El propósito de este post es demostrar que casi cualquier sitio puede ser interesante para los amantes de las piedras si se le dedica la atención adecuada. Pero el lugar no ha sido elegido al azar, sino más bien con la intención de provocar… ¿Por qué? ¿A quiénes? ¿Para qué? Sólo diré que las pistas para responder estas preguntas están repartidas entre los minerales de Espinardo. Ciertamente, no hay muchos minerales contabilizados, pero su origen es muy interesante y merecería la pena que se investigara en profundidad.

El estatus actual de Espinardo es el de barrio de la ciudad de Murcia. Su parte no urbana se compone de eriales que fueron huerta hace décadas y ahora esperan un plan urbanístico o industrial. La zona de la que me ocuparé aquí corresponde al campus de la Universidad de Murcia y sus alrededores, si bien parte del territorio del llamado Campus de Espinardo pertenece a la pedanía del Puntal y los terrenos al norte de éste son ya de Molina de Segura. Así que el nombre Minerales de Espinardo puede no ser correcto desde un punto de vista administrativo, pero tendrá un sentido muy preciso en lo que sigue.
Geología alrededor de Espinardo
A grandes rasgos, Espinardo se ubica en la confluencia de los valles del Segura y del Guadalentín, no en la de los ríos, que ocurre bastante más abajo por el desvío artificial de cauces para evitar riadas en la ciudad de Murcia. En el guiado de los ríos juegan un papel fundamental las sierras de Espuña, Carrascoy (con su prolongación bajo distintos nombres) y Orihuela. Estas tres cordilleras, que van de oeste-suroeste este-noreste, forman parte del sector norte del llamado dominio Bético interno, próximo al contacto con las zonas externas y que representa un antiguo límite de colisión de placas tectónicas (el volcán neógeno de Barqueros se halla en esta divisoria). El substrato preneógeno en esta zona contiene materiales de edad permo-triásica y de naturaleza metamórfica (ver nuestro post ¿Cómo se clasifican las rocas?), como mármoles, cuarcitas, esquistos o filitas, además de dolomías. La correlación entre los estratos de una y otra montaña no es sencilla, pues pertenecen a unidades distintas.

Durante casi todo el Cenozoico, que comprende la fase de distensión del plegamiento bético, nuestra zona estuvo situada en el centro del denominado “Corredor Nordbético”, una de las vías de comunición entre en Atlántico y el mediterráneo antes de que se abriera el actual Estrecho de Gibraltar, inundada por el mar, salvo ciertas pequeñas islas de materiales béticos de las que luego hablaremos algo más. Muchas de estas islas estuvieron, durante el Tortoniense y Messiniense (éste último no tiene nada que ver con el fútbol), rodeadas en sus costas por arrecifes de coral, y de algunas de ellas el drenaje continental permitió formar puntualmente deltas fluviales y abanicos costeros (deltas de conglomerados aluviales).

Los sedimentos formados, primero de tipo marino y posteriormente de tipo continental, han conformado la llanura actual. Aunque habría que decir “llanura relativa” porque el encajonamiento de la red hidrográfica, desde finales del Mioceno hasta hoy día, ha creado una trama de barrancos que seccionan los sedimentos antes descritos. Así que, en principio, tenemos materiales de edad permo-triásica, ya sea in situ o movilizados en forma de conglomerados (una potente formación que se observa cortada por la autovía A7 a la altura de La Ñora y cuyo origen está en relación con el relleno tectónicamente activo de la “fosa del Guadalentín”), y materiales de edad miocena. Es en estos últimos terrenos donde encontraremos los minerales más interesantes.
Cálidos mares tropicales
Cuando se elevaron las montañas que configuran nuestra geografía, entre ellas quedaron mares moderadamente profundos (las cuencas neógenas) en cuyos fondos se acumulaban margas a la vez que en las costas se formaban carbonatos de origen orgánico, areniscas y conglomerados detríticos. Hace poco más de 5 millones de años, el Mediterráneo quedó desconectado del Atlántico y se desecó durante la llamada “Crisis de Salinidad Messiniense”. Al norte del límite entre las zonas Internas y Externas Béticas hubo anteriormente, hace alrededor de 8 millones de años, otra etapa de desecación que afectó al Corredor Nordbético (Fortuna, Campo Coy…). Esto provocó, en general, la formación de grandes masas de yesos, pero en la zona que nos ocupa se produjo una potente acumulación de conglomerados (brechas, para ser más precisos), las formaciones deltaicas mencionadas antes.

