El año que vivimos peligrosamente

The year of living dangerously es una película de 1982 protagonizada por Mel Gibson, Sigourney Weaver y Linda Hunt (que recibió un Oscar por su papel). Gibson interpreta a un periodista destinado a Yakarta en un momento especialmente tenso de Indonesia. Cuando Gibson conoce a Weaver, se dedica insistentemente a “meterle ficha” ante el aparente desinterés de ésta. El clímax se alcanza en el momento que Gibson y Weaver, empapada ella por la lluvia monzónica, comienzan a besarse apasionadamente mientras suena el tema de Vangelis L’enfant. No cuento más por si hay todavía alguien que no la haya visto… a pesar del título, no voy a hablar de la película, sino de lo que me evoca.

Fotograma de «El año que vivimos peligrosamente».

Cada vez que veo El año que vivimos peligrosamente no puedo evitar recordar ciertas situaciones de mi vida en las que, estando en el extranjero (y particularmente, fuera de Europa), he tenido la impresión de estar completamente a merced de acontecimientos azarosos, con una componente de peligro quizás más subjetiva que real, pero que me ha hecho vivir esos momentos con una intensidad desmedida. Y los amigos con los que he compartido estas vivencias, no diré que acabamos como Gibson y Weaver, pero sí que nos hemos sentido unidos por un vínculo muy especial. El año que «viví peligrosamente» tiene nombre, 1995, y hablaré de mis dos meses en Perú.

Una parte de la aventura se encuadra en la zona fotografiada. Este es el mapa del Perú con el que organicé mis escarceos dentro y fuera del país.

La llegada a Perú

En 1994 comenzó el Programa Intercampus/E.AL. con el que muchos estudiantes universitarios de América Latina pudieron viajar a España y, recíprocamente, muchos estudiantes españoles recién licenciados, o a punto de hacerlo, pudieron disfrutar de estancias en universidades de allá. Tras mi experiencia de Paraguay en 1994, de la que hablaré en otro momento, decidí repetir al año siguiente, siendo agraciado con una estancia de dos meses en en la Universidad Nacional de Piura (UNP), en el norte de Perú. En el vuelo trasatlántico fui conociendo a algunos de mis compañeros de destino. Éramos 17 estudiantes españoles los que pasaríamos una buena parte del verano (boreal) en Piura.

Foto de grupo para la prensa local piurana.

Ésta era la primera vez que la UNP participaba en el programa Intercampus. Cuando el vuelo local desde Lima aterrizó en Piura, junto al avión nos esperaba una banda de música. En el colectivo que nos transportó a la ciudad nos proporcionaron las primeras informaciones básicas para nuestra estancia. Al respecto del terrorismo, nos dijeron, que Sendero Luminoso estaba de capa caída y que nunca tuvo demasiado impacto en el norte del Perú. Los tranquilizadores datos objetivos consistían en que, en la Universidad en Piura, «solamente» habían asesinado a dos profesores. Por otra parte, la presión antiterrorista se notaba en forma de soldados armados con subfusiles en casi cada esquina y el estricto control de viajeros por carretera.

Washinton Calderón Castillo, muchos años después, en una foto tomada de Internet.

Escapada a Ecuador

Nuestro anfitrión era el ingeniero Washington Z. Calderón Castillo, y su mano derecha era un señor alemán que desde sus tiempos de hippie en el primer Woodstock se quedó merodeando por el continente americano. Washington creía que los criterios de selección por los que mis compañeros y yo habíamos sido destinados allí nos auguraba un importante futuro profesional. Por ese motivo, decidió que «trabajaría con nosotros» durante los fines de semana de nuestra estancia. Debió de encontrar bastante resistencia durante el primer taller, porque ese experimento psicológico no volvió a repetirse, al menos en los mismos términos. No obstante, rondaba entre nosotros la duda de si podríamos disponer de los fines de semana para conocer algo más del país. Fue así como decidí probar suerte «escapándome» un par de días a Ecuador.

Sellos en mi viejo pasaporte… si quieres saber qué me pasó en Bolivia, no dejes de seguir este blog.

Un viernes a medianoche, tomé un colectivo hacia Aguas Verdes. Fue muy instructivo ver el aprovechamiento que se hace del espacio: cabras con la patas atadas en el maletero, material de construcción en la baca, la gente en las butacas y el equipaje sobre la gente. Dos horas antes del amanecer, el colectivo nos dejó en medio de la nada: no le estaba permitido llegar hasta Aguas Verdes por el conflicto Perú-Ecuador. Continuamos los pocos kilómetros que quedaban en taxis compartidos. La frontera no abriría hasta las 8:00, así que cubierto con la gabardina para evitar las picaduras de mosquito, intenté dormir un poco más mientras oía una extraña locución radiada desde un altavoz… se trataba de tácticas de «guerra subversiva» para minar el ánimo de los militares ecuatorianos a los que estaba dirigido el altavoz peruano.

Monumento de la Mitad del Mundo… la línea roja es el ecuador terrestre.

Formalizados los trámites aduaneros, tomo un colectivo hacia Quito (Guayaquil estaba más cerca, pero ya llegados a ese punto…). El viaje comienza entre interminables cultivos de banana, pero dura lo suficiente como para llegar a oscuras y con apenas tiempo para encontrar una pensión. Al día siguiente paseo por la ciudad, visito el monumento a la Mitad del Mundo y, satisfecho, comienzo la vuelta al sur. No recuerdo los horarios, pero hacia la madrugada estaba en el puesto fronterizo acompañado de una monja. Intento dormir un poco después de pedirle a la hermana que me despierte antes de que abran. Es el ruido de la gente entrando y saliendo lo que al final me despierta: la sister se había ido a oír misa dejándome hecho un ovillo en mi gabardina y solo. Gasto los últimos sucres desayunado un ceviche de concha negra (una almeja de los manglares llena de fango) y consigo llegar a Piura antes de que se note mi ausencia.

Guía Lonely Planet de Sudamérica, edición en español de 1991, con la que me he movido por siete países.

Las Huaringas

Desde nuestra llegada a Piura, las autoridades regionales nos habían prometido que nos llevarían a visitar Las Huaringas, unas lagunas de Los Andes piuranos en las que los brujos locales realizan vistosos rituales. En aquel momento tenían bastante fama porque se atribuía a los brujos la victoria de «El Chino» (Alberto Fujimori) en las elecciones presidenciales. El asunto es que no estaba claro cuándo sería esa visita ya que dependía de que la disponibilidad de una avioneta para nuestro transporte. El día previsto nos dieron aviso de que el vuelo se adelantaba (pronto veremos por qué) y tuvimos que salir a toda prisa hacia el aeródromo militar, en mototaxi y yo con la cara a medio afeitar. La avioneta no tenía capacidad para más de 15 personas, pero tampoco viajábamos todos los estudiantes.

Lamentablemente, no tengo fotos de Las Huaringas… aquí vemos una vista del puerto de Sechura.

El adelanto del despegue fue por motivos meteorológicos. Todo va bien mientras volamos sobre la llanura desértica que se extiende entre el océano y Los Andes. En un momento dado, los pilotos nos avisan de que habrá turbulencias, y las tuvimos tan pronto llegamos a la cordillera. Tener el cinturón fuertemente amarrado era la única manera de no dejarse la cabeza contra el techo. Comienzan los mareos y la avioneta militar no está preparada para ese tipo de contingencias… Afortunadamente, la pista de tierra batida ya era visible desde la ventanilla. Mientras el aparato desciende, las sacudidas del viento son tan fuertes que los pilotos se ven obligados a abortar la maniobra, volver a ganar altura y dar una vuelta extra. En el segundo intento, la avioneta consigue aterrizar y nosotros recuperamos el ánimo al poner los pies en tierra.

Unas de las cartas que envié a mi familia durante la estancia. El teléfono no era una opción viable.

Nos alojamos en Huancabamba. Esa misma tarde nos llevaron de excursión a una plantación de caña de azúcar donde probamos rompope (nada que ver con lo que sale en Internet), una bebida cuyas cualidades físicas deberían ser estudiadas seriamente: un vasito de vidrio lleno de ese brebaje suena a hueco al golpearlo con la yema del dedo por abajo. Durante todo el tiempo nos escolta un militar con la excusa de la proximidad a la zona de la cordillera del Cóndor, territorio disputado por Ecuador y motivo de la situación descrita anteriormente en la frontera. Al día siguiente, hacemos la excursión a Las Huaringas a caballo. Al llegar allí, no encontramos a los famosos brujos: alguien nos explica que no irán porque el tiempo va a empeorar. La presciencia de los brujos era notable, y lo peor estaba por llegar. Como anécdota, en Huancabamba me echan el tarot y me pronostican unas cuantas cosas que ya se han cumplido.

La mina Turmalina

Mis averiguaciones sobre minerales interesantes cerca de Piura me habían conducido a saber de la existencia de la llamada «mina Turmalina» ubicada en algún lugar intermedio entre Piura y Huancabamba. La mejor opción que tenía era aprovechar la visita a Huancabamba para regresar por tierra a Piura y parar unas horas en la mina. Para garantizarme un buen recibimiento en la explotación, unos profesores de la Universidad Nacional de Piura me prepararon una carta de presentación. Así pues, el domingo por la mañana me despido de mis compañeros y salgo en colectivo para cumplir mi objetivo. Aquella mañana llovía y me quedé con la duda de cómo sería la vuelta en avioneta para los demás.

Cuarzo con turmalina negra… el nombre de la mina es por algo.

El autobús me deja a la entrada de un camino. Me presento al director de la mina con las credenciales de la UNP. Ante mi sorpresa, éste llama a un subordinado para que me lleve a «mis aposentos». Le explico que no tenía intención de quedarme, ya que al día siguiente tenía que impartir unas lecciones de matemáticas en la universidad. Visiblemente decepcionado, llama a un obrero, un mulato mucho más alto que yo, para que me acompañe a los acopios a recoger unas muestras. Mientras vamos por el camino de la mina, mi acompañante me cuenta que es venezolano y que antes de llegar a Perú había estado trabajado en los campos petrolíferos de Maracaibo. El viento soplaba violentamente desde el frente del camino que lleva al pozo, proyectando guijarros, incluso a la cara, dificultando notablemente el avance.

Molibdenita, calcopirita y alguna cosa más de la mina Turmalina.

Una ráfaga me hace perder el equilibrio y el obrero me sujeta rápidamente impidiendo que me arrastre el viento. Pasamos unos minutos resistiendo el vendaval incesante, agachados y anclados fuertemente a un resto de estructura de hormigón, hasta que me dice «Creo que por aquí no vamos a poder llegar. Tomaremos otro camino que rodea el cerro, al resguardo del viento.» Así, por el camino más largo, conseguimos llegar a la zona de los acopios, donde intento seleccionar ejemplares de todo lo que allí se ve. Si hubiera tenido la información que ahora es fácilmente accesible por Internet, sabría que de la mina Turmalina ha salido el cristal de scheelita más grande del mundo. Sin embargo, no entró nada de scheelita en los varios kilos de mineral que cargué.

Arsenopirita cristalizada sobre turmalina y cuarzo. La paragénesis de la mina Turmalina es extraordinaria.
Cristal de calcopirita, con cuarzo y turmalina. Otro recuerdo de la mina Turmalina.

Vientos huracanados en Los Andes

Me acompañan hasta el lugar del camino donde paran los colectivos con destino Piura. Había bastante gente esperando y cuando llega el primer autobús, dudo que haya sitio para mí. Escucho entonces a los militares decir «dejen paso al señor ingeniero» y, para mi sorpresa, descubro que el señor ingeniero era yo. El chófer protesta porque el colectivo va completamente lleno y me indica el asiento escamoteable del copiloto. El chófer no me aseguró que pudiera hacer el viaje hasta Piura, sólo hasta Canchaque. Mi conversación con él tampoco ayudó mucho porque quería saber detalles técnicos de los lavaderos de flotación de la mina y yo le dije que lo único que me interesaban eran los aspectos mineralógicos del yacimiento. Por otra parte, el viaje no estaba resultando sencillo: el viento había arrojado incontables obstáculos sobre el camino y continuamente había que ir parando para retirarlos y poder avanzar.

Portada de un periódico comprado dos días después de los sucesos relatados.

