Turismo mineralógico

En junio de 2024 tuvo lugar en Mazarrón el curso El patrimonio geológico y minero desde la perspectiva turística en Mazarrón, curso de extensión universitaria de la UMU (hasta hace unos años con la etiqueta Universidad Internacional de Mar, que no debía sentar bien a las sedes de interior). Allí tuve el privilegio de presentar una ponencia titulada Turismo mineralógico: una perspectiva personal por invitación de los organizadores del curso, los profesores Miguel Borja Bernabé Crespo y Elena Macías Otón, y sobre todo, de mi amigo Juan Sánchez Calventus. En este post describiré los contenidos de mi exposición, especialmente la parte general, ya que muchos de los ejemplos que puse han sido descritos ya en el blog.

La foto es una declaración de intenciones: el Mar Mediterráneo, concretamente Punta Vela en Bolnuevo (Mazarrón) vista desde la entrada de la mina de cobre de la Sierra de las Moreras. Sin embargo, para desilusión de Juan S. Calventus, Mazarrón no tuvo un lugar destacado en la charla 🙁 En su lugar, traté el turismo mineralógico como una actividad global practicada por un número suficientemente numeroso de personas para que merezca consideración. La presentación que usé durante la charla puede verse aquí parte 1, parte 2. Advertimos que en mi ponencia de Mazarrón el material estaba organizado de manera ligeramente distinta a la que voy a usar en el post.

Centrando el tema

El título turismo mineralógico sugiere una combinación del placer de viajar y conocer lugares nuevos con la afición a los minerales, particularmente el coleccionismo de ejemplares. Como mineralogista soy un amateur, aunque he dedicado toda mi vida a esa disciplina. En cuanto a turista, me describiría como un «usuario avanzado». Si bien en cada uno de esos temas, turismo y mineralogía por separado, se me podría cuestionar como ponente, en la coordinación de ambos creo que acumulo una experiencia de más de 30 años. El término turismo mineralógico ha sido acuñado expresamente para esta charla pero describe una actividad practicada por mucha gente, por lo que merece la pena indagar un poco sobre ello.

Facsímil del libro de Bowles, turista mineralógico del siglo XVIII.

Me gustaría mencionar algunos precedentes interesantes relacionados con el turismo mineralógico. Desde Plinio el Viejo, son muchos los viajeros y geógrafos que ha reparado en las peculiaridades minerales de determinadas regiones. Hay un libro absolutamente delicioso de G. Bowles donde describe su viaje minero y geológico por España.

Un coleccionista de minerales cuenta sus peripecias durante la recolección de ejemplares.

En cuanto a relatos de viajes por distintos lugares del mundo para recolección de minerales, casualmente me encontré este de P. Sogno cuyo título vendría traducirse como «Esta locura por los minerales».

Fichas de yacimientos minerales de España, con mapa de situación e instrucciones para acceder.

Las editoriales han visto también posibilidad de negocio en el turismo mineralógico. No he conseguido averiguar quien publicó estas fichas para visitar yacimientos emblemáticos de España, ya que la fotocopia que tengo está incompleta.

Reflexiones sobre el turismo

Los términos turismo y turista están denostados. Para empezar, a nadie le gusta decir que es turista porque suena a ser gregario que sigue un paraguas rojo en medio de una ciudad. Es preferible decir, haciendo algo de postureo, que uno es viajero. El turismo es un bien (inmaterial) de consumo sujeto a las leyes del mercado y decir que un determinado pueblo o comarca se promociona turísticamente se ha convertido en sinónimo de pérdida de la autenticidad, de vender el alma al diablo, de vender la primogenitura por un plato de lentejas…

Postales decorando mi despacho, actividad turística previa a los móviles con cámara.

De acuerdo con Paul Bowles, el turista se distingue del viajero en que el primero sabe cuando va a volver a casa. Yo no he llegado a tiempo de ser un viajero que descubre un mundo inédito. Reconozco que ya no puedo ser otra cosa que turista, así que lo hago con orgullo, consciente de los beneficios del turismo. En efecto, cuando salimos a conocer un lugar nuevo, nos gusta que el hotel (o similar) donde vamos a dormir esté en buenas condiciones y que haya un buen surtido de actividades ofertadas (museos, excursiones…) para que cada día podamos hacer algo diferente durante nuestras vacaciones. Esto no sería posible si el turismo no hubiese llegado allí antes que nosotros.

Ejemplos de guías de viaje para un turista freak.

A nadie le gustan los efectos negativos del turismo y por eso abogo por una diversificación según gustos. En mi caso, la búsqueda de minerales suele llevarme a lugares poco masificados. Además, yo practico principalmente un turismo cultural y más particularmente, un turismo temático, tocando varios palos aparte de los minerales, como pueden ser la arqueología, la enología o el misterio.

Coleccionismo de minerales

Un no coleccionista difícilmente puede ponerse en la piel de un coleccionista. Los coleccionistas somos vistos por otras personas como individuos con un síndrome de Diógenes incipiente y nos tratan a veces con cierta condescendencia. No voy a tratar de explicar aquí lo que mueve a un coleccionista a ser como es, tema demasiado complejo. Por lo tanto, partiré de la premisa que el coleccionismo de minerales es reconocido como una actividad lícita y razonable al igual que la práctica de un determinado deporte.

Reflexiones de un coleccionista… mi lectura de verano ¡Muchas gracias Rafa!

Las colecciones no son una simple acumulación de objetos que entran en cierto tipo de categoría. El coleccionista va destilando sus gustos a medida que la colección toma entidad. Por eso aparecen varios tipos de coleccionismo de minerales, de los que destacamos los siguientes:

  • Sistemática
  • Micros
  • Local/regional
  • Minerales históricos
  • Inversión/gemas
Aspecto de una colección sistemática… la mía.

Casi todos los coleccionistas de minerales comienzan con la colección sistemática, es decir, tratar de reunir un ejemplar de cada mineral (los coleccionables de kiosco siguen este patrón) si bien un único ejemplar es algo escaso para aquellos minerales que presentan aspectos muy diferentes, como cuarzo, calcita o pirita. Pronto se da uno cuenta de que hay demasiados minerales, y la mayor parte de ellos son muy raros y difícilmente disponibles en ejemplares de tamaño «de mano». Esto motiva las colecciones de micros, con el tamaño de las muestras estandarizado y la necesidad de una lupa binocular para poder disfrutar de su contemplación. Otra opción es seguir manteniendo un tamaño regular de las piezas, pero escogidas con un cierto criterio, por ejemplo, procedencia de una misma región o distrito minero (local/regional).

Conjunto de ejemplares micro, en sus cajitas estandarizadas, regalo de mi amigo Fran, apasionado de los micros.

No hemos dicho que el valor de un ejemplar depende de varios factores: tamaño, calidad de la cristalización, estética del ejemplar (los cristales sobre peana de roca encajante, por ejemplo), pero también rareza. No únicamente rareza en el sentido de escasez del mineral, sino también que sean ejemplares característicos de un yacimiento ya desaparecido (minerales históricos), como las «cerusitas paja» de la Sierra Minera. Mencionemos en el mismo sentido las colecciones de gemas en bruto, a las que se está retirando del mercado joyero. Tanto los minerales históricos como las gemas suelen estar fuera del espectro del coleccionista que recolecta sus propios ejemplares, pero es posible encontrarlos en ferias y comercios especializados.

Viajando por los minerales

Nos ocuparemos ahora de las situaciones en las que las personas interesadas por los minerales se desplazan con motivo de su afición. Hemos agrupados estas tres categorías:

  • Museos, minas musealizadas, geoparques.
  • Ferias y mercadillos.
  • Recolección de ejemplares in situ.

La primera reúne las visitas «institucionalizadas». Por supuesto, museos y geoparques reciben público no tan amante de minerales, fósiles o geología, pero al aficionado le proporcionan una valiosa información, como el aspecto de los minerales de un determinado lugar o los terrenos a los que están ligados. A mí, por ejemplo, me gusta visitar el Museo Geominero (IGME) e ir tomado nota de las localidades de los ejemplares que más me llaman la atención.

Sala principal del museo Geominero (foto tomada de internet).

La mejor opción para conseguir ejemplares de gran belleza, disponibles para cualquier tipo de presupuesto, son las ferias de minerales. Por ejemplo, la Feria de Minerales de La Unión, que se celebra cada Semana Santa, tuvo este año 17.300 visitantes, lo que para un municipio de 19.907 habitantes representa un impacto significativo en su economía. Sin embargo, para quien no lo sepa, la verdadera feria de minerales de La Unión ocurre en el parking (al otro lado de la vía del FEVE), donde se puede observar un incesante trasiego de cajas de unos vehículos a otros. Mencionemos que las principales ferias de minerales a nivel mundial son las de Tucson (Arizona, USA), Munich (Alemania, obviamente) y Sainte Marie aux Mines, pequeña localidad alsaciana de poco más de 5.000 habitantes.

Feria de Minerales de La Unión (foto tomada de la prensa).

La recolección de ejemplares in situ, particularmente la del aficionado para su propia colección, será objeto del resto del post.

La recolección de minerales

Hablaremos de cómo el aficionado se organiza, comenzando con la búsqueda de información, y la descripción de los lugares típicos para la obtención de minerales. Trataremos un asunto relacionado pero importante: la sostenibilidad de la recogida de minerales.

Búsqueda de información

Como estoy chapado a la antigua, sigo confiando más en los libros que en otras fuentes. Durante muchos años he usado el libro Minerales de España de Galán y Mirete junto con un buen mapa de carreteras. Para disponer de información más precisa sobre una región que voy a visitar con cierta frecuencia me gusta consultar (y adquirir) libros específicos.

Algunos de los libros temáticos que he ido reuniendo.

A veces los libros no son suficientemente precisos sobre la localización de un yacimiento, o bien no ha sido incorporado todavía a la literatura. En casos así, se pueden estudiar cartografía detallada o fotos satélite, pero a veces las minas han sido devoradas por la vegetación y no es fácil encontrarlas. Se puede acceder a las coordenadas de un yacimiento si éste ha sido registrado en la web mindat.org, o bien se puede encontrar información valiosa para poder llegar a él en el Foro de Mineralogía Formativa (FMF), oficiosamente el foro de Fabre.

Portada del Foro de Mineralogia Formativa.

Lugares de obtención de minerales

Con la excepción de los minerales constituyentes de las rocas habituales (calcita, cuarzo, yeso, feldespatos…), el resto están ligados a anomalías geológicas como intrusiones magmáticas o filones. Dichas anomalías conllevan en ocasiones el enriquecimiento en ciertos elementos, lo que ha dado lugar a explotaciones, minas o canteras. Vemos, pues, dos ventajas: existencia de una concentración de minerales y los trabajos de explotación que los han dejado al descubierto. Pero cuando no hay intereses comerciales por medio hay que confiar en que los minerales sean liberados por la erosión. De acuerdo con lo dicho, para la recolección de minerales tenemos estos tres escenarios.

  • Minas/canteras abandonadas.
  • Minas/canteras en explotación.
  • Campo (minerales liberados por la erosión).
Escombrera en una mina de La Unión… en lugares come éste busco minerales.

Casi toda la actividad minera en España ha ido cesando en la segunda mitad del siglo XX. Hay una gran cantidad de minas con material relativamente intacto que se puede recuperar en antiguos acopios no procesados y escombreras. Desaconsejamos entrar en las galerías salvo que se tenga la suficiente experiencia para valorar los riesgos. En general, las antiguas explotaciones están cercadas para evitar accidentes y no es fácil acceder. En este sentido, me gusta más el norte de España, donde el monte es comunal y las vallas son más para las vacas que las personas.

El pan de cada día del aficionado a los minerales…

Las minas o canteras en explotación constituyen una rara ocasión de recoger mineral «fresco». Algunas explotaciones permiten el acceso a visitantes determinados días concertado una cita previa. En otros casos, hablar con algún trabajador y exponer las intenciones puede dar buen resultado.

Este magnífico ejemplar me lo regalaron en las oficinas de la mina de Reocín (Cantabria), a donde llegué en autobús y sin cita previa.

A favor de la recogida de minerales

Quiero matizar que me refiero a la recogida para colección propia. Esto significa que se extrae un número limitado de ejemplares, que hasta que no sean preparados convenientemente no se puede decidir cual será el representativo en la colección. El segundo mejor ejemplar puede conservarse (duplicado) y del resto usar algunos para análisis, regalo o intercambio. Siempre he dicho que el que recoja minerales con ánimo de lucro, ya sea en dinero o canjes masivos, debería darse de alta como minero.

Escombrera en una mina de La Unión… en lugares come éste busco minerales.

La recogida de minerales, en la medida que es una práctica minoritaria, que se obtienen de lugares muy degradados por la explotación minera abandonada o arrancados por la erosión, se puede considerar sostenible. Algunos opinan que es beneficiosa incluso. Ver por ejemplo el artículo de S. Moreton en mindat.org del que seleccionamos algunos de los encabezados de las razones que proporciona para la recolección de minerales:

  • Entretenimiento para todas las edades y habilidades
  • Es educativo
  • Los minerales son bellos
  • Los minerales son parte de nuestra herencia natural
  • Los coleccionistas hacen descubrimientos y contribuyen a la ciencia
  • Sin recolectores los museos estarían vacíos
  • Los minerales no recogidos están sentenciados

Recomendamos leer en el artículo original los argumentos de Moreton para combatir los tópicos habituales de los detractores de la recogida de minerales.

La esencia del Turismo Mineralógico

Con lo dicho hasta ahora, podría deducirse que el turismo mineralógico consiste simplemente en la combinación del ejercicio del turismo y la afición a los minerales, particularmente la recogida de ejemplares. Visto de esta manera, no sería otra cosa que la mezcla adecuada de highlights del turismo regular y visita a yacimientos minerales, es decir, una elección de sitios y planificación de la ruta. Mi opinión es que no se reduce únicamente a eso, pero antes de argumentarlo discutiré algunos aspectos organizativos.

Sin el vehículo adecuado sería difícil recorrer kilómetros de pistas de montaña, como ésta en Los Pirineos.

Sólo en contadas ocasiones emprendo un viaje para recogida exclusiva de minerales. Lo normal es que un viaje de varios días por una determinada comarca incluya visitas a lugares interesantes mineralógicamente, si es que los hay. En otros casos, un viaje de varios cientos de kilómetros puede desviarse fácilmente sin mucha molestia para pasar por algún yacimiento. A falta de planificación previa, tiro de experiencia y hago paradas un tanto aleatorias para probar suerte. Por ejemplo, el tipo de líquenes me pone sobre aviso para cuarzo o silicatos. Lo dicho hasta ahora se refiere casi exclusivamente a viajes en coche particular que uno puede gestionar a su manera. El transporte público resulta menos flexible, pero en ocasiones es lo único disponible. Cuando viajo en avión, siempre facturo equipaje ante la posibilidad de volver con algunos incómodos kilos de más.