Cuando regresó el agua marina tras abrirse el estrecho de Gibraltar, el mar resultante al norte de Carrascoy era poco profundo y más cálido que el Mediterráneo actual. Los islotes que constituían un archipiélago interior en el Corredor Nordbético facilitaron el asentamiento de colonias de corales, cuyos restos fósiles podemos ver fácilmente al norte del campus universitario. En momentos próximos a la colmatación de la cuenca, más que mar, propiamente hablando, se trataba de marismas de aguas tranquilas que, de vez en cuando, recibían violentos aportes de sedimento de calibre grueso. Eso se traduce en una alternancia de limos, areniscas y brechas que se observa bien cerca de la urbanización Mirador de Agridulce. Carrascoy era una isla conectada con el continente a través de las marismas, por donde deambulaban animales fabulosos: mastodontes, jirafas, cocodrilos, tortugas gigantes… como prueba en rico registro paleontológico del yacimiento del Puerto de la Cadena. Curiosamente, uno de los antiguos islotes mencionados está ocupado por el parque zoológico de Terra Natura, con fauna africana importada que recuerda a la autóctona de tiempos pretéritos.


Sobre el potencial paleontológico
Aunque no es nuestro objetivo, resulta inevitable observar fósiles en los terrenos miocenos de Espinardo. Obviamente, hay abundancia de restos marinos, particularmente los bivalvos del género Crassostrea (ostras). También se puede apreciar diversidad de especies entre los corales.




La proximidad a tierras emergidas tiene como consecuencia la aparición de restos de vertebrados, en su mayoría terrestres, en los sedimentos marinos. Es relativamente sencillo observar esquirlas de hueso en torrenteras. En mi opinión, debería realizarse una prospección sistemática de los barrancos entre el Campus de Espinardo y la Ribera de Molina.


El manganeso (pirolusita y psilomelana)
La presencia de óxidos de manganeso en las inmediaciones del campus universitario es, sin duda, el mayor highlight de los minerales de Espinardo. Creemos que su origen tiene una causa combinada. Por una parte, el aporte de manganeso de la meteorización de rocas permo-triásicas, de acuerdo con Bateman (Yacimientos minerales de rendimiento económico, Omega 1978). De otra, la acción bacteriana que ha provocado la concentración de óxidos de manganeso en las inmediaciones de los arrecifes de coral, donde también se observa sustitución del carbonato cálcico por óxido de manganeso.

La mayor parte del mineral se podría clasificar como psilomelana, que es el equivalente en manganeso de la limonita para el hierro (mezcla indeterminada de óxidos e hidróxidos). Aparece en costras sobre la caliza coralina, en forma de masas escoriformes, cementando las brechas… Es relativamente ligero, por la estructura porosa de los agregados.

Acompañando a la psilomelana aparece pirolusita (MnO2), pero en cantidades menores. Se distingue de la anterior por la fractura acerada y la mayor densidad de las piezas.


Goethita
En las brechas miocenas, el hierro ha circulado de manera similar al manganeso, precipitando el hidróxido de hierro como goethita en los huecos. Curiosamente, no he observado los minerales de hierro y manganeso juntos, al contrario de lo que suele ocurrir en los yacimientos tipo gossan. Normalmente se trata de pequeñas costras, algunas con irisaciones, pero excepcionalmente pueden aparecer masas mayores.

La mezcla indiferenciada de óxidos e hidróxidos de hierro, limonita, aparece frecuentemente en todos los terrenos. Se encuentra fosilizando restos vegetales en los limos.