Así fue el recorrido hasta llegar a la entrada de una pequeña población, de la que no recuerdo el nombre, donde el viento había volcado el tendido eléctrico sobre la ruta. Sabiendo que el colectivo estaría allí detenido un buen rato y que faltaban unos pocos kilómetros para Canchaque, dejé el autobús y me puse a caminar. Era extraño, porque aquel poste estaba recién caído y algunas casas acababan de perder los tejados, pero no hacía casi nada de viento. Al llegar a la plaza, la gente estaba en pie, con las espaldas pegadas a los edificios y al resguardo bajo los voladizos: sólo yo caminaba por en medio. Alguien me dice «venga aquí a ponerse cobijo, no sea que le caiga una calamina encima«. Sin entender a qué se refería, noto que el viento comienza a aumentar y veo aproximarse un tornado, no como la típica tromba estrecha, sino ancho y difuso. Sólo el tono marrón de la tierra que levantaba permitía distinguirlo del resto de cielo azul, y algo así como cartones volaban a su alrededor. Viéndolo cada vez más cerca, aquellos «cartones» eran las chapas onduladas de los tejados (calaminas) que iba arrancando a su paso. Me quedé sin saber que hacer…

Fotografías de los destrozos del huracán en otro periódico.

Desde un portal me invitan a entrar y refugiarme en la casa. Pasé un buen rato junto a aquella familia, todos en tensión y con las manos empujando la puerta para evitar que la abriera el viento. Cuando parecía que el huracán había pasado, me despedí agradecido y continué la caminata hacia Canchaque cargado con mis minerales. Durante la marcha, un par de sospechosas ráfagas de viento me obligaron a buscar cobijo donde pude, pero fueron falsas alarmas. A medida que bajaba hacia el valle, el paisaje se volvía más verde y los cafetales anunciaban la inminente llegada a Canchaque. Allí comí un buen plato caliente, probé el café local y me compré un cuaderno para preparar la lección del día siguiente, suponiendo que consiguiera llegar a Piura a tiempo, que no era algo evidente. Días más tarde supe que el huracán había destrozado algunos de los edificios de la mina Turmalina, posiblemente en la zona de los aposentos.

Contraportada del cuaderno que compré en Canchaque, que informa detalladamente de las razones de Perú en relación con su disputa fronteriza con Ecuador, por si algún niño tuviera dudas.

El regreso

Al caer la tarde, salí a la Plaza de Armas, donde había un televisor (dentro una especie de armario) que ponían por la noche. Los vecinos me dijeron que los colectivos a Piura pasaban justo por allí porque deben entregar la lista de viajeros en la comisaría ubicada en la plaza. Insistí en si no había algún colectivo que partiera de allí y me dijeron que no, que todos venían de Huancabamba. Eso me preocupó porque sabía el estado en el que estaba la ruta… Sin embargo, al cabo de un rato llega un microbús y para frente a la comisaría. Cuando me acerco a preguntar si hay un asiento libre para Piura, me sobresaltan con un grito: «¡Matías!» Eran mis compañeros, que habían contratado el microbús ante la imposibilidad de salir de Huancabamba por avión. Así que todos juntos regresamos felices a Piura, mientras en el cielo despejado destacaba la Cruz del Sur.

Me dejo mucho sin contar del año que vivimos peligrosamente…

Un pequeño inciso: también hubo un regreso a España, evidentemente, pero antes de volver a casa disfrutamos de muchas más aventuras. Otro fin de semana, algunos de nosotros nos adentramos en Los Andes, cerca del Huascarán. Pero lo mejor de todo fue convencer al ingeniero Washington para que nos permitiera estar una semana completa fuera de la UNP, que aprovechamos para conocer Cuzco (con el Machu Pichu), Puno (con el Titicaca) y Arequipa (con el Valle de los Volcanes). Todo eso lo contaré en otro momento, cuando me vuelva a poseer la nostalgia. Creo que, a pesar de todo lo que dejo en el tintero, va tocando acabar, como las buenas películas…

Con Marco, mi compañero de habitación y vivencias, visitando las ruinas de Chan Chan.

Epílogo

No asistí al acto oficial de despedida de la primera promoción de estudiantes españoles que llegaban a Piura con el programa Intercampus/E.AL. Le pedí a Marco, mi compañero de habitación, que me excusara por indisposición repentina. La realidad era que iba de camino a la playa a pasar la noche de vivac. Una amiga peruana me dejó manejar su carro mientras cruzábamos el desierto de Sechura. Quedaba poca luz de la tarde, así que preparamos una hoguera con las maderas devueltas por el mar y blanqueadas por el sol. El Pacífico estaba demasiado frío como para disfrutar el baño, pero merecía la pena meter los pies en el agua para ver su fosforescencia en la oscuridad. Bajo el cielo plagado de estrellas y con el rumor de las olas, me despedí del Perú.

Libros de Mineralogía

En esta época en la que cualquier duda, sobre todo si es técnica, lo primero que se hace es acudir a Google (yo mismo lo hago sin ir más lejos) parece ocioso dedicar un post a libros de Mineralogía. Difícilmente un libro puede reemplazar a la cantidad de información instantánea que proporciona Internet. Sin embargo, este conocimiento a demanda tiene sus inconvenientes y sus peligros. Para empezar, suele proceder de un corta-pega de otras fuentes de información no debidamente citadas o contrastadas: internet crece demasiado rápido para reparar en tales cosas. La estructura ramificada propia de la web es estupenda para clasificar información, pero no para adquirir conocimiento sistemático sobre un tema. Así pues, si desean saber sobre minerales, para mí no hay nada mejor que empezar leyendo Libros de Mineralogía.

Mi primer libro de minerales, estrictamente hablando (Pequeña Biblioteca Daimon).

Disclaimer. Me reprocharán mis lectores que el post anterior también contenía la palabra «libro» en el título. Se acerca el fin del curso y crece el volumen de trabajo en la Universidad. Por ese motivo hago este post a partir del material que tengo más a mano: mis propios libros de Mineralogía. Para cada libro daré las referencias del ejemplar que dispongo, si bien pueden existir numerosas ediciones del mismo. Por otra parte, las ausencias que noten los lectores son también ausencias en mi biblioteca, por lo que agradeceré las aportaciones en los comentarios.

Mineralogía como ciencia

Incluimos aquí los tratados de Mineralogía o cursos de nivel universitario para la formación de expertos en el tema. Suelen dedicar una gran extensión a las propiedades generales de los minerales, química y cristalografía, así como la génesis de los yacimientos minerales. En la parte descriptiva tratan las especies minerales más habituales con énfasis en las características que permiten determinarlas. Las fotos no suelen ser el punto fuerte de este tipo de libro. La información sobre localidades para cada mineral se centra en unos pocos lugares a nivel mundial.

Manual de Mineralogía de Dana / Hurlbut-Klein

Tercera Edición – Editorial Reverté – 1988

Mi Dana, lo tengo desde 1988.

En la primera impresión uno pude sentirse desconcertado con ese «de Dana» incluido en el título. La explicación la encontramos en el título en inglés «Manual of Mineralogy (after James D. Dana)» que se corresponde con al edición 19 en USA. La primera edición del Manual de Mineralogía de James Dwight Dana data de 1848. Desde entonces ha sido revisado y reescrito por diferentes autores, pero Dana pasó de autor a ser parte del título a medida que se ha ido diluyendo la obra original. Actualmente va por la edición 23, ha cambiado de Mineralogy a «Mineral Sciencie», y Cornelius S. Hurlbut Jr. fallecido en 2005 ha salido del elenco, entrando Barbara Dutrow. Reconozco que no he tenido ocasión de revisar en detalle las nuevas ediciones, pero supongo que sigue siendo una obra muy recomendable de iniciación y consulta. Una anécdota, me compré también la segunda edición española porque dejaron de incluir en las siguientes los ensayos con llama.

Tratado de Mineralogía / Klockmann-Ramdohr

Segunda Edición – Editorial Gustavo Gili – 1955

Naturalmente, con esos apellidos se trata de una obra traducida.

Monumental obra de más de 700 páginas en letra apretada que constituye el manual más extenso de Mineralogía publicado en nuestra lengua. Por eso opino que todo mineralogista que se precie debe de tenerlo en su biblioteca. Poco menos de la mitad del libro está dedicado a la teoría general, lo que destaco para que se note la diferencia entre este tipo de libros y las guías. La parte sistemática se podría decir que es exhaustiva (más de 2000 entradas en el índice alfabético), si bien los minerales menos frecuentes son descritos en un tipo de letra aún más pequeño, y los minerales raros aparecen como comentarios.

Manuel de Minéralogie Descriptive – Bétekhtine

Editorial MIR – 1968

Lo encontré en un local de la calle Libreros de Madrid.

El manual de Anatoly G. Bétekhtine (cosas de la transliteración del ruso al francés, en otros idiomas aparece como Betekhtin) podría decirse que es el «Dana ruso». Cubre contenidos similares, pero a veces proporciona información complementaria, como la relativa a conductibilidad eléctrica (un ensayo que cualquier aficionado puede realizar con pocos medios). La información que contiene sobre el origen de cada mineral es, en general, más detallada que la del Dana. Lamentablemente, a la hora de describir yacimientos, los Urales quedan demasiado lejos.

Les Minéraux / Boulliard

Editorial CNRS Éditions – 2016

Un recuerdo que me traje de mi última visita a París.

Es un libro curioso: no es exactamente un tratado de Mineralogía, pero tampoco se puede decir que sea una simple guía de minerales porque contiene mucha información para el estudioso. Está escrito desde el punto de vista de los minerales como objeto de colección y, de hecho, dedica algunos capítulos al coleccionismo de minerales como actividad reglada. En particular, se discute la rareza de ciertos especímenes, su valor relativo, la posibilidad de su falsificación y la conservación si son minerales delicados o inestables.

Guías de Minerales

En relación con los tratados de Mineralogía, las guías de minerales son más livianas en la parte científica general. Su aspecto más interesante es que están ilustradas con una o varias fotos de cada uno de los minerales que describen. Si la guía pretende ser «de campo» las fotos tratan de reproducir las características más habituales de cada mineral, incluyendo el aspecto de la fractura en aquellos casos en los que el mineral suele presentarse masivo. Otras guías presenta fotografías de piezas de museo, de calidad inaccesible para el modesto aficionado, o fotografías muy ampliadas si se trata de mostrar cristales de especies raras.

Guía de Minerales Grijalbo / Mottana-Crespi-Liborio

Editorial Grijalbo – 1989

Uno de los libros de más ayuda para el coleccionista novel.

Siempre he dicho que la guía de Grijalbo (editorial que la publica en España, pero también existen ediciones en inglés y, por supuesto, italiano su idioma original) es la única que presenta los minerales tal y como uno se los encontraría, salvo raras excepciones, por lo que es de gran valor para reconocimiento visual. Además de minerales (más de 270 descritos), lleva una sección de rocas que sería aprovechable como guía de campo si las rocas fueran más sencillas.

Guía de Minerales Omega / Chaumeton

Editorial Omega – 1989

Los minerales como dificilmente los encontrarás en el campo.

Se trata de una guía de gran calidad, como suele ser habitual en la editorial Omega, con un claro sesgo hacia los ejemplares cristalizados, preferiblemente en cristales individuales, por lo que es recomendable para los coleccionistas de micros. Buenas fotos y la información necesaria de los más de 280 minerales descritos.

Encyclopédie des Minéraux / Kourimsky-Tvrz

Editorial Gründ – 1981

Lo encontré en una librería de viejo en Burdeos.

Normalmente desconfío de los libros llamados «enciclopedia de algo». Esta obra, publicado originalmente en checo tiene la mayor parte de sus fotos en blanco y negro. Sin embargo, la descripción de cada mineral es un ejercicio de erudición, destacando la información de tipo histórico, etimológico o geográfico, hasta tal punto que he dudado de poner este libro en la sección anterior. La mayor parte de los ejemplares fotografiados están en el Museo Nacional (Checo) de Praga, cuya visita recomiendo.

La Enciclopedia de los Minerales / Korbel-Novák

Editorial Libsa – 2004

Me pareció una adquisición razonable en una librería de Granada.

Al igual que el anterior, fue publicado originalmente en checo. Se trata básicamente de una guía fotográfica de más de 600 especies minerales. La descripción de las propiedades físicas de cada mineral es telegráfica, pero la información sobre origen y yacimientos, aunque breve, merece la pena.

