguas de cobre y bario.
Fernando y Rafa en un expositor de fósiles paleozóicos.Toro disfrutando de la sombra de una encina.Fernando nos guía hacia una labores mineras ocultas por la vegetación.Barita de una antigua explotación en Alanís.Estamos en plena faja pirítica… este fragmento de pirita masiva es de una trinchera de la carretera en la proximidades de Cazalla de la Sierra.
Un congreso en Badajoz
Uno de los momentos del congreso.
Aprovechando el viaje en coche a un congreso de Espacios de Banach celebrado en Badajoz, además de disfrutar de la ciudad y su gastronomía, organicé el regreso para poder visitar la mina Monchi de Burguillos del Cerro, un lugar donde ligada a la magnetita que se explotó como mena de hierro, aparecen minerales muy raros.
Vista de Badajoz al atardecer.Dejamos la ciudad y nos adentramos por parajes poco habitados.Burguillos del Cerro, visto desde lo alto de una escombrera de la mina Monchi.Lollingita, un arseniuro que aparece en mina Monchi.Vonsenita, una especie de magnetita rica en boro,un mineral raro pero muy abundante en Burguillos del Cerro.
Tras recoger algunas muestras en Burguillos del Cerro, me dirigí al cercano pueblo de Feria, recomendado por Eslava Galán en su libro de los 1000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida. Lamentablemente, no pude comer allí por motivo de una festividad.
Feria, bonito pueblo pacense.Mientras el viaje dure no se pierde la esperanza de recoger más minerales… en el acceso a la mina Cobre las Cruces, cerca de Sevilla.
Tras Angola y Burkina Faso, toca Camerún. No me importaría seguir estrictamente el orden alfabético porque así el siguiente país sería Djibuti, que tengo muchas ganas de visitar desde que vi Beau Travail, francesísima película protagonizada por un encabronado Denis Lavant y con un final inolvidable (no haré spoiler) ambientada allí. Volviendo al país del que sí acabo de regresar, se me hacía muy cuesta arriba escribir Camerún como título tras haber estado todo el tiempo leyendo Cameroun o Cameroon, los dos nombres oficiales de este país bilingüe y, sin embargo, dividido por la lengua. Por eso he optado por la antigua denominación como colonia alemana, Kamerun. Si bien, el nombre del país viene del portugués, por la abundancia en gambas de su costa (camarões) que no llegué a probar 😕
Costa de Camerún, bañada por el Golfo de Guinea, en Limbe.
Datos generales
El Kamerun alemán ocupaba una extensión mayor que el país actual, desde la instauración de la colonia en 1884 hasta 1916 que es repartido entre Francia y Reino Unido tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. La parte francesa con Capital en Yaoundé, consigue la independencia en 1960. Poco después se le une la franja británica, de menor extensión tras rechazarse en referendum la anexión a Nigeria. Desde entonces, Camerún tiene el francés y el inglés como lenguas oficiales y la población es bilingüe en la práctica, si bien se habla de un cierto favoritismo hacia la francofonía que sirve de pretexto a grupos separatistas camerooneses. En lo que respecta al uso de estas lenguas, el acento es muy fuerte y lo que más se oye en las calles de Buea es pidgin english.
Antigua oficina de correos alemana, posteriormente inglesa, en Buea.
A Camerún llegué a través del aeropuerto de Douala, la ciudad más poblada del país, que cuenta con puerto marítimo en el estuario del río Wouri. La dos partes de la ciudad separadas por el río se encuentran conectadas por un único puente que, en consecuencia, soporta un tráfico intenso. La mayor parte del tiempo la pasé en Buea (pronúnciese algo así como buya), antigua capital del Cameroon británico, ubicada al pie del Monte Camerún, del que hablaremos después. Tanto Douala como Buea son ciudades de fundación colonial y no tienen una estructura diferenciada, sino que consisten en barrios que emanan como «parrillas» anexas a las carreteras principales (lo mismo que una urbanización, pero sin chalets). Así que lo que describiré en este post se puede localizar en un área relativamente pequeña de Camerún.
Monumento a la Reunificación, en Buea.El presidente Paul Biya lleva más de 40 años renovando su mandato.
La montaña
El Monte Camerún (o Fako) es un volcán activo (última en mayo de 2000) de 4.100 m (en esto no hay mucho acuerdo) sobre el nivel del mar, cuya proximidad provoca una franja de jungla (rainforest) y en general humedad más abajo. Por encima de la altura habitual de las nubes, el clima es más seco y la vegetación acorde (sabana). En la estación lluviosa, las nubes envuelven la parte inferior de la montaña, lo que era particularmente observable desde mi hotel, ubicado en los barrios más altos de Buea. No sólo eso, se podía señalar incluso en qué punto del recorrido entre la universidad y el hotel se producía el cambio de clima.
Monte Camerún-Fako desde mi hotel en una mañana más despejada de lo habitual.La llegada a mi hotel era así casi todos los días.
El acceso al Monte Camerún está regulado como Parque Nacional. Nuestra ruta comienza junto a los antiguos edificios de gobernación alemanes, actualmente en uso por las autoridades camerunesas (no está permitido fotografiarlos). El primer tramo se hace entre cultivos de maíz y banana. A continuación, comienza en bosque primario, con árboles de porte pequeño y donde comienzan a verse los primeros helechos arborescentes. A medida que se asciende, los árboles van siendo mayores y las lianas se descuelgan varios metros. Finalmente, en la parte correspondiente a la jungla impera la oscuridad provocada por las frondosas copas de árboles gigantescos y la niebla. Haber podido llegar a este punto se lo debo al guía, porque el sendero en algunos tramos apenas se insinuaba y el cansancio me hubiera desanimado de haber ido solo.
Frondosidad vegetal con bananos en la parte inicial del recorrido.Zona relativamente baja del Monte Camerún, con pasto y maizal.Comienzo del bosque, con árboles de porte pequeño.Helechos arborescentes, con sus troncos trenzados… era como caminar por un bosque Carbonífero.Tronco de helecho, en la parte donde deja de estar trenzado y comienzan a separarse las frondas ¡Cuidado, que pincha!A medida que se asciende, los árboles empiezan a ser inabarcables.Vista de la jungla, con el guía John en primer plano.La densidad vegetal es considerable.Al no poder entrar la luz, las ramas bajas acaban muriendo.Tras esta entrada «oficial» comienza la subida seria, para la que no estaba preparado…Extremo inferior de una liana.Zona de selva cerca de Limbe. Las enredaderas cubren troncos y lianas formando un manto impenetrable… Tarzán lo hubiera tenido difícil 🙂
El mar
Al estar Douala en un estuario, no cuenta estrictamente como mar. Limbe, a poca distancia de Buea, se ubica en la costa del Golfo de Guinea, frente a la isla de Bioko (la antigua Fernando Poo española) cuya ciudad principal Malabo es también la capital de Guinea Ecuatorial. Limbe es una ciudad animada con playas, puerto pesquero y algunos vestigios industriales.
Vista del Golfo de GuineaVista de la costa con lluvia.Playa de Limbe, con restos de un embarcadero.Barcos de pesca en Limbe.Establecimiento de pescado ahumado.El acceso al puerto es bastante mejorable…Barracones de pescadores en el puerto de Limbe.Lugar de esparcimiento cerca de la costa en Limbe.Pescador con sus redes en la mano buscando comprador para su captura, en la bolsa negra.Detalle de la captura.Centro de Limbe, si es que tal noción se puede aplicar.
Matemáticas en Camerún
Cuando llegué en 1996 a la Université de Bordeaux (en aquel tiempo Bordeaux 1) formaba parte del staff un profesor africano, el camerunés Henri Hogbé-Nlend. Su especialidad era el Análisis Funcional y había realizado la tesis con Laurent Schwartz (que ya mencionamos en nuestro postEDPSF) convirtiéndose en el primer doctor en Matemáticas del África Negra. Después supe que regresó a Camerún para participar en la política, llegando a ser Ministro de Investigación Científica y Técnica entre 1997 y 2002. Como es habitual en la gobernanza africana, tras pasar por el poder nunca se vuelve a vivir tranquilo… Hogbé-Nlend poco después se vio obligado a dejar su país en secreto.
Henri Hogbé-Nlend, foto tomada de La Calebasse Réparée donde se puede encontrar más información sobre el matemático y político camerunés.
Es un buen momento para explicar qué hago yo aquí… La primera universidad anglófona de Camerún es la de Buea (University of Buea), con la que la Universidad de Murcia tiene un convenio Erasmus+ que ha financiado mi viaje. El responsable de la calurosa acogida que recibí es el profesor Cyrille Nana, que también trabaja en ciertos aspectos del Análisis Funcional. Mi tarea allí consistió en dar un minicurso de aplicaciones del Análisis Funcional que incluía, entre otros temas, el Problema de Dirichlet, los teoremas de Punto Fijo de Kakutani y el teorema de Hille-Yosida.
Entrada principal al campus de la Universidad de Buea.Campus de la Universidad de Buea.Con Cyrille Nana tras una de las sesiones de mi minicurso.Durante una de las clases, correspondiente a los teoremas de Punto Fijo.Aula en la que tuvo lugar el minicurso.Uno de los edificios de la universidad, precisamente en el que se ubica la oficina que me asignaron.Aula durante el receso para discusión del tribunal en una defensa de Trabajo Fin de Máster.
Al margen de la Universidad de Buea, tuve también la oportunidad de visitar el centro del African Institute for Mathematical Sciences (AIMS) en Limbe, uno de los cinco centros que tiene esta organización repartidos por todo el continente. El AIMS tiene una oferta de cursos de máster muy interesante para graduados en Matemáticas. En particular, el centro AIMS Cameroon de Limbe admite cada curso a un máximo de 60 estudiantes de países africanos, que son alojados en una residencia del mismo complejo.
Uno de los edificios del AIMS de Limbe. En la planta baja hay aulas.Con Daniel Duviol Tcheuta, director de AIMS Cameroon.Pizarra en el exterior de las instalaciones con resultados de Teoría Espectral escritos posiblemente por un estudiante.
Vida y gentes
Esta sección está dedicada a los aspectos de la vida cotidiana del antiguo Kamerun que más me han llamado la atención.
La mayor parte de las construcciones son modernas en sentido estructural: tienen forjados de hormigón, usan bloque de cemento para tabiques (éstos se pueden fabricar sin horno) y el tejado es de chapa cincada fijada a un armazón de madera. Las peculiaridades decorativas son demasiadas para tratar de describirlas.Calle comercial en Buea… difícilmente se puede encontrar un local de artesanía.Mercado en Buea, con frutas y otros productos de uso habitual.Calle sin pavimentar en Buea, los carteles como el que cuelga, suelen anunciar el funeral de un líder religioso evangélico.Por las calles de Buea… me encantan los envoltorios de las recámaras para neumático (colgando al fondo).La actividad en el mercado callejero no cesa tras la puesta de sol.Fila de motos taxi circulando en Douala con la lluvia… salvando las distancias, me recuerda a la escena de las bicicletas en Blade Runner.Lavado de vehículos, aprovechando un cauce en la parte más baja de Buea.La marca más popular es Toyota, tanto en turismo como en todoterreno, siendo válidas aquí las observaciones sobre el parque móvil que hicimos en Angola. En la foto un Toyota Land Cruiser HZJ 76, modelo que estuve a punto de comprar hace unos años. En camiones triunfa Mercedes, aunque proliferan marcas chinas entre los nuevos.Cantina en el campus de la Universidad de Buea. Lo más ligero que ofrecen para el desayuno es una especie de tortilla de spaghetti.Kingsley sostiene una botella de la cerveza más popular de Camerún, la Export, que viene en botellines de 2/3… Ojo, hay que especificar que la quieres fría.Momento de la comida con una variada selección de platos cameruneses. En carnes triunfa el pollo, como en otros países africanos. Lo que tengo a mi derecha es tô, una masa blanca que ya había probado en su versión burkinabesa.Ndole con pescado ahumado, unos trozos de ternera y unos gurruños que no recuerdo de qué estaban hechos… muy bueno a pesar de su aspecto.¿Se puede beber agua no embotellada en África sin riesgos? Esta «surgencia» viene de un depósito que toma directamente el agua del Monte Camerún por encima de las áreas antropizadas.
Algo más de naturaleza y campo
Es indescriptible la energía que tiene la naturaleza aquí. El fértil suelo volcánico y la abundancia de agua hacen difícil creer que la hambruna de Biafra pasó a sólo unos pocos kilómetros de aquí. En cuanto a animales, no he podido ver ninguno en estado salvaje mayor que la palma de la mano… la estación de lluvias parece ser desfavorable.
Incluso visitar unos aseos públicos puede tener un cierto componente bucólico.Nidos con forma de bolsa, ocupados por unos pájaros amarillos bastante escandalosos que no he conseguido fotografiar de cerca.Lagarto agama en el campus de la universidad.El cocodrilo del Nilo es una especie presente en los ríos de Camerún, pero éste está fotografiado en Limbe Wildlife Centre.Caracola terrestre de grandes dimensiones en Limbe.La mimosa es una planta habitual en Buea.Gran variedad de plantas epífitas creciendo sobre la corteza de un árbol en el campus de la Universidad de Buea.Cerro compuesto de materiales piroclásticos en Limbe… apenas vi rocas no volcánicas durante todo el viaje.Roca del Monte Camerún, saturada de cristales de olivino (verde) y piroxeno (negro).Plantación de palma (al fondo), la del denostado aceite, en la provincia de Limbe.Detalle de una plantación de palma.Papayas, en el campus de la Universidad de Buea.Cocos, en un cocotero obviamente, en Limbe.Cacao en las inmediaciones de Buea, foto por cortesía del guía John.Enormes árboles de mango cerca de la costa en Limbe.Reses pastando cerca de un maizal, con el pastor atento de que no entren en él.Lamentablemente no pude tomar mejores fotos de esta raza de vacas con grandes cuernos.
Un poco sobre el viaje
El vuelo fue con Royal Air Maroc desde Madrid, con escala en Casablanca. Esto puede parecer trivial, pero en una ocasión anterior un cambio de horario de un vuelo me hizo pasar una noche en Casablanca, como a los Hermanos Marx. Tras una larga espera, una considerable incertidumbre (es posible que el fallo de Windows que afectó a los aeropuertos a escala mundial tuviera algo que ver) y algo de retraso, se produjo el embarque para Douala. El transporte desde Douala hasta Buea corrió a cargo de Kingsley, estudiante de Cyrille Nana y posiblemente el mejor conductor de África. A pesar de eso, nadie está libre de contratiempos…
Volando sobre el desierto.Comité de bienvenida en el aeropuerto de Douala: Jake, Kingsley y Franck, a quienes estoy muy agradecido por su compañía y explicaciones sobre Camerún.Antes de salir de Douala, el coche de Kingsley sufrió un reventón… el exceso de peso y estado de la carretera contribuyeron.… por lo que al día siguiente, pasamos a reponer el neumático dañado.Repostando en una improvisada gasolinera de Limbe.Me encanta el «motto» de la Universidad Católica de Buea… en algún sitio tenía que poner esta foto 🙂Comienzo de la larga espera en el aeropuerto de Douala, antes de mi regreso.