Cuarzo con chorlo (turmalina negra) recogido en una mina de Perú.

Para mí, la verdadera esencia del Turismo Mineralógico es que el plus de la búsqueda de minerales permite descubrir rincones muy poco transitados. Por ejemplo, la búsqueda de cristales de andalucita y otros silicatos de las andesitas en el municipio de Mazarrón me permite pasear por lugares sin turistas de playa. La visita a las minas de hierro de Cehegín me lleva por rincones idílicos de bosque de ribera junto al río Quípar. En general, cuando viajo por España guiado por la búsqueda de un determinado mineral, termino alejándome de las autovías, los grandes núcleos urbanos y descubriendo parajes de desoladora belleza de eso que llaman la España Vaciada.

A este sitio que ni recuerdo he llegado siguiendo el rastro de los minerales.

Cuando ya no se puede ser otra cosa que turista, la experiencia más intensa y genuina de viajar la siento cuando llego a un lugar de mi propio país donde la gente se extraña al verme y pregunto a los ancianos si saben algo de las antiguas minas (sobre obtener información de los ancianos, por favor, lean este post). Porque donde te lleven las piedras, difícilmente te llevará alguien.

Unos cuantos ejemplos

Los ejemplos que desarrollé en la ponencia son los siguientes. Sólo explicaré de manera algo más extensa los que sean inéditos en el blog, para los otros basta seguir el enlace.

  • Camino de Santiago
  • La Rioja
  • Almadén
  • Oro de Cabo de Gata
  • Asturias desde el norte de Burgos
  • Fin de semana en Los Alpes
  • El cobalto de Los Pirineos
  • Montaña Leonesa
  • Geoparque Sierra Norte de Sevilla
  • Un congreso en Badajoz

Camino de Santiago

Cuarzo del Bierzo, recogido durante mi realización del Camino de Santiago.

Puse como ejemplo mi experiencia en el Camino de Santiago de como los minerales pueden ser un complemento esporádico a pesar de andar con el tiempo justo (y a veces la fuerza) para cubrir las etapas.

La Rioja

Cubo de pirita de Navajún (La Rioja).

La Rioja es una pequeña comunidad muy interesante para el turismo cultural, arquitectónico y enológico. En lo que respecta a paleontología, hay muchos lugares para observación de huellas de dinosaurio o árboles fosilizados. Pero también es notable por sus piritas y cuarzos.

Almadén

Cristal de cinabrio rodeado de gotitas de mercurio nativo, recogido en unos acopios de Almadén cuando la mina estaba en explotación.

La mina de mercurio de Almadén es un lugar que comencé a frecuentar cuando estaba todavía en explotación. Ahora está musealizada, por lo que no se pueden conseguir ejemplares como antes. No obstante, la visita merece la pena.

Oro de Cabo de Gata

Fotografía de aumento donde se pueden apreciar granitos de oro y goethita (negro) sobre cuarzo, de Rodalquilar (Almería).

El parque natural de Cabo de Gata tiene muchos atractivos. Uno de ellos es la planta industrial, actualmente en ruinas, para obtener oro de las brechas volcánicas de Rodalquilar, la mina más productiva de España en tiempos recientes. Y si hubo oro, ¿es posible verlo todavía?

Asturias desde el norte de Burgos

Pozo de extracción de petróleo, ya parado, en el campo petrolífero de Ayoluengo.

Durante el verano de 2022, Tere y yo hicimos un viaje de dos semanas por el norte de la provincia de Burgos y Asturias, con un paso fugaz por Cantabria. La primera parte combinó lugares de interés turístico «convencional» con otros de peculiaridades geológicas, pero no hubo apenas minerales.

Estanques provocados por la toba calcárea en Orbaneja del Castillo.
Formación espectacular en Puentedey.
El Románico es uno de los atractivos del norte de la provincia de Burgos.

Ya en Asturias, los minerales empezaron a cobrar protagonismo. Sin ir más lejos, entre los lagos de Covadonga hay una antigua explotación de hierro.

Ya en Asturias… puente de Cangas de Onís.
Ammonite en el embaldosado de Covadonga.

Pero lo más interesante comenzamos a verlo viajando hacia el oeste. Camino de Boal, hicimos una parada en Berbes, localidad famosa por la calidad de sus fluoritas.

Playa de Berbes, vista desde la mina de fluorita.
Diminuto sapo, uno de los habitantes de la mina.
Cubos de fluorita de Berbes.

En Boal había varios objetivos a cubrir: una mina de estaño y wolframio, unos cuarzos de gran tamaño que aparecieron en unas obras de la carretera y las famosas quiastolitas (prismas de andalucita más o menos alterada con un patrón cruciforme en sección). Al final, el viaje sólo fue productivo en quiastolitas, pero el mejor ejemplar fue un regalo de un lugareño con el que conversé sobre piedras.

Restos de las instalaciones en la mina de estaño y wolframio de Boal.
Buscando quiastolita en los alrededores de Boal.
Ejemplar de quiastolita cortada proporcionada por un amable lugareño.

Fin de semana en Los Alpes

Mia amigos franceses y yo buscado minerales en una escombrera de una antigua mina en Los Alpes.

Unos amigos te invitan a pasar un fin de semana en su casa de la montaña, un lugar donde no has estado nunca… ¿Podrás sacarle partido mineralógicamente hablando?

El cobalto de Los Pirineos

Vista de San Juan de Plan, en el Pirineo oscense.

Un largo regreso en coche desde el norte de Francia merece una parada en San Juan de Plan, en pleno Pirineo oscense, para buscar unas antiguas minas de cobalto.

Montaña Leonesa

Mina La Divina Providencia, en el término de Cármenes (León) donde aparece un mineral único en el mundo, la villamaninita.

Un viaje en familia a un lugar de agreste belleza, en plena Montaña Leonesa durante los últimos coletazos del invierno, y la visita a dos minas con una peculiar paragénesis.

Geoparque Sierra Norte de Sevilla

Con motivo de una breve estancia profesional en la Universidad de Sevilla, gracias a mi amigo Rafa Espínola pude realizar una interesante visita al Geoparque Sierra Norte de Sevilla, más concretamente por los alrededores de Alanís, donde se sitúa el centro de interpretación.

Fernando Romero, delante de una muestra de troncos fosilizados procedentes de la comarca.

El alma del Geoparque es Fernando Romero, un aficionado a la geología autodidacta. Él fue el guía durante la visita al centro de interpretación y después nos llevó al campo a ver algunas explotaciones antiguas de cobre y bario.

Fernando y Rafa en un expositor de fósiles paleozóicos.
Toro disfrutando de la sombra de una encina.
Fernando nos guía hacia una labores mineras ocultas por la vegetación.
Barita de una antigua explotación en Alanís.
Estamos en plena faja pirítica… este fragmento de pirita masiva es de una trinchera de la carretera en la proximidades de Cazalla de la Sierra.

Un congreso en Badajoz

Uno de los momentos del congreso.

Aprovechando el viaje en coche a un congreso de Espacios de Banach celebrado en Badajoz, además de disfrutar de la ciudad y su gastronomía, organicé el regreso para poder visitar la mina Monchi de Burguillos del Cerro, un lugar donde ligada a la magnetita que se explotó como mena de hierro, aparecen minerales muy raros.

Vista de Badajoz al atardecer.
Dejamos la ciudad y nos adentramos por parajes poco habitados.
Burguillos del Cerro, visto desde lo alto de una escombrera de la mina Monchi.
Lollingita, un arseniuro que aparece en mina Monchi.
Vonsenita, una especie de magnetita rica en boro,un mineral raro pero muy abundante en Burguillos del Cerro.

Tras recoger algunas muestras en Burguillos del Cerro, me dirigí al cercano pueblo de Feria, recomendado por Eslava Galán en su libro de los 1000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida. Lamentablemente, no pude comer allí por motivo de una festividad.

Feria, bonito pueblo pacense.
Mientras el viaje dure no se pierde la esperanza de recoger más minerales… en el acceso a la mina Cobre las Cruces, cerca de Sevilla.

¡Muchas gracias por llegar leyendo hasta aquí!

Escapada a León

Con el recuerdo todavía muy reciente, os contaré nuestra escapada a León. Para ser exactos, no la ciudad sino cierta parte al norte de la provincia, en plena Cordillera Cantábrica, muy interesante por sus valores naturales y, como es de esperar en este blog, por sus minerales. Se trata de la comarca de Los Argüellos, concretamente de la zona alrededor de Cármenes. Además, este es el viaje más largo que hemos realizado con el pequeñín desde que estuvimos en Ricla, toda una proeza 🙂

Los Argüellos

Los Argüellos es una comarca histórica del Reino de León, que se superpone, aunque no coincide, con la Reserva de la Biosfera del mismo nombre. A efectos históricos y oficiales, la capital de Los Argüellos es Cármenes, si bien Villamanín tiene mayor población. Esta comarca puede parecer un lugar remoto, pero se encuentra en una ruta natural de la Meseta a Asturias. Particularmente, si se regresa de Oviedo por tierra, basta desviarse un poco por la antigua carretera nacional y después de cruzar el Puerto de Pajares se llega enseguida a Villamanín.

Paisaje de Los Argüellos: vista desde la mina La Profunda.
Iglesia de Cármenes, construida en caliza de montaña.

El marco es espectacular: imponentes montañas de cimas rocosas, valles con verdes pastos y manchas de bosque caducifolio. En lo que respecta a fauna, quizás lo más interesante es que es una zona de paso eventual de osos pardos. Por suerte, la mayor parte de las bestias que uno se tropieza son caballos y vacas. También hay ovejas y cabras, con las que se elabora una de las especialidades de la comarca, la cecina de chivo.

Panel informativo sobre la Reserva de de Biosfera de Los Argüellos.
Grupo de caballos en las inmediaciones de la mina La Profunda.
Camino de la mina La Profunda y reses curioseando.

En los Argüellos hay algunos lugares de interés geológico. Destaca la cueva de Valporquero (que no visitamos en esta ocasión por las limitaciones para el bebé) y las hoces de Vegacervera. Precisamente la carretera de Vegacervera a Cármenes pasa por las hoces que ha abierto el río Torío. Siguiendo esta misma carretera, no muy lejos al sur de Vegacervera, en Matallana de Torío, pero ya fuera de Los Argüellos, se pueden ver restos de la minería del carbón.

Panel informativo en las hoces de Vegacervera.
El río Torío pasando por las hoces de Vegacervera.
La calera de Felmín, en muy buen estado de conservación.

La roca omnipresente es la caliza de montaña carbonífera (que ya he mencionado anteriormente en este artículo), principalmente gris aunque también la hay roja. Se puede observar con facilidad algunos fósiles, típicamente crinoideos, pero también moluscos y corales.

Caliza de montaña carbonífera mostrado restos fósiles.

Mina La Profunda

Las escombreras de la mina La Profunda son visibles desde la carretera Cármenes-Villamanín. Sin embargo, no es recomendable acceder por la vía más corta, ya que hay alambradas y riachuelos, además de ortigas arborescentes si se va en verano, por si no hubiera suficiente con los tábanos. Desde la Collada de Cármenes sube una pista que permite acceder a las escombreras desde arriba. La Profunda es una mina de cobre que se ha explotado desde la Prehistoria, como atestiguan los abundantes restos arqueológicos que se han recuperado.

La Collada de Cármenes, el lugar más adecuado para acceder a la mina La Profunda. Allí está la divisoria de aguas entre los ríos Torío y Bernesga.

La Profunda es rica en sulfuros de cobre y productos de su alteración, pero además están presentes otros elementos como el cobalto, el arsénico, el níquel e incluso el uranio (ver este artículo). La entrada principal a la mina parece una inmensa cueva y merece la pena visitarla, si bien el escombro contiguo a esta parte más alta del yacimiento es pobre en minerales.

Entrada principal de la mina La Profunda.

En la varias visitas que he hecho a esta mina (tres, contando ésta) siempre he tenido la sensación de que se desperdiciaban grandes trozos de mineral en las escombreras, así que me dediqué a recorrerlas de arriba abajo y viceversa. Los sulfuros más frecuentes son la bornita, la digenita (prácticamente un polimorfo de la calcosina) y algo de calcopirita, además de los productos de alteración, entre los que el cobalto se hace más patente.

Vista de las escombreras de La Profunda desde el riachuelo. La mina principal es la mancha oscura entre los peñascos, hacia la izquierda.
Mezcla de sulfuros parcialmente alterados. Es reconocible la calcopirita, aunque contiene mineral primario de cobalto sin identificar, posible skutterudita, delatado por las alteraciones en eritrina.
Bornita, sulfuro de cobre y hierro de color bronce, que se oscurece con una pátina iridiscente, si bien después de muchos años a la intemperie la pátina se vuelve mate.
Digenita, sulfuro de cobre de composición similar a la calcosina. Este mineral recibió durante algún tiempo el nombre de carmenita por aparecer en Cármenes.

Aparte de sulfuros, incluyo algunos minerales de alteración.

Eritrina, arseniato de cobalto, detalle de la primera pieza mostrada en esta sección.
Cobaltocalcita, una calcita teñida por sales de cobalto.
Formación «muñequito» de azurita y malaquita.

Mina La Divina Providencia

Durante algunos años, una pedanía de Villamanín fue más famosa que la propia villa leonesa. Se trata de Rodiezmo, a tres kilómetros de la primera, donde desde 1979 hasta 2012 se celebraba, a comienzos de cada septiembre, una gran fiesta de la UGT y del PSOE, con motivo del alto predicamento que estas organizaciones tenían en el sector minero del carbón asturleonés. Ahora que no hay mineros, con la clase proletaria «externalizada» y una coalición en el gobierno de la nación que abjura de la explotación de los recursos del subsuelo, especialmente combustibles fósiles, la fiesta de Rodiezmo no tendría ningún sentido hoy día.

Sorprendente indicación para llegar a la mina… casi lloro de la emoción.

Pero Villamanín es también un lugar conocido entre los mineralogistas porque da nombre a un mineral bastante exclusivo: la villamaninita, un sulfuro complejo de hierro, cobre, cobalto y níquel. No deja de ser curioso que se tomase Villamanín como indicación geográfica, estando la mina en el municipio de Cármenes. Quizás fuese porque Cármenes le dio transitoriamente el nombre a otro mineral que, al final, resultó ser digenita. La villamaninita aparece casi exclusivamente en la mina Divina Providencia, un lugar relativamente escondido en las montañas.

Ruinas de las instalaciones de la mina Divina Providencia.

Así que el principal objetivo del día era dar con la villamaninita. La pista forestal parte de Villanueva de Pontedo. Tras dejar el coche donde la pista se cruza con el arroyo de la Mina, comienzo la subida por un sendero que discurre paralelo a éste, aunque con el deshielo, en algunos tramos el sendero era más bien arroyo. La mina y sus escombreras limitaban con las nieves. Imagino que de haber llegado una semana antes me lo hubiera encontrado todo cubierto con un blanco manto. Podía sentirme afortunado, aunque el tiempo en la montaña no fuese particularmente agradable.