Celestina
Ya hemos señalado en otros posts (e.g. Minerales del Valle de Ricote) la existencia de celestina de origen evaporítico. En los sedimentos finos marismeños de Espinardo la encontramos en forma de nódulos huecos de crispados cristales. El rasgo más distintivo de este mineral es su alta densidad. También es posible que la celestina pueda aparecer ligada a huesos de vertebrados como ocurre en Librilla, rellenando el hueco médular.


Calcita
Las mejores manifestaciones cristalizadas del carbonato de calcio ocurren en forma de geodas en los huecos tubulares que dejan los corales de género Porites. Los cristales no destacan por su tamaño o geometría, pero la calcita es bastante pura y tiene mucho brillo cuando la geoda está recién abierta.


Yeso
Este mineral aparece en los limos en forma de vetas rellenado fisuras, que dan lugar a masas tabulares, y agregados independientes de cristales (que eventualmente podrían semejar a rosas del desierto).


Hematites
La hematites escamosa (masas de cristales planos generalmente curvados) es frecuente en los conglomerados de Espinardo. Se puede encontrar tanto en trozos sueltos como en otros que evidencian el contexto de su formación en el seno de las rocas metamórficas béticas. Esta variedad del óxido de hierro proviene del efecto del metamorfismo sobre la limonita presente en las rocas sedimentarias permo-triásicas.


Hemos recuperado de los conglomerados un curioso ejemplar de hematites botroidal tipo Cumberland que muestra un origen alternativo (filoniano) para este mineral.

Cuarzo
El cuarzo está presente en grandes cantidades como mineral formador de rocas, principalmente de las cuarcitas béticas. Es en estas rocas metamórficas donde el cuarzo forma filoncillos y, eventualmente, cristales. Es fácil identificarlo en las rocas metamórficas de los conglomerados, pero es complicado encontrar cristales que hayan resistido la fuerte erosión en estos materiales.


LIG’s en el Campus de Espinardo
Un proyecto que espero completar en algún momento es el de crear un itinerario por el Campus Universitario de Espinardo y sus alrededores uniendo varios lugares que ilustren la historia geológica del terreno. El acrónimo LIG, al que hacemos referencia en el título de la sección, indica lugar de interés geológico. Un buen punto de partida podría ser el Jardín de Rocas en memoria de Rafael Arana. A partir de ahí, se podrían visitar lugares como estos que mostramos. Corrección: El Geolodía 2018 – Murcia se desarrolló en los alrededores del Campus de Espinardo, coincidiendo algunos de los lugares que indico con los de dicha ruta. Agradezco a Carlos Díaz esta puntualización.





Conclusión
Es curioso que el Campus de Espinardo de la Universidad de Murcia se ubique sobre un lugar tan interesante desde el punto de vista geológico y que merecería la pena ser estudiado en detalle. Yo he querido hacer una pequeña aportación desde el punto de vista del aficionado, posiblemente llena de errores que estoy dispuesto a corregir tan pronto los geólogos profesionales tomen las riendas. Lamentablemente, en una Región que, a pesar de su modesta extensión, cuenta con un patrimonio geológico variado, interesante y, en ocasiones, excepcional, su centro de investigación de referencia nunca ha apostado por la Geología. Quiero precisar que hablo desde un punto de vista puramente institucional.
Acabaré con dos ejemplos significativos de la dejación de la Universidad de Murcia en materia de geología regional: la obra más interesante sobre las cuencas neógenas (incluyendo brevemente la zona de Espinardo) que he consultado para la elaboración de este post fue publicada en París (Les bassins néogènes du domaine bétique oriental, editado por Christian Montenat, 1990); mientras que, a día de hoy, el investigador más activo en mineralogía de la Región de Murcia es un alemán, Christian Rewitzer, que trabaja a partir de las muestras proporcionadas por los “aficionados”.

Agradecimientos: La versión inicial de este post ha mejorado substancialmente gracias a los comentarios de Carlos de Santiesteban (Universidad de Valencia) y de Francisco Guillén Mondéjar (Universidad de Murcia).