Epílogo
Con esto llego al final del relato de un viaje breve pero intenso. Para no recargar demasiado el post y aburrir a los lectores que aún me siguen, he dejado fuera muchas de las fotos que hice. Espero seguir volviendo por África y contándolo aquí, pero no será muy pronto. Antes tenemos por delante un mes de agosto en el que cargar las pilas y hacer otras muchas cosas…
Con el recuerdo todavía muy reciente, os contaré nuestra escapada a León. Para ser exactos, no la ciudad sino cierta parte al norte de la provincia, en plena Cordillera Cantábrica, muy interesante por sus valores naturales y, como es de esperar en este blog, por sus minerales. Se trata de la comarca de Los Argüellos, concretamente de la zona alrededor de Cármenes. Además, este es el viaje más largo que hemos realizado con el pequeñín desde que estuvimos en Ricla, toda una proeza 🙂
Los Argüellos
Los Argüellos es una comarca histórica del Reino de León, que se superpone, aunque no coincide, con la Reserva de la Biosfera del mismo nombre. A efectos históricos y oficiales, la capital de Los Argüellos es Cármenes, si bien Villamanín tiene mayor población. Esta comarca puede parecer un lugar remoto, pero se encuentra en una ruta natural de la Meseta a Asturias. Particularmente, si se regresa de Oviedo por tierra, basta desviarse un poco por la antigua carretera nacional y después de cruzar el Puerto de Pajares se llega enseguida a Villamanín.
Paisaje de Los Argüellos: vista desde la mina La Profunda.Iglesia de Cármenes, construida en caliza de montaña.
El marco es espectacular: imponentes montañas de cimas rocosas, valles con verdes pastos y manchas de bosque caducifolio. En lo que respecta a fauna, quizás lo más interesante es que es una zona de paso eventual de osos pardos. Por suerte, la mayor parte de las bestias que uno se tropieza son caballos y vacas. También hay ovejas y cabras, con las que se elabora una de las especialidades de la comarca, la cecina de chivo.
Panel informativo sobre la Reserva de de Biosfera de Los Argüellos.Grupo de caballos en las inmediaciones de la mina La Profunda.Camino de la mina La Profunda y reses curioseando.
En los Argüellos hay algunos lugares de interés geológico. Destaca la cueva de Valporquero (que no visitamos en esta ocasión por las limitaciones para el bebé) y las hoces de Vegacervera. Precisamente la carretera de Vegacervera a Cármenes pasa por las hoces que ha abierto el río Torío. Siguiendo esta misma carretera, no muy lejos al sur de Vegacervera, en Matallana de Torío, pero ya fuera de Los Argüellos, se pueden ver restos de la minería del carbón.
Panel informativo en las hoces de Vegacervera.El río Torío pasando por las hoces de Vegacervera.La calera de Felmín, en muy buen estado de conservación.
La roca omnipresente es la caliza de montaña carbonífera (que ya he mencionado anteriormente en este artículo), principalmente gris aunque también la hay roja. Se puede observar con facilidad algunos fósiles, típicamente crinoideos, pero también moluscos y corales.
Caliza de montaña carbonífera mostrado restos fósiles.
Mina La Profunda
Las escombreras de la mina La Profunda son visibles desde la carretera Cármenes-Villamanín. Sin embargo, no es recomendable acceder por la vía más corta, ya que hay alambradas y riachuelos, además de ortigas arborescentes si se va en verano, por si no hubiera suficiente con los tábanos. Desde la Collada de Cármenes sube una pista que permite acceder a las escombreras desde arriba. La Profunda es una mina de cobre que se ha explotado desde la Prehistoria, como atestiguan los abundantes restos arqueológicos que se han recuperado.
La Collada de Cármenes, el lugar más adecuado para acceder a la mina La Profunda. Allí está la divisoria de aguas entre los ríos Torío y Bernesga.
La Profunda es rica en sulfuros de cobre y productos de su alteración, pero además están presentes otros elementos como el cobalto, el arsénico, el níquel e incluso el uranio (ver este artículo). La entrada principal a la mina parece una inmensa cueva y merece la pena visitarla, si bien el escombro contiguo a esta parte más alta del yacimiento es pobre en minerales.
Entrada principal de la mina La Profunda.
En la varias visitas que he hecho a esta mina (tres, contando ésta) siempre he tenido la sensación de que se desperdiciaban grandes trozos de mineral en las escombreras, así que me dediqué a recorrerlas de arriba abajo y viceversa. Los sulfuros más frecuentes son la bornita, la digenita (prácticamente un polimorfo de la calcosina) y algo de calcopirita, además de los productos de alteración, entre los que el cobalto se hace más patente.
Vista de las escombreras de La Profunda desde el riachuelo. La mina principal es la mancha oscura entre los peñascos, hacia la izquierda.Mezcla de sulfuros parcialmente alterados. Es reconocible la calcopirita, aunque contiene mineral primario de cobalto sin identificar, posible skutterudita, delatado por las alteraciones en eritrina.Bornita, sulfuro de cobre y hierro de color bronce, que se oscurece con una pátina iridiscente, si bien después de muchos años a la intemperie la pátina se vuelve mate.Digenita, sulfuro de cobre de composición similar a la calcosina. Este mineral recibió durante algún tiempo el nombre de carmenita por aparecer en Cármenes.
Aparte de sulfuros, incluyo algunos minerales de alteración.
Eritrina, arseniato de cobalto, detalle de la primera pieza mostrada en esta sección.Cobaltocalcita, una calcita teñida por sales de cobalto.Formación «muñequito» de azurita y malaquita.
Mina La Divina Providencia
Durante algunos años, una pedanía de Villamanín fue más famosa que la propia villa leonesa. Se trata de Rodiezmo, a tres kilómetros de la primera, donde desde 1979 hasta 2012 se celebraba, a comienzos de cada septiembre, una gran fiesta de la UGT y del PSOE, con motivo del alto predicamento que estas organizaciones tenían en el sector minero del carbón asturleonés. Ahora que no hay mineros, con la clase proletaria «externalizada» y una coalición en el gobierno de la nación que abjura de la explotación de los recursos del subsuelo, especialmente combustibles fósiles, la fiesta de Rodiezmo no tendría ningún sentido hoy día.
Sorprendente indicación para llegar a la mina… casi lloro de la emoción.
Pero Villamanín es también un lugar conocido entre los mineralogistas porque da nombre a un mineral bastante exclusivo: la villamaninita, un sulfuro complejo de hierro, cobre, cobalto y níquel. No deja de ser curioso que se tomase Villamanín como indicación geográfica, estando la mina en el municipio de Cármenes. Quizás fuese porque Cármenes le dio transitoriamente el nombre a otro mineral que, al final, resultó ser digenita. La villamaninita aparece casi exclusivamente en la mina Divina Providencia, un lugar relativamente escondido en las montañas.
Ruinas de las instalaciones de la mina Divina Providencia.
Así que el principal objetivo del día era dar con la villamaninita. La pista forestal parte de Villanueva de Pontedo. Tras dejar el coche donde la pista se cruza con el arroyo de la Mina, comienzo la subida por un sendero que discurre paralelo a éste, aunque con el deshielo, en algunos tramos el sendero era más bien arroyo. La mina y sus escombreras limitaban con las nieves. Imagino que de haber llegado una semana antes me lo hubiera encontrado todo cubierto con un blanco manto. Podía sentirme afortunado, aunque el tiempo en la montaña no fuese particularmente agradable.
Una de los accesos a la mina Divina Providencia, con un nevera en la entrada.
Las abundantes escorias delatan que, durante algún periodo de la explotación, se realizó la fundición del mineral allí mismo. Reviso varias de las bocaminas y cerca de una de ellas puede verse un acopio de mineral con abundante villamaninita en forma de pequeños granos incrustados en dolomía. La alteración del sulfuro ha cementado el acopio y las muestras del mineral no parecen ser particularmente buenas.
Acopio de mineral con villamaninita.
Al final, tras revisar escombreras y el arroyo, reúno una pequeña selección de lo que me parece más significativo. El cobalto se hace evidente en forma de pequeñas inclusiones de eritrina, aunque ninguna que merezca la pena. Entre las muestras de villamaninita que recojo las hay con diferentes grados de alteración. La mayor parte de la villamaninita aparece en formaciones botroidales de estructura radiada y capas, pero en algunos granos se perciben caras de cristalización.
Pieza típica de villamaninita poco alterada: inclusiones granulares arriba a la derecha, filoncillo de dolomita, y villamaninita masiva mezclada con la dolomía oscura abajo a la derecha.Otra muestra típica de villamaninita, algo más alterada. Los alveolos vacíos contenían mineral, pero lo han perdido. La pieza todavía lleva una buena cantidad de villamaninita en su interior, pero no tengo intención de partirla.Villamaninita en formación arriñonada en una foto ampliada.
Al margen de la villamaninita, la pieza más interesante que encontré allí es una mezcla de sulfuros con textura de «mortadela». Pirita, calcopirita y calcosina son reconocibles, pero imagino que la pieza llevará también una cierta cantidad de cobalto y níquel.
«Mortadela» de sulfuros de Divina Providencia.
El viaje: anécdotas y pormenores
No hay que olvidar que viajamos con un bebé de siete meses, por eso Kaváfis ha estado más presente que nunca durante estos días: dos noches en Toledo a la ida y una noche en Ávila a la vuelta. Pero de estas dos ciudades extraordinarias hablaremos en otra ocasión… La mayor parte del tiempo estuvimos hospedados en Vegacervera, en un pequeño apartamento de un complejo rural que no tenía demasiados visitantes en esta época del año. Las temperaturas en la calle provocaron que la estufa de pellets estuviese funcionando casi de modo continuo.
Vegacervera.Complejo rural «Fuentes Blancas» en Vegacervera.
Los caminos para acceder a los yacimientos están en general en buenas condiciones, pero con el deshielo hay mucho barro y en algunos puntos hay peligro de deslizar y/o quedar atascado. Circular con un buen todoterreno es más que recomendable. Habitualmente hay cancelas en los caminos con la finalidad de que no se escapen las reses, no para impedir el paso de personas o vehículos. Es una secuela de la Edad Media que, lamentablemente, no disfrutamos en el sur de España: en el norte los montes son comunales, que no hay que confundir con públicos (la titularidad es de los vecinos, no institucional). Compárese esta situación con, por ejemplo, la umbría de Carrascoy que es prácticamente inaccesible porque está cercada con las vallas de los latifundios que la rodean.
Pista forestal embarrada.Toyota Land Cruiser HDJ 80, inseparable compañero de fatigas.Rudimentaria cancela, que hay que dejar exactamente igual cada vez que se pase.
Para acabar hablaremos un poco de los aspectos culturales. La ciudad de León no queda lejos de Vegacervera por lo que pudimos hacer una visita tan rápida como incompleta. En cuanto a gastronomía, en Los Argüellos lo normal es que la comida de los restaurantes consista en recetas caseras y cantidades abundantes, si bien, siendo temporada baja, no hay muchas opciones para elegir.
Catedral de León… Gótico de libro.
Pero lo más curioso, gastronómicamente hablando, nos ocurrió dejando la provincia de León. Llegando a Benavente, pensamos que para comer sería mejor dejar la autovía y buscar un lugar en la población que fuera, al menos, un poco mejor que lo que suele ofrecer un área de servicio. Tere me dice que ha encontrado un restaurante con buenas referencias en Google y decidimos comer allí sin pensarlo dos veces. Tras varios kilómetros por caminos inverosímiles, desembocamos en una finca. Tras la valla, un caserón antiguo con una capilla o ermita, y el parking, lleno de vehículos de alta gama: parece que hemos llegado al restaurante 😕 Una estrella Michelín en la puerta no nos intimida lo suficiente como para dar la vuelta y los empleados se desviven por encontrarnos una mesa junto a la que poder colocar el carrito del bebé.
Restaurante «El Ermitaño», en Benavente.Uno de los platos que nos sirvieron.
En algún momento del regreso, uno empieza a ser consciente de que el viaje se acaba. Al sur de Madrid fue necesario usar el aire acondicionado del coche y, a medida que nos acercábamos hacia Murcia, se hacía patente en el cielo una calima cargada de polvo sahariano.
¡Vamos a echar mucho de menos la montaña leonesa!
Área de servicio en Tobarra, con la calima al fondo.Foto de familia durante el viaje.
Hablar de África, en su generalidad, con motivo de un viaje breve y limitado a Angola sería tan injusto como no reconocer que lo que más me ha gustado de este país es transversal a todo el continente, o por lo menos, a su parte subsahariana. Entre las capitales de Angola (Luanda) y Burkina Faso (Ougadougou) hay más kilómetros de distancia que entre Murcia y Moscú, sin embargo, entre ambos países africanos pueden encontrar muchas más similitudes que diferencias. Out of Africa es una referencia cinematográfica (Memorias de África, en español) pero también un término científico que nos recuerda que la humanidad surgió en África y comenzó su expansión hace alrededor de 2 Ma. Por eso más que viajar a África, lo que hago es regresar a ella.
África es también el continente del color: sus paisajes sobrecogedores, sus mercados de productos frescos o artesanía, y sus gentes, sobre todo mujeres, envueltas en telas estampadas de llamativos colores… Hace algún tiempo traté de mostrar todas esas impresiones en un post fotográfico sobre Burkina Faso. Ahora, que acabo de regresar de Angola, que tengo los recuerdos recientes y el móvil repleto de fotos no puedo hacer otra cosa que dedicarle este espacio.
Angola
El séptimo país en extensión de África es, sin duda, uno de los más desconocidos del continente. La guía Lonely Planet de África dedica apenas cuatro de sus más de mil páginas a un país cuya extensión viene a ser como dos veces España más el Reino Unido. Angola nunca ha sido un destino tradicional para los turistas, ni conseguirlo tampoco parece que sea una prioridad del gobierno angoleño (una excepción es la agilización del trámite del visado turístico puesta en marcha este año). La relativamente reciente guerra (hasta 2002) que ha dejado un buen número de minas antipersonas aún sin localizar y que la bandera nacional ostente un gran machete acanalado, seguramente no incitan a visitar el país por gusto.
Bandera de la República de Angola.
No obstante, Angola recibe muchos visitantes de Portugal y Brasil, con los que comparte el idioma. Hay también hay bastantes cubanos por asuntos de cooperación que se remontan varias décadas atrás, y gente de negocios de todo el mundo atraída por los diamantes y el petróleo. Al contrario que en Bobo-Dioulasso, donde todos los blancos nos habíamos visto las caras a los tres días de estar en la ciudad, las ciudades angoleñas acogen bastantes extranjeros. Eso facilita, por ejemplo, que sea fácil cambiar divisas en las calles de Luanda.