Una de los accesos a la mina Divina Providencia, con un nevera en la entrada.

Las abundantes escorias delatan que, durante algún periodo de la explotación, se realizó la fundición del mineral allí mismo. Reviso varias de las bocaminas y cerca de una de ellas puede verse un acopio de mineral con abundante villamaninita en forma de pequeños granos incrustados en dolomía. La alteración del sulfuro ha cementado el acopio y las muestras del mineral no parecen ser particularmente buenas.

Acopio de mineral con villamaninita.

Al final, tras revisar escombreras y el arroyo, reúno una pequeña selección de lo que me parece más significativo. El cobalto se hace evidente en forma de pequeñas inclusiones de eritrina, aunque ninguna que merezca la pena. Entre las muestras de villamaninita que recojo las hay con diferentes grados de alteración. La mayor parte de la villamaninita aparece en formaciones botroidales de estructura radiada y capas, pero en algunos granos se perciben caras de cristalización.

Pieza típica de villamaninita poco alterada: inclusiones granulares arriba a la derecha, filoncillo de dolomita, y villamaninita masiva mezclada con la dolomía oscura abajo a la derecha.
Otra muestra típica de villamaninita, algo más alterada. Los alveolos vacíos contenían mineral, pero lo han perdido. La pieza todavía lleva una buena cantidad de villamaninita en su interior, pero no tengo intención de partirla.
Villamaninita en formación arriñonada en una foto ampliada.

Al margen de la villamaninita, la pieza más interesante que encontré allí es una mezcla de sulfuros con textura de «mortadela». Pirita, calcopirita y calcosina son reconocibles, pero imagino que la pieza llevará también una cierta cantidad de cobalto y níquel.

«Mortadela» de sulfuros de Divina Providencia.

El viaje: anécdotas y pormenores

No hay que olvidar que viajamos con un bebé de siete meses, por eso Kaváfis ha estado más presente que nunca durante estos días: dos noches en Toledo a la ida y una noche en Ávila a la vuelta. Pero de estas dos ciudades extraordinarias hablaremos en otra ocasión… La mayor parte del tiempo estuvimos hospedados en Vegacervera, en un pequeño apartamento de un complejo rural que no tenía demasiados visitantes en esta época del año. Las temperaturas en la calle provocaron que la estufa de pellets estuviese funcionando casi de modo continuo.

Vegacervera.
Complejo rural «Fuentes Blancas» en Vegacervera.

Los caminos para acceder a los yacimientos están en general en buenas condiciones, pero con el deshielo hay mucho barro y en algunos puntos hay peligro de deslizar y/o quedar atascado. Circular con un buen todoterreno es más que recomendable. Habitualmente hay cancelas en los caminos con la finalidad de que no se escapen las reses, no para impedir el paso de personas o vehículos. Es una secuela de la Edad Media que, lamentablemente, no disfrutamos en el sur de España: en el norte los montes son comunales, que no hay que confundir con públicos (la titularidad es de los vecinos, no institucional). Compárese esta situación con, por ejemplo, la umbría de Carrascoy que es prácticamente inaccesible porque está cercada con las vallas de los latifundios que la rodean.

Pista forestal embarrada.
Toyota Land Cruiser HDJ 80, inseparable compañero de fatigas.
Rudimentaria cancela, que hay que dejar exactamente igual cada vez que se pase.

Para acabar hablaremos un poco de los aspectos culturales. La ciudad de León no queda lejos de Vegacervera por lo que pudimos hacer una visita tan rápida como incompleta. En cuanto a gastronomía, en Los Argüellos lo normal es que la comida de los restaurantes consista en recetas caseras y cantidades abundantes, si bien, siendo temporada baja, no hay muchas opciones para elegir.

Catedral de León… Gótico de libro.

Pero lo más curioso, gastronómicamente hablando, nos ocurrió dejando la provincia de León. Llegando a Benavente, pensamos que para comer sería mejor dejar la autovía y buscar un lugar en la población que fuera, al menos, un poco mejor que lo que suele ofrecer un área de servicio. Tere me dice que ha encontrado un restaurante con buenas referencias en Google y decidimos comer allí sin pensarlo dos veces. Tras varios kilómetros por caminos inverosímiles, desembocamos en una finca. Tras la valla, un caserón antiguo con una capilla o ermita, y el parking, lleno de vehículos de alta gama: parece que hemos llegado al restaurante 😕 Una estrella Michelín en la puerta no nos intimida lo suficiente como para dar la vuelta y los empleados se desviven por encontrarnos una mesa junto a la que poder colocar el carrito del bebé.

Restaurante «El Ermitaño», en Benavente.
Uno de los platos que nos sirvieron.

En algún momento del regreso, uno empieza a ser consciente de que el viaje se acaba. Al sur de Madrid fue necesario usar el aire acondicionado del coche y, a medida que nos acercábamos hacia Murcia, se hacía patente en el cielo una calima cargada de polvo sahariano.

¡Vamos a echar mucho de menos la montaña leonesa!

Área de servicio en Tobarra, con la calima al fondo.
Foto de familia durante el viaje.

Minerales estratégicos

Hace unos días tuve el honor de asistir al acto de graduación de la última promoción de Ingenieros de Minas en la Universidad Politécnica de Cartagena, invitado por mi amigo Pedro Martínez Pagán. El programa incluía una conferencia de José María González Jiménez (Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra – CSIC) titulada «Metales estratégicos: pasado, presente y futuro.» El término metales estratégicos viene a ser casi sinónimo de elementos estratégicos, porque casi todos son metales (de hecho, la mayor parte de los elementos presentes en la tabla periódica son metales a efectos químicos y físicos), y también equivale a minerales estratégicos, porque se obtienen de la minería.

Mineral de Sierra de Filabres. Hace 100 años fue explotado por el hierro (siderita) y el cobre (calcopirita), pero contiene otros metales a los que no se les dio importancia entonces… quien sabe si las viejas minas no guardan una sorpresa.

El matiz que aporta el término estratégico varía con las necesidades humanas. En este sentido, nos ocuparemos de algunos de los elementos que son fundamentales para las tecnologías del siglo XXI, principalmente electrónica y la llamada «descarbonización de la economía». Un pequeño apunte personal: no existe todavía nada más eficiente para conservar y disponer de la energía que el enlace covalente del carbono. La Evolución Darwiniana ha determinado que esa sea la forma de energía que usamos todos los organismos pluricelulares del planeta. Otra cuestión es si el uso tecnológico del carbono puede hacerse mucho mejor de lo que se hace. Pero hay una cosa clara: el componente de un automóvil más proclive a dejarte tirado es, y seguirá siendo, la batería.

Murcia, España y mi casa

En mi despacho de la Universidad de Murcia tengo una pequeña colección de menas de los metales más corrientes con fines «pedagógicos». Por eso, tras escuchar la conferencia de José María, me pregunté si podría preparar una muestra similar (y virtual) de minerales estratégicos con ejemplares de mi colección. Complicando un poco más la cosa, intentar que sean ejemplares de proximidad, preferiblemente Murcia. Esto no siempre ha sido posible y, además, he considerado oportuno fotografiar muestras que poseo pero no pertenecen a la colección, técnicamente hablando (la diferencia entre ser de la colección o no está explicada aquí). Esos ejemplares se reconocerán por no tener lugar de procedencia. Los metales elegidos están basados en la charla de José María y varias listas e informes obtenidos de internet. Una observación, no he incluido el hierro, que no parece ser estratégico, supongo que por su abundancia, ni el grafito, que no es metal. Estoy abierto a incluir nuevos metales en el post que me sean sugeridos si realmente son estratégicos y dispongo de muestras ilustrativas.

Ver mi post Libros de Mineralogía

Cobre

El cobre es un elemento que no ha dejado de ser estratégico desde hace milenios. Es el primer metal cuya metalurgia dominamos, nunca ha dejado de usarse y, de cara al futuro, resulta fundamental en electricidad y electrónica. Obviamente, automóvil eléctrico necesita mucho más cobre que el de combustibles fósiles. En lo que respecta a Murcia, en el pasado se explotaron unas pocas minas de cobre y tendría que estar la economía global realmente mal para que se replantee la extracción de cobre en la Región, ya que este metal es mucho más abundante en otros lugares del planeta.

Mineral de cobre de Santomera, principalmente bornita.

Como muestras he seleccionado dos procedentes de minas de cobre genuinas, es decir, los minerales de cobre constituyen la mineralización principal de los filones. Concretamente, las minas de Santomera y Las Balsicas de Mazarrón.

Mineral de cobre de Las Balsicas (Mazarrón). Se trata de un filoncillo de calcopirita y cobres grises parcialmente alterado en carbonatos.

Aluminio

El aluminio es un metal fundamental por aunar ligereza y resistencia en sus aleaciones. Es un elemento relativamente abundante en la corteza terrestre (forma parte de abundantes silicatos, incluyendo componentes de la arcilla), pero no es fácil de obtener. El principal mineral de aluminio es la bauxita, una mezcla terrosa de hidróxidos del metal que tiene su origen en antiguos suelos tropicales. Se requiere mucha energía para liberar el aluminio de la bauxita, por lo que el reciclaje del liviano metal es particularmente importante.

Mineral de aluminio, bauxita, procedente de Zarzadilla de Totana.

Existe en la Región de Murcia un pequeño yacimiento de bauxita cerca de Zarzadilla de Totana, descubierto y estudiado por don Bartolomé García Ruiz. Debido a su poca extensión se trata más de una curiosidad mineralógica que de un recurso explotable. Acompaño esta reseña con una muestra del óxido natural cristalizado de aluminio, el corindón, que según variedades y colores, recibe también los nombres de zafiro y rubí.

Cristal hexagonal de rubí, corindón rojo. Químicamente es óxido de aluminio.

Níquel

Muy abundante en el núcleo de la tierra, el níquel es un elemento escaso en la corteza terrestre. Tradicionalmente se ha usado en la elaboración de aceros especiales, sin embargo ahora tiene un papel destacado en la fabricación de baterías para automóviles eléctricos. Los yacimientos de níquel suelen estar ligados a segregaciones de las rocas profundas del manto. No nos consta la presencia de minerales de níquel en la Región de Murcia, aunque sospechamos que este metal podría aparecer en la geoquímica de los volcanes de Tallante (Cartagena). Así pues, las muestras son de otros lugares.

Mineral de níquel de Ojén (Málaga), los puntos dorados esparcidos en la roca son de niquelita. La piedra ha sido mojada para destacar el mineral de níquel sobre los otros componentes.

En primer lugar, una muestra de Ojén (Málaga) donde se explotó una mena compuesta de minerales de cromo y níquel. En segundo lugar, una pieza procedente de la mina Aguablanca en Monesterio (Badajoz), la principal mina de níquel de España. Consiste en una masa de pirrotina con cristales de pirita, conteniendo una fracción de cobre y níquel que hace rentable su explotación.

Mena de Aguablanca en Monesterio (Badajoz) formada principalmente por sulfuros de hierro con cantidades apreciables de cobre y níquel.

Cobalto

Este metal se ha usado tradicionalmente en la fabricación de pigmento azul y algunas aleaciones. Las necesidades del automóvil eléctrico han multiplicado la demanda de cobalto, cuyo principal productor es la República Democrática del Congo. El mejor yacimiento de España, explotado en el pasado, se sitúa en el Pirineo Oscense (en Donde te lleven las piedras cuento mi visita a esas minas). Las muestras elegidas no son murcianas, pero sí de lugares más cercanos.

Cristales de eritrina «flores de cobalto» sobre una superficie de dolomía, con otros minerales de Huércal-Overa (Almería).

En primer lugar, cerca de Huércal-Overa (Almería), en el llamado Cerro Minado, se explotaron unas minas de cobre que contienen bastante cobalto, principalmente en forma de eritrina (flores de Cobalto). En la Sierra del Segura, cerca de Cazorla (Jaén) quedan vestigios de unas minas con una paragénesis muy compleja que incluye algunos minerales de cobalto: asbolana, eritrina y cobaltocalcita.

Asbolana, mineral de manganeso con cantidades variables de cobalto, de la Sierra del Segura.
Cobaltocalcita (calcita teñida con sales de cobalto) acompañada de carbonatos de cobre, de la Sierra del Segura.

Litio

Seguro que ha todo el mundo le suena el uso de este elemento en fármacos psiquiátricos. Además de eso, el litio es un componente esencial en las baterías de los automóviles eléctricos. El litio proviene de dos tipos de yacimientos: como metal alcalino, sus sales forman parte de las evaporitas de ciertas cuencas endorreicas (salares sudamericanos, por ejemplo); pero también es componente de algunos silicatos de las pegmatitas, principalmente la mica lepidolita.

Cristal de mica lepidolita, fuente de litio, al trasluz.

No estando seguro de si el litio evaporítico es totalmente descartable en la Región de Murcia, las pegmatitas hay que buscarlas en otros lugares de España. Conservo un gran trozo de pegmatita de litio de La Fregeneda (Salamanca), recogida en una mina de estaño. La otra muestra es peculiar, se trata de kunzita, una piedra semipreciosa rosada, variedad de espumodena, que contiene litio en su composición.

Pegmatita de litio, de La Fregeneda (Salamanca).
Cristal de kunzita, piedra semipreciosa de curioso color.

Cromo

Muy conocido por los revestimientos galvanoplásticos de otros metales, especialmente cuando toca renovar la grifería del baño. Pero el cromo es algo más que estética, ya que es componente esencial en aleaciones, siendo la más corriente el acero inoxidable. Sus yacimientos, al igual que los de níquel, están ligados a afloramientos de rocas profundas del manto. Por ese motivo, las que fueron las minas de cromo más importantes de España se encuentran en las peridotitas de Málaga. No obstante, se han identificado minerales de cromo a nivel microscópico en los volcanes de Tallante.

Mineral de cromo, cromita, de Ojén (Málaga).

Como muestras presentamos una cromita de Ojén (Málaga), y un mineral de fascinante color verde, la uvarovita o granate de cromo.

Granate de cromo (uvarovita) sobre cromita.

Manganeso

Este metal es un componente importante de algunas aleaciones, pero se consume en mucha mayor cantidad como ingrediente en las baterías desechables. Las mayores reservas se encuentran en Sudáfrica, siendo explotado también en otros países del continente africano. En los fondos oceánicos se forman nódulos de óxido de manganeso que son interesantes por su contenido en otros metales, singularmente cobalto, níquel y titanio (nódulos polimetálicos). Los minerales de manganeso son frecuentes en Murcia y han sido explotados en algunos lugares. Destaca el yacimiento sedimentario de La Parroquia (Lorca), pero mis muestras son de dos lugares que frecuento mucho más.

Masa escoriforme de mineral de manganeso, de Espinardo.