Libros dedicados a los minerales españoles

Es normal que cada país (región o distrito minero) dedique de vez en cuando una monografía a mostrar la riqueza mineralógica de su subsuelo. Este tipo de obra es sumamente adecuada para el aficionado que gusta de salir a recoger sus propios ejemplares porque proporciona información de tipo local. Dispongo de guías de minerales de algunas provincias españolas, que son muy interesantes en este sentido (cuanto más pequeña la escala, mejor para el buscador), pero no las incluiré aquí. En cuanto a los libros dedicados a los minerales de España, iré en orden cronológico.

Minerales de España / Calderón

Facsímil editado por la SEM de la obra publicada en 1910, dos volúmenes.

Regalo de un buen amigo.

Salvador Calderón realizó la primera monografía dedicada a recoger sistemáticamente las citas de minerales en España. Antes del «Calderón» sólo había índices de concesiones mineras junto con el metal que se beneficiaba. Es una obra monumental y fundamental, donde se mencionan algunos hallazgos antiguos que no han podido confirmarse hasta la fecha (minas desaparecidas, ubicaciones ambiguas…), dando a la Mineralogía un cierto halo de misterio.

Introducción a los Minerales de España / Galán-Mirete

Editorial del IGME – 1979

Mi compañero en cientos de miles de kilómetros hechos en un Renault Clío 1.9D.

Era evidente que tras 60 años, la recopilación hecha por Calderón necesitaba una actualización. Ésta vino de la mano de Emilio Galán y Salvador Mirete, una obra fundamental que se titulaba modestamente «introducción». Ya hablé en un post anterior del «Mirete» como mi guía de viaje durante muchos años y kilómetros. Se le puede reprochar que muchos de los ejemplares fotografiados son masivos o feos (según estándares actuales de «vitrinología») pero el mapita de distribución acompañando a cada mineral permitía organizar los viajes con eficacia.

Minerales de España / Mollfulleda

Editorial Carroggio – 1999

Se me apareció en la librería González Palencia de Murcia.

Este libro supone un punto de inflexión en la divulgación de la mineralogía española. Se concede más importancia a la belleza de los ejemplares y la calidad de la fotografía, añadiendo a la ciencia una dimensión artística. Pero también, al mismo tiempo que Joaquim Mollfulleda presenta los minerales tal como empiezan a ser del gusto por los coleccionistas (atrás quedan las colecciones de «Gabinete de Historia Natural»), Internet gana la partida a los libros. Las localidades citadas en el libro son las que se discuten en los foros temáticos.

Atlas de Minerales de España / Calvo-Rewitzer

Editorial Prames – 2022

Casi recién salido de la imprenta…

Monumental catálogo fotográfico de todas y cada una de las especies minerales encontradas en España hasta la fecha. Obviamente, la mayor parte de los minerales descritos son extraordinariamente raros y aparecen en pequeñas cantidades, por lo muchas de las ilustraciones son microfotografías. Además, Miguel Calvo es el autor de una obra sobre los minerales de España en varios volúmenes mucho más extensa que los libros descritos en esta sección, pero no la tengo en mi biblioteca.

Algún libro clásico

Los libros antiguos de minerales no son sólo un capricho de bibliófilo, sino que pueden contener información interesante que haya dejado de aparecer en libros modernos por algún motivo. Por ejemplo, determinados procedimientos de laboratorio para determinar minerales que ahora han sido sustituidos por la difracción de rayos X, o citas de ciertas especies en minas ya olvidadas.

Mineralogía / Brauns

Editorial Labor, segunda edición – 1935

Encontrado en la Feria del Libro Viejo de Murcia.

Este librito era uno de los pocos disponibles de minerales que había en la Biblioteca Municipal de Archena cuando la visitaba en mi juventud. La traducción al español realizada por el prestigioso geólogo Maximino San Miguel de la Cámara incorpora localidades españolas para las especies descritas, por lo que fue para mí como un libro de revelaciones (aún no conocía el Galán-Mirete).

Cours de Minéralogie / Lapparent

Editorial Librairie F. Savy – 1884

En una librería anticuaria de Madrid, aunque he visto un ejemplar recientemente en Salamanca.

Se trata de una obra clásica de la mineralogía, con excelentes ilustraciones de los cristales y cuyo texto apenas ha perdido frescura. Albert de Lapparent publicó también un resumido «Precis de Minéralogie» (Masson 1908 – para la 5ª edición).

Tratado de Mineralogía / Goizueta

Imprenta de Pedro Ortega – 1910

Bazar del TBO (Murcia), si no recuerdo mal.

Curioso libro con abundante información sobre métodos químicos para la determinación de los minerales, hasta tal punto que tras un rato de lectura uno termina preguntándose por qué no tiene un laboratorio.

Mineralogía / Calderón

Editorial Gallach – 1901

Creo que fue adquirido en una caseta de la Cuesta de Moyano (Madrid).

El gran Salvador Calderón escribió este librito, más de divulgación que manual o guía. Un buen número de páginas finales están dedicadas al proselitismo de la propia editorial Gallach que publicaría más tarde una Historia Natural, cuya parte dedicada a los minerales es bastante extensa (yo mismo tengo una edición de 1972).

Conclusión

Antes de que mi hermana me regalara el primer libro de Mineralogía propiamente dicho (primera foto del post) me las tenía que apañar con lo poco que contaran sobre minerales los libros de texto: pirita en Riotinto, galena en Linares y minerales de hierro en Ojos Negros… He aprendido mucho en los libros, por eso se merecían este pequeño homenaje. Aunque Internet es un recurso estupendo, su efecto principal es la sustitución del examen de las propiedades de un mineral que queremos determinar por una contemplación de fotos en busca de un parecidos razonables. Acaba así este repaso a los libros de Mineralogía, con la esperanza de que se sigan escribiendo y publicando, pero también con la inquietante paradoja de que lanzo mi petición desde un blog de Internet 😕

Amianto

Amianto serpentínico (crisotilo) superficialmente deshilachado procedente de Alhaurín (Málaga).

En mi post La Fiebre del Plomo, acabé mencionando algunos despropósitos hacia el final. Uno de ellos consistía en un jardín municipal decorado con rocas conteniendo amianto. Algunas personas que reconocieron el lugar lo pusieron en conocimiento de las autoridades. Yo, por mi parte, tuve una reunión con representantes de varias asociaciones cívicas de la población, cuyo nombre tampoco diré ahora. El caso es que me siento responsable del revuelo causado. Con este post espero informar un poco más sobre el amianto y reubicar el epicentro de la polémica en otro lugar.

Parte de los Viajes de Marco Polo (edición en inglés de 1968) donde explica la manufactura del amianto, dejando especialmente claro que no procede de la piel de salamandra.

Recordemos brevemente que la cualidad más significativa del amianto es que sus fibras se pueden tejer, resultando un material flexible e ignífugo. Esta propiedad es conocida desde la antigüedad remota. Al parecer, Carlomagno tenía un mantel de amianto con el que impresionaba a sus invitados. Marco Polo, en su relato de viajes por Asia, nos habla de unas prendas que se limpiaban y quedaban blancas echándolas al fuego. La idea de añadir amianto al cemento para darle más resistencia (fibrocemento, popularizado en España por la empresa Uralita, rebautizada Coemac desde 2015, para hacer borrón y cuenta nueva) tampoco es demasiado moderna, ya que se ha encontrado cerámica prehistórica que lo incorpora.

Minerales de amianto

Por amianto o asbesto se designan ciertos silicatos cristalizados en fibras que gozan de flexibilidad cuando son separadas. Hay básicamente dos grupos mineralógicamente hablando: el serpentínico, por su composición química similar a las serpentinas y frecuente las rocas a las que dan lugar, siendo el crisotilo el amianto más representativo del grupo; y el anfibolítico, englobado por su estructura entre los anfíboles, siendo la tremolita el asbesto más significativo en esta clase. Hay más minerales entre los amiantos, pero afinar en la clasificación más allá de los dos grupos descritos es difícil.

Crisotilo en fibras compactas, Alhaurín (Málaga).

Las rocas serpentínicas se forman por alteración de materiales procedentes del manto de la Tierra, como las peridotitas y ofiolitas. Su típico color verde está presente en las fachadas de muchos edificios. Cerca de Lubrín (Almería) hay una cantera abandonada de serpentina y cantos rodados de esta roca procedentes de Sierra Nevada llegan hasta a la cuenca de Orce (Granada). Esto lo digo como simple curiosidad, ya que raramente contienen amiantos. Es en Málaga donde está la mayor concentración de serpentina del país, producida por una gran masa de peridotitas en grado variable de alteración. Por allá, entre Alhaurín de la Torre y Alhaurín el Grande, en un corte de la carretera encontré un filón de crisotilo blanco de donde proceden las muestras de mi colección.

Tremolita, con las fibras deshilachadas en el extremo izquierdo, Carrascoy (Murcia).

En cuanto al amianto anfibolítico, lo he encontrado asociado a las metabasitas de Carrascoy. Las metabasitas son rocas intrusivas que han sufrido metamorfismo posterior. En la Región de Murcia aparecen ligadas a materiales béticos de edad triásica. A pesar de su color verde, no hay que confundir las metabasitas con las ofitas, también de edad triásica y composición mineralógica similar, que aparecen en el prebético pero sin metamorfizar. En las metabasitas de la Región se encuentran filoncillos de epidota y tremolita, esta última en fibras de color gris. Adjunto un artículo firmado por Rafael Arana, entre otros, mencionando la serie actinolita-tremolita en un afloramiento de metabasitas de la sierra de Carrascoy.

Riesgos del amianto

El amianto es nocivo por inhalación de su polvo. Las fibras del mineral quedan en los pulmones, provocando inflamación en primer lugar, produciendo tejido cicatrizado que reduce la capacidad respiratoria (asbestosis) y llegando, en casos de exposición persistente, a cáncer de pulmón y mesotelioma. Por este motivo el uso y comercialización del amianto están prohibidos en España y gran parte de los países civilizados. No obstante, la legislación fue muy progresiva: prohibición del amianto azul (crocidolita, el más nocivo de los amiantos) 1984, la del amianto marrón (amosita) 1993, la del amianto blanco (crisotilo) 2001, finalmente, la prohibición de todo tipo de amianto en 2006 (fuente Gestión Del Amianto). Entre la gente famosa cuya muerte es achacable al amianto destaca el actor Steve McQueen.

Cubierta de fibrocemento en una antigua instalación industrial.

Una vez establecida la peligrosidad del amianto, hay que insistir en que su toxicidad se limita a la vía respiratoria. No se trata de una substancia radiactiva o difusible químicamente. Y sin embargo, se trata como tal a la hora de eliminarlo… si es que se hace legalmente, claro. La mayor parte del amianto a retirar procede de cubiertas, canalones, tuberías, depósitos y similares fabricados con fibrocemento. También lo hay en forma de aislamiento para edificios, pero ese uso nunca ha sido muy popular por estos lares, así como en algunos componentes de automoción por su estabilidad a altas temperaturas.

Canteras con amianto en la Región de Murcia

Mientras las autoridades centran su política anti-amianto en el desmantelamiento de cubiertas de edificios, parecen olvidar que el amianto es un mineral que puede aparecer de manera natural entre las rocas de uso industrial. Este es el caso de las canteras de metabasitas, comercializadas como pórfidos, en distintos grados de trituración: balasto para carreteras o ferrocarriles, rocas para cimentaciones y mampostería, incluso ornamentales.

Cantera FULSAN «Pórfidos Internacionales de Alhama», en un extremo de la Sierra de Carrascoy. Los acopios de metabasita se pueden distinguir a la derecha por el color grisáceo. A la izquierda, materiales carbonatados con gran impacto visual.

La cantera FULSAN de Alhama de Murcia ha sido una de las principales fuentes de difusión de amianto de la Región de Murcia. Supongo que esto es justificable desde la ignorancia, al igual que la brutal ampliación de la cantera acometida en 2013 (ver el comunicado de ANSE) lo es desde la prepotencia. Desconozco la situación actual de la explotación. Al parecer, la empresa entró en concurso de acreedores en 2019, pero su balasto con amianto gris (tremolita) puede verse todavía en las vías de tren de la Región (ver la foto abajo tomada hace unos días). Una metabasita parecida se explota en canteras de la Sierra de Enmedio, no muy lejos de Puerto Lumbreras.

Vetilla de tremolita en fragmento de metabasita procedente del balasto de una vía de tren de la Región de Murcia. En ese mismo tramo de vía recuerdo haber visto masas mayores de tremolina deshilachada.