Mapa de Angola en la guía de África de Lonely Planet (2017).Billetes de kwanzas, con António Agostinho Neto, fundador de la República de Angola, y dos paisajes que serán explicados más adelante.
Luanda
Luanda es una ciudad de dos millones y medio de habitantes. Como la mayor parte de las casas son de planta baja ocupa una gran extensión en la que apenas hay avenidas que alivien el denso tráfico rodado. Los rascacielos y edificios más modernos se agolpan junto a la bahía. Entre ellos quedan construcciones de época colonial, así como edificios de un periodo de desarrollismo de las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en estado muy variable de conservación.
Bahía de Luanda vista desde el puerto.El centro de Luanda presenta el aspecto típico de cualquier cuidad moderna.Vista del paseo de la bahía, desde la explanada del Museo de la Moneda, con el Banco Nacional al fondo, edificio de época colonial.
Junto a la bahía discurre la Avenida 4 de Fevereiro, fecha que conmemora el comienzo en 1961 de la guerra de independencia de Portugal, y que se consumó finalmente en 1975. De los tiempos coloniales quedan edificios notables, como la Fortaleza de São Miguel y el Banco Nacional de Angola. Sin embargo, las casitas de una o dos plantas de techos altos y fachadas coloreadas parecen condenadas a desaparecer.
Las construcciones modernas van devorando las casas de época colonial como si no hubiera un plan para conservar un núcleo histórico.Fortaleza de São Miguel, ciudadela portuguesa que se eleva sobre un promontorio frente al mar.
Ilha de Luanda
Paralela a la costa continental hay una franja de arena mayormente construida, al estilo de La Manga murciana, unida al continente por un istmo donde se ubica la Fortaleza de São Miguel. Esta barra litoral, conocida como la Ilha de Luanda, configura al norte la bahía de Luanda y le da protección al puerto comercial. Hacia el sur deja una angosta ría de la que hablaremos después.
Vista de la Ihla de Luanda desde la ventana del apartamento donde me alojé en mi visita. En plena bahía, bote de pescadores echando las redes.Cartel dando la bienvenida a la Ilha de Luanda.
En la parte continental de la bahía de Luanda no hay playas: la costa tiene un talud protegido con hormigón. Las mejores playas son las que dan al Atlántico desde la Ilha.
Olas llegando a la playa de la Ilha de Luanda.Momia de pez globo en la arena de la playa.Otra vista de la playa.
Otro de los alicientes de la Ilha de Luanda son los muchos restaurantes y locales de ocio… como digo, el paralelismo con La Manga es total.
Restaurante en Ilha de Luanda, donde mis amigos angoleños me llevaron a comer pescado fresco.
¿Otra Luanda?
Al contrario de las ciudades europeas, donde los suburbios se ubican en zonas marginales, en Luanda los suburbios están distribuidos de manera bastante uniforme también en el centro de la ciudad. Es frecuente ver como edificios modernos y lujosos conviven con zonas de chabolas. Quizás esta configuración, más que falta de planificación urbanística, revele el poco clasismo que pude apreciar el la sociedad angoleña: por ejemplo, me pareció que las diferencias de etnia podían ser para ellos más evidentes que las diferencias económicas.
Vista trasera de los edificios que dan a la bahía, mostrando un barrio bastante descuidado.Grafiti en un edificio condenado a desaparecer en poco tiempo… obsérvese como en el solar a la derecha se construye un rascacielos.Calle en un barrio que limita con la ría, al sur de la Fortaleza de São Miguel.Fin, o comienzo, de la ría de la parte sur de la Ilha. Al frente, un atajo hacia las playas que dan a mar abierto.Arte urbano con reminiscencias tribales en el barrio al sur de la Fortaleza.
Lubango y sus alrededores
Lubango es la segunda ciudad de Angola en cuanto a población. Se ubica al sur del país, en un valle de la meseta angoleña. Gracias a su altitud y latitud, el invierno es más marcado allí que en Luanda. La ciudad está presidida por una montaña en la que destaca la imagen de Cristo Rei.
Una de las iglesias de Lubango en domingo.Colina sobre la que se alza la estatua del Cristo Rei y un cartel con el nombre de la ciudad.Vista de la ciudad desde el mirador del Cristo Rei.Cristo Rei, propiamente dicho.Niños jugando con un «esquema» de camión hecho de alambres y deshechos.
Cañón de Tundavala
Uno de los atractivos más famosos de Lubango es el cañón de Tundavala, que se encuentra a unos pocos kilómetros de la ciudad. Es una hendidura de más de 1000 metros en la meseta angoleña, siendo el desnivel con el fondo del valle aún mayor. En el viaje en coche se pueden apreciar varios tipos de paisajes.
Paisaje durante el camino al cañón de Tundavala.Parte superior del cañón de Tundavala. Las malas condiciones de luz no me permitieron hacer buenas fotos incluyendo el fondo.Vista de la meseta y el valle que conduce a Lubango.Niñas de una de las tribus que habitan la zona esperando a los turistas cerca del mirador de Tundavala.Paisaje desde la meseta.
Hacia Namibe
La ciudad de Namibe comparte etimología con el país al sur de Angola, Namibia. No es por casualidad, sino por el desierto que se extiende desde allí hacia el sur y del que Namibia se lleva la mayor parte y, en cierto modo, la fama. Uno de los highlights del recorrido es la carretera que salva el desnivel de la Serra da Leba: más de 1000 metros en unos pocos kilómetros de angostas curvas.
Recién salidos de Lubango, tras ascender la meseta.Venta de plantas junto a la carretera.Comienzo del descenso de la meseta.Imagen tomada de Internet que muestra la carretera.
A lo largo del recorrido resulta fácil seguir los cambios en la vegetación, y a una altitud que no podría precisar comienzan a aparecer los primeros baobabs, con su extraña silueta. En Angola, al baobab se le llama imbondeiro y a su fruto múcua, del que se extrae un zumo rico en vitamina C y de sabor tan extraño como el árbol.
El primer baobab que observé durante el descenso. Después se harían muy frecuentes.Baobab relativamente cerca de la carretera…… un poco más adelante un puesto de artesanía.Uno de los últimos baobabs de la ruta, cuando el terreno comienza a ser demasiado hostil para el gigante africano.
Cuando el suelo se vuelve arenoso y demasiado árido desaparecen los baobabs, y la vegetación comienza una suave transición hacia el desierto: los árboles van perdiendo altura progresivamente hasta que se convierten en arbustos. En este biotopo habitan tribus de pastores y en algunos de los puestos junto a la carretera venden leche de cebra. Me dicen mis anfitriones que no me fíe porque la rebajan con agua de dudosa procedencia.
Uno de los varios controles de carretera que tuvimos que pasar.«Estación de servicio».Mujeres de una tribu llevando, posiblemente, agua.Construcciones en madera y paja de un poblado, al atardecer.
Durante este recorrido hicimos numerosas paradas para comprobar las rocas del suelo, sobre todo, por la posibilidad de que la meteorización de los granitos hubiera liberado algún mineral interesante. A medida que nos acercamos a Namibe, los granitos son sustituidos por materiales sedimentarios.
Toyota Hilux en el que hicimos el viaje entre Lubango y Namibe.Después de revisar los terrenos sedimentarios a pocos kilómetros de Namibe.
Color, mar y desierto
La ciudad de Namibe se ve mucho más tranquila que Luanda y Lubango. Los edificios de época colonial con sus coloreadas fachadas contribuyen al encanto de este enclave costero. Hacia el sur de Namibe se extiende el desierto del Namib unos 2000 kilómetros, de los cuales 200 pertenecen a Angola. El desierto del Namib está considerado el más antiguo del mundo: ya era desierto antes de la extinción de los dinosaurios y de la llegada de Tom Bombadil.
Por las calles de Namibe.Fachadas pintadas de vivos y variados colores en Namibe.La playa de Namibe.Niños jugando en un embarcadero de la playa de Namibe.
La ciudad de Namibe está propiamente rodeada de desierto, cuya monotonía queda rota por pequeñas áreas de cultivos que destacan como oasis. Hay que recorrer unos cuantos kilómetros por la carretera hacia el sur para ver uno de sus más extraños habitantes: la Welwitschia mirabilis. Esta planta tiene un grueso tronco, totalmente hundido en el suelo, del que salen dos hojas, normalmente fragmentadas en varios trozos cada una, que crecen lentamente durante siglos. Se estima que hay individuos con más de 2000 años, convirtiendo a la welwitschia en uno de los seres vivos más longevos del planeta.
Los cultivos cerca de Namibe son verdaderos oasis.Vista del desierto desde la carretera hacia el sur.Arbusto del desierto con su característica silueta.Welwitschia mirabilis, la extraña planta única en su género que sólo crece en este desierto.El tronco de la welwitschia es sorprendentemente grueso y robusto. Surgiendo de la arena me recuerda a los gusanos de Dune.Río de arena en el desierto del Namib.Tareas de mantenimiento del Hilux.Paisaje con luna, durante el regreso a Lubango.
Miscelánea
Hay muchos aspectos de la vida cotidiana de los días que pasé en Angola que no he contado en las secciones anteriores. Para empezar, los hoteles en Luanda son terriblemente caros. Siguiendo indicaciones de un colega que había viajado anteriormente, alquilé un mucho más asequible apartamento el la Avenida 4 de Fevereiro. La ventana daba a la bahía, permitiéndome observar los atardeceres sobre la Ilha de Luanda.
Atardecer sobre «La Manga» de Luanda.
Pero la vida en un apartamento tampo es sencilla. El edificio tenía escaso mantenimiento y el sistema de agua corriente dependía de depósitos con bombas automáticas situados frente a cada apartamento para asegurar el suministro. Naturalmente, si se va la luz tampoco hay agua. Por otra parte, algo incorrecto debía de haber en la instalación porque recibía pequeños calambres cada vez que me duchaba.
Pasillo de acceso a mi apartamento. Nótense los depósitos de 500 litros a la izquierda (el verde era el mío) y un grupo electrógeno (de otro apartamento) a la derecha.
Comida
Batatas, yuca, feijão (alubias) y una masa llamada funge (que me recordó al tô de Burkina Faso) constituyen los principales acompañamientos. En los restaurantes suelen mostrar los productos frescos antes de prepararlos, ya sean carnes o pescado. En la calle es frecuente ver pequeños puestos de venta de plátano o batata cocinados, y cacahuetes (tostados o garrapiñados).
Oferta de pescado y marisco frescos en un restaurante de la Ilha de Luanda.Bacalao secándose al estilo casero en el pasillo de mi apartamento.Una de las marcas de cerveza del país. Ésta, en particular, se fabrica en Lubango.
Parque móvil
Aunque empiezan a proliferar nuevas marcas, muchas de ellas chinas, la estrella de la movilidad en África sigue siendo Toyota. Particularmente, del modelo Land Cruiser, la serie 70 en sus distintas versiones: 5 puertas, furgón y pickup. Este modelo de todoterreno tiene como principal característica un motor diesel de 4.200 cm3 sin electrónica y una cadena cinemática robusta (como de camión, para entendernos). También se ven muchos modelos Land Cruiser de las series 200 y 300 (ésta última no se vende en Europa) que son modelos de lujo antes que todoterrenos.
Toyotas bajo mi ventana: Hilux (pickup), series 70, 200 y 300… si pudiera aparcaría mi 80 en el hueco central para hacer una escalera de color 😉
Los modelos de Toyota Land Cruiser más comunes en España llevan aquí la denominación Prado y no se ven tanto por no ser ni muy robustos ni muy lujosos… Después de Toyota, los más habituales son los Mitsubishi Pajero (llamado Montero en España por motivos obvios) y Nissan Patrol. Land Rover no es muy frecuente en Angola, aunque gusta en los países africanos de tradición inglesa. Al contrario que el los países del Magreb, aquí no se ven muchos Mercedes Benz (con la excepción de algún G).
Land Cruiser de la serie 70, más precisamente el 78 (furgón).
En cuanto a camiones, el parque no es tan clásico como el que se aprecia en Burkina Faso. Entre los camiones nuevos proliferan marcas de fabricación china como FAW. Como vestigio de los tiempos de cooperación soviética se puede ver algún camión Kamaz y Ural (rusos) y curiosos ejemplares de IFA W 50 (de la desaparecida RDA). Añado a esta galería un Blue Bird (USA) de la Universidade Agostinho Neto y una moto modificada para transportar combustible (vi también un modelo con contenedor de escombro).
Camión Ural 4320 de las Fuerzas Armadas angoleñas.Magnífico IFA W 50, lo mejor que se ha fabricado en Alemania del Este.Transporte de combustible en moto.Bus Blue Bird aparcado frente a uno de los edificios de la universidad.
Fauna presente y pasada
Es posible encontrar casi todos los grandes mamíferos africanos en Angola, pero para verlos, además de ir a una reserva es necesario tener suerte. A priori, en este viaje tenía la posibilidad de ver antílopes y cebras… pero no se pusieron al alcance de mi objetivo. Me hubiera gustado poder ver al animal nacional de Angola: la palanca negra. En su lugar, pude fotografiar vacas y ovejas 😕
Ganado vacuno cerca de Lubango.Ovejas en terrenos semidesérticos cerca de Namibe.
Los pequeños animales son también escurridizos. Os dejo las fotos de una salamanquesa y de una serpiente, que tampoco ha salido muy nítida porque se estaba alejando y a contraluz. Según me dicen los locales, se trataría de una cobra, que son frecuentes por allí.
Salamanquesa en el campus de la Universidad de Lubango.Serpiente cerca del mirador del cañón de Tundavala, posiblemente una cobra.
La geología a grandes rasgos de buena parte de África consiste en una inmensa placa granítica, eventualmente cubierta por potentes estratos de arenisca continental sin apenas deformación tectónica que constituyen mesetas. No obstante, cerca de la costa las variaciones de nivel del mar pueden haber dejado su testimonio. Por ejemplo, en el promontorio sobre el que se ubica la Fortaleza de São Miguel me parece haber identificado estructuras arrecifales. En el viaje a Namibe encontré minerales procedentes de la meteorización de granitos (cuarzo, feldespato, turmalina) con posibilidad de minerales de pegmatitas y vulcanismo. El límite entre las montañas y la llanura semidesértica me pareció interesante para investigar posibles yacimientos de concentración gravimétrica de metales por procesos externos.
Vista del promontorio sobre el que se levanta la fortaleza de São Miguel.Areniscas con ripples, marcas producidas en aguas poco profundas hace unos cuantos millones de años.Fósil de gasterópodo en los sedimentos próximos a Namibe.
La riqueza arqueológica de Angola merecería un capítulo aparte. Durante mis excursiones puede identificar muchos artefactos, en su mayoría de estilo Achelense antiguo, por su aparente tosquedad. Esta es la tecnología de tallar la piedra que los primitivos humanos exportaron a Eurasia, el referido «Out of Africa«, hace más de un millón años. Es muy probable que aquí las cronologías sean mucho más antiguas que las similares en Europa, pero al ser hallazgos al aire libre, la datación es poco menos que imposible.