La primera es una masa escoriforme de pirolusita de Espinardo, recogida en el Campus Universitario. La segunda, un arbolito de manganeso, forma de presentación de la manganita, procedente de Mazarrón.

Agregado de manganita tipo «arbolito» de Mazarrón.

Tierras raras

Se llama tierras raras a un conjunto de elementos dispuestos en la parte baja de la tabla periódica que son fundamentales en aplicaciones electrónicas, producción de energía y catalizadores. Como su nombre parece indicar, son en general escasos, excepto el cerio que es un ingrediente de las piedras de mechero, y quizás el neodimio, popular componente de una aleación para potentes imanes. Algunos elementos integrantes de las tierras raras se obtienen directamente de la familia de fosfatos llamada monacitas, otros aparecen como contaminaciones en ciertos minerales.

Apatito, con cierto contenido en tierras raras, de La Celia (Jumilla).

El mayor yacimiento de tierras raras de Europa se encuentra en la provincia de Ciudad Real, dispersas en el suelo en una gran llanura. Su explotación ha sido desestimada por cuestiones medioambientales. En la Región de Murcia se han identificado tierras raras en los apatitos de La Celia (Jumilla).

Jumillita, la peculiar roca volcánica que porta el apatito y minerales raros.

Epílogo

La promoción de ingenieros de minas a cuyo acto de graduación asistí no era muy numerosa. Por eso la presencia entre los jóvenes graduados de una chica de origen latinoamericano y de un chico de familia eslava resultó más llamativa. Es muy probable que estos futuros ingenieros tengan que desarrollar su carrera profesional en el extranjero porque España no es país para mineros. Esto nos pone en una situación peculiar como nación: queremos energías limpias, smart cities, transición ecológica, amén de otras expresiones tan rimbombantes como ridículas, pero no queremos ser parte del correspondiente desarrollo tecnológico. Hemos pasado del ¡qué inventen ellos! de Unamuno al ¡qué también fabriquen ellos! La dejación gubernamental en los sectores productivos de la economía es más que evidente y nos encaminamos hacia un modelo de país de (malos) servicios y funcionarios.

Salón de actos en la Escuela de Minas de la UPCT al comienzo de la charla de José María.

Convendría pararse un momento a pensar de dónde salen los materiales con los que se elabora la tecnología que nos gusta tener alrededor para hacer nuestra vida más fácil, comenzando por el móvil. A nadie le agrada tener una mina cerca de su casa, pero la situación actual es que países como China queman petróleo a espuertas y contaminan sin escrúpulos sus ríos (por ende nuestros mares) para producir baterías y componentes con los que tranquilizar nuestras conciencias ecoburguesas europeas haciéndonos pensar que avanzamos por el buen camino.

Minerales de verano

Por primera vez en muchos años, este verano Tere y yo no nos hemos lanzado como locos a hacer miles de kilómetros buscando sitios nuevos, y más frescos que nuestra región. Una buena parte de las vacaciones las pasamos en Mazarrón, así que ha sido por esa zona donde he echado más horas de campo. Debo decir también que ha sido una exploración un poco desigual porque me he concentrado más en los minerales volcánicos, pero no lo suficiente como darle ese título al post (me reservo la idea para más adelante). Estos son mis minerales de verano 2023… si os gusta, haré los del 2022, que fue una campaña interesante.

Vista del Mediterráneo desde la mina de Bolnuevo.

Por la zona, la mayor parte de lo que pondré aquí ya fue tratado en Minerales de Mazarrón, pero algunos de los ejemplares conseguidos de este verano son mejores que los que ya tenía. También doy cuenta de un pequeño escarceo fuera de la Región de Murcia, a pesar de que fue escasamente productivo.

Entre andesitas y dacitas

Las coladas de andesita y dacita producto del vulcanismo neógeno ocupan kilómetros del término municipal de Mazarrón. En algunas zonas se pueden observar formaciones típicas como la disyunción columnar o grandes extensiones de coladas dando lugar a un terreno muy irregular llamadas malpaís.

Disyunción columnar en dacitas. Foto de Luis Arrufat.
El autor caminando sobre un malpaís en dacitas. Foto de Luis Arrufat.
Caralluma europaea, un pequeño cactus que crece sobre las andesitas y dacitas.

Entre los minerales accesorios destacan la andalucita, sillimanita, cordierita, sanidina, almandino, cuarzo y biotita. Estos minerales pueden aparecer en la propia roca volcánica, pero los mejores ejemplares están ligados a xenolitos, que son fragmentos de roca preexistente digeridos por el magma durante su ascensión. La distribución de los minerales es bastante desigual, así que es importante prospectar terrenos nuevos en busca de posibles sorpresas.

Cristales de andalucita, tal como aparecen en el campo.

Tuve la fortuna de descubrir una nueva zona excelente para la andalucita (aviso de que no es la que aparece en las dos primeras fotos). Por los lugares donde he buscado este mineral desde hace años era frecuente que los cristales mejor acabados fueran, en realidad, pseudomorfos, es decir, la andalucita se ha transformado en sillimanita, que tiene la misma composición pero cristaliza en fibras.

Masa fibrosa de sillimanita con granate.

En el nuevo yacimiento, la andalucita destaca por el tamaño y calidad de los cristales, aunque las caras son mates en general (no se puede tener todo). Las pseudomorfosis mencionadas antes son un poco menos abundantes, aunque hay también bastante sillimanita. Además, he vuelto a encontrarme allí con la andalucita verde, que no veía desde hace décadas.

Prisma cuadrangular de andalucita.
Agregado de cristales prismáticos de andalucita en forma de ramillete, con biotita. Esta pieza representa a la andalucita en mi colección actualmente.
Granate almandino sobre sillimanita masiva.

Volcanes de Tallante

También vulcanismo neógeno, algo más reciente, pero de composición y aspecto muy diferentes a las andesitas/dacitas de Mazarrón, son los basaltos que afloran en los Cabezos Negros de Tallante (técnicamente Cartagena, pero muy cerca de Mazarrón). La erosión hace que la lava libere algunos minerales en las inmediaciones de los antiguos volcanes. La roca volcánica es también responsable de un endemismo: el garbancillo de Tallante.

Panel informativo frente al mayor de los Cabezos Negros.

La visita merece la pena aunque no se tenga mucha afición a la Geología o al campo. A pesar de los millones de años transcurridos desde la última erupción (2,6 Ma), es posible observar restos variados del vulcanismo, tales como cenizas y bombas volcánicas. Éstas últimas demuestran que la erupciones fueron bastante violentas. Las lavas esponjosas, muy abundantes por los alrededores, no llegan a piedra pómez, pero han sido usadas tradicionalmente por su capacidad abrasiva.

Capas de cenizas volcánicas.
Bomba volcánica de considerable tamaño, con su forma típica de balón de rugby y estructura en capas concéntricas.

El basalto de Tallante arrastra xenolitos de rocas del manto, compuestos de olivino y hornblenda basáltica. Los mejores cristales, refiriéndome ahora a hornblenda y plagioclasa, aparecen embutidos en la masa basáltica, siendo la erosión nuestro mejor aliado para encontrarlos. El olivino, de momento no aparece en cristales, pero algunos de los xenolitos contienen granos de buen tamaño y color.

Masa de olivino en una brecha volcánica de Tallante.
Olivino masivo mostrando el grosor que llega a alcanzar el grano del mineral.
Cristal de hornblenda completo, una maravilla.
Otro cristal de hornblenda de gran perfección.
Cristal en matriz, para que pueda ser apreciado también por los «vitrinólogos».

Una de las sorpresas que ofrece el basalto de Tallante es la presencia de un feldespato más o menos transparente, aunque también lo hay blanco. Lo hemos clasificado dentro de la familia de las plagioclasas por la presencia de maclas polisintéticas, pero no podemos precisar su composición química exacta, si bien Arana et al. identifican el feldespato de Tallante principalmente como anortita, pero no descarto la albita, que produce piedras de luna.

Cristal de feldespato de considerable tamaño para lo que es habitual en los Cabezos Negros.
Cristal al trasluz mostrando la estructura polisintética como planos paralelos.
Fragmento redondeado de feldespato mostrando irisaciones tipo «piedra de luna». La pieza está mojada para compensar la imperfección de la superficie.
Tapizado verde de un mineral sin identificar sobre un xenolito de esquisto, «cocinado» en el basalto.

La mina de Bolnuevo

Frente a la playa de Bolnuevo, en la Sierra de las Moreras, hay una pequeña mina de cobre. Por la escasa ley de los minerales cobrizos, principalmente impregnaciones de crisocola, un silicato de cobre, es dudoso que la mina fuera alguna vez rentable. Mi hipótesis, a falta de información sobre la mina, es que los mineros trabajaran durante años buscando un filón de más rico en profundidad que no encontraron. Eso explicaría la magnitud de las labores y las dimensiones de la escombrera.

Sierra de las Moreras, con las Gredas de Bolnuevo en primer plano. Arriba se encuentra la mina de Bolnuevo distinguible por su terrera aislada.
La terrera de la mina de Bolnuevo, desde el camino de acceso.

Merece la pena el paseo hasta la mina para disfrutar del paisaje. Se puede usar en la aproximación la red de caminos que hizo con el propósito de urbanizar la ladera de la sierra, que afortunadamente no fue a más. Las últimas decenas de metros hasta la entrada principal son más complicadas debido a la desaparición del antiguo camino de los mineros.

Vista de la costa desde la entrada principal de la mina.

Las galerías son bastante seguras por la calidad de la roca alpujárride que atraviesan. Sin embargo, no puedo recomendar el adentrarse en la mina si no se hace en las condiciones adecuadas y acompañado de algún experto. Los mismos minerales que existen dentro de la mina pueden verse en las rocas de la escombrera exterior.

Galería con muro de refuerzo en piedra seca.
Mineralizaciones de secundarios de cobre, principalmente crisocola.
Roca con recubrimiento de crisocola.

Una escapada a Finestrat

Al comienzo de las vacaciones, Tere y yo nos fuimos a pasar unos días a Finestrat, un pequeño pueblo alicantino que, aunque está prácticamente pegado a Benidorm, vive al margen del bullicio de la playa. La geología alrededor del pueblo es espectacular, pero decidí limitarme a recorrer afloramientos del Keuper, que no requieren tanto esfuerzo físico en los calurosos días de verano.

El Puig Campana preside el pequeño pueblo de Finestrat.

En el mapa geológico, en el centro del mayor afloramiento de Keuper destaca una potente intrusión ofítica, que fue explotada por una cantera que da la impresión de llevar unos cuantos años abandonada.

Instalaciones abandonadas en una cantera de «pórfidos».
Roca ofítica con filoncillos de mineral.

Tras invertir un buen rato en la cantera y sin ver nada que me gustase, me cambié a los minerales de los yesos. No resulta difícil encontrar jacintos de Compostela y teruelitas, aunque de tamaño bastante limitado. Pero lo que más me alegró fue constatar la presencia de yesos magnéticos (yeso con alto contenido de magnetita que le proporciona magnetismo y color oscuro) como en el Keuper de Ulea.

Jacinto de Compostela, nombre tradicional que recibe el cuarzo rojo sangre del Keuper.
Yeso magnético.
Espectacular paisaje.

Alrededor de Cartagena

Más allá de Tallante, en dirección hacia Cartagena, está La Aljorra, cuyo volcán ha proporcionado minerales raros en pequeñas cantidades. La roca eruptiva de aquí ha sido clasificada como lamproíta, mineralógicamente diferente del basalto, a pesar de su apariencia bastante similar.

Rocas y maleza en el volcán de La Aljorra.

El mineral más evidente en la escala macroscópica es el ópalo. En su forma masiva, hay indicios de su uso como materia prima para industria lítica prehistórica. Hay bellos ejemplares de ópalo hialino en bolitas tapizando geodas.

Ópalo hialino.

Otra escapada hacia Cartagena, esta vez con mi amigo Manolo Morales, tuvo por objeto la visita de algunos lugares de la Sierra Minera. Notablemente, la playa del Gorguel, antes de comernos un buen caldero en Portmán. Lamentablemente no puedo mencionar muchos minerales de aquel paseo: la mala suerte y el calor se aliaron en nuestra contra.

Argiope lobata, araña muy corriente por estas tierras.
Puente en el camino a la playa del Gorguel: primero se pasa por encima y luego por debajo.
Playa del Gorguel, con su «arena pesada»… explicación en el siguiente vídeo.

Sin que sirva de precedente, me ha parecido oportuno incluir un vídeo demostrando el contenido en magnetiza de la arena del Gorguel (grabado por Manolo Morales).

Si no funciona el audio, pulsar aquí.

Retorno a San Cristóbal

En veranos anteriores dediqué mucho tiempo a recorrer el coto de San Cristóbal y los Perules, llegando a recoger buenas muestras de las menas explotadas. Pero después de muchos paseos sin encontrar nada nuevo, salvo picaduras de avispa, dejé de lado el viejo coto minero… Hasta que los últimos días de agosto y con el regreso inminente a Murcia, quise disfrutar una vez más de ese paisaje fantasmagórico que forma parte de mi pasado y buscar rincones que no hubiera pisado antes.

Ruinas de las instalaciones de la mina San Antonio.
La mina San Antonio, cuando se encontraba en funcionamiento, tomada de una exposición de fotografías antiguas en el Puerto de Mazarrón.

En las inmediaciones de una de las minas que menos había visitado encontré una relativa abundancia de cuarzo, aunque de pequeño tamaño. Más curioso me resultó encontrar una pieza compuesta de bandas de blenda y siderita.

Drusa de cristales de cuarzo con siderita limonitizada.
Alternancia de franjas de blenda (oscura) y siderita (clara) con cuarzo (más claro).
Galena de Mazarrón… no es un mineral de este verano, pero tenía que incluirla.
Balsa de estériles totalmente consolidada por el tiempo y las reacciones químicas de los minerales… pero las autoridades, que son más sabias que nosotros, ven en ella una amenaza.

¡Hasta el próximo verano!

Hasta aquí llega mi crónica de los minerales de verano… esperemos que el otoño nos traiga el frío y buenas piedras.

Minerales de Espinardo

El propósito de este post es demostrar que casi cualquier sitio puede ser interesante para los amantes de las piedras si se le dedica la atención adecuada. Pero el lugar no ha sido elegido al azar, sino más bien con la intención de provocar… ¿Por qué? ¿A quiénes? ¿Para qué? Sólo diré que las pistas para responder estas preguntas están repartidas entre los minerales de Espinardo. Ciertamente, no hay muchos minerales contabilizados, pero su origen es muy interesante y merecería la pena que se investigara en profundidad.

Óxidos de manganeso con algo de calcita. Los minerales precisos serán descritos más adelante.