Actualmente, según me informan, en las canteras realizan un seguimiento periódico de los productos extraídos que incluye un estudio mineralógico donde se puede detectar las substancias peligrosas. Esto se lleva a cabo incluso en las canteras de caliza, a priori, más inofensivas. Ignoro si la tremolita está repartida más o menos regularmente en la masa de metabasitas explotables, pero una supervisión es necesaria para descartar el material o darle un uso adecuado.

Despropósitos finales

Mi intención con este post no es alimentar el pánico ni la paranoia sobre el amianto. Tampoco quiero contribuir al buen balance económico de las empresas descontaminadoras nacidas al abrigo de la normativa anti-asbestos. No obstante, aún podemos encontrarnos situaciones como la mostrada en la última foto: una enorme acumulación de balasto de metabasita, posiblemente procedente del desmantelamiento de vías de tren, removida por la maquinaria en las inmediaciones de una población murciana.

Acumulación de balasto de metabasita en las inmediaciones de una población murciana.

En general, el uso que se le da a las metabasitas con posible contenido en amianto no implica ningún riesgo para la mayor parte de la población. Sólo los trabajadores, ya sea en las canteras o en la manipulación, son los que tienen mayor riesgo de exposición al tóxico polvo. No obstante, en caso de tener que retirar metabasitas sospechosas de asbesto, no hay mejor sitio para una roca que volver al suelo de donde salió. Rociar abundante agua para evitar el polvo durante la manipulación, con algún aglomerante cuyo efecto dure tras la evaporación: sulfato o carbonato cálcicos, que precipiten sobre las fibras, o engrudo de almidón diluido, dependiendo de la situación.

Minerales y Matemáticas

Con motivo de la declaración de marzo como mes de las Matemáticas disfrutamos en el vestíbulo de nuestra Facultad una exposición fotográfica titulada «Geometría Natural», cuyo comisario es el Prof. Ángel Ferrández. Entre la selección no había imágenes de minerales. Desconozco si es por que ésta se ha limitado a organismos vivientes, o quizás porque las fotos de cristales imitando poliedros es un recurso demasiado manido… A mí no me cabe la menor duda de que los minerales son tan naturales como la tela de una araña. Para remediar la situación, decidí seleccionar algunas fotos de mis minerales con connotaciones matemáticas y añadirlas de extranjis, como Banksy en sus buenos tiempos, antes de cotizar en Sotheby’s. Esas fotos aparecen aquí, junto con unas cuantas más, para ilustrar la relación entre Minerales y Matemáticas.

Minerales: ¿únicamente poliedros?

Hay que decir que los poliedros que aparecen como cristales no son poliedros arbitrarios, sino que siguen ciertos patrones estudiados por la Cristalografía. Las formas aparecen como consecuencia del empaquetamiento regular de las moléculas condicionando la disposición de los planos que limitan las caras y los elementos de simetría. Pero además de cristales, hay agregados de estos que muestran otro tipo de patrones que evocan igualmente nociones matemáticas como la de fractal. Animo al lector que visite la galería por si descubre más motivos matemáticos entre las fotos de mi colección.

El icosaedro de pirita de casi 4 cm de diámetro recogido en Puebla de Lillo (León), una de las piezas más icónicas de mi colección. En este artículo describo matemáticamente la disposición de sus veinte caras.
Piritoedros (rombo-dodecaedros) de pirita en matriz, Caravaca (Murcia). Los piritoedros de Caravaca (Rambla del Piscalejo) son para mí los más bellos de la mineralogía española.
Octaedro de magnetita en matriz, Torre Pacheco (Murcia). Las piezas masivas de magnetita del Cabezo Gordo están consisten frecuentemente en agregados de octaedros milimétricos.
Curioso cristal cúbico compuesto de agregados octaédricos, Ricote (Murcia). La formación de esta pieza debió ocurrir en condiciones físico-químicas inestables oscilando alrededor de la frontera entre las dos formas..
Cristal de pirita, forma combinada de cubo y octaedro, Navajún (La Rioja). En este caso, las condiciones de formación fueron más estables, pero también en la frontera entre ambas formas.
Macla de cristales cúbicos de pirita, con leve pátina de óxido, Navajún (La Rioja). A veces el criterio para seleccionar ejemplares es más bien de tipo artístico y en este caso me he dejado llevar por el parecido con algunas obras de Chillida.
Pseudo-tetraedro de calcopirita, dentro de una geoda de siderita en romboedros, procedente de la Sierra de Filabres (Almería). Con el tetraedro, completamos la aproximación mineral a los cinco sólidos platónicos.
Granate almandino, en forma de trapezoedro de 24 caras, Níjar (Almería). La Luz transmitida permite apreciar su extraordinario color, pero hace difícil ver las aristas del poliedro.
Cristal de cuarzo hialino rematado en pirámide hexagonal, Albatera (Alicante). Lo bonito de esta pieza es que el cristal sólo se ve a gracias al reflejo de sus caras.
Agregados esferoidales de prehnita (Cehegín, Murcia). Las esferas aparecen como resultado del crecimiento radial de los cristales de este silicato.
Aragonito en prisma pseudo-hexagonal, Minglanilla (Cuenca). Si se miran bien sus caras laterales descubriremos por qué nos referimos como pseudo-hexagonal. En efecto, estos cristales son el resultado del agregado de tres primas rómbicos.
Yeso, cristal totalmente desarrollado, Utrillas (Teruel). El yeso cristaliza en el sistema monoclínico, que no tiene demasiados elementos de simetría, si bien da para varios pares de caras paralelas y un “centro”.
Cuarzo, prisma hexagonal rematado por sendas pirámides en matriz de yeso, Ricote (Murcia). Aunque el primas es hexagonal en una buena aproximación geométrica, realmente su simetría es ternaria.
Nódulo elipsoidal de barita iluminado con luz UV mostrando una trama fractal, Caravaca (Murcia). Es posible (me quedo con la hipótesis en lugar de partir el nódulo) que la trama sea consecuencia de un agrietado por retracción, como el de los nódulos septarios.
Granate melanito, cristal rombo-dodecaédrico, Cehegín (Murcia). Como se puede ver, la palabra dodecaedro en mineralogía resulta confusa si no se especifica la forma de las caras.
Cubo deformado de pirita, Navajún (La Rioja). Es innegable la estética de este tipo de piezas.
El cristal de la izquierda es un octaedro tallado de fluorita, mineral que en la naturaleza se presenta generalmente en cubos, pero se exfolia siguiendo planos paralelos al octaedro. El cristal de la derecha no es tallado, sino natural y se trata de magnetita de Brasil. Ambas piezas proceden del comercio.
Crecimiento fractal de psilomelana, observado en una fachada de Bolnuevo (Mazarrón). Las dendritas de óxido de manganeso, mal llamadas «de pirolusita» en muchos textos, se desarrollan en planos de diaclasado como fractal que imita motivos vegetales.
Fragmento de un nódulo esférico de marcasita alterado en limonita, Picos de Europa (Cantabria). Queda el vestigio de los cristales radiales que convergen en un único punto.
Ágata, Iguazú (Brasil). A pesar de la exótica procedencia, la recogí yo mismo. La roca volcánica alrededor de las famosas cataratas estaba repleta de ágata, pero no pude recoger un trozo mayor. Las líneas recuerdan las curvas de nivel de una función de dos variables.
Quiastolita, una variedad de andalucita que presenta un dibujo cruciforme en sección (pulida), Boal (Asturias). La aparición de la cruz se debe a la variación en «contaminantes» durante el crecimiento del cristal.
Cristales de barita, Mazarrón (Murcia). Los cristales tabulares rómbicos se han replicado en una especie de macla repetitiva, produciendo un borde aserrado.
Cristal de casiterita de localidad desconocida procedente de una colección antigua. Consiste en un prima cuadrangular rematado en pirámide, forma propia del sistema tetragonal.
Cubos de fluorita violeta, Berbes (Asturias). El biselado que se aprecia en las aristas del cubo se debe a una leve combinación con el rombo-dodecaedro.
Romboedro de exfoliación de espato de Islandia, purísima variedad de calcita, procedente del comercio. Por la parte de la izquierda incide la luz solar, que es descompuesta en colores elementales a la derecha.
Rinconcito de los minerales en le exposición fotográfica de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Murcia.

Ojos Negros

No estaba en mis planes escribir dos post seguidos sobre cotos mineros, pero algunos de los temas en los que estoy trabajando para el blog todavía no están maduros para publicación. Así que, aprovechando que hace apenas una semana Tere y yo estábamos visitando las minas de Ojos Negros ubicadas entre las provincias de Teruel y Guadalajara, haré una pequeña crónica mineralógica de lo que vimos.

Molino harinero que puede verse entre la población turolense de Ojos Negros y el coto minero.

Quizás una de las cosas más llamativas es lo evocador del nombre, Ojos Negros. No recuerdo en qué curso de la EGB lo oí por primera vez como una de las minas de hierro más ricas de España. Sin embargo, nunca lo consideré un objetivo principal en mis «viajes con Mirete» por los minerales de hierro en sí, principalmente óxidos terrosos muy poco atractivos. Cierto que también hay minerales de hierro más bonitos, pero son similares a los de muchas localidades más cercanas a Murcia. En tal caso ¿qué hacemos aquí?

Pista que da acceso a las canteras desde un poblado minero.

El origen del yacimiento es sedimentario, una acumulación de óxidos e hidróxidos de hierro de edad ordovícica provocada por meteorización de rocas continentales. Es de suponer que durante la diagénesis parte del hierro pasó a carbonato, siderita, acompañando al carbonato de calcio y magnesio, dolomita, que es el mineral coleccionístico por excelencia de Ojos Negros. Posteriormente, durante la orogenia la masa de hierro quedó expuesta en forma de anticlinal, con lo que la acción de las aguas supergénicas comenzó a alterar la siderita y formar nuevos minerales como la goethita.

El autor examinando muestras en uno de los frentes de explotación.

Al parecer, existen en las minas de Ojos Negros carbonatos complejos de hierro y magnesio, que yo no podría diferenciar con mis rudimentarios medios. Así que vayan mis disculpas por adelantado si alguna de las sideritas mostradas resultara ser breunnerita.

Cristales de siderita mostrando translucidez, encuadre de 25 mm.
Cristales de siderita alterados en limonita.
Hematites en variedad micácea, con aspecto de filita es muy deleznable y deja la típica «purpurina» en los dedos.
Goethita, con su típico aspecto botroidal.
Dolomita, carbonato de calcio y magnesio cristalizado en romboedros.

Pero aún no he dicho qué hacía por Ojos Negros… El pasado verano me crucé con unos coleccionistas que me hablaron del cuarzo que aparece en cierto sector de las minas. Como ya dije en un post anterior, yo me declaro buscador de cuarzo. La posibilidad de unos cristales que pudiera hermanarse con el «hielo de Carrascoy» era algo que debía investigar. Al final pude observar unas muestras de cuarzo entre unos acopios de mineral de hierro, que por haber pasado por molinos estaban algo estropeadas. Por cierto, sobre el cuarzo, a su vez, se depositan óxidos de manganeso.

Gran punta de cuarzo desgajada de una drusa.
Agregado de cristales de cuarzo.
Hielo en uno de los caminos… no hay que olvidar que aquí refresca por la noche.

Lamento decir que no recogí ninguna muestra de aragonito, que aquí se presenta en cristales transparentes de gran belleza… pero seguro que en el siguiente viaje cae: además del cuarzo hay muchas razones para volver a las minas de Ojos Negros y su comarca.

Castillo de Zafra, no muy lejos de Ojos Negros y localización de varias escenas de Juego de Tronos.

Mis minerales de La Unión

Reconozco con cierto apuro que no he ido a buscar minerales al distrito minero de La Unión (extensivo a Cartagena – Sierra Minera) tanto como lo merece por diversidad, abundancia y fama. Quizás sea esto último, la fama, lo que me ha provocado un cierto rechazo… Si hay un lugar en la Región de Murcia tomado por los “vitrinólogos”, como los llama mi querido amigo Luis Arrufat, ese es La Unión: piezas estandarizadas de los minerales que han hecho famoso al distrito entre los coleccionistas, ejemplares cotizadísimos de filones ya agotados, secretismo y desconfianza entre los mineros…

Paisaje de la Sierra Minera

He querido titular el post Mis minerales de La Unión porque mis ejemplares distan mucho de lo que se entiende por una buena colección de la zona. Mi cosecha de piedras no es excesivamente sistemática para la variedad de especies minerales que produce la Sierra Minera. Tampoco tengo piezas excepcionales por su rareza o cristalización. El libro Minerales de la Región de Murcia de Mariano Muelas Espinosa, Pedro Pérez Nieto y Jordi Gil García-Miguel sigue siendo una buena referencia, pero se ha quedado algo obsoleto desde la entrada en acción de los coleccionistas de micros. Para ver una lista más actualizada recomiendo visitar MINDAT.