Toscos bifaces achelenses recogidos en el viaje de Lubango a Namibe, posteriormente entregados al ISCED-HUÍLA en Lubango.
¿Por qué Angola?
La Universidad de Murcia tiene un convenio Erasmus+ con la Universidade Agostinho Neto de Luanda. Este convenio se puso en marcha gracias a la relación entre mi colega Gustavo Garrigós y la profesora angoleña María da Natividade que se remonta al tiempo en que ambos coincidieron en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). María es una mujer llena de energía que ha acometido la ardua tarea de poner en marcha la investigación matemática en Angola. Peor este es el menor de los retos a los que se ha enfrentado. Citemos dos de los más notables: sobrevivió a las matanzas de la guerra civil en su aldea escondiéndose tres días en el bosque; consiguió el doctorado en la especialidad de Análisis Funcional en al UAM mientras sacaba adelante a su familia sola, convirtiéndose así en la primera mujer, y hasta ahora única, con un doctorado en Matemáticas en Angola.
María da Natividade durante una de las comidas que compartimos.
Mi paso por la Universidad Agostinho Neto se limitó a la sede que tiene en el centro de Luanda donde se imparten las clases del Mestrado em Matemática. Allí presencié las defensas de los trabajos finales de dos estudiantes del Mestrado. Al día siguiente impartí una conferencia sobre una de mis líneas de investigación.
Edificio de la Faculdade de Ciencias de la Universidade Agostinho Neto en la Avenida 4 de Fevereiro, en el que se encuentra la sala del Mestrado em Matemática.Momento en el que el estudiante es revestido con la estola y el birrete que simbolizan que ha obtenido el Grado de Mestrado.Cartel anunciador de mi conferencia en Luanda.
Unos días más tarde nos desplazamos a Lubango, al ISCED-HUÍLA, un centro de formación de profesores que depende del Ministerio de Educación Superior donde María ejerce como coordinadora y docente. Allí impartí una conferencia de divulgación matemática basada en el material de mi postÁrea: «Área, uma noção não tão simples quanto parece» (la presentación puede verse aquí, lamento no incluir los créditos de las imágenes de internet y libros que usé en su elaboración). El éxito de público y el interés despertado que se manifestó en las preguntas de los asistentes me conmovió.
El ISCED-HUÍLA se ubica en un edificio de época colonial.Foto tras la conferencia de divulgación con los asistentes.
Esta inolvidable experiencia académica en Angola no hubiera sido posible sin el inestimable apoyo de María da Natividade y la ayuda prestada por Edgar Ribeiro, joven profesor de Matemáticas en la Universidade Agostinho Neto.
El viaje
Como a Angola no se viaja todos los días, aprovecharé el post para dejar por escrito unas cuantas quejas, sabiendo perfectamente que no servirá para nada.
El AVE Murcia-Madrid
En el postInterrail expresé mi amor por los viajes en tren y lamenté el desmantelamiento de este medio de transporte en España por políticas inadecuadas. Desde que lo publiqué hasta ahora ha habido un cambio importante en Murcia: llegó el AVE, pero a costa de abandonar la ruta lógica para convertirlo en una especie de “tren turístico”: se adentra en la provincia de Alicante, desde donde se retoma el rumbo a Albacete, para después pasar por Cuenca antes de llegar a su destino en Madrid. Así pues, para un vuelo desde Barajas previsto a las 16:40 me veo obligado a salir de Murcia a las 6:25 (un horario excelente). Además, las obras en Chamartín impiden que el tren pare a una distancia razonable de la estación, por lo que el último kilómetro hasta el vestíbulo corre por cuenta de los viajeros.
Disfrutando del paisaje de la provincia de Cuenca desde la cafetería del AVE. Estaría mucho mejor si el café fuera bueno y se ofrecieran combinados.Según el mapa no parece que vayamos hacia Madrid.Gracias a esos picos de velocidad todavía se puede decir que tarda un poco menos que el antiguo Talgo.
Aeropuertos
Los grandes aeropuertos internacionales donde de vez en cuando se hace alguna escala, me habían inoculado la idea de que el lujo es asequible si se le quitan los insufribles impuestos con los que se grava. Un aeropuerto fuera del EspacioSchengen debía ser el lugar ideal para comprar alta relojería o una botella de un whisky escocés que haya pasado más de 200 años olvidado en una barrica, por ejemplo. Al final tampoco era eso… Pero lo que no es de recibo es la cutrería de los aeropuertos españoles con sus productos propios de tiendas de todo a euro.
Tiendas de lujo en el aeropuerto Charles de Gaulle de París.
Algo también imposible de encontrar en los aeropuertos españoles son restaurantes donde cocinen productos frescos. Todos los alimentos calientes que se puede tomar en las franquicias que ocupan el lugar de la restauración en nuestros aeropuertos son precocinados y han estado previamente congelados o, al menos, refrigerados. Al final lo mejor es buscar el local de Enrique Tomás y comerse un bocadillo de ibérico que es lo más auténtico que vas a encontrar.
Entrar en Angola
Tras la dificultades que tuve hace un año y que echaron mi viaje por tierra, tengo que reconocer que las cosas han mejorado. La tramitación del visado de frontera (un documento que garantiza que tendrás el visado oficial cuando te presentes en la frontera de país) por internet fue rápida. No se puede decir lo mismo del tiempo que pasé esperando que me atendieran en la oficina de inmigración del aeropuerto de Luanda. Sirva como ilustración las dos fotos siguientes: la llegada por la madrugada y la salida bien entrada la mañana a la calle.
Llegada a Luanda del A350 de AirFrance.Exterior del Aeropuerto de Luanda, más de tres horas después.Avión en el que viajamos de Luanda a Lubango.
¡Hasta pronto, África!
Después de dejar el apartamento en el centro de Luanda nos desplazamos hacia el sur de la ciudad. Cuando ésta acaba, aparecen grandes espacios abiertos en los que destacan los baobabs. Ésta fascinante especie vegetal es uno de los símbolos de África y poder contemplar esos extraños gigantes una vez más antes de llegar al aeropuerto fue una bonita despedida. En cuestión de horas estaré out of Africa pero una parte de mí se quedará aquí.
The year of living dangerously es una película de 1982 protagonizada por Mel Gibson, Sigourney Weaver y Linda Hunt (que recibió un Oscar por su papel). Gibson interpreta a un periodista destinado a Yakarta en un momento especialmente tenso de Indonesia. Cuando Gibson conoce a Weaver, se dedica insistentemente a “meterle ficha” ante el aparente desinterés de ésta. El clímax se alcanza en el momento que Gibson y Weaver, empapada ella por la lluvia monzónica, comienzan a besarse apasionadamente mientras suena el tema de Vangelis L’enfant. No cuento más por si hay todavía alguien que no la haya visto… a pesar del título, no voy a hablar de la película, sino de lo que me evoca.
Fotograma de «El año que vivimos peligrosamente».
Cada vez que veo El año que vivimos peligrosamente no puedo evitar recordar ciertas situaciones de mi vida en las que, estando en el extranjero (y particularmente, fuera de Europa), he tenido la impresión de estar completamente a merced de acontecimientos azarosos, con una componente de peligro quizás más subjetiva que real, pero que me ha hecho vivir esos momentos con una intensidad desmedida. Y los amigos con los que he compartido estas vivencias, no diré que acabamos como Gibson y Weaver, pero sí que nos hemos sentido unidos por un vínculo muy especial. El año que «viví peligrosamente» tiene nombre, 1995, y hablaré de mis dos meses en Perú.
Una parte de la aventura se encuadra en la zona fotografiada. Este es el mapa del Perú con el que organicé mis escarceos dentro y fuera del país.
La llegada a Perú
En 1994 comenzó el Programa Intercampus/E.AL. con el que muchos estudiantes universitarios de América Latina pudieron viajar a España y, recíprocamente, muchos estudiantes españoles recién licenciados, o a punto de hacerlo, pudieron disfrutar de estancias en universidades de allá. Tras mi experiencia de Paraguay en 1994, de la que hablaré en otro momento, decidí repetir al año siguiente, siendo agraciado con una estancia de dos meses en en la Universidad Nacional de Piura (UNP), en el norte de Perú. En el vuelo trasatlántico fui conociendo a algunos de mis compañeros de destino. Éramos 17 estudiantes españoles los que pasaríamos una buena parte del verano (boreal) en Piura.
Foto de grupo para la prensa local piurana.
Ésta era la primera vez que la UNP participaba en el programa Intercampus. Cuando el vuelo local desde Lima aterrizó en Piura, junto al avión nos esperaba una banda de música. En el colectivo que nos transportó a la ciudad nos proporcionaron las primeras informaciones básicas para nuestra estancia. Al respecto del terrorismo, nos dijeron, que Sendero Luminoso estaba de capa caída y que nunca tuvo demasiado impacto en el norte del Perú. Los tranquilizadores datos objetivos consistían en que, en la Universidad en Piura, «solamente» habían asesinado a dos profesores. Por otra parte, la presión antiterrorista se notaba en forma de soldados armados con subfusiles en casi cada esquina y el estricto control de viajeros por carretera.
Washinton Calderón Castillo, muchos años después, en una foto tomada de Internet.
Escapada a Ecuador
Nuestro anfitrión era el ingeniero Washington Z. Calderón Castillo, y su mano derecha era un señor alemán que desde sus tiempos de hippie en el primer Woodstock se quedó merodeando por el continente americano. Washington creía que los criterios de selección por los que mis compañeros y yo habíamos sido destinados allí nos auguraba un importante futuro profesional. Por ese motivo, decidió que «trabajaría con nosotros» durante los fines de semana de nuestra estancia. Debió de encontrar bastante resistencia durante el primer taller, porque ese experimento psicológico no volvió a repetirse, al menos en los mismos términos. No obstante, rondaba entre nosotros la duda de si podríamos disponer de los fines de semana para conocer algo más del país. Fue así como decidí probar suerte «escapándome» un par de días a Ecuador.
Sellos en mi viejo pasaporte… si quieres saber qué me pasó en Bolivia, no dejes de seguir este blog.
Un viernes a medianoche, tomé un colectivo hacia Aguas Verdes. Fue muy instructivo ver el aprovechamiento que se hace del espacio: cabras con la patas atadas en el maletero, material de construcción en la baca, la gente en las butacas y el equipaje sobre la gente. Dos horas antes del amanecer, el colectivo nos dejó en medio de la nada: no le estaba permitido llegar hasta Aguas Verdes por el conflicto Perú-Ecuador. Continuamos los pocos kilómetros que quedaban en taxis compartidos. La frontera no abriría hasta las 8:00, así que cubierto con la gabardina para evitar las picaduras de mosquito, intenté dormir un poco más mientras oía una extraña locución radiada desde un altavoz… se trataba de tácticas de «guerra subversiva» para minar el ánimo de los militares ecuatorianos a los que estaba dirigido el altavoz peruano.
Monumento de la Mitad del Mundo… la línea roja es el ecuador terrestre.
Formalizados los trámites aduaneros, tomo un colectivo hacia Quito (Guayaquil estaba más cerca, pero ya llegados a ese punto…). El viaje comienza entre interminables cultivos de banana, pero dura lo suficiente como para llegar a oscuras y con apenas tiempo para encontrar una pensión. Al día siguiente paseo por la ciudad, visito el monumento a la Mitad del Mundo y, satisfecho, comienzo la vuelta al sur. No recuerdo los horarios, pero hacia la madrugada estaba en el puesto fronterizo acompañado de una monja. Intento dormir un poco después de pedirle a la hermana que me despierte antes de que abran. Es el ruido de la gente entrando y saliendo lo que al final me despierta: la sister se había ido a oír misa dejándome hecho un ovillo en mi gabardina y solo. Gasto los últimos sucres desayunado un ceviche de concha negra (una almeja de los manglares llena de fango) y consigo llegar a Piura antes de que se note mi ausencia.
Guía Lonely Planet de Sudamérica, edición en español de 1991, con la que me he movido por siete países.
Las Huaringas
Desde nuestra llegada a Piura, las autoridades regionales nos habían prometido que nos llevarían a visitar Las Huaringas, unas lagunas de Los Andes piuranos en las que los brujos locales realizan vistosos rituales. En aquel momento tenían bastante fama porque se atribuía a los brujos la victoria de «El Chino» (Alberto Fujimori) en las elecciones presidenciales. El asunto es que no estaba claro cuándo sería esa visita ya que dependía de que la disponibilidad de una avioneta para nuestro transporte. El día previsto nos dieron aviso de que el vuelo se adelantaba (pronto veremos por qué) y tuvimos que salir a toda prisa hacia el aeródromo militar, en mototaxi y yo con la cara a medio afeitar. La avioneta no tenía capacidad para más de 15 personas, pero tampoco viajábamos todos los estudiantes.
Lamentablemente, no tengo fotos de Las Huaringas… aquí vemos una vista del puerto de Sechura.
El adelanto del despegue fue por motivos meteorológicos. Todo va bien mientras volamos sobre la llanura desértica que se extiende entre el océano y Los Andes. En un momento dado, los pilotos nos avisan de que habrá turbulencias, y las tuvimos tan pronto llegamos a la cordillera. Tener el cinturón fuertemente amarrado era la única manera de no dejarse la cabeza contra el techo. Comienzan los mareos y la avioneta militar no está preparada para ese tipo de contingencias… Afortunadamente, la pista de tierra batida ya era visible desde la ventanilla. Mientras el aparato desciende, las sacudidas del viento son tan fuertes que los pilotos se ven obligados a abortar la maniobra, volver a ganar altura y dar una vuelta extra. En el segundo intento, la avioneta consigue aterrizar y nosotros recuperamos el ánimo al poner los pies en tierra.
Unas de las cartas que envié a mi familia durante la estancia. El teléfono no era una opción viable.
Nos alojamos en Huancabamba. Esa misma tarde nos llevaron de excursión a una plantación de caña de azúcar donde probamos rompope (nada que ver con lo que sale en Internet), una bebida cuyas cualidades físicas deberían ser estudiadas seriamente: un vasito de vidrio lleno de ese brebaje suena a hueco al golpearlo con la yema del dedo por abajo. Durante todo el tiempo nos escolta un militar con la excusa de la proximidad a la zona de la cordillera del Cóndor, territorio disputado por Ecuador y motivo de la situación descrita anteriormente en la frontera. Al día siguiente, hacemos la excursión a Las Huaringas a caballo. Al llegar allí, no encontramos a los famosos brujos: alguien nos explica que no irán porque el tiempo va a empeorar. La presciencia de los brujos era notable, y lo peor estaba por llegar. Como anécdota, en Huancabamba me echan el tarot y me pronostican unas cuantas cosas que ya se han cumplido.