El estatus actual de Espinardo es el de barrio de la ciudad de Murcia. Su parte no urbana se compone de eriales que fueron huerta hace décadas y ahora esperan un plan urbanístico o industrial. La zona de la que me ocuparé aquí corresponde al campus de la Universidad de Murcia y sus alrededores, si bien parte del territorio del llamado Campus de Espinardo pertenece a la pedanía del Puntal y los terrenos al norte de éste son ya de Molina de Segura. Así que el nombre Minerales de Espinardo puede no ser correcto desde un punto de vista administrativo, pero tendrá un sentido muy preciso en lo que sigue.

Geología alrededor de Espinardo

A grandes rasgos, Espinardo se ubica en la confluencia de los valles del Segura y del Guadalentín, no en la de los ríos, que ocurre bastante más abajo por el desvío artificial de cauces para evitar riadas en la ciudad de Murcia. En el guiado de los ríos juegan un papel fundamental las sierras de Espuña, Carrascoy (con su prolongación bajo distintos nombres) y Orihuela. Estas tres cordilleras, que van de oeste-suroeste  este-noreste, forman parte del sector norte del llamado dominio Bético interno, próximo al contacto con las zonas externas y que representa un antiguo límite de colisión de placas tectónicas (el volcán neógeno de Barqueros se halla en esta divisoria). El substrato preneógeno en esta zona contiene materiales de edad permo-triásica y de naturaleza  metamórfica (ver nuestro post ¿Cómo se clasifican las rocas?), como mármoles, cuarcitas, esquistos o filitas, además de dolomías. La correlación entre los estratos de una y otra montaña no es sencilla, pues pertenecen a unidades distintas.

Mapa de la zona. Espinardo no aparece de manera explícita, pero se ubicaría aproximadamente en el centro del rectángulo.

Durante casi todo el Cenozoico, que comprende la fase de distensión del plegamiento bético, nuestra zona estuvo situada en el centro del denominado “Corredor Nordbético”, una de las vías de comunición entre en Atlántico y el mediterráneo antes de que se abriera el actual Estrecho de Gibraltar, inundada por el mar, salvo ciertas pequeñas islas de materiales béticos de las que luego hablaremos algo más. Muchas de estas islas estuvieron, durante el Tortoniense y Messiniense  (éste último no tiene nada que ver con el fútbol), rodeadas en sus costas por arrecifes de coral, y de algunas de ellas el drenaje continental permitió formar puntualmente deltas fluviales y abanicos costeros (deltas de conglomerados aluviales). 

Captura de pantalla del MAGNA 50 – Hoja 913 (Orihuela). Las zonas en color más oscuro corresponden a materiales béticos que no fueron cubiertos por sedimentos miocenos. Existen afloramientos más pequeños que no aparecen en esta cartografía.

Los sedimentos formados, primero de tipo marino y posteriormente de tipo continental, han conformado la llanura actual. Aunque habría que decir “llanura relativa” porque el encajonamiento de la red hidrográfica, desde finales del Mioceno hasta hoy día, ha creado una trama de barrancos que seccionan los sedimentos antes descritos. Así que, en principio, tenemos materiales de edad permo-triásica, ya sea in situ o movilizados en forma de conglomerados (una potente formación que se observa cortada por la autovía A7 a la altura de La Ñora y cuyo origen está en relación con el relleno tectónicamente activo de la “fosa del Guadalentín”), y materiales de edad miocena. Es en estos últimos terrenos donde encontraremos los minerales más interesantes.

Cálidos mares tropicales

Cuando se elevaron las montañas que configuran nuestra geografía, entre ellas quedaron mares moderadamente profundos (las cuencas neógenas) en cuyos fondos se acumulaban margas a la vez que en las costas se formaban carbonatos de origen orgánico, areniscas  y conglomerados detríticos. Hace poco más de 5 millones de años, el Mediterráneo quedó desconectado del Atlántico y se desecó durante la llamada “Crisis de Salinidad Messiniense”. Al norte del límite entre las zonas Internas y Externas Béticas hubo anteriormente, hace alrededor de 8 millones de años, otra etapa de desecación que afectó al Corredor Nordbético (Fortuna, Campo Coy…). Esto provocó, en general, la formación de grandes masas de yesos, pero en la zona que nos ocupa se produjo una potente acumulación de conglomerados (brechas, para ser más precisos), las formaciones deltaicas mencionadas antes.

Corales de género Tarbellastrea, constituyentes de las colinas blancas que se alzan sobre los conglomerados.

Cuando regresó el agua marina tras abrirse el estrecho de Gibraltar, el mar resultante al norte de Carrascoy era poco profundo y más cálido que el Mediterráneo actual. Los islotes que constituían un archipiélago interior en el Corredor Nordbético facilitaron el asentamiento de colonias de corales, cuyos restos fósiles podemos ver fácilmente al norte del campus universitario. En momentos próximos a la colmatación de la cuenca, más que mar, propiamente hablando, se trataba de marismas de aguas tranquilas que, de vez en cuando, recibían violentos aportes de sedimento de calibre grueso. Eso se traduce en una alternancia de limos, areniscas y brechas que se observa bien cerca de la urbanización Mirador de Agridulce. Carrascoy era una isla conectada con el continente a través de las marismas, por donde deambulaban animales fabulosos: mastodontes, jirafas, cocodrilos, tortugas gigantes… como prueba en rico registro paleontológico del yacimiento del Puerto de la Cadena. Curiosamente, uno de los antiguos islotes mencionados está ocupado por el parque zoológico de Terra Natura, con fauna africana importada que recuerda a la autóctona de tiempos pretéritos.

Corte del terreno donde se observa una alternancia de estratos «marismeños» formados poco antes de la colmatación de la cuenca. El estrato superior, que no sigue la misma pauta de sedimentación, se ha formado “en seco” (continental).
Ya no hay mares en Espinardo, pero el calor tropical continúa: dos chicharras, un insecto que pone la música al verano.

Sobre el potencial paleontológico

Aunque no es nuestro objetivo, resulta inevitable observar fósiles en los terrenos miocenos de Espinardo. Obviamente, hay abundancia de restos marinos, particularmente los bivalvos del género Crassostrea (ostras). También se puede apreciar diversidad de especies entre los corales.

Acumulación de fósiles de ostra, en el corte mostrado en la sección anterior.
Coral de género Porites, sus ramas quedan fosilizadas como tubos huecos.
Coral de género Mussimilia, una especie minoritaria en los arrecifes de Espinardo.
Corte en los arrecifes fósiles mostrando un fósil de bivalvo.

La proximidad a tierras emergidas tiene como consecuencia la aparición de restos de vertebrados, en su mayoría terrestres, en los sedimentos marinos. Es relativamente sencillo observar esquirlas de hueso en torrenteras. En mi opinión, debería realizarse una prospección sistemática de los barrancos entre el Campus de Espinardo y la Ribera de Molina.

Plaquita de concha de tortuga fósil (la moneda es para comparar el tamaño).
Esquirlas centimétricas de diáfisis de hueso (dos trozos blancos), probablemente, de un pequeño rumiante.

El manganeso (pirolusita y psilomelana)

La presencia de óxidos de manganeso en las inmediaciones del campus universitario es, sin duda, el mayor highlight de los minerales de Espinardo. Creemos que su origen tiene una causa combinada. Por una parte, el aporte de manganeso de la meteorización de rocas permo-triásicas, de acuerdo con Bateman (Yacimientos minerales de rendimiento económico, Omega 1978). De otra, la acción bacteriana que ha provocado la concentración de óxidos de manganeso en las inmediaciones de los arrecifes de coral, donde también se observa sustitución del carbonato cálcico por óxido de manganeso.

Masa escoriforme de óxido de manganeso. Se observan dos minerales: psilomelana que es la mayor parte, con tono mate en la fractura; pirolusita de color gris metálico en fractura, en capas finas en el centro de la pieza.

La mayor parte del mineral se podría clasificar como psilomelana, que es el equivalente en manganeso de la limonita para el hierro (mezcla indeterminada de óxidos e hidróxidos). Aparece en costras sobre la caliza coralina, en forma de masas escoriformes, cementando las brechas… Es relativamente ligero, por la estructura porosa de los agregados.

Fragmento de psilomelana, sustituyendo calcita.

Acompañando a la psilomelana aparece pirolusita (MnO2), pero en cantidades menores. Se distingue de la anterior por la fractura acerada y la mayor densidad de las piezas.

Drusa de pirolusita botroidal.
Pirolusita masiva, en su mayor parte.

Goethita

En las brechas miocenas, el hierro ha circulado de manera similar al manganeso, precipitando el hidróxido de hierro como goethita en los huecos. Curiosamente, no he observado los minerales de hierro y manganeso juntos, al contrario de lo que suele ocurrir en los yacimientos tipo gossan. Normalmente se trata de pequeñas costras, algunas con irisaciones, pero excepcionalmente pueden aparecer masas mayores.

Masa de goethita de las inmediaciones de la Facultad de Bellas Artes.

La mezcla indiferenciada de óxidos e hidróxidos de hierro, limonita, aparece frecuentemente en todos los terrenos. Se encuentra fosilizando restos vegetales en los limos.

Capa de limonita sobre arenisca miocena.
Óxidos de hierro sobre materiales carbonatados béticos, frente a la Facultad de Economía y Empresa.

Celestina

Ya hemos señalado en otros posts (e.g. Minerales del Valle de Ricote) la existencia de celestina de origen evaporítico. En los sedimentos finos marismeños de Espinardo la encontramos en forma de nódulos huecos de crispados cristales. El rasgo más distintivo de este mineral es su alta densidad. También es posible que la celestina pueda aparecer ligada a huesos de vertebrados como ocurre en Librilla, rellenando el hueco médular.

Nódulo de celestina con cristales erizados. No resulta demasiado atractivo…
Fractura en un nódulo de celestina revelando su estructura interna, particularmente que está hueco.

Calcita

Las mejores manifestaciones cristalizadas del carbonato de calcio ocurren en forma de geodas en los huecos tubulares que dejan los corales de género Porites. Los cristales no destacan por su tamaño o geometría, pero la calcita es bastante pura y tiene mucho brillo cuando la geoda está recién abierta.

Restos de arrecife coralino fósil mostrando geodas de calcita.
Detalle de los cristales de calcita en una geoda tubular.

Yeso

Este mineral aparece en los limos en forma de vetas rellenado fisuras, que dan lugar a masas tabulares, y agregados independientes de cristales (que eventualmente podrían semejar a rosas del desierto).

Fragmento de yeso laminar de Espinardo.
Yeso in situ con algunos restos vegetales fosilizados en óxido de hierro (a la izquierda).

Hematites

La hematites escamosa (masas de cristales planos generalmente curvados) es frecuente en los conglomerados de Espinardo. Se puede encontrar tanto en trozos sueltos como en otros que evidencian el contexto de su formación en el seno de las rocas metamórficas béticas. Esta variedad del óxido de hierro proviene del efecto del metamorfismo sobre la limonita presente en las rocas sedimentarias permo-triásicas.

Pequeña fragmento de hematites masiva de los conglomerados de Espinardo, muy similar a la que se puede encontrar en las minas de Carrascoy.
Vetillas de hematites en cuarcita, coronados por una drusa de cuarzo cristalizado.

Hemos recuperado de los conglomerados un curioso ejemplar de hematites botroidal tipo Cumberland que muestra un origen alternativo (filoniano) para este mineral.

Curiosa muestra de hematites botroidal.

Cuarzo

El cuarzo está presente en grandes cantidades como mineral formador de rocas, principalmente de las cuarcitas béticas. Es en estas rocas metamórficas donde el cuarzo forma filoncillos y, eventualmente, cristales. Es fácil identificarlo en las rocas metamórficas de los conglomerados, pero es complicado encontrar cristales que hayan resistido la fuerte erosión en estos materiales.

Drusa de cristales de cuarzo en una cuarcita procedente de Carrascoy. Los cristales se encuentran en un relativo buen estado porque la roca apenas ha sufrido erosión.
Cuarcita, roca metamórfica compuesta principalmente por cuarzo. El bandeado es un vestigio de su origen sedimentario.

Dolomita

El carbonato doble de calcio y magnesio es el principal constituyente de las dolomías, presentes entre los materiales béticos, pero la encontramos como mineral diferenciado cuando forma pequeños filones en estas rocas.

Filoncillos de dolomita (blanca) en dolomías, in situ.

LIG’s en el Campus de Espinardo

Un proyecto que espero completar en algún momento es el de crear un itinerario por el Campus Universitario de Espinardo y sus alrededores uniendo varios lugares que ilustren la historia geológica del terreno. El acrónimo LIG, al que hacemos referencia en el título de la sección, indica lugar de interés geológico. Un buen punto de partida podría ser el Jardín de Rocas en memoria de Rafael Arana. A partir de ahí, se podrían visitar lugares como estos que mostramos. Corrección: El Geolodía 2018 – Murcia se desarrolló en los alrededores del Campus de Espinardo, coincidiendo algunos de los lugares que indico con los de dicha ruta. Agradezco a Carlos Díaz esta puntualización.

Entrada a una sima en materiales béticos, ubicada frente a la Facultad de Economía y Empresa, en una antigua cantera. Allí pueden observarse mineralizaciones por óxidos de hierro y manganeso. Foto de Luis Arrufat.
Yacimiento de manganeso dentro del Campus de Espinardo: estratos saturados de óxidos de manganeso en las inmediaciones del arrecife fósil.
Corte del terreno junto a la Facultad de Bellas Artes mostrando la complejidad estratigráfica de las brechas sobre las que se asienta el arrecife coralino. Esta disposición corresponde a acumulaciones en talud típicas en las formaciones deltaicas.
Cueva bajo el arrecife fosilizado.
El autor examinando los limos marismeños bajo una visera de arenisca, cerca de la vía verde que atraviesa el campus. Foto de Luis Arrufat.

Conclusión

Es curioso que el Campus de Espinardo de la Universidad de Murcia se ubique sobre un lugar tan interesante desde el punto de vista geológico y que merecería la pena ser estudiado en detalle. Yo he querido hacer una pequeña aportación desde el punto de vista del aficionado, posiblemente llena de errores que estoy dispuesto a corregir tan pronto los geólogos profesionales tomen las riendas. Lamentablemente, en una Región que, a pesar de su modesta extensión, cuenta con un patrimonio geológico variado, interesante y, en ocasiones, excepcional, su centro de investigación de referencia nunca ha apostado por la Geología. Quiero precisar que hablo desde un punto de vista puramente institucional.

Acabaré con dos ejemplos significativos de la dejación de la Universidad de Murcia en materia de geología regional: la obra más interesante sobre las cuencas neógenas (incluyendo brevemente la zona de Espinardo) que he consultado para la elaboración de este post fue publicada en París (Les bassins néogènes du domaine bétique oriental, editado por Christian Montenat, 1990); mientras que, a día de hoy, el investigador más activo en mineralogía de la Región de Murcia es un alemán, Christian Rewitzer, que trabaja a partir de las muestras proporcionadas por los “aficionados”.

Mineralogía y Paleontología unidas en una pieza: coral fosilizado en óxidos de manganeso, como consecuencia de la sustitución del carbonato cálcico.