La portada la protagoniza un cristal de ludlamita, uno de los minerales más apreciados.

Algunas de las piezas que aparecen no las he recogido yo personalmente. Si tratara de dar las gracias a todos los que me han ayudado, enseñado y compartido momentos de mazo y cincel, escribiendo sus nombres seguro que cometería alguna omisión imperdonable. Por eso sólo mencionaré al Robles, que nos dejó repentinamente hace algo más de un año. Finalmente, como La Unión no es mi territorio, no me siento en condiciones de dar “lecciones” por lo que me limitaré a poner las fotos con breves comentarios.

Blenda (esfalerita)

Agregado de cristales de blenda ferrífera (marmatita).
Blenda ferrífera masiva de un acopio.
Filoncillo de blenda con calcopirita.

Galena

Ejemplar de galena cristalizada.
Pieza de galena mostrando una superficie libre que no llega a ser cara de cristal. Es el único plomo que he picado en el interior de una mina y llevaba una iluminación tan mala que no pude apreciar lo que era hasta que salí al exterior.
Pisapapeles de galena, de los tiempos que las minas estaban en activo.

Pirita

Pequeña geoda en pirita masiva, encuadre 3 cm.
Macla de cubos de pirita con aristas de algo más de 1 cm.

Pirrotina

Agregado de cristales tabulares.

Calcopirita

Calcopirita masiva con magnetita.

Calcosina

Masa de sulfuros de cobre superficialmente alterada.
Cristal de hábito pseudocúbico que me desconcierta, 1 mm de diámetro..

Magnetita

Magnetita cristalizada en drusa aterciopelada.
Detalle de la pieza anterior
Piedra imán de La Unión levantando una bola de hierro de 18 milímetros de diámetro.

Hematites

Masa de hematites laminar recogida en la zona de Las Lajas… en serio, lo prometo.

Goethita

Irisaciones de vivos colores en goethita.

Pirolusita

Drusa tapizada de cristales de pirolusita con otros óxidos de manganeso, encuadre 5 centímetros.

Cuarzo

Cuarzo de suave tono amatista.
Placa de cuarzo.
Cuarzo biterminado de 35 milímetros.
Ópalo y calcedonia, encuadre 25 mm.

Smithsonita

Masa de smithsonita verdosa y parda, con formaciones arriñonadas.
Pieza de smithsonita monstrando su translucidez.

Hemimorfita

Cristales de hemimorfita sobre limonita en formación de abanicos, encuadre 25 mm.

Hidrocincita

Masa parcialmente terroso con hidrocincita.
Vista de la misma pieza con luz UV.

Barita

Drusa de barita con cristales tipo“ juanola”.
Pieza de barita que me regalaron en una de las minas cuando era niño.

Calcita

Drusa de calcita.
Otra drusa de calcita.

Fluorita

Fluorita cristalizada en cubos.
Pieza enorme de fluorita de una colección antigua de procedencia dudosa.

Mimetita

Tapizado de cristalitos “haciéndose pasar” por piromorfita.

Asociaciones

Sulfuro polimetálico, destacando la galena y pirita, en menor cantidad blenda y algo de siderita.
Greenalita con sulfuros, paragénesis típica del «manto de los azules».
Masa de sulfuros: galena (destaca la exfoliación a la izquierda), blenda, pirita, calcopirita… hace falta la lupa para verlo todo. También lleva siderita.
Galena con magnetita.
Mezcla de minerales de cobre y hierro, visibles algo de calcopirita, magnetita y malaquita.
Mineral por determinar, sorry.

Visita a las antiguas minas

Para disfrutar como turista del patrimonio minero de La Unión – Sierra Minera hay una zona acondicionada, el llamado Parque Minero, del que forma parte la mina visitable Agrupa Vicenta. En el momento de escribir estas líneas, el Parque Minero se encuentra cerrado y sin noticias sobre su futuro. No obstante, es posible dejar el vehículo en su aparcamiento y subir caminado por la Carretera del 33 con relativa comodidad hasta la zona de La Crisoleja. Si se sigue subiendo hasta los aerogeneradores, desde allí se podrá disfrutar de una estupenda panorámica en todas direcciones, mar incluido.

El pan de cada día para el aficionado a buscar minerales.

Para el aficionado a los minerales sería más interesante tener acceso a frentes de explotación y escombreras más recientes. Sin embargo no puedo aconsejar esta actividad en mi web por dos motivos. El primero, es que hay que saber moverse en las zonas minadas para no tener accidentes. El segundo, es que las cortas están en “terreno privado”: cómo unas concesiones temporales para explotación minera terminan convirtiéndose en títulos de propiedad es uno de esos milagros que sólo pueden ocurrir en un país como el nuestro.

Yeso, formado en el gossan por la acción de las aguas ácidas sobre carbonatos de calcio.
Masa de pirita en una corta.
Laguna de agua ácida en la corta Brunita.

Sobre lo que no tengo…

No quisiera acabar sin comentar algunas cosas que me gustaría encontrar en La Unión. Entre las piezas típicas en las colecciones están las maclas estrelladas de cerusita sobre goethita. Sin embargo, lo que a mí me gustaría tener es una cerusita masiva que se explotó en el siglo XIX compuesta de largos cristales entrecruzados. De aquí también han salido buenos cobres nativos, cuprita, azurita y malaquita cristalizadas y linarita, incluso. Mencionemos también los yesos aciculares hialinos que se formaron en alguna galerías selladas durante décadas, una de ellas tristemente vandalizada por un especulador sin escrúpulos.

Número de una revista especializada en Mineralogía luciendo en la portada una roseta de natrosiderita de Cabo de Palos con motivo del artículo que mi amigo Manuel Morales y Joan Rosell dedican a la rara paragénesis de la mina «Ferruginosa».

Hay minerales de gran belleza, como los fosfatos cristalizados vivianita y ludlamita, encerrados en grandes bolos de pirita. En el gossan de La Unión se producen muchos minerales complejos para quien tenga paciencia y buena lupa. Algunas minas más bajas, por la acción de adicional de la proximidad del mar y el clima árido han añadido nuevas citas mineralógicas a nivel nacional. Reconozco que aunque no soy de micros, no me importaría encontrarme alguno de esos cristalitos.

Otra referencia para saber más sobre los minerales de La Unión.

Acabo la sección con uno de los misterios de la mineralogía local. Durante algunos años, el distrito de La Unión fue el principal productor de estaño de España. Para mayor asombro, en el Parque Minero se pueden visitar, en buen estado de conservación, el lavadero con los molinos especiales para beneficiar la casiterita (minas Cuarta y Remunerada). Sin embargo, no he visto ni sé de ninguna colección que presuma de tener una pieza donde el mineral estannífero sea evidente. También ha aparecido cinabrio en alguna mina, entre otras curiosidades de este suelo rico en metales.

Seguimos buscando…

Como en otras páginas similares (Valle de Ricote, Mazarrón), mis minerales de La Unión no quedará estática. Espero aumentar las especies mencionadas y mejorar las fotos a lo largo de este año.

Escombrera en primer plano. Al fondo, la bahía de Portmán, tristemente famosa.

La Fiebre del Plomo

Página de La Verdad (31/01/21) haciendo alusión a una noticia antigua (artículo de Antonio Botías).

Todo el mundo ha oído hablar de «La Fiebre del Oro» californiana del siglo XIX, en parte, gracias a los muchos westerns hollywoodienses ambientados en ese momento. Pero casi nadie conoce «La Fiebre del Plomo» de Murcia y Almería, un episodio coetáneo y no menos apasionante. No busquen la película porque no la han hecho todavía y dudo que alguna vez la hagan… Este post está basado en lo que le cuento a mis amigos sobre los orígenes y la importancia de la minería del plomo con motivo de alguna visita a las minas de La Unión o Mazarrón.

Plomo y galena

Antes de contar el episodio de la Fiebre del Plomo, sería conveniente dar unas cuantas informaciones previas sobre nuestro metal protagonista. El plomo es un metal gris, blando y pesado (densidad superior a 11 kg/dm3). Se conoce desde la antigüedad, aunque no fue empleado de forma extensiva hasta el advenimiento de la era industrial. Durante mucho tiempo se había usado exclusivamente por su densidad para lastre y proyectiles, con excepciones notables como las láminas de plomo con inscripciones ibéricas. Los romanos arrojaban glandes de plomo con sus hondas, y más modernamente los proyectiles de plomo se han impulsado con pólvora. Gracias a la maleabilidad y cualidades mecánicas del plomo lo encontramos también en cubiertas impermeabilizantes y juntas para amortiguar elementos arquitectónicos. Por ejemplo, en todas las columnas de la Alhambra de Granada hay discos de plomo en los extremos. Sin duda han jugado un papel en la pervivencia del edificio en una zona tan inestable sísmicamente.

Objetos de plomo: pesa de pescador y dos proyectiles antiguos.

El plomo forma parte de la aleación para fabricar los tipos móviles de imprenta, así que es, en parte, responsable de la difusión del saber y la cultura. En el siglo XIX el plomo comenzó a utilizarse extensivamente en la elaboración cañerías, por lo que también fue responsable, en cierta medida, del grado de comodidad alcanzado en las viviendas y el desarrollo de las ciudades. El plomo ya no se usa en tuberías y es sustituido en las instalaciones antiguas cuando hay ocasión. Por motivos similares que comentaremos al final del post, tampoco se usa ya en la munición de caza, ni en forma de ciertos compuestos, como el minio y el albayalde, componentes de pinturas. A pesar de eso, el plomo sigue todavía muy presente en nuestras vidas aunque no lo veamos: cada vehículo con motor de explosión lleva varios kilos de plomo en su batería (acumulador).

Galena en cristales cúbicos, con calcopirita, algún otro sulfuro y cuarzo, de Bulgaria.

El principal mineral de plomo es la galena, de la que ya hemos hablado en Minerales de Mazarrón y Minerales del Valle de Ricote. La galena es un mineral fácilmente reconocible y muy frecuente en las paragénesis de origen hidrotermal, ya sea directamente en filones o yacimientos de sustitución. En el sureste español, la galena responde casi siempre a filones provocados por el vulcanismo neógeno, o a bolsadas y masas estratiformes en dolomías béticas. Mención especial merecen los filones de Linares que arman en granitos. En la Región de Murcia se encuentra galena en todas las minas de las sierras costeras, desde Cabo Palos hasta Águilas. La encontramos también en pedanías del interior de Lorca (Zarcilla, La Paca, Coy), Sierras de Pedro Ponce, Espuña (cerca de Totana), Carrascoy (Algezares, La Murta) y de Ricote, por citar sólo los sitios que conozco de primera mano.

Jarrón de cristal de Bohemia con un 24 % de PbO. En mis primeros viajes a Praga estaba fascinado con este material y siempre regresaba con algún objeto de cristal. El de la foto lo tiene mi madre.

La galena en polvo se usó en la antigüedad para el vidriado de la cerámica, recibiendo el nombre de alcohol de alfareros. De hecho, el óxido de plomo añadido al vidrio aumenta notablemente su índice de refracción, dando el producto conocido popularmente como cristal (especialmente si es de Bohemia o Swarovski). En los contenedores de reciclaje de vidrio se advierte sobre no arrojar cristal por motivo de su contenido en plomo. Acabamos esta sección con un uso peculiar que tuvo la galena en tiempos mas recientes. Un cristal cúbico de galena (ahora «cristal» es en sentido mineralógico) es un semiconductor eléctrico natural, es decir, entre dos caras del cristal, los electrones circulan preferiblemente según uno de los sentidos pero no el opuesto. Gracias a los diodos de galena se construyeron los primeros receptores de radio que, por cierto, no necesitaban suministro eléctrico para funcionar, algo que hoy día vendría muy bien.

