Out of Africa

Hablar de África, en su generalidad, con motivo de un viaje breve y limitado a Angola sería tan injusto como no reconocer que lo que más me ha gustado de este país es transversal a todo el continente, o por lo menos, a su parte subsahariana. Entre las capitales de Angola (Luanda) y Burkina Faso (Ougadougou) hay más kilómetros de distancia que entre Murcia y Moscú, sin embargo, entre ambos países africanos pueden encontrar muchas más similitudes que diferencias. Out of Africa es una referencia cinematográfica (Memorias de África, en español) pero también un término científico que nos recuerda que la humanidad surgió en África y comenzó su expansión hace alrededor de 2 Ma. Por eso más que viajar a África, lo que hago es regresar a ella.

África es también el continente del color: sus paisajes sobrecogedores, sus mercados de productos frescos o artesanía, y sus gentes, sobre todo mujeres, envueltas en telas estampadas de llamativos colores… Hace algún tiempo traté de mostrar todas esas impresiones en un post fotográfico sobre Burkina Faso. Ahora, que acabo de regresar de Angola, que tengo los recuerdos recientes y el móvil repleto de fotos no puedo hacer otra cosa que dedicarle este espacio.

Angola

El séptimo país en extensión de África es, sin duda, uno de los más desconocidos del continente. La guía Lonely Planet de África dedica apenas cuatro de sus más de mil páginas a un país cuya extensión viene a ser como dos veces España más el Reino Unido. Angola nunca ha sido un destino tradicional para los turistas, ni conseguirlo tampoco parece que sea una prioridad del gobierno angoleño (una excepción es la agilización del trámite del visado turístico puesta en marcha este año). La relativamente reciente guerra (hasta 2002) que ha dejado un buen número de minas antipersonas aún sin localizar y que la bandera nacional ostente un gran machete acanalado, seguramente no incitan a visitar el país por gusto.

Bandera de la República de Angola.

No obstante, Angola recibe muchos visitantes de Portugal y Brasil, con los que comparte el idioma. Hay también hay bastantes cubanos por asuntos de cooperación que se remontan varias décadas atrás, y gente de negocios de todo el mundo atraída por los diamantes y el petróleo. Al contrario que en Bobo-Dioulasso, donde todos los blancos nos habíamos visto las caras a los tres días de estar en la ciudad, las ciudades angoleñas acogen bastantes extranjeros. Eso facilita, por ejemplo, que sea fácil cambiar divisas en las calles de Luanda.

Mapa de Angola en la guía de África de Lonely Planet (2017).
Billetes de kwanzas, con António Agostinho Neto, fundador de la República de Angola, y dos paisajes que serán explicados más adelante.

Luanda

Luanda es una ciudad de dos millones y medio de habitantes. Como la mayor parte de las casas son de planta baja ocupa una gran extensión en la que apenas hay avenidas que alivien el denso tráfico rodado. Los rascacielos y edificios más modernos se agolpan junto a la bahía. Entre ellos quedan construcciones de época colonial, así como edificios de un periodo de desarrollismo de las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado en estado muy variable de conservación.

Bahía de Luanda vista desde el puerto.
El centro de Luanda presenta el aspecto típico de cualquier cuidad moderna.
Vista del paseo de la bahía, desde la explanada del Museo de la Moneda, con el Banco Nacional al fondo, edificio de época colonial.

Junto a la bahía discurre la Avenida 4 de Fevereiro, fecha que conmemora el comienzo en 1961 de la guerra de independencia de Portugal, y que se consumó finalmente en 1975. De los tiempos coloniales quedan edificios notables, como la Fortaleza de São Miguel y el Banco Nacional de Angola. Sin embargo, las casitas de una o dos plantas de techos altos y fachadas coloreadas parecen condenadas a desaparecer.

Las construcciones modernas van devorando las casas de época colonial como si no hubiera un plan para conservar un núcleo histórico.
Fortaleza de São Miguel, ciudadela portuguesa que se eleva sobre un promontorio frente al mar.

