Acabamos de regresar de Ricla, villa aragonesa, en lo que ha sido nuestro primer viaje familiar con el peque. El motivo, o mejor dicho, excusa, ha sido la celebración de las XIV Jornadas Aragonesas de Paleontología… ¿Qué pintamos nosotros allí? Esta edición ha sido muy especial porque durante ella se escenificado el traspaso de la dirección de las excavaciones de la Sierra de Atapuerca, por parte de Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell a un nuevo equipo… Insisto una vez más ¿Qué pintamos nosotros allí? Responderé esa pregunta más tarde, y su respuesta está relacionada con esta otra pregunta ¿Qué pinta el «triunvirato» de Atapuerca en Ricla?
Atapuerca
Atapuerca es, en primer lugar, un pequeño pueblo a unos 20 kilómetros de Burgos situado sobre el Camino de Santiago. La villa da nombre a la Sierra de Atapuerca, cuyas calizas están más agujereadas que un queso Emmental por procesos kársticos. Las cuevas originadas dieron cobijo a humanos prehistóricos y las profundas simas han servido de trampa para sus restos y sus útiles. El potencial paleontológico y arqueológico del subsuelo de Atapuerca quedó de manifiesto casualmente, como suele ocurrir en Ciencia, al abrirse una trinchera para el paso de un ferrocarril minero a caballo entre los siglos XIX y XX. Sin embargo, no se le prestó importancia y las excavaciones sistemáticas no comenzarían hasta 1978 de la mano de Emiliano Aguirre. Poco a poco, el topónimo Atapuerca fue adquiriendo connotaciones arqueológicas.
Emiliano Aguirre se jubila en 1990 y deja la dirección de las excavaciones en manos de tres jóvenes investigadores que llevaban años involucrados en el proyecto. Nombrar un «triunvirato A-B-C» puede resultar extraño, pero si se mira bien tiene mucho sentido: un paleontólogo (Arsuaga), un antropólogo (Bermúdez de Castro) y un arqueólogo (Carbonell), que da idea de los distintos frentes disciplinares a abordar. Los yacimientos de Atapuerca contienen fósiles humanos de diferentes momentos abarcando un rango de 1.2 Ma, siendo notable la concentración en la llamada Sima de los Huesos, donde se han encontrado restos de al menos 28 individuos con una antigüedad de 430 Ka. El cráneo bautizado como «Miguelón» fue portada de Nature, suponiendo el lanzamiento mediático de Atapuerca.
Atapuerca se convierte, a partir de ese momento, en el lugar donde quieren ir a excavar en verano todos los estudiantes (de materias afines, obviamente). Arsuaga, especialmente él, se consagra como superestrella científica: más de una vez me he quedado sin ver una conferencia suya por completarse el aforo de la sala. Se vive un momento confuso en el que es difícil separar Ciencia de titulares sensacionalistas, pero Atapuerca es ahora un motor de desarrollo económico para la ciudad de Burgos y su provincia. Todos los gobernantes regionales querrían tener una Atapuerca en su comunidad.
Ricla
Dejamos Castilla y nos vamos a Aragón. Junto al río Jalón y en la provincia de Zaragoza se encuentra Ricla. Un pueblo tranquilo donde los teenagers todavía dicen buenos días cuando se cruzan a alguien. En su término municipal aflora un jurásico negro muy rico en fósiles, destacando los ammonites, nautilus y unos enormes bivalvos, aunque también han aparecido vertebrados. En Ricla se descubrió un arcaico cocodrilo, apellidado riclaensis por este motivo, que vivió hace 160 Ma. No puedo hablar mucho del otro patrimonio cultural de Ricla debido a las limitaciones impuestas por el viaje: tuvimos que alojarnos a cierta distancia del pueblo.
La riqueza paleontológica de Ricla no es algo que interese únicamente a profesionales de la ciencia. La Asociación Cultural Bajo Jalón acoge a numerosos aficionados a la Paleontología de la comarca. Es esta asociación la que organiza las Jornadas Aragonesas de Paleontología y publica los excelentes Cuadernos de Paleontología Aragonesa. También, hace unos años estuvo a cargo de la segunda Trobada de entidades de Ciencias de la Tierra.
Ricla no tiene una gran capacidad hotelera. Cuando hicimos la reserva, tampoco quedaba nada disponible en La Almunia de Doña Godina, y casi media hora de coche desde Cariñena para hacer varias veces al día no resultaba nada atractivo. Nos quedamos en un hotel de área de servicio, cómodo pero desangelado. Los desayunos en la gasolinera aneja fueron acompañados de reguetón a todo volumen… te lo prometo, hice Shazam varias veces para saber si «cantaba» el mismo o iban cambiando. A la vuelta, escuchar el «Entre dos tierras» de los Héroes del Silencio mientras me tomaba un café en Teruel me resultó tan entrañable como cantar villancicos delante de una hoguera de encina.