La mina Turmalina
Mis averiguaciones sobre minerales interesantes cerca de Piura me habían conducido a saber de la existencia de la llamada «mina Turmalina» ubicada en algún lugar intermedio entre Piura y Huancabamba. La mejor opción que tenía era aprovechar la visita a Huancabamba para regresar por tierra a Piura y parar unas horas en la mina. Para garantizarme un buen recibimiento en la explotación, unos profesores de la Universidad Nacional de Piura me prepararon una carta de presentación. Así pues, el domingo por la mañana me despido de mis compañeros y salgo en colectivo para cumplir mi objetivo. Aquella mañana llovía y me quedé con la duda de cómo sería la vuelta en avioneta para los demás.
Cuarzo con turmalina negra… el nombre de la mina es por algo.
El autobús me deja a la entrada de un camino. Me presento al director de la mina con las credenciales de la UNP. Ante mi sorpresa, éste llama a un subordinado para que me lleve a «mis aposentos». Le explico que no tenía intención de quedarme, ya que al día siguiente tenía que impartir unas lecciones de matemáticas en la universidad. Visiblemente decepcionado, llama a un obrero, un mulato mucho más alto que yo, para que me acompañe a los acopios a recoger unas muestras. Mientras vamos por el camino de la mina, mi acompañante me cuenta que es venezolano y que antes de llegar a Perú había estado trabajado en los campos petrolíferos de Maracaibo. El viento soplaba violentamente desde el frente del camino que lleva al pozo, proyectando guijarros, incluso a la cara, dificultando notablemente el avance.
Molibdenita, calcopirita y alguna cosa más de la mina Turmalina.
Una ráfaga me hace perder el equilibrio y el obrero me sujeta rápidamente impidiendo que me arrastre el viento. Pasamos unos minutos resistiendo el vendaval incesante, agachados y anclados fuertemente a un resto de estructura de hormigón, hasta que me dice «Creo que por aquí no vamos a poder llegar. Tomaremos otro camino que rodea el cerro, al resguardo del viento.» Así, por el camino más largo, conseguimos llegar a la zona de los acopios, donde intento seleccionar ejemplares de todo lo que allí se ve. Si hubiera tenido la información que ahora es fácilmente accesible por Internet, sabría que de la mina Turmalina ha salido el cristal de scheelita más grande del mundo. Sin embargo, no entró nada de scheelita en los varios kilos de mineral que cargué.
Arsenopirita cristalizada sobre turmalina y cuarzo. La paragénesis de la mina Turmalina es extraordinaria.Cristal de calcopirita, con cuarzo y turmalina. Otro recuerdo de la mina Turmalina.
Vientos huracanados en Los Andes
Me acompañan hasta el lugar del camino donde paran los colectivos con destino Piura. Había bastante gente esperando y cuando llega el primer autobús, dudo que haya sitio para mí. Escucho entonces a los militares decir «dejen paso al señor ingeniero» y, para mi sorpresa, descubro que el señor ingeniero era yo. El chófer protesta porque el colectivo va completamente lleno y me indica el asiento escamoteable del copiloto. El chófer no me aseguró que pudiera hacer el viaje hasta Piura, sólo hasta Canchaque. Mi conversación con él tampoco ayudó mucho porque quería saber detalles técnicos de los lavaderos de flotación de la mina y yo le dije que lo único que me interesaban eran los aspectos mineralógicos del yacimiento. Por otra parte, el viaje no estaba resultando sencillo: el viento había arrojado incontables obstáculos sobre el camino y continuamente había que ir parando para retirarlos y poder avanzar.
Portada de un periódico comprado dos días después de los sucesos relatados.
Así fue el recorrido hasta llegar a la entrada de una pequeña población, de la que no recuerdo el nombre, donde el viento había volcado el tendido eléctrico sobre la ruta. Sabiendo que el colectivo estaría allí detenido un buen rato y que faltaban unos pocos kilómetros para Canchaque, dejé el autobús y me puse a caminar. Era extraño, porque aquel poste estaba recién caído y algunas casas acababan de perder los tejados, pero no hacía casi nada de viento. Al llegar a la plaza, la gente estaba en pie, con las espaldas pegadas a los edificios y al resguardo bajo los voladizos: sólo yo caminaba por en medio. Alguien me dice «venga aquí a ponerse cobijo, no sea que le caiga una calamina encima«. Sin entender a qué se refería, noto que el viento comienza a aumentar y veo aproximarse un tornado, no como la típica tromba estrecha, sino ancho y difuso. Sólo el tono marrón de la tierra que levantaba permitía distinguirlo del resto de cielo azul, y algo así como cartones volaban a su alrededor. Viéndolo cada vez más cerca, aquellos «cartones» eran las chapas onduladas de los tejados (calaminas) que iba arrancando a su paso. Me quedé sin saber que hacer…
Fotografías de los destrozos del huracán en otro periódico.
Desde un portal me invitan a entrar y refugiarme en la casa. Pasé un buen rato junto a aquella familia, todos en tensión y con las manos empujando la puerta para evitar que la abriera el viento. Cuando parecía que el huracán había pasado, me despedí agradecido y continué la caminata hacia Canchaque cargado con mis minerales. Durante la marcha, un par de sospechosas ráfagas de viento me obligaron a buscar cobijo donde pude, pero fueron falsas alarmas. A medida que bajaba hacia el valle, el paisaje se volvía más verde y los cafetales anunciaban la inminente llegada a Canchaque. Allí comí un buen plato caliente, probé el café local y me compré un cuaderno para preparar la lección del día siguiente, suponiendo que consiguiera llegar a Piura a tiempo, que no era algo evidente. Días más tarde supe que el huracán había destrozado algunos de los edificios de la mina Turmalina, posiblemente en la zona de los aposentos.
Contraportada del cuaderno que compré en Canchaque, que informa detalladamente de las razones de Perú en relación con su disputa fronteriza con Ecuador, por si algún niño tuviera dudas.
El regreso
Al caer la tarde, salí a la Plaza de Armas, donde había un televisor (dentro una especie de armario) que ponían por la noche. Los vecinos me dijeron que los colectivos a Piura pasaban justo por allí porque deben entregar la lista de viajeros en la comisaría ubicada en la plaza. Insistí en si no había algún colectivo que partiera de allí y me dijeron que no, que todos venían de Huancabamba. Eso me preocupó porque sabía el estado en el que estaba la ruta… Sin embargo, al cabo de un rato llega un microbús y para frente a la comisaría. Cuando me acerco a preguntar si hay un asiento libre para Piura, me sobresaltan con un grito: «¡Matías!» Eran mis compañeros, que habían contratado el microbús ante la imposibilidad de salir de Huancabamba por avión. Así que todos juntos regresamos felices a Piura, mientras en el cielo despejado destacaba la Cruz del Sur.
Me dejo mucho sin contar del año que vivimos peligrosamente…
Un pequeño inciso: también hubo un regreso a España, evidentemente, pero antes de volver a casa disfrutamos de muchas más aventuras. Otro fin de semana, algunos de nosotros nos adentramos en Los Andes, cerca del Huascarán. Pero lo mejor de todo fue convencer al ingeniero Washington para que nos permitiera estar una semana completa fuera de la UNP, que aprovechamos para conocer Cuzco (con el Machu Pichu), Puno (con el Titicaca) y Arequipa (con el Valle de los Volcanes). Todo eso lo contaré en otro momento, cuando me vuelva a poseer la nostalgia. Creo que, a pesar de todo lo que dejo en el tintero, va tocando acabar, como las buenas películas…
Con Marco, mi compañero de habitación y vivencias, visitando las ruinas de Chan Chan.
Epílogo
No asistí al acto oficial de despedida de la primera promoción de estudiantes españoles que llegaban a Piura con el programa Intercampus/E.AL. Le pedí a Marco, mi compañero de habitación, que me excusara por indisposición repentina. La realidad era que iba de camino a la playa a pasar la noche de vivac. Una amiga peruana me dejó manejar su carro mientras cruzábamos el desierto de Sechura. Quedaba poca luz de la tarde, así que preparamos una hoguera con las maderas devueltas por el mar y blanqueadas por el sol. El Pacífico estaba demasiado frío como para disfrutar el baño, pero merecía la pena meter los pies en el agua para ver su fosforescencia en la oscuridad. Bajo el cielo plagado de estrellas y con el rumor de las olas, me despedí del Perú.
Realmente, no estoy contento con el título para esta secuela de El Covid visto desde tres congresos. Me hubiera gustado llamarlo «Tres congresos más» o algo así, que sea sonoro, pero son cinco congresos en total y no atino a encajar el número en el título sin evocar una rima soez… Podría subir a siete si cuento unas breves apariciones por Elche y Alicante, pero ir un solo día y no pernoctar atenúa mi sensación de participación en los eventos. Tampoco post-Covid es un término acertado porque el Covid no se ha ido, pero tras el verano de 2021 no volvimos (no volvieron) a confinarnos, y eso ya es algo. En esta ocasión hablaré de los cinco congresos post-Covid en los que he participado (pernoctando) durante 2022. La idea no es contar mi vida, sino la actividad social de los matemáticos a través de distintos tipos de encuentros que tenemos.
Cala en la costa adriática italiana, cerca de Otranto (Italia).
Antes, acabamos con 2021
Tras el congreso de Bulgaria al que me referí en El Covid visto desde tres congresos, así como unos cuantos seminarios en mi facultad, a todos nos ha quedado claro que el sistema dual presencial/telemático es un desastre. Es imposible no tener problemas técnicos de conexión, y cuando todo va bien, no existe interacción alguna entre los asistentes físicos y los online. Aún así, estoy muy satisfecho por haber podido participar en algunos de los pocos que fueron posibles entre 2020 y 2021.
Las Carrières de Lumiéres, en Les Baux-de-Provence, con uno de sus espectáculos de luz y sonido en agosto de 2021.
En julio de 2021 tuvo lugar mi oposición a cátedra. Con ello liberé una buena cantidad de estrés acumulado los meses anteriores. Ya en agosto, Tere y yo viajamos por el sur de Francia con el pasaporte Covid (veo que se me amontona el trabajo para la sección viajes turísticos del blog: Aix-en-Provence, Nueva York, Londres…). Hubo un pequeño repunte de la pandemia en septiembre y comenzamos el curso en la Universidad de Murcia con las mascarillas puestas. También durante este periodo llegaron las noticias de que algunos congresos programados en 2020 y prudentemente cancelados volvían a reactivarse para 2022, los congresos post-Covid.
Winter School in Abstract Analysis
Paisaje nevado con caballos, no muy lejos de donde tuvo lugar la Winter School 2022.
La Winter School in Abstract Analysis se ha celebrado desde hace 50 años de manera casi ininterrumpida todos los inviernos en la República Checa. El formato es el siguiente: un sábado por la tarde un autobús recoge a los participantes en la puerta de la Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad Carlos de Praga y los lleva a un hotel, o similar, donde pasan una semana hasta que el autobús los devuelve a Praga el mediodía del sábado siguiente. Desde el mismo domingo hasta el último sábado hay cursos y charlas y comunicaciones por la mañanas y tardes, excepto la tarde del miércoles que se reserva para una excursión por los nevados alrededores.
El profesor Luboš Pick impartiendo una charla durante la Winter School.
A pesar del intenso programa, el aislamiento de la ciudad y la despreocupación por las comidas, que se sirven a horas fijas, facilitan que uno pueda tener momentos de concentración y avanzar en el trabajo de investigación. Pero, al mismo tiempo, el roce continuo con los colegas, desde el desayuno hasta las últimas cervezas que sirven en el bar a medianoche, incentiva los trabajos de colaboración.
Con Luis Carlos García Lirola y Guillaume Grelier.
He asistido a muchas Winter Schools desde 1998, que se han celebrado en distintos lugares y hoteles. A lo largo de ese tiempo, la calidad y la abundancia de la comida ha ido en aumento. En mis primeras ediciones era conveniente aprovisionarse de embutido, pan, galletas y chocolate en Praga antes de tomar el autobús. Ahora intento elegir los platos más livianos dentro de las opciones que ofertan, pero a veces la traducción le juega a uno malas pasadas… Siempre está la nieve afuera para intentar quemar grasas.
Participantes en la Winter School 2022
En la edición de 2022, tras mi breve comunicación sobre funciones uniformemente convexas, tuve el honor de hacer un pequeño homenaje a la Winter School desde mis recuerdos y fotos, incluyendo como en 2007 nos quedamos sin electricidad (incluyendo agua caliente) un jueves, y nos fuimos de allí el sábado sin que hubiera vuelto; o también, como tuve que llegar por mis medios al perdido lugar de celebración de la Winter School tras quedar un fin de semana bloqueado en Frankfurt por un problema con el pasaporte (tiempos pre-Schengen).
Encuentro de la Red de Análisis Funcional
Costa norte de Tenerife, cerca de Taganana.
Un buen número de grupos de investigación cuya actividad se encuadra en el Análisis Funcional se reúne periódicamente para celebrar una Escuela-Taller (que lleva ahora el nombre de Bernardo Cascales) donde los estudiantes, trabajando en grupos, preparan temas que se expondrán durante el posterior Encuentro de la Red. El Encuentro, propiamente dicho, dura dos o tres días, pero los estudiantes de la Escuela-Taller y sus tutores pasan una semana entera. Las charlas «senior» tratan de ser representativas del trabajo de los grupos que integran la Red. También se hace una reunión para discutir, entre otras cosas, qué grupo se hace cargo del próximo encuentro o dónde se celebrará.
Víctor Almeida, uno de los organizadores del evento, en una de sus explicaciones durante la ruta turística por La Laguna.
Este tipo de congresos nacionales sirve para mantener el contacto con colegas que, aunque no trabajan en exactamente en la misma rama del Análisis Funcional, eventualmente puede estar relacionado. Los resultados se ponen en contexto y se explican con detalle. Esto es muy importante por un motivo que voy a desvelar. Cada año hay algunos grupos que solicitan financiación (proyectos de investigación nacionales o autonómicos), y entre los que no lo hacen ese año se encuentran los expertos que tendrán que elaborar los informes anónimos pertinentes explicando si merece la pena financiar o no a los peticionarios para el trabajo que están haciendo. Así que si uno va a solicitar un proyecto, mejor que demuestre que su trabajo es interesante y profundo aprovechando el Encuentro de la Red. Además, los muchos estudiantes que participan pueden ver un muestrario de lo que se hace en otros lugares y quizás le sirva de orientación para elegir su futuro tema de investigación.
Justo cuando el Covid irrumpía en nuestras vidas tuvo lugar el Encuentro de la Red en La Laguna (Tenerife) en marzo de 2020, del que di cuenta en El Covid visto desde tres congresos. Como en la película clásica de Buñuel «El ángel exterminador» había que volver a la posición inicial para romper el maleficio. Así que en marzo de 2022 acudí encantado, de nuevo, a La Laguna para asistir al Encuentro de la Red. Por cierto, el año que viene no se celebrará en Canarias porque toca rotación entre grupos. Tras la clausura del congreso, aún quedaba una tarde libre para disfrutar de la isla, cosa que hice en compañía de mi colega Gustavo Garrigós que la conoce muy bien.