Liberalización de la minería

En el primer cuarto del siglo XIX la minería en España estaba todavía en manos de la Corona, bien directamente o por los abusivos impuestos. Esto se traducía en que sólo se explotaban, con medios rudimentarios, unas pocas minas, pero extraordinariamente productivas: Almadén, Rio Tinto, Linares o Guadalcanal, entre otras. Por esos mismos años, los Territorios de Ultramar, o sea, América, se estaban emancipando, también de la Corona. A partir de ahora, las materias primas habría que buscarlas de esta parte del Atlántico, y entre ellas, los metales, esenciales para la incipiente industrialización y modernización del país. En 1825 se produjo la primera de una serie de reformas legislativas que permitirían a los particulares sacar provecho de la búsqueda y explotación de yacimientos mineros.

Fragmento de torta (copela) de litargirio de un escorial en Ramonete (Lorca).

El efecto de la ley no fue inmediato por falta conocimiento y experiencia (el know-how tan cacareado últimamente). Pero, sobre todo, faltaban medios. No era fácil para cualquier emprendedor de la época, con su pequeña cuadrilla familiar de obreros, retomar las explotaciones en el punto donde las dejaron los romanos, que podían emplear en un pozo a cientos de esclavos sin tener que pagar sueldos. En lo que respecta a la Sierra Minera de Cartagena, la rápida decepción de los buscadores de plomo, provocó que en lugar de horadar la montaña se dedicaran beneficiar las escorias romanas y explotar placeres en ramblas. Hay que decir que las llamadas «escorias romanas» eran básicamente tortas de litargirio, óxido de plomo, subproducto de la obtención de plata a partir de la galena argentífera por el método de copelación.

Acceso al Barranco del Jaroso, desde Los Lobos (Almería).

En 1839 se descubre el filón de El Jaroso, en Sierra Almagrera, una masa impresionante de galena argentífera que se le había pasado por alto a los romanos. La noticia corrió como la pólvora y fue un revulsivo para la estancada minería murciana. Los filones estaban bajo tierra a la espera de ser descubiertos, pero no era tarea para aventureros solitarios. Era necesario acometer proyectos de mayor envergadura, bien dirigidos y con los medios adecuados. Naturalmente, eso implicaba una fuerte inversión, y así es como comenzaron a surgir a partir de 1840, como las setas en otoño, las compañías mineras en la provincia de Murcia para atraer capital con la promesa de buenos dividendos en pocos años. Según datos recogidos por Mariano C. Guillén, ese año se registraron 19 compañías en Cartagena, 30 en Mazarrón y, ojo al dato, 146 entre Lorca y Águilas (emancipado de Lorca sólo 6 años antes, Puerto Lumbreras lo hizo en el siglo XX). Así es como comenzó La Fiebre del Plomo.

Alteración del paisaje tras siglos de minería en el coto San Cristóbal – Los Perules de Mazarrón.

Llama la atención que el reparto de compañías por municipios siga un orden opuesto a lo que nos dicta la intuición en términos de patrimonio industrial minero “aparente” (el exceso de denuncias mineras en Lorca hay que achacarlo a la proximidad con Almería). Pues aún queda un dato sorprendente: en el municipio de Murcia se registraron 45 compañías mineras. Si bien es cierto que existen pequeños yacimientos de plomo, hierro y cobre en su territorio, estos palidecen comparados con los situados en la costa. La explicación haya que buscarla, quizás, en la picaresca. En la ciudad de Murcia del siglo XIX debía de ser fácil atraer inversores entre los adinerados huertanos y sericultores, convencerlos de algún indicio metálico en las montañas cercanas y «sangrarles» la billetera durante los años de trabajos que se supone llevará alcanzar el filón prometido.

Recibo emitido por la compañía que explotaba una mina de plomo en la Sierra de Ricote (cortesía de Manuel Morales). En la parte de la izquierda se especifica la cantidad de acciones (40) de la sociedad.

Debió de ser, sin duda, muy curioso ver a estos estafadores en acción. Por ejemplo, convenciendo a medio centenar de labradores de Beniaján de la conveniencia de poner en marcha una mina en El Garruchal. No descarto que algún caso de denuncia minera inverosímil fuera producto de una mezcla de buena fe y desconocimiento de la geología. La primera foto de este post con la frase «Murcia será la California de Europa» hace alusión a un hecho ocurrido mucho después, en 1880, cuando Antonete Gálvez, personaje fundamental de la historia murciana y de arrebatadora personalidad, comenzó a horadar el cerro Miravete, frente a Torreagüera, en busca de oro. La galería, de grandes dimensiones, sigue allí para asombro de visitantes. Antonete tampoco iba tan descaminado: en Santomera a poco más de 12 km desde Torreagüera, sí que se ha encontrado oro, aunque no mucho.

Consolidación de la minería

Muchas de esas empresas mineras fracasaron. El Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Madoz publicado entre 1845 y 1850 se mostraba muy escéptico con los trabajos en la Sierra de Cartagena. Literalmente decía «ningún criadero metálico de alguna consideración se ha descubierto todavía, y creemos que aun dado el caso que se hallase, todo induce a opinar que nunca sería de una importancia estraordinaria, ni por su abundancia ni por su riqueza» . Gran metedura de pata de don Pascual: en 1848 los trabajos mineros alcanzan el llamado “Manto de los Azules”, una masa estratiforme rica en sulfuros polimetálicos (plomo, zinc, hierro y cobre). Aunque el Manto de los Azules tiene una ley más baja que los filones, su potencia y extensión desmesurada permitió que la minería en La Unión continuara de manera ininterrumpida hasta principio de los años 90 del siglo XX, cesando únicamente por motivos medioambientales.

Muestra de mineral del Manto de los Azules. La mayor parte consiste en un silicato de hierro (greenalita) con galena y blenda dispersas.

Acometer la explotación del Manto de los Azules obligó a una sinergia entre las distintas compañías mineras de la Sierra de Cartagena, pero es con la llegada de capital extranjero cuando arranca verdaderamente la modernización de la minería en La Unión. Con los inversores e ingenieros ingleses llegarían también el ferrocarril y el fútbol. En 1871 el descubrimiento del «Filón Prodigio» en Mazarrón, cuyo nombre no necesita mayor explicación, supondría un punto de inflexión análogo en esta localidad. Después de varias décadas de aventureros, jugadores y pícaros, los criaderos metálicos realmente productivos ya habían sido localizados. A su alrededor crecían los poblados mineros con trabajadores venidos de otras partes de España, y se enriquecían las ciudades cercanas, en las que ha quedado una marca evidente del estilo imperante a caballo entre los siglos XIX y XX: el Modernismo.

Ayuntamiento de Cartagena, ejemplo de edificio modernista (foto tomada de Wikipedia).

En La Unión hay un «barrio» llamado El Garbanzal. Si se le pregunta dónde vive a algún vecino del Garbanzal, particularmente si ha nacido allí, nunca responderá que en La Unión. Hay un porqué detrás de esa muestra de “orgullo”. Cuando las minas del entorno fueron ganando importancia, las pedanías del Garbanzal, Las Herrerías, Roche y Portman (el Portus Magnus de los romanos) decidieron emanciparse de Cartagena. El nombre inicial para el nuevo municipio fue Villa del Garbanzal, en claro detrimento de las otras pedanías. Las desavenencias existentes entre vecinos fueron resueltas en una breve visita del General Prim en 1868 que rebautizó salomónicamente el municipio como La Unión.

Selección de libros para este post.

La minería continuó en el siglo XX con otros avatares, pero nosotros acabamos aquí nuestro relato. Para más detalles sobre La Fiebre del Plomo y la historia de la minería en la Región de Murcia, recomiendo la consulta de estos cuatro libros: Los orígenes del siglo minero en Murcia de Mariano C. Guillén (2004), que contiene, entre otras cosas, una estupenda colección de fotografías antiguas; La minería murciana contemporánea (1840-1930) de Juan Bta. Vilar y Pedro Mª Egea (1990), que proporciona abundantes datos sobre la producción minera y metalúrgica; el monográfico de la revista Bocamina dedicado al Patrimonio minero de la Región de Murcia (2005) compuesto de numerosos artículos de distintos autores abarcando la minería desde la Prehistoria; finalmente, Minerales de La Unión de Ginés López (2015), que aunque trata fundamentalmente de Mineralogía, proporciona detalles sobre la minería contemporánea en esta localidad.

El plomo es malo… ¿y qué no?

En unas pocas décadas el plomo a pasado a ser un metal proscrito, no muy lejos del mercurio y el uranio. Hoy día es impensable regalar un soldadito de plomo a un niño… ¿Qué ha pasado? Se sabe desde hace mucho que el plomo es tóxico y el síndrome que provoca tiene incluso un nombre añejo: saturnismo. No obstante, el plomo debe llegar antes al organismo de algún modo y aquí es donde podemos discutir la eficacia o pertinencia de las medidas preventivas. Para empezar, todos los que tenemos una cierta edad hemos estado respirando compuestos de plomo a nuestro pesar. En efecto, la gasolina incorporaba hasta 1989 tetraetilo de plomo como antidetonante. Pero había en aquellos años otras formas de exposición al plomo totalmente inocentes, como el gesto de sujetar el perdigón con los labios mientras se preparaba la escopeta de aire comprimido.

Recorte de una tubería de plomo (desagüe fregadero) tras una reparación efectuada por el autor en casa de su madre. El edificio, con su instalación, fue construido a principios de los años 80.

Se entiende perfectamente la sustitución del plomo en algunas aplicaciones cuando es posible utilizar otros materiales menos tóxicos. No obstante, la peligrosidad del plomo es comparable a la de un cuchillo: depende de quién y cómo lo use. El miedo irracional nunca debería sustituir a la Ciencia a la hora de adoptar medidas. En este caso es la Química la que establece los mecanismos plausibles por medio de los cuales las substancias tóxicas pueden llegar a nuestro organismo. Un ejemplo, la fontanería de plomo para agua corriente fría es inocua, ya que la capa de carbonato de plomo que se forma en el interior por efecto de la cal del agua, presente siempre en cierta medida, es insoluble y evita la ulterior difusión del plomo. No obstante, si por la misma tubería circula agua muy caliente o con algún compuesto químico capaz de movilizar el plomo (tratamiento con cloramina, por ejemplo) sí que tenemos un problema.

Pieza de 1500 gramos de galena-blenda de la mina del Cerrillar, en pleno Parque Regional de Carrascoy – El Valle, el «pulmón verde» de la ciudad de Murcia.

De manera análoga hay que tratar otros escenarios de posible exposición a substancias tóxicas. Muchas de nuestras montañas contienen plomo en forma de minerales ¿Significa esto que la Administración debería adoptar medidas especiales? En absoluto. Los compuestos de plomo naturales están en formas tan estables que difícilmente podrían entrar en la cadena trófica. La minería y metalurgia del plomo, evidentemente, movilizaron el tóxico en su día, pero tras muchos años cesada la actividad, los compuestos de plomo se han estabilizado. Las actuaciones de cualquier tipo con la excusa de la salud en antiguas minas y restos del procesado del mineral podrían ser más contraproducentes que dejarlas tal como están. Y si se visitan estos lugares especialmente ricos en plomo, siempre debe hacerse desde el conocimiento y con las debidas precauciones.

Roca usada en la pavimentación de caminos mostrando un filoncillo de galena (gris oscuro), pero las manchas de color marrón también se deben a un compuesto de plomo.

Doy a entender entre líneas que abogo más por el conocimiento y el sentido común que por el exceso normativo típico de nuestro país. Por eso acabaré con un par de ejemplos que ilustran las consecuencias de la ignorancia. No diré el nombre de los lugares, pero barrabasadas similares puede haberlas en cualquier parte. En primer lugar, en una zona de costa han pavimentado caminos rústicos con una riolita salpicada de filoncillos de galena. En otras palabras, una cantera ha estado esparciendo el tóxico metal con el beneplácito de la Administración. Aunque, como hemos dicho antes, ese plomo difícilmente nos haría daño, esto no exculpa a los responsables. El segundo ejemplo es incluso peor: la zahorra ornamental usada en un talud ajardinado es una metabasita con un gran contenido en amianto, otra substancia altamente tóxica. En este caso, la peor parte se la llevaron los obreros que manipulaban el material al exponerse al polvo cancerígeno.

Rocas con amianto decorando un jardín.