Agradecimientos: La versión inicial de este post ha mejorado substancialmente gracias a los comentarios de Carlos de Santiesteban (Universidad de Valencia) y de Francisco Guillén Mondéjar (Universidad de Murcia).

Oro

Con este post pretendo cumplir un triple propósito: primero, retomar la temática geológica y mineral tras dos historias seguidas sobre viajes; segundo, responder a quienes me preguntan si me voy a hacer rico recogiendo piedras; y como tercer y más importante objetivo, celebrar el post número 50 de este blog (sí, medio centenar ya). Si fueran años serían las bodas de oro, por eso no hay mejor momento para dedicarle un espacio al dorado metal y mi experiencia tratando de incorporarlo a la colección.

No es oro todo lo que reluce… La piedra es calcopirita, un mineral dorado que más de un torpe alguna vez ha confundido con el oro.

Generalidades

El oro es un elemento metálico que en la naturaleza se presenta casi siempre en estado nativo debido a su escasa afinidad química. Esta es la causa de que el oro haya sido conocido desde tiempos prehistóricos. Por otra parte, su color, su inalterabilidad y su relativa escasez, lo convirtieron en el material básico para la joyería, piedra angular del sistema monetario y, sobre todo, en un codiciado objeto de deseo. El oro que solemos ver en joyas y otros objetos rara vez es puro, sino que va aleado con otros metales, ya sea para dotarlo de mayor tenacidad o para abaratar costes. La terminología quilate para referirse al oro representa la proporción 1/24 de oro puro presente. Por ejemplo, 18 quilates (habitual en joyería) representa 18/24 = 3/4 de oro puro aleado con 1/4 de otros metales.

Tesorillo de monedas de oro de El Cañarico… siento la mala calidad de la foto.

Hablemos ahora del oro como mineral. A nivel de geoquímica, el oro es algo más abundante de lo que puede parecer. Es su escasa concentración lo que no hace viable la explotación de muchos yacimientos, aunque en ocasiones se obtiene indirectamente al beneficiar otros metales, como pasaba en la mina de arsenopirita de Salsigne (Francia) o en Riotinto, que actualmente vende mineral en bruto a China donde es procesado sin ningún tipo de escrúpulos medioambientales para obtener oro y otros elementos estratégicos. El mineral de cobre de Santomera también lleva una cierta cantidad de oro que, de vez en cuando, provoca el interés de algún grupo empresarial y la correspondiente noticia en la prensa local.

Ejemplares de oro nativo californiano en el el museo Smithsonian de Washington (USA).

El oro aparece también ligado a ciertos filones de cuarzo. El procedimiento para recuperar el metal en este caso es químico: amalgamación o cianuración, poco saludable para el entorno en cualquier caso. No obstante, la erosión de los filones libera el oro que mezclado con material detrítico (arenas, gravas) puede recuperarse por lavado gracias a la elevada densidad del metal. El paisaje de Las Médulas (León) fue provocado por la explotación de este tipo de yacimiento aurífero en tiempos romanos. Algunas estimaciones indican que los romanos pudieron haber extraído tanto oro allí como los españoles en América. Sin embargo, otros autores rebajan la cantidad de oro producido en Las Médulas a unos extremos insultantes para los romanos y el sentido común.

Paisaje de Las Médulas, la mayor mina de oro romana de Hispania.

El nombre «ruina montium» del método de extracción romano lo dice casi todo. Las Médulas, si bien espectacular, no es el único lugar de España (ni de la provincia de León) donde pusieron en marcha este método extractivo. Por ejemplo, es muy conocida la presencia de oro en los sedimentos alrededor de Sierra Nevada (Granada), atribuyéndose a este hecho la etimología del río Darro (Dat Aurum = da oro). Existen vestigios de ruina montium romano en Caniles, donde se vivió una «fiebre del oro» a mediados del siglo XIX.

Rodalquilar

En pleno parque natural de Cabo de Gata encontramos la localidad de Rodalquilar, un antiguo poblado minero, a medio camino entre la ruina y la recuperación como enclave turístico. La minería por estas tierras responde al mismo furor que describimos en La Fiebre del Plomo, aunque la explotación del alumbre (allí es muy abundante la alunita) es bastante más antigua. Las mineralizaciones aquí son consecuencia del intenso vulcanismo ocurrido hace unos 12 millones de años y que configura los singulares paisajes del parque.

Antiguo edificio del poblado minero de Rodalquilar decorado con un grafiti.

Pero el vulcanismo no siempre implica la formación de ricos filones susceptibles de explotación, como puede comprobar cualquiera que viaje a las Islas Canarias. Los magmas bajo la corteza continental pasan más tiempo «destilando» e incorporando elementos de la roca encajante, de manera que favorecen la formación de filones ricos en metales. Los procesos son en realidad más complicados. Tras la erupción, por el magma vertido ya frío y agrietado pueden seguir circulando fluidos hidrotermales procedentes del propio magma profundo o de aguas supergénicas (recordemos que aquí tenemos el mar a poca distancia) recalentadas en profundidad que movilizan elementos y transforman la roca eruptiva (andesitas/dacitas en nuestro caso).

Esquema de la formación de los diferentes yacimientos minerales en los alrededores de Rodalquilar (tomado de Los alumbres de Rodalquilar: un yacimiento excepcional)

La llamada caldera volcánica de Rodalquilar tiene unos 8 kilómetros de diámetro. Esto no resulta tan evidente desde Google Earth, destacando mucho más por su típico aspecto de cráteres la caldera de Majada Redonda y el Hoyazo de Níjar (en ambos casos la toponimia habla por sí misma). Hay en el parque de Cabo de Gata otros vestigios de aquellas erupciones miocenas a menor escala, como coladas, disyunciones columnares y bombas volcánicas (proyectiles de lava semisólida lanzados violentamente por el volcán).

Bombas volcánicas de Cabo de Gata decorando un establecimiento hostelero de la zona.

Hacia 1880 se empieza a encontrar oro en varias minas de la zona, quedando en una mera curiosidad geoquímica. Años más tarde, se descubre el contenido en oro de los numerosos filones de cuarzo y alunita que cruzan el Cerro del Cinto, que daría lugar a una explotación sistemática, aunque la tecnología de la época no permitía todavía aprovechar la escasa proporción del precioso metal disperso en la roca.

Parte de la planta Denver, mostrando la situación de las cintas transportadores de mineral molido.

En 1956 se inaugura la planta Denver, que es la instalación industrial con la que se le ha podido sacar mayor partido al cuarzo aurífero de Rodalquilar. En ella se procesaba el mineral del Cerro del Cinto y en sus 10 años de funcionamiento produjo 3.830 kilos de oro. Los restos de la planta Denver son el mayor atractivo de Cabo de Gata para los turistas interesados en la arqueología industrial.

Vista desde las inmediaciones de la mina María Josefa.
Trocito de azurita destacando sobre los tonos ocres de una escombrera.

El 340

Viendo la excelente serie alemana «4 blocks» el otro día, al comienzo de la segunda temporada, el protagonista visita el Líbano. No obstante, las escenas exteriores fueron rodadas en Cabo de Gata, supongo que por presentar mayores facilidades logísticas. En una de las secuencias se ve un coche circulando por una pista de grava frente a un talud amarillento: se trata de la escombrera del filón 340, la mina de Rodalquilar que produjo el mineral más rico en oro: hasta 500 gramos por tonelada llegó a dar.

Secuencia de «4 blocks» frente a la escombrera del 340.

Se han obtenido excelentes ejemplares de colección de oro nativo, como puede verse buscando en Google, pero la práctica es diferente. No es fácil, ni recomendable por seguridad, acceder a los niveles que han producido mayor ley aurífera. Además, todo lo que es accesible, está más que revisado por los muchos aficionados a los minerales que recibe esta mina. No obstante, desde la primera vez que estuve en el 340 y me llevé una viruta de acero del cincel clavada en el ojo, no he perdido la esperanza de poder encontrar una muestra decente de oro nativo.

Subiendo a uno de los accesos a la mina.
Bifurcación en los trabajos mineros del 340. Frente a la galería izquierda hay un pozo de sección cuadrada.
El autor del post examinando las paredes de la galería, al tiempo que se hace un selfie tratando de parecer natural…

Tras pasar la mañana en el 340 sacando y partiendo rocas para observarlas a la luz del sol, nos fuimos a comer a la Isleta del Moro, uno de los rincones con más encanto dentro del parque natural de Cabo de Gata. Después de la comida aún tuvimos un poco de tiempo para visitar la mina María Josefa y recorrer los caminos de la parte interior del parque de Cabo de Gata. Al final del día, no estaba claro si entre el material recogido iba algo de oro o no. En la siguiente sección resolveremos esta cuestión.

Restaurante en la Isleta del Moro donde se puede tomar excelente pescado fresco de la zona.

El resultado

Lo primero que hay que decir es que el cuarzo del 340 lleva una cantidad apreciable de pirita, que podría provocar confusión con el oro en condiciones de mala iluminación. Cuando la muestra se examina al sol, la pirita es pirita y no hay nada más que hablar. Tampoco tenía claro qué tipo de indicios hacen que el cuarzo sea más susceptible de contener oro, a pesar de haber estado estudiando las fotos de muestras auríferas del 340 que se encuentran en internet.

Cuarzo del 340: toda inclusión dorada que pueda distinguirse en él es de pirita.

En otra mina de la zona, la María Josefa, la calcopirita ligeramente más dorada que la pirita, aparece en el cuarzo (supuestamente) aurífero. En este caso, las aureolas de cobre impiden que la confusión con el oro vaya mucho más lejos.

Cuarzo de la María Josefa, las diminutas inclusiones doradas (no apreciables en la foto) son de calcopirita.

Sin embargo, entre las muestras de cuarzo recogidas en 340 iba una algo más especial. Los escasos granitos dorados que se podían ver en ella esta vez sí que eran de oro. No había confusión: cuando tienes el oro de verdad delante te resulta increíble que alguien pueda llegar a confundirlo con pirita o calcopirita. Técnicamente, ya puedo decir que he incorporado el oro a mi colección. Lamentablemente, los granos de oro están muy dispersos por la roca y no se ven a simple vista (hablo desde mi presbicia), por lo que seguiré probando suerte en el 340 y otras minas de Rodalquilar tan pronto vuelva a tener ocasión.

Fragmento de cuarzo aurífero del 340, esta vez si que se puede ver el oro, con la lupa.
Fotografía aumentada mostrando algunas inclusiones de oro. Los puntos negros brillantes son de goethita.

Para acabar responderé a la pregunta formulada al principio: no, no me voy a hacer rico con el oro de Rodalquilar, ni con ningún otro mineral… pero me da lo mismo: esto lo hago por gusto y, además, yo ya encontré mi tesoro.

Editado 29/03/2024, para añadir una foto de otra zona con oro del mismo espécimen aprovechando que ahora dispongo de mejor óptica.

El año que vivimos peligrosamente

The year of living dangerously es una película de 1982 protagonizada por Mel Gibson, Sigourney Weaver y Linda Hunt (que recibió un Oscar por su papel). Gibson interpreta a un periodista destinado a Yakarta en un momento especialmente tenso de Indonesia. Cuando Gibson conoce a Weaver, se dedica insistentemente a “meterle ficha” ante el aparente desinterés de ésta. El clímax se alcanza en el momento que Gibson y Weaver, empapada ella por la lluvia monzónica, comienzan a besarse apasionadamente mientras suena el tema de Vangelis L’enfant. No cuento más por si hay todavía alguien que no la haya visto… a pesar del título, no voy a hablar de la película, sino de lo que me evoca.

Fotograma de «El año que vivimos peligrosamente».

Cada vez que veo El año que vivimos peligrosamente no puedo evitar recordar ciertas situaciones de mi vida en las que, estando en el extranjero (y particularmente, fuera de Europa), he tenido la impresión de estar completamente a merced de acontecimientos azarosos, con una componente de peligro quizás más subjetiva que real, pero que me ha hecho vivir esos momentos con una intensidad desmedida. Y los amigos con los que he compartido estas vivencias, no diré que acabamos como Gibson y Weaver, pero sí que nos hemos sentido unidos por un vínculo muy especial. El año que «viví peligrosamente» tiene nombre, 1995, y hablaré de mis dos meses en Perú.

Una parte de la aventura se encuadra en la zona fotografiada. Este es el mapa del Perú con el que organicé mis escarceos dentro y fuera del país.

La llegada a Perú

En 1994 comenzó el Programa Intercampus/E.AL. con el que muchos estudiantes universitarios de América Latina pudieron viajar a España y, recíprocamente, muchos estudiantes españoles recién licenciados, o a punto de hacerlo, pudieron disfrutar de estancias en universidades de allá. Tras mi experiencia de Paraguay en 1994, de la que hablaré en otro momento, decidí repetir al año siguiente, siendo agraciado con una estancia de dos meses en en la Universidad Nacional de Piura (UNP), en el norte de Perú. En el vuelo trasatlántico fui conociendo a algunos de mis compañeros de destino. Éramos 17 estudiantes españoles los que pasaríamos una buena parte del verano (boreal) en Piura.

Foto de grupo para la prensa local piurana.

Ésta era la primera vez que la UNP participaba en el programa Intercampus. Cuando el vuelo local desde Lima aterrizó en Piura, junto al avión nos esperaba una banda de música. En el colectivo que nos transportó a la ciudad nos proporcionaron las primeras informaciones básicas para nuestra estancia. Al respecto del terrorismo, nos dijeron, que Sendero Luminoso estaba de capa caída y que nunca tuvo demasiado impacto en el norte del Perú. Los tranquilizadores datos objetivos consistían en que, en la Universidad en Piura, «solamente» habían asesinado a dos profesores. Por otra parte, la presión antiterrorista se notaba en forma de soldados armados con subfusiles en casi cada esquina y el estricto control de viajeros por carretera.

Washinton Calderón Castillo, muchos años después, en una foto tomada de Internet.

Escapada a Ecuador

Nuestro anfitrión era el ingeniero Washington Z. Calderón Castillo, y su mano derecha era un señor alemán que desde sus tiempos de hippie en el primer Woodstock se quedó merodeando por el continente americano. Washington creía que los criterios de selección por los que mis compañeros y yo habíamos sido destinados allí nos auguraba un importante futuro profesional. Por ese motivo, decidió que «trabajaría con nosotros» durante los fines de semana de nuestra estancia. Debió de encontrar bastante resistencia durante el primer taller, porque ese experimento psicológico no volvió a repetirse, al menos en los mismos términos. No obstante, rondaba entre nosotros la duda de si podríamos disponer de los fines de semana para conocer algo más del país. Fue así como decidí probar suerte «escapándome» un par de días a Ecuador.

Sellos en mi viejo pasaporte… si quieres saber qué me pasó en Bolivia, no dejes de seguir este blog.