Encuentros de Análisis Real y Complejo
Vista del puerto de Cartagena desde el edificio donde se celebró el EARCO 2022.
Normalmente la gente se refiere a este congreso periódico por el acrónimo EARCO. Al igual que el anterior, surge por iniciativa de varios grupos de Análisis Armónico y Complejo, Teoría de Operadores y Espacios de Funciones, que se van turnando en la organización, de manera que cada vez se hace en una localidad diferente. Dura entre dos y tres días. En el programa se da preferencia a los investigadores jóvenes, que suelen exponer los resultados obtenidos durante la realización de sus tesis doctorales.
El asiático es el combinado de café típico en Cartagena, y esta foto está tomada en el famoso bar «El Pico Esquina». Recomiendo leer mi post La ciencia del… desempañado de coches a este respecto.
He participado en varias ocasiones en los EARCOs. No recuerdo las fechas, pero sí los lugares: Cuenca, Gandía y, especialmente, Torremolinos. En esta ocasión, se celebró este mayo en Cartagena. Aprovecharé para comentar otro aspecto de los congresos científicos. Cuando uno empieza en este mundo de la investigación debes asistir a muchos congresos y guardar los certificados acreditativos, porque esa es una forma de hacer méritos. Más adelante, en el momento de consolidar la carrera científica, lo que se requiere para hacer méritos es que te inviten como ponente a los congresos. Para cerrar el ciclo y devolver a la comunidad científica parte de lo que has recibido, en algún momento debes ser el organizador de un congreso.
Mi amigo Pedro Fernández, organizador del evento.
Dicho esto, la responsabilidad de la organización del EARCO 2022 recayó en en mi compañero y amigo Pedro Fernández, que además aprovechó la ocasión para homenajear a su mentor Fernando Cobos con motivo de su 60 aniversario. El otro protagonista del congreso fue el marco excepcional que proporciona la bimilenaria ciudad de Cartagena, a la que en algún momento tendré que dedicar un post.
Functional Analysis in Lille
Vista de la Place de Téâtre de Lille.
Pasamos a otro tipo de congreso, el de homenaje, que puede ser en vida o póstumo, obviamente. Los homenajes en vida suelen hacerse coincidiendo con algún aniversario «redondo». Últimamente son frecuentes los del 60 cumpleaños, que están muy bien porque el homenajeado está todavía activo y disfruta las conferencias sobre temas relacionados con su trabajo, aparte de recibir el aprecio de los colegas. Luego, si el homenajeado es una figura fundamental de la Matemáticas, el congreso congrega a especialistas de primer orden y «leyendas vivientes» que no son fáciles de ver, en general. En efecto, muchos de ellos por cuestión de falta de tiempo o la edad apenas viajan y si lo hacen en esta ocasión es por la amistad con el homenajeado.
Conferencia de Christian Rosendal, al «estilo francés»: toda a pizarra y tiza, mucho más elegante, sin duda, que pasar slides apuntando con un láser ¿Veremos el fin del PowerPoint?
Gilles Godefroy tiene la enorme capacidad de convocatoria que acabamos de describir. Por eso el congreso en Lille celebrado en junio de este año fue uno de las más importantes acontecimientos de los últimos tiempos para los que trabajamos en espacios de Banach. Con el retraso provocado por la pandemia, esta reunión no coincidió con ningún aniversario «redondo» (salvo que el número 69 tenga alguna característica especial que se me escapa) . Gilles Godefroy, a quien he mencionado en algunos posts anteriores, es una persona a la que le tengo un gran aprecio: me ayudó mucho en mis comienzos con los espacios de Banach, me ha invitado a París en varias ocasiones y hasta forma parte de mi árbol genealógico.
Marcasita, parte de un nódulo radial formado en las areniscas cerca del río Aisne.
Me permití el lujo de viajar en coche desde Murcia hasta Lille. Ya no hago las salvajadas de otros tiempos y planifico escalas para descansar. A la ida no hice ninguna parada interesante, aunque el paisaje me incitaba a ello. Fue a la vuelta que me detuve en Vailly-sur-Aisne para conocer el contexto de uno de los lugares destacables del Paleolítico inferior de Francia. Entré a una cantera de arenas fluviales, pero al ser día laborable estaban trabajando, por lo que no me quedé allí mucho tiempo. Entre las cosas de interés, recogí un fragmento de marcasita (sulfuro de hierro) en avanzado grado de alteración, que muestro en la foto. Al día siguiente paraba en San Juan de Plan, en pleno Pirineo oscense en busca de minerales de cobalto.
Progress in Functional Analysis
Ruinas del anfiteatro romano en el centro de Lecce.
Asistir a un congreso fuera de tu universidad siempre implica viajar, en mayor o menor medida, lo que dota a la actividad científica de un valor cultural añadido. Si se hace a un sitio como Italia y en compañía de tu pareja, el valor cultural eclipsa al matemático. A finales de verano acudimos al último congreso de los reactivados tras la pandemia, en Lecce, la capital del «tacón» de Italia. Durante tres días, el apretado programa de conferencias obligaba a los asistentes a hacer «novillos» si querían ver la ciudad con luz del día.
Sala del Rectorado de la Università del Salento donde se celebraron la mayor parte de las conferencias.
Lecce es una ciudad mucho más monumental de lo que podría corresponderle por su tamaño. Su centro histórico, construido en piedra de color crema muy manoseada por el tiempo, invita a pasear buscando rincones y tomado nota de las trattorias para poder regresar después a cenar cuando caiga la noche. Lecce no está junto al mar pero lo tiene bastante cerca y gracias al panda que alquilamos en Bari pudimos acercarnos a la portuaria Otranto, donde disfrutamos de los frutti di mare en la playa. Entre Bari y Lecce, se encuentra Alberobello, un pueblo que parece sacado de un cuento.
Casitas de piedra seca, llamadas «trulli», en Alberobello y que han puesto a esta localidad en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Esta reunión de Lecce cierra todo lo que tenía previsto para este año. La tristeza de dejar los bellos parajes de la Puglia se transforma rápidamente en nostalgia a medida que el avión se va acercando a Alicante. Ahora hay que ocuparse de que el curso salga adelante, tanto con las clases como las tareas administrativas, y tratar de obtener nuevos resultados matemáticos con los que renovar el «repertorio» y así tener algo interesante que contar en los congresos de 2023.
Selfie de durante una comida en Otranto.
Bonus track: una oposición en Pamplona
De izquierda a derecha: Pilar Rueda, Paco Hernández, Fernando Albiac, el pesado que suscribe y María José Asiáin.
De haber sido sólo cuatro congresos post-Covid, este artículo se hubiera titulado «Cuatro congresos y una oposición» , que es más cinematográfico y porque la oposición a la que asistí en Pamplona la semana pasada fue un bonito broche a las actividades académicas viajeras de este año. Formé parte del tribunal encargado de acreditar la valía de mi colega Fernando Albiac para ser catedrático de la Universidad Pública de Navarra. Realmente, Fernando tenía tantos méritos que el trabajo del tribunal fue básicamente firmar unos cuantos papeles y festejar con él su ascenso.
Tenía la mitad de años que ahora y estaba a punto de perder los beneficios del carnet joven. También quería hacer mi versión mochilera del Grand Tour aprovechando las vacaciones de verano. Deseaba conocer los países al otro lado del recién caído telón de acero. Me fui solo porque sabía que si tenía que ponerme de acuerdo con alguien nunca lo haría: dar una vuelta a Europa con el Interrail.
Introducción: el tren en España
Hasta los años 90 era muy habitual que las casas de nueva construcción en Murcia (aunque debe ser extensible a otros muchos sitios) tuvieran un salón presidido por un gran mueble aparador adornado con vasos improbables para cubata forrados de piel repujada, o de whisky de grueso vidrio de colores con burbujas. Una mesa grande lacada llena de portarretratos, con la foto de la boda, la de la jura de bandera y recuerdos de bautizos o primeras comuniones. El salón se enseñaba con orgullo a las visitas, cuando las había, y el resto del tiempo permanecía cerrado en penumbra, mientras la vida se hacía en otra parte de la casa. Así es el tren de largo recorrido en España, el salón inútil de una casa murciana, gracias a la gestión política de las últimas décadas.
Billete de Alicante a Zaragoza del año 1980, tren nocturno.
La metáfora es extravagante, pero resume de manera acertada mis impresiones ante el desmantelamiento de una forma de viajar que siempre me ha gustado. Por ejemplo, en el nombre de la modernidad desaparecieron los trenes nocturnos en España, mientras que, curiosamente, en la «anticuada» Europa los siguen usando. Antes, cuando tenía que ir a Madrid para un solo día, tomaba el tren correo a medianoche en la Estación del Carmen, llegaba a Atocha antes del amanecer y después de un chocolate con porras en El Brillante tenía todo el día por delante. Ahora, en el mejor de los casos, tras un madrugón llegas a Madrid después de las 10:00 AM, en plena pausa para almuerzo de los funcionarios. Eso sí, lo haces en un tren súper-moderno. Tengo otras muchas quejas que podré ampliar en los comentarios, pero no quiero desviarme mucho del tema del post: el interrail.
Los Grandes Expresos Europeos y la Compagnie Internationale des Wagons Lits. Eso sí que es viajar en tren…
De niño soñaba con viajar en tren por todo el mundo o mejor dicho, viajar en los trenes de todo el mundo. Seguramente, mis ideas románticas se nutrían tanto de los viajes en tren con mis padres como del cine. Sin ir más lejos, una de mis películas favoritas es El Expreso de Chicago (Silver Streak en su versión original). Cuando me enteré de que «por ser joven» tenía derecho comprar un billete de tren que me permitiría viajar por toda Europa (o una gran parte de ella) comencé a preparar la ruta. Mi idea inicial consistía en hacer un recorrido zigzagueante de norte a sur por países del este de Europa. Finalmente adquirí el billete cubriendo únicamente esa zona para que no fuera tan caro.
En camión hasta Hamburgo
Como el comienzo de mi viaje estaba lejos de la zona de validez de mi billete interrail necesitaba una alternativa al tren para llegar, que se presentó en forma de camión TIR. Desde Murcia se exportan productos agrícolas a toda Europa, así que a través de familia y conocidos me encontraron un chófer dispuesto a llevarme. Salimos de Archena con un frigo medio cargado de limones y paramos en un almacén de Valencia a cargar el resto del espacio disponible con cebollas. Esa noche cenamos en un buffet de Cambrils unos platos combinados fabulosos y dormí por primera vez en la litera que tienen las cabinas de estos camiones que cruzan el continente.
Camión similar al que me llevó, de la misma compañía transportista.
El segundo día lo empleamos cruzando Francia y el tercero por Alemania. El camión se dirigía a Suecia (para ello tomaría un ferry), así que lo que mejor me venía era quedarme en Hamburgo. Realmente, me quedé en una estación de servicio de la autobahn. Nos despedimos y durante el par de horas que pasé agarrando un cartón que tenía escrito Hamburg recordaba las anécdotas de esos tres días que pasé entre los «señores de la carretera». Al final nadie paró y como se hacía de noche decidí caminar. Al cabo de un rato me encontraba cruzando un barrio turco y en la oscuridad de la noche llegué a la estación central de Hamburgo. La mezcla de modernidad y suciedad en esa atmósfera oscura me hacía pensar en Blade Runner. Caminando por el andén encontré un banco libre y me eché a dormir.
Hacia el este
A la mañana siguiente tomé un tren a Berlín (todavía no había llegado a la zona de validez de mi billete interrail). Paseé por la ciudad admirando la liberalidad con la que los jóvenes toman el sol en los parques. Me dije que si volvía por allí algún otro verano haría lo mismo que ellos, pero no he vuelto tantas veces por Alemania y menos en verano. La huella del muro que dividió la ciudad, el país y la vida era todavía bastante apreciable. Cada sitio tiene su canción y aquí hay que escuchar el Heroes de David Bowie. Por otra parte, la contemplación de la Alexanderplatz cantada por Franco Battiato resultó decepcionante.
Cuaderno que compré en Varsovia para escribir el diario del viaje.
Tomé un tren a Frankfurt Oder (no confundir con el Frankfurt de las salchichas) y después de merendarme lo último comestible que me quedaba de España crucé la frontera a Polonia. Un tren que iba bastante lleno me dejó por la noche en Varsovia. Los alrededores de la estación no son lo más bonito de la capital polaca, que he tenido la oportunidad de visitar después en más ocasiones. Desde allí destaca el Pałac Kultury i Nauki (Palacio de la Cultura y la Ciencia), regalo de Stalin a la ciudad hecho a imagen y semejanza de la Universidad Lomonosov de Moscú. En la estación compré un cuaderno infantil en que empecé a escribir el relato del viaje.
Postal de Cracovia. Como no tenía cámara, compraba postales para recordar los sitios.
Estaba cansado y nada me invitaba a quedarme en Varsovia. Se me ocurrió que si tomaba un tren nocturno a cualquier parte podría dormir, que para eso tenía el interrail. La idea la puse en práctica en ese viaje y otros que he hecho posteriormente, siempre con éxito discutible. Paró un tren con destino a Cracovia que debía de ser ideal para mis propósitos, pero iba atestado de gente. Subí con mucha dificultad y pasé las varias horas del viaje en el pasillo en cuclillas, inmóvil y apretado entre la gente. Por la mañana estaba en Cracovia, que parecía un lugar mucho más agradable que Varsovia. En la oficina de información turística me buscaron una habitación de alquiler en una casa familiar donde, por fin, dejé mis cosas y pude pasear por la ciudad sin la pesada mochila.
Dando tumbos por Centroeuropa
Nunca llegué a dormir en Cracovia (ni siquiera la segunda vez que fui). Durante mi paseo me enteré de los horarios de los trenes a Praga y todos eran nocturnos. Si me quedaba en Cracovia perdería un día de viaje. Así que reservé una litera en el tren de medianoche. Hay que decir que el interrail sólo cubre el viaje más económico, de manera que si uno usa litera o viaja en un tren directo debe pagar un suplemento. Ya en el tren, conversé un poco en inglés con mis compañeros de dormitorio rodante antes de dormir.
Postal de Praga mostrando la Plaza Vieja.
Me recuerdo llegando a la plaza vieja de Praga (Staromestské námestí) poco después del amanecer y viendo por primera vez el que es, sin duda, uno de los lugares más bellos de Europa. Quería que esa sensación durara siempre y, en cierto modo, mi deseo fue concedido: Praga es la capital Europea que más veces he visitado, excepto Madrid y seguida muy de lejos por París. Un rato después, una marabunta de turistas se repartía por todos los lugares de la ciudad.
Postal de Bratislava… sigo sin cámara.