La explicación que faltaba
A Carmelo Moreno, cuando sólo tenía siete años, le contaron lo que era un fósil. Desde entonces su fascinación por esos testigos de la vida de eras pasadas no ha disminuido. Es uno de los fundadores de la Asociación Cultural Bajo Jalón y una persona muy apreciada en Ricla por su fuerte implicación en la vida cultural del pueblo. Podéis ver aquí abajo una entrevista que le realizaron durante la pandemia.
Una de sus hijas, Davinia Moreno, estudió la Geología en la Universidad de Zaragoza y se doctoró en Geocronología, es decir la datación de estratos geológicos y los restos, arqueológicos o paleontológicos, que contienen. Sin duda, nacer y crecer entre fósiles tuvo bastante que ver con la vocación de Davinia. Ahora trabaja en el CENIEH, organismo vinculado a los yacimientos de Atapuerca. No es de extrañar la fuerte relación personal entre Carmelo, su familia y los directores de Atapuerca, que ha desembocado en la celebración en Ricla de «traspaso de poderes» en los yacimientos burgaleses.
¿Por qué estamos aquí? Porque no ocurre todos los días que la pasión por los fósiles de un aficionado a la Paleontología acabe provocando un evento científico, profesional y académico de magnitud nacional. No soy fan de Atapuerca, nunca he buscado fósiles en Ricla… pero tenía que estar aquí porque lo que ha conseguido Carmelo es impresionante. Una hazaña sólo comparable a que una asociación de coleccionistas de Molina de Aragón promueva un Geoparque de la UNESCO (Comarca de Molina y Alto Tajo), que le proporciona trabajo a un buen número de geólogos y atrae turismo culto a su comarca.
Las Jornadas
Tuvieron lugar del viernes 10 al domingo 12 de noviembre (de 2023, por si esto lo estás leyendo mucho después). La organización científica estuvo en manos de Davinia Moreno y su pareja, Mario Modesto, también empleado por el CENIEH. Mario hizo la tesis con José María Bermúdez de Castro, lo que añade otro vínculo más a los mencionados en la sección anterior. El programa completo puede verse aquí. Nosotros nos perdimos las sesiones del primer día que fue el que empleamos para viajar. Las actividades del sábado incluían una visita a varios yacimientos del Magdaleniense en Deza (Soria) y la comida de confraternización.
En la tarde del sábado hablaron María Martinón y Marina Mosquera que son las que reemplazarán a José María Bermúdez de Castro y a Eudald Carbonell, respectivamente, en la dirección de Atapuerca. El elegido por Juan Luis Arsuaga como su sucesor, José Miguel Carretero, habló el viernes. Una de las preguntas de la audiencia a María Martinón apuntaba a la posibilidad de que la acumulación de la Sima de los Huesos fuera mera dinámica kárstica, que viene a ser, para que el profano lo entienda, como mentar la soga en casa del ahorcado… Tomó la palabra Eudald Carbonell, sentado entre el público, que tras defender la hipótesis del ritual funerario con algunos datos, vino a concluir que, en el fondo, da lo mismo 😕
El programa del sábado se cerró con una mesa redonda sobre divulgación en Paleontología donde participó, entre otros, Pablo Antonio García Gil, murciano y compañero de Nautilus. El domingo, tras la última charla científica, se celebró una mesa redonda con los triunviratos, saliente y entrante, tras la cual se homenajeó a Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell. Durante toda la duración de las Jornadas fue posible visitar una interesante exposición titulada «Paleontología de las ideas», comisariada por Davinia Moreno y Mario Modesto, donde se exponían fósiles y libros, estos últimos de la colección personal de Mario. Muchos de estos libros, del siglo XIX, fueron hitos científicos de su momento. Entre otras curiosidades, se podía ver un volumen que perteneció a Stephen Jay Gould, o un manuscrito de Jean-Baptiste Lamarck.
Para concluir…
Cuando me preguntan sobre recoger fósiles digo, para empezar, que está prohibido… sin embargo, no puedo decir que esté mal. El empeño de nuestros gobernantes de confundir ley con moral convierte nuestro régimen político, de facto, en una teocracia. No voy a decir aquí cómo debería modificarse la legislación para dar cabida a los coleccionistas de fósiles sin dejar el patrimonio paleontológico expuesto (ya hay mucho escrito en este sentido). Simplemente, os dejaré una idea para la reflexión: si recoger fósiles hubiera estado prohibido hace 50 años tal como lo está ahora, no sólo no hubiéramos tenido Jornadas Aragonesas de Paleontología, tampoco hubiéramos tenido investigaciones en Atapuerca, porque las vocaciones necesarias para ello comienzan con un niño mirando al suelo.