Un viernes a medianoche, tomé un colectivo hacia Aguas Verdes. Fue muy instructivo ver el aprovechamiento que se hace del espacio: cabras con la patas atadas en el maletero, material de construcción en la baca, la gente en las butacas y el equipaje sobre la gente. Dos horas antes del amanecer, el colectivo nos dejó en medio de la nada: no le estaba permitido llegar hasta Aguas Verdes por el conflicto Perú-Ecuador. Continuamos los pocos kilómetros que quedaban en taxis compartidos. La frontera no abriría hasta las 8:00, así que cubierto con la gabardina para evitar las picaduras de mosquito, intenté dormir un poco más mientras oía una extraña locución radiada desde un altavoz… se trataba de tácticas de «guerra subversiva» para minar el ánimo de los militares ecuatorianos a los que estaba dirigido el altavoz peruano.

Monumento de la Mitad del Mundo… la línea roja es el ecuador terrestre.

Formalizados los trámites aduaneros, tomo un colectivo hacia Quito (Guayaquil estaba más cerca, pero ya llegados a ese punto…). El viaje comienza entre interminables cultivos de banana, pero dura lo suficiente como para llegar a oscuras y con apenas tiempo para encontrar una pensión. Al día siguiente paseo por la ciudad, visito el monumento a la Mitad del Mundo y, satisfecho, comienzo la vuelta al sur. No recuerdo los horarios, pero hacia la madrugada estaba en el puesto fronterizo acompañado de una monja. Intento dormir un poco después de pedirle a la hermana que me despierte antes de que abran. Es el ruido de la gente entrando y saliendo lo que al final me despierta: la sister se había ido a oír misa dejándome hecho un ovillo en mi gabardina y solo. Gasto los últimos sucres desayunado un ceviche de concha negra (una almeja de los manglares llena de fango) y consigo llegar a Piura antes de que se note mi ausencia.

Guía Lonely Planet de Sudamérica, edición en español de 1991, con la que me he movido por siete países.

Las Huaringas

Desde nuestra llegada a Piura, las autoridades regionales nos habían prometido que nos llevarían a visitar Las Huaringas, unas lagunas de Los Andes piuranos en las que los brujos locales realizan vistosos rituales. En aquel momento tenían bastante fama porque se atribuía a los brujos la victoria de «El Chino» (Alberto Fujimori) en las elecciones presidenciales. El asunto es que no estaba claro cuándo sería esa visita ya que dependía de que la disponibilidad de una avioneta para nuestro transporte. El día previsto nos dieron aviso de que el vuelo se adelantaba (pronto veremos por qué) y tuvimos que salir a toda prisa hacia el aeródromo militar, en mototaxi y yo con la cara a medio afeitar. La avioneta no tenía capacidad para más de 15 personas, pero tampoco viajábamos todos los estudiantes.

Lamentablemente, no tengo fotos de Las Huaringas… aquí vemos una vista del puerto de Sechura.

El adelanto del despegue fue por motivos meteorológicos. Todo va bien mientras volamos sobre la llanura desértica que se extiende entre el océano y Los Andes. En un momento dado, los pilotos nos avisan de que habrá turbulencias, y las tuvimos tan pronto llegamos a la cordillera. Tener el cinturón fuertemente amarrado era la única manera de no dejarse la cabeza contra el techo. Comienzan los mareos y la avioneta militar no está preparada para ese tipo de contingencias… Afortunadamente, la pista de tierra batida ya era visible desde la ventanilla. Mientras el aparato desciende, las sacudidas del viento son tan fuertes que los pilotos se ven obligados a abortar la maniobra, volver a ganar altura y dar una vuelta extra. En el segundo intento, la avioneta consigue aterrizar y nosotros recuperamos el ánimo al poner los pies en tierra.

Unas de las cartas que envié a mi familia durante la estancia. El teléfono no era una opción viable.

Nos alojamos en Huancabamba. Esa misma tarde nos llevaron de excursión a una plantación de caña de azúcar donde probamos rompope (nada que ver con lo que sale en Internet), una bebida cuyas cualidades físicas deberían ser estudiadas seriamente: un vasito de vidrio lleno de ese brebaje suena a hueco al golpearlo con la yema del dedo por abajo. Durante todo el tiempo nos escolta un militar con la excusa de la proximidad a la zona de la cordillera del Cóndor, territorio disputado por Ecuador y motivo de la situación descrita anteriormente en la frontera. Al día siguiente, hacemos la excursión a Las Huaringas a caballo. Al llegar allí, no encontramos a los famosos brujos: alguien nos explica que no irán porque el tiempo va a empeorar. La presciencia de los brujos era notable, y lo peor estaba por llegar. Como anécdota, en Huancabamba me echan el tarot y me pronostican unas cuantas cosas que ya se han cumplido.

La mina Turmalina

Mis averiguaciones sobre minerales interesantes cerca de Piura me habían conducido a saber de la existencia de la llamada «mina Turmalina» ubicada en algún lugar intermedio entre Piura y Huancabamba. La mejor opción que tenía era aprovechar la visita a Huancabamba para regresar por tierra a Piura y parar unas horas en la mina. Para garantizarme un buen recibimiento en la explotación, unos profesores de la Universidad Nacional de Piura me prepararon una carta de presentación. Así pues, el domingo por la mañana me despido de mis compañeros y salgo en colectivo para cumplir mi objetivo. Aquella mañana llovía y me quedé con la duda de cómo sería la vuelta en avioneta para los demás.

Cuarzo con turmalina negra… el nombre de la mina es por algo.

El autobús me deja a la entrada de un camino. Me presento al director de la mina con las credenciales de la UNP. Ante mi sorpresa, éste llama a un subordinado para que me lleve a «mis aposentos». Le explico que no tenía intención de quedarme, ya que al día siguiente tenía que impartir unas lecciones de matemáticas en la universidad. Visiblemente decepcionado, llama a un obrero, un mulato mucho más alto que yo, para que me acompañe a los acopios a recoger unas muestras. Mientras vamos por el camino de la mina, mi acompañante me cuenta que es venezolano y que antes de llegar a Perú había estado trabajado en los campos petrolíferos de Maracaibo. El viento soplaba violentamente desde el frente del camino que lleva al pozo, proyectando guijarros, incluso a la cara, dificultando notablemente el avance.

Molibdenita, calcopirita y alguna cosa más de la mina Turmalina.

Una ráfaga me hace perder el equilibrio y el obrero me sujeta rápidamente impidiendo que me arrastre el viento. Pasamos unos minutos resistiendo el vendaval incesante, agachados y anclados fuertemente a un resto de estructura de hormigón, hasta que me dice «Creo que por aquí no vamos a poder llegar. Tomaremos otro camino que rodea el cerro, al resguardo del viento.» Así, por el camino más largo, conseguimos llegar a la zona de los acopios, donde intento seleccionar ejemplares de todo lo que allí se ve. Si hubiera tenido la información que ahora es fácilmente accesible por Internet, sabría que de la mina Turmalina ha salido el cristal de scheelita más grande del mundo. Sin embargo, no entró nada de scheelita en los varios kilos de mineral que cargué.

Arsenopirita cristalizada sobre turmalina y cuarzo. La paragénesis de la mina Turmalina es extraordinaria.
Cristal de calcopirita, con cuarzo y turmalina. Otro recuerdo de la mina Turmalina.

Vientos huracanados en Los Andes

Me acompañan hasta el lugar del camino donde paran los colectivos con destino Piura. Había bastante gente esperando y cuando llega el primer autobús, dudo que haya sitio para mí. Escucho entonces a los militares decir «dejen paso al señor ingeniero» y, para mi sorpresa, descubro que el señor ingeniero era yo. El chófer protesta porque el colectivo va completamente lleno y me indica el asiento escamoteable del copiloto. El chófer no me aseguró que pudiera hacer el viaje hasta Piura, sólo hasta Canchaque. Mi conversación con él tampoco ayudó mucho porque quería saber detalles técnicos de los lavaderos de flotación de la mina y yo le dije que lo único que me interesaban eran los aspectos mineralógicos del yacimiento. Por otra parte, el viaje no estaba resultando sencillo: el viento había arrojado incontables obstáculos sobre el camino y continuamente había que ir parando para retirarlos y poder avanzar.

Portada de un periódico comprado dos días después de los sucesos relatados.

Así fue el recorrido hasta llegar a la entrada de una pequeña población, de la que no recuerdo el nombre, donde el viento había volcado el tendido eléctrico sobre la ruta. Sabiendo que el colectivo estaría allí detenido un buen rato y que faltaban unos pocos kilómetros para Canchaque, dejé el autobús y me puse a caminar. Era extraño, porque aquel poste estaba recién caído y algunas casas acababan de perder los tejados, pero no hacía casi nada de viento. Al llegar a la plaza, la gente estaba en pie, con las espaldas pegadas a los edificios y al resguardo bajo los voladizos: sólo yo caminaba por en medio. Alguien me dice «venga aquí a ponerse cobijo, no sea que le caiga una calamina encima«. Sin entender a qué se refería, noto que el viento comienza a aumentar y veo aproximarse un tornado, no como la típica tromba estrecha, sino ancho y difuso. Sólo el tono marrón de la tierra que levantaba permitía distinguirlo del resto de cielo azul, y algo así como cartones volaban a su alrededor. Viéndolo cada vez más cerca, aquellos «cartones» eran las chapas onduladas de los tejados (calaminas) que iba arrancando a su paso. Me quedé sin saber que hacer…

Fotografías de los destrozos del huracán en otro periódico.

Desde un portal me invitan a entrar y refugiarme en la casa. Pasé un buen rato junto a aquella familia, todos en tensión y con las manos empujando la puerta para evitar que la abriera el viento. Cuando parecía que el huracán había pasado, me despedí agradecido y continué la caminata hacia Canchaque cargado con mis minerales. Durante la marcha, un par de sospechosas ráfagas de viento me obligaron a buscar cobijo donde pude, pero fueron falsas alarmas. A medida que bajaba hacia el valle, el paisaje se volvía más verde y los cafetales anunciaban la inminente llegada a Canchaque. Allí comí un buen plato caliente, probé el café local y me compré un cuaderno para preparar la lección del día siguiente, suponiendo que consiguiera llegar a Piura a tiempo, que no era algo evidente. Días más tarde supe que el huracán había destrozado algunos de los edificios de la mina Turmalina, posiblemente en la zona de los aposentos.

Contraportada del cuaderno que compré en Canchaque, que informa detalladamente de las razones de Perú en relación con su disputa fronteriza con Ecuador, por si algún niño tuviera dudas.

El regreso

Al caer la tarde, salí a la Plaza de Armas, donde había un televisor (dentro una especie de armario) que ponían por la noche. Los vecinos me dijeron que los colectivos a Piura pasaban justo por allí porque deben entregar la lista de viajeros en la comisaría ubicada en la plaza. Insistí en si no había algún colectivo que partiera de allí y me dijeron que no, que todos venían de Huancabamba. Eso me preocupó porque sabía el estado en el que estaba la ruta… Sin embargo, al cabo de un rato llega un microbús y para frente a la comisaría. Cuando me acerco a preguntar si hay un asiento libre para Piura, me sobresaltan con un grito: «¡Matías!» Eran mis compañeros, que habían contratado el microbús ante la imposibilidad de salir de Huancabamba por avión. Así que todos juntos regresamos felices a Piura, mientras en el cielo despejado destacaba la Cruz del Sur.

Me dejo mucho sin contar del año que vivimos peligrosamente…

Un pequeño inciso: también hubo un regreso a España, evidentemente, pero antes de volver a casa disfrutamos de muchas más aventuras. Otro fin de semana, algunos de nosotros nos adentramos en Los Andes, cerca del Huascarán. Pero lo mejor de todo fue convencer al ingeniero Washington para que nos permitiera estar una semana completa fuera de la UNP, que aprovechamos para conocer Cuzco (con el Machu Pichu), Puno (con el Titicaca) y Arequipa (con el Valle de los Volcanes). Todo eso lo contaré en otro momento, cuando me vuelva a poseer la nostalgia. Creo que, a pesar de todo lo que dejo en el tintero, va tocando acabar, como las buenas películas…

Con Marco, mi compañero de habitación y vivencias, visitando las ruinas de Chan Chan.

Epílogo

No asistí al acto oficial de despedida de la primera promoción de estudiantes españoles que llegaban a Piura con el programa Intercampus/E.AL. Le pedí a Marco, mi compañero de habitación, que me excusara por indisposición repentina. La realidad era que iba de camino a la playa a pasar la noche de vivac. Una amiga peruana me dejó manejar su carro mientras cruzábamos el desierto de Sechura. Quedaba poca luz de la tarde, así que preparamos una hoguera con las maderas devueltas por el mar y blanqueadas por el sol. El Pacífico estaba demasiado frío como para disfrutar el baño, pero merecía la pena meter los pies en el agua para ver su fosforescencia en la oscuridad. Bajo el cielo plagado de estrellas y con el rumor de las olas, me despedí del Perú.

Libros de Mineralogía

En esta época en la que cualquier duda, sobre todo si es técnica, lo primero que se hace es acudir a Google (yo mismo lo hago sin ir más lejos) parece ocioso dedicar un post a libros de Mineralogía. Difícilmente un libro puede reemplazar a la cantidad de información instantánea que proporciona Internet. Sin embargo, este conocimiento a demanda tiene sus inconvenientes y sus peligros. Para empezar, suele proceder de un corta-pega de otras fuentes de información no debidamente citadas o contrastadas: internet crece demasiado rápido para reparar en tales cosas. La estructura ramificada propia de la web es estupenda para clasificar información, pero no para adquirir conocimiento sistemático sobre un tema. Así pues, si desean saber sobre minerales, para mí no hay nada mejor que empezar leyendo Libros de Mineralogía.

Mi primer libro de minerales, estrictamente hablando (Pequeña Biblioteca Daimon).

Disclaimer. Me reprocharán mis lectores que el post anterior también contenía la palabra «libro» en el título. Se acerca el fin del curso y crece el volumen de trabajo en la Universidad. Por ese motivo hago este post a partir del material que tengo más a mano: mis propios libros de Mineralogía. Para cada libro daré las referencias del ejemplar que dispongo, si bien pueden existir numerosas ediciones del mismo. Por otra parte, las ausencias que noten los lectores son también ausencias en mi biblioteca, por lo que agradeceré las aportaciones en los comentarios.

Mineralogía como ciencia

Incluimos aquí los tratados de Mineralogía o cursos de nivel universitario para la formación de expertos en el tema. Suelen dedicar una gran extensión a las propiedades generales de los minerales, química y cristalografía, así como la génesis de los yacimientos minerales. En la parte descriptiva tratan las especies minerales más habituales con énfasis en las características que permiten determinarlas. Las fotos no suelen ser el punto fuerte de este tipo de libro. La información sobre localidades para cada mineral se centra en unos pocos lugares a nivel mundial.

Manual de Mineralogía de Dana / Hurlbut-Klein

Tercera Edición – Editorial Reverté – 1988

Mi Dana, lo tengo desde 1988.