Por la noche, otro tren nocturno hacia Viena. Esta vez tratando de dormir sentado junto a los malolientes retretes del extremo del vagón y maldiciendo a los japoneses que olvidaban cerrar la puerta cada vez que lo usaban. Paseando por Viena descubrí que los precios de la capital austriaca estaban fuera mi presupuesto, así que por la tarde llegué a Bratislava, lugar mucho más económico, donde dormí por primera vez en una cama de verdad después de una semana de viaje. A la tarde del día siguiente estaba en Budapest y allí cené en una pizzería con un grupo de españoles que conocí casualmente.
La guía de viaje que usé durante mi vuelta a Europa.
Cárpatos y vampiros
El tren que salía de medianoche de Budapest llegó a la frontera con Rumanía en algún momento de la mañana siguiente. Militares paseaban perros por todas partes buscando no se qué. Un suspicaz agente de aduanas, mirándome a los ojos, levantaba los cojines del compartimento donde pensaba que ocultaba algo. Tras el registro me informa del precio de la visa que pago en alguna divisa que no recuerdo. Me pregunta que si no me importa que me devuelva el cambio en deutsche marks, a lo que respondo afirmativamente. El hombre me dio como medio kilo de monedas de un marco que tardé años en poder cambiar.
Tarjeta de un alojamiento en Brasov.
A medida que el tren se adentraba en Rumanía, iba llenándose de gente. Los que compartían conmigo el compartimento tenían interés en saber qué motivos habían llevado a un español hasta allí (recordemos que estamos a mediados de los 90) y chapurreando francés tuvimos una conversación entretenida. Gracias a la simpatía mutua, mis compañeros de compartimento me defendieron ante el abuso del revisor que quería cobrarme al margen del interrail. Así, llegué ya al caer la tarde a Brasov. No tenía moneda local y el consejo que me dio la gente fue: habla con la policía. Le pregunté a un policía dónde cambiar moneda y en correctísimo inglés me dijo lo mismo que dicen los cambistas en todo el mundo: ¿cuánto quieres cambiar? El policía me cambió dinero, me proporcionó la tarjeta del hotel de un amigo suyo y hasta me buscó un taxi.
Postal del castillo de Vlad Tepes, en el que se inspira el mito de Drácula.
El marcador del táximetro mostraba un crecimiento exponencial disparatado y antes de que superara la cantidad cambiada al policía a leus me bajé. Encontré el hotel donde pasé mi segunda noche, en el viaje, en una cama. Por la mañana fui a Bran a ver el castillo de Drácula y recrearme un poco en Los Cárpatos. Curiosamente, en el castillo había un grupo de españoles con guía y pude aprovecharme de las explicaciones que les daban. Por la tarde, de vuelta en Brasov, tomé otro tren hacia el sur. No tenía muchas ganas de ver la Bucarest de Ceaucescu, así que seguí en el tren hasta la frontera búlgara.
Contubernio a la búlgara
El tramo internacional de ferrocarril entre Rumanía y Bulgaria no estaba electrificado, así que cambiaron a una locomotora diesel. Durante esos kilómetros, que incluyeron un crujiente puente de hierro, los militares iban revisando el tren y los viajeros. Unos soldados intentaban llevarse a una señora llorando por no llevar el pasaporte, pero al poco apareció alguien con un documento extraviado que resultó ser el de la señora. Los soldados la dejaron y ahora lloraba de alegría. Ya en el puesto fronterizo, el funcionario que examina mi pasaporte me dice que para entrar el Bulgaria tengo que pagar 90 dólares ¿Lo tomas o lo dejas? Me deshago del ultimo billete de Benjamin Franklin que me quedaba de Sudamérica y regreso al tren.
Recibo por 90 dólares de visa para entrar en Bulgaria.
El tren a Sofia iba casi vacío, pero en mi compartimento viajaba un matrimonio checo. Tras el breve intercambio de información convenimos apagar la luz e intentar dormir. Al poco aparecen dos vigilantes uniformados del tren revisando con linternas y me indican que les acompañe al extremo del vagón. En un inglés rudimentario me piden el pasaporte y me indican que debo pagar una multa de 100 dólares por haber puesto los pies en el asiento. Me niego y pido hablar con el revisor. Ellos se quedan mi pasaporte y dicen que regresarán después. De vuelta en el compartimento intento explicar a los checos la situación mientras transfiero unas cuantas cosas de la mochila a los bolsillos de mi gabardina pensando que lo mismo tendría que huir sin equipaje…
Al cabo de un cuarto de hora vuelven los vigilantes, que esta vez me llevan a un compartimento vacío. Se sientan enfrente y esgrimiendo unos papeles en cirílico insisten en que debo pagar la multa. Me reitero en mi negativa y en mi deseo de ver a otra autoridad. Ellos me piden que me ponga en pie y me vacíe los bolsillos. Les digo que preferiría hacerlo con la policía delante. El mayor de ellos se lleva la mano a la pistola y me dice «you traficant, empty your pockets now!» (tú traficante, vacíate los bolsillos ya).
Billetes de los países por los que fui pasando.
No hizo falta que lo pidiera dos veces: saqué lo que llevaba en los bolsillos, incluyendo una pequeña carpeta donde tenía los billetes de los distintos países por los que había pasado (para colección) y entre los que había un billete de 10.000 pesetas para emergencias. Como no vieron los 100 dólares que querían, ni algo que creyeran equivalente, me dijeron «20 deutsche mark “souvenir” and we forget» (20 marcos alemanes “de regalo” y nos olvidamos del asunto). Acepté el trato y me dejaron.
Postal del Monasterio de Rila.
Caminaba intranquilo por Sofia, con la sensación de que podía ser multado por las cosas más inverosímiles o extorsionado en cualquier momento. Pensé que sería una buena idea dormir en el Monasterio de Rila. Tomé un autobús en el que viajaba una pareja francesa con la que entablé conversación. Juntos los tres nos presentamos en la recepción del dormitorio del monasterio (una gran sala con literas). Los franceses se registran primero y llega mi turno. La señora mira mi pasaporte y me dice que no puedo quedarme. Sin salir yo de mi asombro me dice que me falta una tarjeta amarilla que debían haberme dado junto con el visado. En esa tarjeta se registra cada noche que uno pasa en el país (sellada por el hotel o comisaría más cercana). Le explico que no tengo donde quedarme, le pido que me ponga un sello en una hoja de papel con el membrete de Rila y que al día siguiente volvería a Sofia a regularizar mi situación.
Regreso al Monasterio de Rila, 22 años después y muy bien acompañado.
Pasé la tarde paseando por Rila y su montaña mientras pensaba si debería ir directamente a la embajada de España a pedir ayuda. Al día siguiente, todos los que esperábamos el autobús a Sofia pasamos como dos horas en la calle hasta que alguien dijo que el vehículo estaba averiado. La solución era ir a Blagoevgrad y desde allí a Sofia. Así hice, pero había pasado mucho tiempo y las esperanzas de poder ver a alguien en la embajada se esfumaban. El autobús me dejó cerca de la estación de tren. Me planté delante del panel indicando las salidas y con ayuda de un mapa localicé un tren que llegaba hasta una localidad fronteriza con Grecia. La otra opción era un tren a Moscú… la decisión estaba clara.
Grecia y el Mediterráneo
Dejé la estación de no recuerdo qué aldea con el sol a punto de ponerse tras las montañas. Pregunté a un señor con unas vacas si iba en la dirección correcta a Grecia y crucé la frontera caminando. Al ver el cartel confirmando que había cambiado de país casi me tiro a besar el suelo como solía hacer Juan Pablo II. Un poco más adelante había un bar y casi sin abrir la boca me dieron unos trozos de pan. Pregunté si entre los camioneros que estaban allí parados alguno me llevaría hasta una ciudad. Uno de ellos se ofreció inmediatamente y esperé a que terminara de cenar. El motivo de tanta amabilidad lo averigüé un rato más tarde cuando paró el camión en una cuneta, encendió una luz roja y se quedó mirándome. El chófer, decepcionado por no poder darle lo que él quería, volvió a arrancar el camión y me dejó en Tesalónica de madrugada.
Mapa de Europa con el que iba ubicándome durante el viaje.
Al día siguiente en el tren, una señora mayor me va explicando el paisaje en griego. Sólo acierto a entender el momento en el que se refiere al monte Olimpo. La señora me regala unos higos y un tomate. Desde Kalambaka subo caminando hacia Meteora y por el camino me voy comiendo los higos y el tomate. Puedo asegurar que nunca he vuelto a probar nada tan sabroso como aquel tomate. Visito varios monasterios y regreso a la estación. En Atenas me alojo en un hotel económico regentado por un señor amable con el que conversé lo que quedaba de la tarde de aquel día.
Librito de fotos de los Monasterios de Meteora.
Pasé el día viendo Atenas, pero no era el mejor momento para visitar la Acrópolis porque el Partenón estaba totalmente cubierto con andamios. Al día siguiente quería ver un poco el Peloponeso y viajar a Italia, pero una información incorrecta me llevó a preguntar por los barcos al Pireo, donde no gestionan los que operan en Patras. El tren iba tan despacio que podía recrearme en los detalles del canal de Corinto desde ambos lados. Cuando llego a Patras pregunto por los barcos a Italia. El operario señala al puerto donde los humeantes ferries ya habían levado anclas. Desde un parque en una colina donde afloran algunas ruinas milenarias veo los barcos perderse por el horizonte donde se pone el sol. No me moví de allí hasta el amanecer. Al día siguiente, ya no perdí el barco a Bríndisi.
Italia, sin parar
Al principio me pareció una buena idea ir en la cubierta superior para ver el paisaje y luego las estrellas. El humo lleno de carbonilla diesel me hizo bajar al poco rato. Encontré un banco donde echar el saco de dormir. La lluvia provocó la entrada de agua en mi reloj Citizen automático, que desde entonces lleva la corrosión provocada en la esfera como recuerdo de esa travesía. A la mañana siguiente en Bríndisi paso por una lavandería en la que me aseguran que mi ropa estaría seca antes de la salida del tren. No tenía que haberme fiado: rato después en el tren, buscaba la manera de repartir mi ropa empapada de agua en el compartimento en el que viajaba solo, no durante mucho tiempo. Unas paradas más tarde, una atractiva chica pregunta por la ventana (que iba abierta) si hay sitio. Le digo que sí, por supuesto. Ella hace una señal y aparece una tropa de gente que empieza a echar sus maletas por la ventana ante mi sorpresa, o decepción.
Esquema de mi recorrido (en negro). La línea que se ve abajo cruza casi toda Italia.
Eran albaneses, un poco brutos pero buena gente. Compartieron conmigo sus pollos asados y su botellas de vodka, pero tuve que recoger mi ropa mojada. Al día siguiente, en Milán cogí otro tren hacia Suiza. Por la mañana estaba en un agradable pueblecito alpino. Como hacía una mañana soleada, puse mi ropa, todavía húmeda (mayormente calcetines y gayumbos), alrededor de mi mochila y fui a una fuente pública a asearme un poco. Un rato después, avisado por uno o varios de los simpáticos habitantes, apareció un coche de la polizei con las sirenas sonando y me detuvo el tiempo necesario para comprobar que Matías Raja no estaba en busca y captura. Después de eso regresé a Milán.
El regreso
Desde Milán salí hacia Francia. Ya no tenía privilegios interrail en ninguno de los países. No pude tomar un tren directo a España, pero enlazando trenes regionales pude llegar a Cerbère, el último pueblo francés antes de la frontera. Era casi medianoche y la estación estaba llena de gente que no había podido pasar a España porque no habría más trenes hasta la mañana siguiente. Ante el panorama, pregunto a qué distancia está Portbou (España) y me dicen que apenas 7 km. Ni me lo pienso. Hice ese recorrido gustosamente caminando en la oscuridad de la carretera, de vez en cuando rota por el resplandor de algún relámpago. La estación de tren de Portbou estaba vacía, pero el bar abierto. Así pude darme un gusto antes de irme a dormir a uno de los bancos.
Mi aspecto por aquella época, con la mítica gabardina que usaba cuando iba de mochilero.
No había tenido problemas con saber qué tren tomar en ningún país hasta llegar a la estación de Sants. Afortunadamente el tren en España funciona tan mal que un regional llega antes a Tarragona que un Intercity que sale a la misma hora desde Barcelona. Aquel día por la noche estaba de vuelta en casa con mis padres. Había perdido 5 kg pero había ganado mucho más en vivencias.
Epílogo
El límite de edad para adquirir el interrail desapareció en 1998. No he vuelto a usarlo, pero siempre que he podido he tomado trenes nocturnos a cualquier parte y paseado ciudades de madrugada. He vuelto a muchos de los sitios que menciono en el post en circunstancias muy diferentes y más cómodas en general. Ya no hace falta llevar un mapa desplegable de Europa para ubicarse.
Conocida hasta 1984 como Alto Volta, esta excolonia francesa fue rebautizada con el nombre de Burkina Faso por Thomas Sankara, un líder demasiado progresista para llegar vivo a los 40 años. Desde entonces, la forma de gobierno del país es básicamente la incertidumbre dentro de una alternancia entre revolución, república y golpe de estado (el más reciente en enero de este año 2022).
Burkina Faso significa patria de los hombres íntegros en una combinación de las leguas mossi y dioula, dos de las más habladas en su territorio. Y ciertamente, lo es: difícilmente encontrará el viajero un lugar con gente más amable y hospitalaria.
Río Volta Negro, del que tomaba el nombre la excolonia francesa.
Advierto al lector que este va a ser un post largo basado en una buena cantidad de fotos que he tomado en mis dos viajes a Burkina Faso. Espero que ayuden al conocimiento de este país del África Occidental. Mes chers amis burkinabés, ce post est mon petit homage à votre pays. Je m’excuse car, évidemment, les textes sont en espagnol. J’éspere que ça ne soit pas un problème et que vous vous débrouillerez.
El comienzo
Boureima Sangaré conduciendo por las calles de Ougadougou.
Mi relación con Burkina Faso comienza de manera totalmente casual. Se dice que no hay más de seis grados de separación entre dos personas cualesquiera de este planeta. Sin embargo, de Boureima Sangaré sólo me separaban tres grados, es decir dos intermediarios: un amigo me dice que un colega suyo va a recibir la visita en Murcia de un profesor de Matemáticas de Burkina al que conoció hace muchos años cuando ambos realizaban una estancia en Bélgica como estudiantes. Eran malas fechas para recibir gente en la universidad porque su estancia coincidía con buena parte de nuestras Semana Santa y Fiestas de Primavera (Bando de la Sardina y Entierro de la Huerta). No obstante, pudo impartir un seminario sobre su tema de investigación (modelización por EDOs y numérica de trasmisión de enfermedades tropicales como la malaria).