Epílogo

El plomo es considerado hoy un metal maldito, hasta tal punto que la sección de historia en su entrada en Wikipedia está escrita desde la perspectiva de un toxicólogo, no la de un químico o un ingeniero industrial. Sin embargo, el plomo ha sido un material fundamental en el desarrollo de la industria y del estándar de comodidad tal como lo conocemos en Occidente. Por eso, el pesado metal fue un codiciado objeto de deseo en el siglo XIX, dando lugar así a La Fiebre del Plomo y el posterior desarrollo de la minería moderna en la Región de Murcia.

Minerales de Mazarrón

Impresionante contraste de colores en las terreras de las minas de Mazarrón. Parece una imagen de otro planeta, pero está en la Región de Murcia.

En mi anterior post Mazarrón explicaba los vínculos familiares que tengo con esta villa minera. Es posible que el lector acostumbrado a los minerales se sintiera algo decepcionado porque apenas hablé de ellos. Por eso, en esta ocasión quisiera centrarme en los minerales de Mazarrón, propiamente dichos.

Siguiendo mi costumbre, trataré de la «mineralogía manoscópica» : minerales que aparecen con un tamaño apreciable y, en general, masivos. Para mí son piedras que da gusto tenerlas en la mano. No desprecio los cristales, que, de hecho, los busco… pero los minerales son mucho más que piezas de museo. Como ocurre con otros post similares de mi web, Minerales de Mazarrón se irá actualizando a medida que consiga más y mejores ejemplares de los minerales de la zona.

Geológicamente, en el municipio de Mazarrón se pueden distinguir tres tipos de terrenos: bético, neógeno y volcánico. Los materiales metamórficos béticos, de edad permo-triásica, están compuestos de rocas carbonatadas (dolomías, mármoles) y silíceas (esquistos, filitas). Conforman las sierras de las Moreras, Almenara y el Algarrobo. Los materiales sedimentarios neógenos fueron dejados por la relativamente reciente regresión marina. Son particularmente apreciables cerca de la costa (Gredas de Bolnuevo), pero llegan mucho más adentro (Ermita del Saladillo, Camposol). Finalmente, los materiales volcánicos cubren una gran extensión del municipio y han dado lugar a algunas elevaciones notables, como el cerro de San Cristóbal, que está parcialmente rodeado por la villa de Mazarrón. Corresponden a erupciones volcánicas ocurridas durante el Mioceno y se componen de rocas ácidas, principalmente andesitas y dacitas.

Los filones de las andesitas

Las erupciones volcánicas suponen un transporte de elementos desde el manto a la superficie terrestre, pero esto no implica necesariamente la formación de yacimientos minerales. Se precisa un poco más, como la «destilación» del contenido metálico en la cámara magmática y la eventual interacción de los fluidos con las rocas que encuentran en su ascensión a la superficie. En los cotos mineros clásicos mazarroneros (San Cristóbal – Perules, Pedreras Viejas y Coto Fortuna) encontramos que los filones rellenan grietas en la propia andesita volcánica, como producidos por un proceso hidrotermal tardío. Una vez formados los filones, otros procesos posteriores, como la infiltración de aguas y la alteración superficial, terminan de modelar el yacimiento.

Castillete de hierro, rodeado de escombreras.

Es una creencia común entre los habitantes que las minas eran de plata. Muy posiblemente, en la época protohistórica existiera plata nativa como producto de la descomposición de la galena argentífera. Pero ya en tiempos de la explotación romana de las minas, toda la plata obtenida en Mazarrón procedía únicamente del procesamiento del mineral de plomo. Además, existen otros minerales que fueron explotados cuando se descubrió su uso industrial, como el alumbre y la blenda.

Las minas dejaron de explotarse en 1962, hace justo 60 años. Durante las últimas décadas se usaron técnicas de flotación para concentrar los sulfuros, por lo que todo lo que salía de los pozos era inmediatamente molido. Estas dos circunstancias hacen muy difícil la recolección de minerales en superficie. No obstante, los mineros tenían «descuidos» y a las escombreras fueron a para algunos bolos ricos en metal, hoy escondidos tras una gruesa y oscura costra de alteración.

Galena

Pieza compuesta principalmente por galena, con pirita, siderita y cuarzo.

La galena (sulfuro de plomo) es el mineral más representativo de las minas de Mazarrón, pero es difícil de encontrar en cantidades apreciables. Hay que pensar que ya era explotada por los romanos y, en tiempos más recientes, todo el material arrancado de los filones conteniendo galena pasaba por molino y lavadero. Recordaremos a los lectores que la galena es un mineral muy denso de aspecto metálico cuyo color recuerda el plomo que contiene.

Exfoliación cúbica de la galena.

Cuando la masa de galena se compone de cristales grandes (más de 1 cm), variedad a la que los antiguos mineros se referían como metal de hoja, es fácil apreciar la exfoliación cúbica.

Blenda

Pieza de blenda, con algo de magnetita. El color amarillento central es debido a aguas ferruginosas.

Las aplicaciones industriales del zinc se multiplicaron en tiempos relativamente recientes, y con ello la demanda de este metal que es abundante en los filones de Mazarrón como blenda (sulfuro de zinc). La blenda es menos pesada que la galena y no es un mineral metálico, ya que en condiciones de pureza es transparente. La blenda de Mazarrón contiene una cierta cantidad de hierro que la vuelve casi opaca y le proporciona brillo submetálico (diría que la blenda de Mazarrón es menos ferrífera que la de La Unión). Pero en las secciones de cristales de más de un 1 mm y con ayuda de la lupa se puede ver un color rojizo acaramelado con algo de translucidez.

Para distinguir la blenda de la galena lo mejor es verlas juntas: la franja central es galena, la superior es blenda, y lo de abajo pirita. También aparece la magnetita y la siderita en la foto, pero no diré dónde…

La blenda, junto con la galena, la pirita y otros sulfuros en menor cantidad (calcopirita, estibina…) forma masas indiferenciadas que reciben el nombre de sulfuros polimetálicos. En algunas ocasiones, con la lupa se pueden reconocer los componentes individuales, y con algo más de suerte, ver como los distintos minerales se agrupan como en el ejemplar fotografiado arriba.

Secundarios de plomo

Masa indiferenciada de minerales de plomo procedentes de la alteración de la galena.

La galena es un mineral relativamente estable a la intemperie. No obstante, tras muchos años de exposición a las aguas infiltradas en los filones se altera. En primer lugar pasa a sulfato de plomo (anglesita) y posteriormente a carbonato de plomo (cerusita). Estos minerales pueden cristalizar bellamente (tengo noticias de un ejemplar excelente de cerusita cristalizada de Mazarrón), pero en la mayor parte de las ocasiones se presentan como una masa indiferenciada densa y gris.

Pirita

Masa de pirita procedente de una escombrera.

Uno de los minerales más abundantes, la pirita (sulfuro de hierro) de Mazarrón no fue aprovechada. La obtención de hierro a partir de pirita plantea difíciles problemas metalúrgicos. También se podría utilizar como mena de azufre (así se hizo en Riotinto), pero en Mazarrón sencillamente iba a parar a las escombreras, donde a la intemperie se transformaba en sulfato de hierro que es el componente de las costras amarillo verdosas, que dan color a las terreras y los charcos desecados, además de ser responsable del característico olor que se respira en las minas.

Pirita, mostrando algunos cubos. Esta pieza la recogí cuando tenía 10 años de edad y las minas llevaban sólo 20 años cerradas… entonces la pirita todavía tenía color de pirita.

No he encontrado cristales de pirita de tamaño apreciable. Las geodas en la masa de pirita tienen tendencia a ser de siderita. En la foto de arriba se pueden distinguir algunos cubos estriados de tamaño inferior al milímetro.

Siderita

Siderita en una fractura fresca, con algunos sulfuros.

La siderita (cabonato de hierro) fue descrita como mineral portador en mi post Paragénesis. En Mazarrón hay mucha siderita, aunque no juega un papel principal respecto a los sulfuros. La siderita se deteriora rápidamente a la intemperie tomando un color rojizo o marrón en los primeros años. Después pasa a negra y la capa de alteración se va haciendo cada vez más gruesa, por lo que su color original sólo puede ser desvelado por el martillo.

Magnetita

Masa de magnetita, cuarzo y algún sulfuro. El imán adherido a la derecha muestra la característica más distintiva de este mineral.

La magnetita (óxido de hierro) es extraordinariamente abundante en la mineralización primaria acompañando a los sulfuros. Se determina rápidamente por su color negro y la capacidad para ser atraída por el imán. En ocasiones, va entremezclada con cuarzo dándole al conjunto una tenacidad excepcional.

Limonita

Masa de limonita procedente de la alteración de siderita, de la que quedan pequeños vestigios.

Los minerales de hierro que se deterioran a la intemperie, como la pirita o la siderita, se transforma en limonita (mezcla de óxidos e hidróxidos de hierro). En la parte superior de los filones (montera), la descomposición de los minerales de hierro dan lugar a grandes masas de limonita susceptibles de explotación para la obtención de este metal.

Goethita, de una escombrera de San Cristóbal.

Uno de esos hidróxidos que compone el grupo de la limonita es la goethita, que a veces se puede encontrar botroidal tapizando oquedades, con su característico color negro, más o menos irisado.

Barita

Pieza de barita mostrando uno de sus hábitos cristalinos típicos.

La barita (sulfato de bario) es un mineral pesado y generalmente blanco que suele depositarse en la montera o parte alta de los filones, por los que casi siempre está acompañado de óxidos de hiero, y eventualmente, manganeso.

Masa de barita en una escombrera.

En Mazarrón aún se pueden observar vetas de limonita y barita sin explotar, sobre todo, en cerro de San Cristóbal. La formación consistente en una densa trama de filoncillos entrecruzados cuya explotación debe acometerse vaciando todo el volumen, estéril incluido, se denomina stockwork en la jerga minera.

Alunita

La alunita tiene un característico aspecto de loza.

La alunita (sulfato hidratado de aluminio y potasio) era la materia prima para la obtención del alumbre, en un proceso que comenzaba con la carbonización del mismo y la recuperación del alumbre cristalizado en balsas. El subproducto de la fabricación del alumbre son los depósitos de almagra que hay repartidos alrededor del Cerro de San Cristóbal. La alunita se ha formado por la acción de los fluidos hidrotermales de los filones en los silicatos de la roca volcánica.

Manganita

Manganita cristalizada sobre una mezcla de limonita y wad.

En algunos lugares de la montera puede apreciarse una alto contenido en manganeso. Sobre la mezcla indiferenciada de limonita y wad (mezcla de óxidos e hidróxidos de manganeso) se han formado cristales brillantes de color gris que corresponden a manganita (óxido de manganeso).

Placa tapizada de crecimientos paralelos de manganita.

Aprovechando que la manganita es un mineral menos conocido, incluimos una segunda foto mostrando el tamaño de las piezas que proporciona el distrito de San Cristóbal – Perules.

¿Ha salido algo bonito de las minas?

Los coleccionistas locales siempre se quejan de la imposibilidad de adentrase en las minas los cotos mineros clásicos. No hay trancadas, por lo que la única forma de acceso es a través de los pozos. Tras el fin de las explotaciones muchas galerías colapsaron o están inundadas. Algunos dicen que fue la codicia la causa, que arrancaron las «llaves» (columnas y arbotantes de filón que se dejan para refuerzo) que databan del tiempo de los romanos por sacar un poco más de metal. Mi chacho Pepe iba algo más lejos: decía que MINOFER hizo voladuras para dejar las minas inservibles a quien quisiera retomarlas después de ellos.

Sea como fuere, ni se puede bajar hoy día a los filones, ni son frecuentes en museos o colecciones ejemplares notables de los tiempos de bonanza minera de Mazarrón. Sin embargo, aunque deteriorado por el tiempo, se puede ver algún indicio que revela que una vez hubo ejemplares interesantes. Por ejemplo, en la siguiente foto puede verse una pieza de pocos centímetros mostrando galena y blenda cristalizadas juntas: la galena en cuboctaedros y la blenda acaramelada.

Galena cristalizada (gris) rodeada de blenda acaramelada.

En algunos lugares han aparecido en la andesita drusas de barita libre de óxidos de hierro y con cristales algo más independientes y mejor desarrollados que la barita depositada en la montera de los filones de sulfuros.

Cristales de barita sobre andesita recogidos cerca de la rambla de las Moreras.

Minería marginal

Además de los filones en andesitas y la paragénesis descrita en el apartado anterior, existen pequeñas mineralizaciones ligadas a las rocas metamórficas béticas que han dado lugar prospecciones o pequeñas explotaciones, en el mejor de los casos. Algunas calicatas sin interés comercial han producido ejemplares de minerales raros y que muchos coleccionistas es lo que entienden cuando se habla de los minerales de Mazarrón.