En la primera impresión uno pude sentirse desconcertado con ese «de Dana» incluido en el título. La explicación la encontramos en el título en inglés «Manual of Mineralogy (after James D. Dana)» que se corresponde con la edición 19 en USA. La primera edición del Manual de Mineralogía de James Dwight Dana data de 1848. Desde entonces ha sido revisado y reescrito por diferentes autores, pero Dana pasó de autor a ser parte del título a medida que se ha ido diluyendo la obra original. Actualmente va por la edición 23, ha cambiado de Mineralogy a «Mineral Sciencie», y Cornelius S. Hurlbut Jr. fallecido en 2005 ha salido del elenco, entrando Barbara Dutrow. Reconozco que no he tenido ocasión de revisar en detalle las nuevas ediciones, pero supongo que sigue siendo una obra muy recomendable de iniciación y consulta. Una anécdota, me compré también la segunda edición española porque dejaron de incluir en las siguientes los ensayos con llama.

Tratado de Mineralogía / Klockmann-Ramdohr

Segunda Edición – Editorial Gustavo Gili – 1955

Naturalmente, con esos apellidos se trata de una obra traducida.

Monumental obra de más de 700 páginas en letra apretada que constituye el manual más extenso de Mineralogía publicado en nuestra lengua. Por eso opino que todo mineralogista que se precie debe de tenerlo en su biblioteca. Poco menos de la mitad del libro está dedicado a la teoría general, lo que destaco para que se note la diferencia entre este tipo de libros y las guías. La parte sistemática se podría decir que es exhaustiva (más de 2000 entradas en el índice alfabético), si bien los minerales menos frecuentes son descritos en un tipo de letra aún más pequeño, y los minerales raros aparecen como comentarios.

Manuel de Minéralogie Descriptive – Bétekhtine

Editorial MIR – 1968

Lo encontré en un local de la calle Libreros de Madrid.

El manual de Anatoly G. Bétekhtine (cosas de la transliteración del ruso al francés, en otros idiomas aparece como Betekhtin) podría decirse que es el «Dana ruso». Cubre contenidos similares, pero a veces proporciona información complementaria, como la relativa a conductibilidad eléctrica (un ensayo que cualquier aficionado puede realizar con pocos medios). La información que contiene sobre el origen de cada mineral es, en general, más detallada que la del Dana. Lamentablemente, a la hora de describir yacimientos, los Urales quedan demasiado lejos.

Les Minéraux / Boulliard

Editorial CNRS Éditions – 2016

Un recuerdo que me traje de mi última visita a París.

Es un libro curioso: no es exactamente un tratado de Mineralogía, pero tampoco se puede decir que sea una simple guía de minerales porque contiene mucha información para el estudioso. Está escrito desde el punto de vista de los minerales como objeto de colección y, de hecho, dedica algunos capítulos al coleccionismo de minerales como actividad reglada. En particular, se discute la rareza de ciertos especímenes, su valor relativo, la posibilidad de su falsificación y la conservación si son minerales delicados o inestables.

Guías de Minerales

En comparación con los tratados de Mineralogía, las guías de minerales son más livianas en la parte científica general. Su aspecto más interesante es que están ilustradas con una o varias fotos de cada uno de los minerales que describen. Si la guía pretende ser «de campo» las fotos tratan de reproducir las características más habituales de cada mineral, incluyendo el aspecto de la fractura en aquellos casos en los que el mineral suele presentarse masivo. Otras guías presenta fotografías de piezas de museo, de calidad inaccesible para el modesto aficionado, o fotografías muy ampliadas si se trata de mostrar cristales de especies raras.

Guía de Minerales Grijalbo / Mottana-Crespi-Liborio

Editorial Grijalbo – 1989

Uno de los libros de más ayuda para el coleccionista novel.

Siempre he dicho que la guía de Grijalbo (editorial que la publica en España, pero también existen ediciones en inglés y, por supuesto, italiano su idioma original) es la única que presenta los minerales tal y como uno se los encontraría, salvo raras excepciones, por lo que es de gran valor para reconocimiento visual. Además de minerales (más de 270 descritos), lleva una sección de rocas que sería aprovechable como guía de campo si las rocas fueran más sencillas.

Guía de Minerales Omega / Chaumeton

Editorial Omega – 1989

Los minerales como dificilmente los encontrarás en el campo.

Se trata de una guía de gran calidad, como suele ser habitual en la editorial Omega, con un claro sesgo hacia los ejemplares cristalizados, preferiblemente en cristales individuales, por lo que es recomendable para los coleccionistas de micros. Buenas fotos y la información necesaria de los más de 280 minerales descritos.

Encyclopédie des Minéraux / Kourimsky-Tvrz

Editorial Gründ – 1981

Lo encontré en una librería de viejo en Burdeos.

Normalmente desconfío de los libros llamados «enciclopedia de algo». Esta obra, publicado originalmente en checo tiene la mayor parte de sus fotos en blanco y negro. Sin embargo, la descripción de cada mineral es un ejercicio de erudición, destacando la información de tipo histórico, etimológico o geográfico, hasta tal punto que he dudado de poner este libro en la sección anterior. La mayor parte de los ejemplares fotografiados están en el Museo Nacional (Checo) de Praga, cuya visita recomiendo.

La Enciclopedia de los Minerales / Korbel-Novák

Editorial Libsa – 2004

Me pareció una adquisición razonable en una librería de Granada.

Al igual que el anterior, fue publicado originalmente en checo. Se trata básicamente de una guía fotográfica de más de 600 especies minerales. La descripción de las propiedades físicas de cada mineral es telegráfica, pero la información sobre origen y yacimientos, aunque breve, merece la pena.

Libros dedicados a los minerales españoles

Es normal que cada país (región o distrito minero) dedique de vez en cuando una monografía a mostrar la riqueza mineralógica de su subsuelo. Este tipo de obra es sumamente adecuada para el aficionado que gusta de salir a recoger sus propios ejemplares porque proporciona información de tipo local. Dispongo de guías de minerales de algunas provincias españolas, que son muy interesantes en este sentido (cuanto más pequeña la escala, mejor para el buscador), pero no las incluiré aquí. En cuanto a los libros dedicados a los minerales de España, iré en orden cronológico.

Minerales de España / Calderón

Facsímil editado por la SEM de la obra publicada en 1910, dos volúmenes.

Regalo de un buen amigo.

Salvador Calderón realizó la primera monografía dedicada a recoger sistemáticamente las citas de minerales en España. Antes del «Calderón» sólo había índices de concesiones mineras junto con el metal que se beneficiaba. Es una obra monumental y fundamental, donde se mencionan algunos hallazgos antiguos que no han podido confirmarse hasta la fecha (minas desaparecidas, ubicaciones ambiguas…), dando a la Mineralogía un cierto halo de misterio.

Introducción a los Minerales de España / Galán-Mirete

Editorial del IGME – 1979

Mi compañero en cientos de miles de kilómetros hechos en un Renault Clío 1.9D.

Era evidente que tras 60 años, la recopilación hecha por Calderón necesitaba una actualización. Ésta vino de la mano de Emilio Galán y Salvador Mirete, una obra fundamental que se titulaba modestamente «introducción». Ya hablé en un post anterior del «Mirete» como mi guía de viaje durante muchos años y kilómetros. Se le puede reprochar que muchos de los ejemplares fotografiados son masivos o feos (según estándares actuales de «vitrinología») pero el mapita de distribución acompañando a cada mineral permitía organizar los viajes con eficacia.

Minerales de España / Mollfulleda

Editorial Carroggio – 1999

Se me apareció en la librería González Palencia de Murcia.

Este libro supone un punto de inflexión en la divulgación de la mineralogía española. Se concede más importancia a la belleza de los ejemplares y la calidad de la fotografía, añadiendo a la ciencia una dimensión artística. Pero también, al mismo tiempo que Joaquim Mollfulleda presenta los minerales tal como empiezan a ser del gusto por los coleccionistas (atrás quedan las colecciones de «Gabinete de Historia Natural»), Internet gana la partida a los libros. Las localidades citadas en el libro son las que se discuten en los foros temáticos.

Atlas de Minerales de España / Calvo-Rewitzer

Editorial Prames – 2022

Casi recién salido de la imprenta…

Monumental catálogo fotográfico de todas y cada una de las especies minerales encontradas en España hasta la fecha. Obviamente, la mayor parte de los minerales descritos son extraordinariamente raros y aparecen en pequeñas cantidades, por lo muchas de las ilustraciones son microfotografías. Además, Miguel Calvo es el autor de una obra sobre los minerales de España en varios volúmenes mucho más extensa que los libros descritos en esta sección, pero no la tengo en mi biblioteca.

Algún libro clásico

Los libros antiguos de minerales no son sólo un capricho de bibliófilo, sino que pueden contener información interesante que haya dejado de aparecer en libros modernos por algún motivo. Por ejemplo, determinados procedimientos de laboratorio para determinar minerales que ahora han sido sustituidos por la difracción de rayos X, o citas de ciertas especies en minas ya olvidadas.

Mineralogía / Brauns

Editorial Labor, segunda edición – 1935

Encontrado en la Feria del Libro Viejo de Murcia.

Este librito era uno de los pocos disponibles de minerales que había en la Biblioteca Municipal de Archena cuando la visitaba en mi juventud. La traducción al español realizada por el prestigioso geólogo Maximino San Miguel de la Cámara incorpora localidades españolas para las especies descritas, por lo que fue para mí como un libro de revelaciones (aún no conocía el Galán-Mirete).

Cours de Minéralogie / Lapparent

Editorial Librairie F. Savy – 1884

En una librería anticuaria de Madrid, aunque he visto un ejemplar recientemente en Salamanca.

Se trata de una obra clásica de la mineralogía, con excelentes ilustraciones de los cristales y cuyo texto apenas ha perdido frescura. Albert de Lapparent publicó también un resumido «Precis de Minéralogie» (Masson 1908 – para la 5ª edición).

Tratado de Mineralogía / Goizueta

Imprenta de Pedro Ortega – 1910

Bazar del TBO (Murcia), si no recuerdo mal.

Curioso libro con abundante información sobre métodos químicos para la determinación de los minerales, hasta tal punto que tras un rato de lectura uno termina preguntándose por qué no tiene un laboratorio.

Mineralogía / Calderón

Editorial Gallach – 1901

Creo que fue adquirido en una caseta de la Cuesta de Moyano (Madrid).

El gran Salvador Calderón escribió este librito, más de divulgación que manual o guía. Un buen número de páginas finales están dedicadas al proselitismo de la propia editorial Gallach que publicaría más tarde una Historia Natural, cuya parte dedicada a los minerales es bastante extensa (yo mismo tengo una edición de 1972).

Conclusión

Antes de que mi hermana me regalara el primer libro de Mineralogía propiamente dicho (primera foto del post) me las tenía que apañar con lo poco que contaran sobre minerales los libros de texto: pirita en Riotinto, galena en Linares y minerales de hierro en Ojos Negros… He aprendido mucho en los libros, por eso se merecían este pequeño homenaje. Aunque Internet es un recurso estupendo, su efecto principal es la sustitución del examen de las propiedades de un mineral que queremos determinar por una contemplación de fotos en busca de un parecidos razonables. Acaba así este repaso a los libros de Mineralogía, con la esperanza de que se sigan escribiendo y publicando, pero también con la inquietante paradoja de que lanzo mi petición desde un blog de Internet 😕

Amianto

Amianto serpentínico (crisotilo) superficialmente deshilachado procedente de Alhaurín (Málaga).

En mi post La Fiebre del Plomo, acabé mencionando algunos despropósitos hacia el final. Uno de ellos consistía en un jardín municipal decorado con rocas conteniendo amianto. Algunas personas que reconocieron el lugar lo pusieron en conocimiento de las autoridades. Yo, por mi parte, tuve una reunión con representantes de varias asociaciones cívicas de la población, cuyo nombre tampoco diré ahora. El caso es que me siento responsable del revuelo causado. Con este post espero informar un poco más sobre el amianto y reubicar el epicentro de la polémica en otro lugar.

Parte de los Viajes de Marco Polo (edición en inglés de 1968) donde explica la manufactura del amianto, dejando especialmente claro que no procede de la piel de salamandra.

Recordemos brevemente que la cualidad más significativa del amianto es que sus fibras se pueden tejer, resultando un material flexible e ignífugo. Esta propiedad es conocida desde la antigüedad remota. Al parecer, Carlomagno tenía un mantel de amianto con el que impresionaba a sus invitados. Marco Polo, en su relato de viajes por Asia, nos habla de unas prendas que se limpiaban y quedaban blancas echándolas al fuego. La idea de añadir amianto al cemento para darle más resistencia (fibrocemento, popularizado en España por la empresa Uralita, rebautizada Coemac desde 2015, para hacer borrón y cuenta nueva) tampoco es demasiado moderna, ya que se ha encontrado cerámica prehistórica que lo incorpora.

Minerales de amianto

Por amianto o asbesto se designan ciertos silicatos cristalizados en fibras que gozan de flexibilidad cuando son separadas. Hay básicamente dos grupos mineralógicamente hablando: el serpentínico, por su composición química similar a las serpentinas y frecuente las rocas a las que dan lugar, siendo el crisotilo el amianto más representativo del grupo; y el anfibolítico, englobado por su estructura entre los anfíboles, siendo la tremolita el asbesto más significativo en esta clase. Hay más minerales entre los amiantos, pero afinar en la clasificación más allá de los dos grupos descritos es difícil.

Crisotilo en fibras compactas, Alhaurín (Málaga).

Las rocas serpentínicas se forman por alteración de materiales procedentes del manto de la Tierra, como las peridotitas y ofiolitas. Su típico color verde está presente en las fachadas de muchos edificios. Cerca de Lubrín (Almería) hay una cantera abandonada de serpentina y cantos rodados de esta roca procedentes de Sierra Nevada llegan hasta a la cuenca de Orce (Granada). Esto lo digo como simple curiosidad, ya que raramente contienen amiantos. Es en Málaga donde está la mayor concentración de serpentina del país, producida por una gran masa de peridotitas en grado variable de alteración. Por allá, entre Alhaurín de la Torre y Alhaurín el Grande, en un corte de la carretera encontré un filón de crisotilo blanco de donde proceden las muestras de mi colección.

Tremolita, con las fibras deshilachadas en el extremo izquierdo, Carrascoy (Murcia).

En cuanto al amianto anfibolítico, lo he encontrado asociado a las metabasitas de Carrascoy. Las metabasitas son rocas intrusivas que han sufrido metamorfismo posterior. En la Región de Murcia aparecen ligadas a materiales béticos de edad triásica. A pesar de su color verde, no hay que confundir las metabasitas con las ofitas, también de edad triásica y composición mineralógica similar, que aparecen en el prebético pero sin metamorfizar. En las metabasitas de la Región se encuentran filoncillos de epidota y tremolita, esta última en fibras de color gris. Adjunto un