Tras aquella primera visita de Sangaré (lo suelen llamar por su apellido) vinieron otras. Yo por mi parte, viajé a Burkina a dar un curso abreviado de Análisis Funcional, y posteriormente para formar parte de un tribunal de tesis. Actualmente hay en marcha un convenio Erasmus+ con la Universidad Nazi Boni de Bobo-Dioulasso, gracias al cual unos cuantos estudiantes burkinabeses han disfrutado (o disfrutan) de estancias en la Universidad de Murcia, siendo en la mayor parte de las ocasiones el primer contacto que tienen con Europa. Asimismo, algunos colegas de Murcia ya han viajado al país africano en el marco de este convenio.
Ouagadougou
Una de las avenidas de Ougadougou, capital de Burkina Faso.
La peculiar ortografía de la capital del país se debe, en parte, al problema que tienen los francófonos para representar nuestro sonido «u» con una sola letra, así que debe leerse «Uagadugu». Cada vez que vean una palabra transcrita con «kh», normalmente al inglés o francés, recuerden lo afortunados que somos de tener el sonido «j». Ouagadougou se encuentra en el borde del Sahel por lo que la tierra de las calles, sus afueras y la no infrecuente imagen de beduinos en dromedario evocan al cercano desierto.
Si se llega en avión a Burkina Faso, se hace a través del aeropuerto de Ougadougou. En mi primer viaje, llegué por la noche. Sangaré estaba allí esperándome para realizar los trámites de entrada en el país (no llevaba el correspondiente visado por no tener Burkina Faso consulado en España). Al poco descubro que mi maleta se ha quedado dando vueltas en la cinta de recogida de equipajes del aeropuerto de Argel… Eso me dejaba en una situación bastante precaria, así que parte del día siguiente la empleamos en hacer algunas compras.
Kit de emergencia higiénica que me proporcionó Sangaré tras el extravío de mi maleta… la vaselina es muy útil en países tropicales para protección de la piel.Plancha a carbón, como la de mi abuela, en una tienda de ropa. Aunque la electricidad llega bien a toda la ciudad, el carbón es más económico para calentar, ya sea la plancha o el té.
Una curiosidad de Ougadougou es que allí se celebra el Festival de Cine Africano FESPACO, cuya sede nos acercamos.
Sede del FESPACO, en obras para su rehabilitación.Cajas de carretes de películas amontonadas en un rincón.Maison du Peuple, gran centro de congresos y celebraciones. El mantenimiento era bastante mejorable…
El viaje al sur (-oeste)
Entre Ouagadougou y Bobo-Dioulasso hay casi 400 km (como de Madrid a Murcia) que hicimos en el Toyota Venza de Sangaré. El coche es cómodo, pero quizás no el modelo más adecuado para muchas de las carreteras del país. Desde el asiento de copiloto intenté captar la suave transición del paisaje semidesértico del Sahel al bosque (en ocasiones casi selva) tropical húmedo cerca de la frontera con Costa de Marfil. Durante el viaje hubo varias paradas, pero alguna de ellas será comentada en otra sección.
Pequeños comercios junto a la carretera de calidad de la ciudad: si se te olvidó comprar algo en el centro, no pasa nada.Escena típica del transporte de pasajeros y mercancías. El único límite es que el motor no pueda mover el furgón…Parada para ver los cocodrilos sagrados de Sabou.Los cocodrilos bostezan en la orilla del lago. Poco después se acercarán atraídos por una carcasa de ave amarrada a una cuerda que usa el encargado del lugar.Paisaje junto al lago de Sabou con un grupo de cebús.«Posando» con un Baobab junto a la carretera.Barra de bar en una aldea. El adobe es el principal material de construcción lejos de las poblaciones principales.Grupo de jóvenes a la sombra y construcciones de adobe. Las circulares suelen ser graneros, mientras que para las viviendas se prefiere la planta rectangular.
Bobo-Dioulasso
La segunda ciudad del país en tamaño y donde he pasado más tiempo está construida directamente sobre laterita, y el polvo rojo lo cubre todo, particularmente cerca del paso de vehículos. El edificio más significativo es la mezquita de adobe construida en 1880 con el estilo propio del Sahel, que se encuentra en el barrio viejo, lugar muy interesante por otros motivos. He disfrutado también recorriendo el bazar y distintos mercados callejeros.
Es evidente que la vegetación va haciéndose más espesa a medida que se viaja hacia el sur.La mezquita se encontraba en proceso de restauración.Estación de ferrocarril de Bobo-Dioulasso, desde donde es posible viajar a Costa de Marfil en tren.Rincón en la parte más vieja de la ciudad. En el cartel puede leerse «Real Madrid, mejor club del mundo».Reparto de bebidas refrigerantes carbonatadas.Siluros en el río. La especie se considera sagrada.Los más pobres lavan la ropa, otros enseres e, incluso, ellos mismos, en el río. El agua «limpia» se obtiene del pozo junto al río.Pero el agua de beber hay que buscarla el pozos fiables…… cuando no se puede comprar.La sociedad de «comedores de cacahuete» es la que gestiona la actividad turística en la ciudad vieja.Baile de máscaras, justo en el momento en el que los danzadores están sentados. Lo siento, con tan poca luz las fotos en movimiento me salen borrosas.Interior del bazar. Algunas de las prendas vendidas se confeccionan allí mismo (observen las máquinas de coser).Venta de ollas y cazuelas de barro en un mercado de las afueras.
La Universidad Nazi Boni
El nombre no tiene nada que ver con la Alemania de los años treinta del pasado siglo, sino con un político burkinabés que tuvo un papel en la independencia del país. La Universidad tiene varias instalaciones, encontrándose el Departamento de Matemáticas en el campus de Nasso. La figura del profesor de universidad goza de prestigio social y los estudios incrementan las expectativas de futuro de los jóvenes.
Entrada al campus de Nasso, a varios kilómetros del centro de Bobo-Dioulasso.Bakary me enseña la Biblioteca Universitaria en Nasso.Aula tipo «amphi».Estudiantes en una pizarra al aire libre discutiendo Química Orgánica.Uno de los momentos de mi curso.Detalle de la pizarra, con el teorema espectral para operadores compactos autoadjuntos.Uno de los mayores problemas en la universidad son las termitas. Éstas construyen pasadizos de barro desde el suelo hasta el techo para comerse los paneles de madera.En la universidad hay una gran cantidad de árboles de mango. A los de la foto les queda poco para estar maduros.Con Sangaré, en el aula del curso.Edificios en otro de los campus de la Universidad Nazi Boni, donde Sangaré tiene una sala donde trabajan sus estudiantes.Vestido como miembro de tribunal de tesis. Los dos que no llevan el traje académico son los estudiantes que acaban de defender sus trabajos.
Alrededores de Bobo-Dioulasso
En Burkina Faso hay una gran diversidad religiosa. Entre mis amigos hay musulmanes, cristianos y agnósticos. También hay un buen número de animistas en zonas rurales que practican sacrificios de animales. Una tarde nos acercamos a una aldea donde podían verse muchas manifestaciones del culto animista. Las fotos del final son de una zona boscosa junto al campus de Nasso y algo de la fauna que puede verse por las calles.
Paisaje granítico antes de llegar.Ahí escondida está la aldea.Enseres de cocina secándose en la calle después de su lavado.Interior de una casa, con graffiti de elefante rosa.Altar con restos de sacrificio de gallinas.Altar en forma de túmulo de barro de extraño rostro. Me recuerda lejanamente los ídolos neolíticos encontrados a lo largo de nuestra costa mediterránea.Plantación de jóvenes baobabs, un aspecto muy distinto del que tienen cuando llegan a centenarios.Una fea costumbre: restos de «monodosis» de bebidas alcohólicas, envasados en Ghana.En los alrededores de Nasso: comprobando la resistencia de las lianas… si pueden conmigo, también podrán con Tarzán y Jane, juntos.Termitero.Lagarto de género agama. Son muy rápidos y la foto a distancia no capta bien los colores…… a no ser que el pobre bicho esté muerto.
Más al sur
Tuve la oportunidad de conocer algunos lugares del sur de Burkina Faso, cerca de Banfora, durante los días libres de las estancias. Esta es la parte más húmeda del país, aunque no lo suficiente para cultivar café y cacao, como sí se hace en Costa de Marfil. Allí hay ríos de agua limpia y lagos donde pueden observarse hipopótamos. También hay elefantes en Burkina, particularmente cerca de Boromo, pero es difícil verlos, y si se tiene «suerte», también es peligroso.
Planta de procesamiento de caña de azúcar. La carretera está asfaltada con melaza.Peculiar formación rocosa (areniscas). La horizontalidad de los estratos, con ausencia de plegamientos o fallas, es reflejo de la «solidez» de la placa tectónica africana.Detalle de las areniscas donde se observan ondulaciones provocadas por el agua durante la sedimentación (ripples).Paisaje, con río y areniscas como las anteriores.Intento de baño (más bien ducha) a pesar de la ausencia de cocodrilos y otros peligros… he conocido pocos burkinabeses que sepan nadar.Flores de hibisco, con las que se elabora una bebida popular en el país.Canoas en la orilla del lago Tengrelá. Su estado normal es estar anegadas. Cuando alquilas alguna, el encargado la vacía y tapona las vías de agua con barro… para un rato aguanta.La canoa pasando entre nenúfares. Obsérvese el tapón de barro frontal.Grupo de hipopótamos observando la canoa. Mejor guardar cierta distancia…Cráneo de hipopótamo.Fruto del baobab, con el que se elabora el «pan de mono».Baobab sagrado en el que se refugió una tribu durante un ataque.Entrada al baobab sagrado. Hay que descalzarse para pisar dentro.Interior del baobab… no sé si una tribu entera, pero cabe bastante gente.Compartimos un té con nuestros guías junto al lago.Paisaje verde desde un roquedo de arenisca, nada que ver con el norte del país.Y la maleta, finalmente llegó una semana más tarde.
Las gentes
No todo van a ser paisajes y objetos en este repaso fotográfico de mis experiencias en Burkina Faso. La población del país se compone de muchas etnias, todas ellas con alguna lengua y cierta pervivencia de costumbres. La «nobleza» pertenece a los mossi, que es también la etnia mayoritaria en el país. En Bobo-Dioulasso hay una gran proporción de población bobo, mientras que el norte del país hay tuaregs. También hay algunos dogón, de cuyo peculiar arte se pueden encontrar muestras en las tiendas. Sangaré pertenece a la etnia peul, originariamente de pastores nómadas. Por este motivo siempre le digo que en su caso tiene mucho más mérito el haber alcanzado su estatus actual.
Sangaré con su familia.Con el tío de Sangaré, en Boromo, sus dos esposas y uno de sus hijos. La poligamia es cada vez menos frecuente en Burkina.El hermano de Sangaré, con su familia y casi todos los niños de la aldea, que acudieron para salir en la foto.Niña leñadora posando con su hacha. Observe el sistema de enmangue de la hoja, que permite ahorrar metal (el engrosamiento de la madera ayuda en la inercia) y que recuerda el enmangue de algunas hachas neolíticas de piedra y de las primeras en bronce.Como quería un hacha igual que la de la niña, y las que vendían eran demasiado grandes caber en la maleta, fuimos a encargarla a un herrero. La fragua, para aumentar la temperatura, usa la turbina de un extractor de aire conectado a una rueda de bicicleta.Estudiantes volviendo de la universidad. La moto, junto con la bicicleta, es el vehículo más popular…… capaz de llevar a una familia…… pero, al contrario que la bicicleta, necesita combustible.Alrededores de Tengrelá. un agujero en el suelo con una escalera tallada en un poste…… para mantener fresca la hoja de palma mientras se teje con ella, en este caso un cesto.Vendedoras de fruta «acosando» al pobre Sangaré en una parada en la carretera.
Productos y alimentos
Hablaré un poco de la producción de Burkina Faso. Los índices macroeconómicos sitúan al país africano entre los más pobres del mundo. Ciertamente, no hay allí yacimientos especialmente valiosos, siendo la minería de oro meramente testimonial. Burkina no tiene salida al mar y su clima tropical no es lo suficientemente húmedo para cultivar café o cacao. Hay que precisar que los llamados índices macroeconómicos se basan en los precios de mercado de los productos, y no en su capacidad para paliar el hambre. Afortunadamente, Burkina Faso produce una variedad de productos comestibles: cacahuetes, excelentes aguacates, manteca de karité, mangos…
Renault-Berliet: muchos de los camiones que mueven mercancía en Burkina son modelos clásicos pero de sobrada robustez y fiabilidad.Fábrica de cerveza Brakina, en las afueras de Bobo-Dioulasso.Y la mencionada cerveza, que acompañó muchas de mis comidas allí.Pero una de las mejores bebidas de Burkina es la horchata de chufa, siempre de producción artesanal (por eso va en una botella de agua reutilizada), que es más concentrada que la valenciana.Sopa de pescado, literalmente, un pescado que ocupa casi todo el plato.Pescado local preparado al papillote. Se toma con mucho picante.El pollo es muy popular, sobre todo, como «poulet flambé». Ave recién desplumada en la cocina de un restaurante que ofrece la posibilidad de elegir el pollo (todavía vivo) en el corral.El cebú está delicioso.Cocinando de manera tradicional.Palma, para hacer aceite. Aquí no hay problema con los orangutanes.Anacardos, la parte carnosa está deliciosa. En España sólo conocemos la semilla como fruto seco, que curiosamente crece en el exterior.Snack de grillos. Al final, me fui sin probarlos…… ni esto tampoco: otro snack de larvas de insecto.Si se trepa a esta farola se puede obtener miel.«Pan de mono» elaborado con el fruto del baobab.Hablemos de un producto de importación: Burkina no produce vino, pero allí se puede encontrar vino de Jumilla. El de la foto está producido por García Carrión y no es mejor que el Don Simón a pesar de ir en botella de vidrio.Afortunadamente, también se puede encontrar vino francés (y argelino) de calidad razonable.
La despedida
La vuelta a Ouagadougou fue nuevamente por carretera. Paramos a ver de nuevo al hermano y al tío de Sangaré en Boromo. Llegando a nuestro destino un extraño ruido salía de la caja de cambios automática del Toyota… los últimos kilómetros fueron muy penosos y no entraba la marcha atrás: el cambio se había quedado sin aceite. Afortunadamente pudo repararlo esa misma noche y al día siguiente, sin contratiempos, yo volaba de vuelta a casa.
Los últimos días los dediqué a buscar recuerdos, como cualquier turista 😕Le eché una mano a Sangaré conduciendo su Toyota durante el regreso… por si se os ocurre, no tengo nada que ver con la avería de la caja de cambios.Me hubiera gustado tener más tiempo para estudiar las industrias líticas en los alrededores de Bobo-Dioulasso.Algunas cosas no cambian…Me gusta pensar que he podido tener alguna influencia… Bakary luce unas abarcas adquiridas en Murcia.«Aquí hay alegría»À bientôt chers amis !
Epílogo
Queridos lectores, espero que os haya gustado este post, esencialmente fotográfico (más de 100 imágenes), sobre Burkina Faso y que contribuya al mejor conocimiento de este país. Espero vuestros comentarios.