Hematites

Hematites de la calicata de la Sierra de las Moreras.

Destaca una masa de hematites (óxido de hierro) de gran calidad cerca del pico de la sierra de las Moreras que no pudo explotarse por la dificultad para sacar el mineral. Hay hematites terrosa y especular similar a la que aparece el las minas de la Cuesta del Cedacero, ya en el término municipal de Cartagena.

Galena

Fragmento de galena de las minas del Cabezo de la Leonera, donada al Museo Antonio Paredes.

Curiosamente, existen unas minas de galena en Mazarrón que no tienen nada que ver con las andesitas. En el cabezo de la Leonera en Bolnuevo se explotaron unas masas estratiformes de galena acerada en dolomía franciscana (bandeada). El mineral fue separado mediante estriado manual, a pesar de lo cual muchos trozos de tamaño variable fueron a parar a las escombreras. Siempre he sostenido que sería interesante hacer un estudio comparativo los plomos de distintas minas: el del Cabezo de la Leonera dejó el manto hace 250 Ma mientras que el de San Cristóbal lo hizo hace menos de 10 Ma.

Secundarios de plomo

Masa de minerales de plomo indiferenciados producto de la alteración casi total de la galena.

Las filtraciones de agua superficiales han alterado parcialmente la galena en sulfato (anglesita) y carbonato (cerusita) de plomo. El aspecto de este mineral es el de una masa grisácea y blanca, aunque con la lupa se pueden identificar cristales.

Minería del cobre

Fragmento de filón correspondiente a lo que fueron sulfuros de cobre. Dentro de la masa alterada aún se puede distinguir la calcopirita. Destacan los colores de la azurita y malaquita.

En la zona existe el dicho «minero de cobre, minero pobre». Aunque en los filones de las andesitas hay pequeñas cantidades de cobre que se hacen evidentes por las aureolas verdes de alteración, no es un metal principal. Sin embargo, en el término municipal de Mazarrón existen varios puntos donde se ha intentado explotar el cobre. En la que fue la mina de cobre mas rica de la comarca, situada en Las Balsicas, se puede observar la mineralización primaria de sulfuros de cobre (calcopirita, cobres grises) aunque bastante alterada.

Mezcla de minerales, destacando la malaquita cristalizada en agujas.

A falta de mineral primario, lo más llamativo en las escombreras son los carbonatos de cobre, malaquita y azurita. Además de la mina de Las Balsicas, existen en el término otras calicatas en las que aparecen minerales de alteración de cobre, con su gama de colores azules y verdes

Cinabrio

Placa de siderita cristalizada en romboedros con algunas inclusiones de cinabrio pulverulento.

En la mina de Las Balsicas aparece cinabrio (sulfuro de mercurio) pulverulento acompañando a los minerales de cobre y la siderita.

Crisocola

Crisocola masiva de distintos colores, de Bolnuevo.

La crisocola es un silicato de cobre que puede adoptar una variada gama de tonos azulados, verdosos e incluso pardos. La mayor concentración de este mineral en Mazarrón aparece en una mina de la Sierra de las Moreras que se ubica frente a la playa de Bolnuevo. A mí me gusta referirme a este bello mineral en su versión azul pálido como «turquesa de Bolnuevo», que estoy seguro que haría las delicias de los aficionados a la energía de los minerales.

Arseniatos de cobre

El arsénico contenido en ciertas menas de cobre (cobres grises) produce en las condiciones geológicas y climáticas de Mazarrón una variedad de minerales complejos: olivenita, cornwallita, conicalcita, lavendulana… De momento, sólo incluyo dos muestras de la calicata de Pastrana. Hay que decir que los arseniatos de cobre son el highlight de Mazarrón que más turismo mineralógico atrae.

Olivenita, en finas agujas sobre costra de óxido de hierro, acompañada de conicalcita.
Conicalcita en esferas.

Minerales de las rocas

Finalmente, nos ocuparemos de los minerales que son componentes o accesorios de las rocas presentes en el municipio de Mazarrón.

Cuarzo

Fragmento de sílice de las andesitas a la que me suelo referir como «duralex» por la forma en la que se rompe el vidrio de dicha marca.

El cuarzo está presente en las rocas metamórficas, en las volcánicas y los filones. En este último caso aparece cristalizado, pero no dispongo ahora mismo de un ejemplar realmente significativo. La versión más peculiar de la sílice es el «duralex» incluido en las andesitas, que probablemente deba su aspecto a las tensiones acumuladas por su formación a altas temperaturas, posiblemente como cristobalita. Por cierto, la cristobalita debe su nombre al cerro de San Cristóbal en Pachuca de Soto (México) que fue llamado así por los mineros en recuerdo del cerro homónimo de Mazarrón.

Drusa de cristales milimétricos de cuarzo transparente, en las andesitas del Cabezo de San Cristóbal.

Calcita

Relleno masivo de calcita procedente de una grieta de la Sierra de las Moreras.

La calcita es un mineral muy abundante, pero no dispongo todavía de ejemplares cristalizados del término de Mazarrón.

Yeso

Yeso bandeado de las yeseras del Barranco de Algezares.

Otro mineral muy abundante, el yeso, aparece en casi todo tipo de terrenos. En particular, las evaporitas paleozoicas metamorfizadas han dado lugar a los yacimientos de yeso de la Sierra de las Moreras (Barranco de los Algezares) y Sierra del Algarrobo.

Rosa del desierto de las inmediaciones de San Cristóbal.

Las aguas ácidas de la descomposición de la pirita reaccionan con el carbonato cálcico dando lugar a yeso en las inmediaciones de las minas. Este diría que es el origen de la «rosa del desierto» que doné al Museo Antonio Paredes.

Dolomita

Dolomita en dolomía, del Cabezo de la Leonera.

La dolomita (carbonato de calcio y magnesio) es el principal componente de las rocas llamadas dolomías. Justo en esas rocas se puede encontrar recristalizada en filoncillos.

Andalucita

Xenolito de gneiss de las dacitas de La Majada saturado de cristales de andalucita.

La andalucita es un silicato de aluminio que cristaliza en forma de prismas cuadrados. El mismo compuesto químico de la andalucita se puede presentar en forma de otros minerales: sillimanita y distena. Aunque estos dos últimos existen también en el municipio, la andalucita es el más llamativo por el desarrollo de los cristales. Aparece indistintamente en la matriz de las andesitas/dacitas o en los xenolitos de gneiss que portan estas rocas volcánicas.

Sillimanita pseudomórfica de andalucita en prismas cuadrados.

Algunos de los cristales prismáticos de andalucita resultan ser de sillimanita. Cuando un mineral se presenta con la forma de otro se dice que hay pseudomorfosis.

Andalucita verde de Mazarrón.

Excepcionalmente la andalucita puede presentar otros colores aparte del típico rosado. En Mazarrón ha aparecido andalucitas verdes.

Granate

Xenolito de gneiss con varios granates almandinos.

El granate almandino es un silicato de aluminio y hierro que en ocasiones sirve como piedra semipreciosa. Aparece en cristales de hasta dos centímetros de diámetro en las andesitas/dacitas o sus xenolitos. Los individuos pequeños suelen estar mejor cristalizados que los grandes, normalmente en trapezoedros que le dan aspecto de bolitas color rubí.

Cordierita

Cordierita de las andesitas de Mazarrón.

La cordierita es un mineral curioso. Un día, recoges una piedra que vista a la luz del sol parece azul y te la echas al bolsillo. Cuando regresas a casa, la sacas, la vuelves a mirar con luz artificial y resulta ser gris… sin duda es cordierita, un silicato de aluminio, magnesio y hierro con una curiosa propiedad óptica llamada pleocrismo que se encuentra en las andesitas/dacitas acompañando a la andalucita y granate.

A un tiro de piedra

Hay sitios interesantes cerca de Mazarrón pero por azares de la geografía caen fuera de su término municipal. Por ejemplo, las minas de Ramonete, las minas del Cedacero o las minas de Boletes. En estas últimas aparece una galena muy interesante acompañada de cinabrio.

Cubo solitario de galena seccionado y superficialmente alterado incluido en materiales triásicos, de Boletes.

Otra localidad es Tallante (Cartagena), donde hay unos volcanes de lamproita en los que se puede encontrar hormblenda en grandes cristales y olivino masivo.

Cristales de hormblenda basáltica de Tallante.
Olivino de las lamproitas de Tallante.

La otra localidad es Morata (Lorca) donde hace tiempo recogí unas azuritas estupendas. Su origen era la alteración de la calpirita contenida en unos esquistos con magnetita.

Cristales de azurita depositados sobre el esquisto cuarzoso con calcopirita y magnetita.
Agregado de cristales de azurita en forma de roseta, una pieza pequeña pero increíble.

Perspectivas

Como de costumbre, mientras escribía esto he sido más consciente de los lugares que no he visitado todavía en Mazarrón, de los minerales que sé que están y aún no he recogido… Espero que la próxima vez que vuelvas a mirar este post esas deficiencias estén ya subsanadas.

Donde te lleven las piedras

Buscando una mina en los Pirineos…

Para el post de hoy he querido reunir unas cuantas anécdotas sobre los sitios remotos (desde mi punto de vista) de la geografía española donde he llegado buscando minerales. Después de más de un millón de kilómetros entre varios coches, mi memoria retiene muchos lugares, bien sea por la presencia de un determinado mineral, o bien por ser un lugar donde he parado a comer o dormir. Así que cuando me presentan a alguien de fuera de Murcia, inmediatamente le pregunto por su pueblo y con bastante acierto le hablo de alguna mina cercana a su casa, que no conoce, o de alguna especialidad culinaria de su tierra. En estos años he disfrutado visitando muchos sitios que ahora forman parte de lo que se llama la «España vaciada», donde la gente mira con extrañeza y curiosidad a un forastero. Porque donde te lleven las piedras, difícilmente te llevará una guía turística.

Durante muchos años, y muchos kilómetros, estos dos libros han ido sobre el asiento del copiloto en mi Renault Clío.

Este post tiene un poco de «batallitas del abuelo», porque parte del encanto de llegar a un sitio remoto tiene que ver con la preparación del viaje con ayuda de mapas. Antes del advenimiento de internet y el GPS, seleccionaba sitios con «el Mirete» (Introducción a los Minerales de España, de Emilio Galán y Salvador Mirete) ya mencionado en alguna otra entrada. Después, con un buen mapa de carreteras localizaba las poblaciones y trazaba la ruta. Una vez llegado el momento podía tener suerte o no, pero al cabo de los años mi vitrina ha reunido muchos nombres de lugares remotos: Palazuelo de las Cuevas (variscita), Puebla de Lillo (pirita), Ojén (cromita), La Fregeneda (casiterita), Áliva (blenda), San Pedro de Rozados (cuarzo), Almuradiel (estibina), Cervera del Río Alhama (cuarzo)…

Mi primera vez en Cantabria

Antes de tener coche aprovechaba cualquier oportunidad que me acercara a los minerales. El primer viaje que hice con mis amigos de Biología (ver Montemáticas) consistió en una semana en Cantabria, con sede en Cabezón de la Sal. Dos objetivos me había marcado: blenda acaramelada en Picos de Europa y minas de Reocín. El primero no era posible por estar todo cubierto de nieve, así que uno de los días dejé a mis compañeros y me fui en autobús a Reocín, previo paso por Torrelavega. La mina estaba en plena explotación, así que llegué hasta la recepción de las oficinas para pedir permiso.

Espectacular pieza de calcita, cubriendo una masa de sulfuros, Reocín (Cantabria).

Me presenté como estudiante de la Universidad de Murcia que debía recoger unas muestras con interés científico, omitiendo el detalle irrelevante de que, realmente, lo que estudiaba eran Matemáticas. Como no podían darme permiso para acceder a las explotaciones, me sacaron unas cuantas piezas que tenían por allí, algunas con calidad de museo. Una de las que me traje era una marcasita espectacular que perdí por la alteración del sulfuro tras unos años de infructuosos intentos por detener la reacción. La pieza más grande que todavía conservo consiste en una masa de sulfuro polimetálico (blenda y galena mayormente) de varios kilos cubierta de cristales escalenoédricos de calcita, por todas partes, menos una que está cubierta de dolomita.