Ilha de Luanda

Paralela a la costa continental hay una franja de arena mayormente construida, al estilo de La Manga murciana, unida al continente por un istmo donde se ubica la Fortaleza de São Miguel. Esta barra litoral, conocida como la Ilha de Luanda, configura al norte la bahía de Luanda y le da protección al puerto comercial. Hacia el sur deja una angosta ría de la que hablaremos después.

Vista de la Ihla de Luanda desde la ventana del apartamento donde me alojé en mi visita. En plena bahía, bote de pescadores echando las redes.
Cartel dando la bienvenida a la Ilha de Luanda.

En la parte continental de la bahía de Luanda no hay playas: la costa tiene un talud protegido con hormigón. Las mejores playas son las que dan al Atlántico desde la Ilha.

Olas llegando a la playa de la Ilha de Luanda.
Momia de pez globo en la arena de la playa.
Otra vista de la playa.

Otro de los alicientes de la Ilha de Luanda son los muchos restaurantes y locales de ocio… como digo, el paralelismo con La Manga es total.

Restaurante en Ilha de Luanda, donde mis amigos angoleños me llevaron a comer pescado fresco.

¿Otra Luanda?

Al contrario de las ciudades europeas, donde los suburbios se ubican en zonas marginales, en Luanda los suburbios están distribuidos de manera bastante uniforme también en el centro de la ciudad. Es frecuente ver como edificios modernos y lujosos conviven con zonas de chabolas. Quizás esta configuración, más que falta de planificación urbanística, revele el poco clasismo que pude apreciar el la sociedad angoleña: por ejemplo, me pareció que las diferencias de etnia podían ser para ellos más evidentes que las diferencias económicas.

Vista trasera de los edificios que dan a la bahía, mostrando un barrio bastante descuidado.
Grafiti en un edificio condenado a desaparecer en poco tiempo… obsérvese como en el solar a la derecha se construye un rascacielos.
Calle en un barrio que limita con la ría, al sur de la Fortaleza de São Miguel.
Fin, o comienzo, de la ría de la parte sur de la Ilha. Al frente, un atajo hacia las playas que dan a mar abierto.
Arte urbano con reminiscencias tribales en el barrio al sur de la Fortaleza.

Lubango y sus alrededores

Lubango es la segunda ciudad de Angola en cuanto a población. Se ubica al sur del país, en un valle de la meseta angoleña. Gracias a su altitud y latitud, el invierno es más marcado allí que en Luanda. La ciudad está presidida por una montaña en la que destaca la imagen de Cristo Rei.

Una de las iglesias de Lubango en domingo.
Colina sobre la que se alza la estatua del Cristo Rei y un cartel con el nombre de la ciudad.
Vista de la ciudad desde el mirador del Cristo Rei.
Cristo Rei, propiamente dicho.
Niños jugando con un «esquema» de camión hecho de alambres y deshechos.

Cañón de Tundavala

Uno de los atractivos más famosos de Lubango es el cañón de Tundavala, que se encuentra a unos pocos kilómetros de la ciudad. Es una hendidura de más de 1000 metros en la meseta angoleña, siendo el desnivel con el fondo del valle aún mayor. En el viaje en coche se pueden apreciar varios tipos de paisajes.

Paisaje durante el camino al cañón de Tundavala.
Parte superior del cañón de Tundavala. Las malas condiciones de luz no me permitieron hacer buenas fotos incluyendo el fondo.
Vista de la meseta y el valle que conduce a Lubango.
Niñas de una de las tribus que habitan la zona esperando a los turistas cerca del mirador de Tundavala.
Paisaje desde la meseta.

Hacia Namibe

La ciudad de Namibe comparte etimología con el país al sur de Angola, Namibia. No es por casualidad, sino por el desierto que se extiende desde allí hacia el sur y del que Namibia se lleva la mayor parte y, en cierto modo, la fama. Uno de los highlights del recorrido es la carretera que salva el desnivel de la Serra da Leba: más de 1000 metros en unos pocos kilómetros de angostas curvas.

Recién salidos de Lubango, tras ascender la meseta.
Venta de plantas junto a la carretera.
Comienzo del descenso de la meseta.
Imagen tomada de Internet que muestra la carretera.

A lo largo del recorrido resulta fácil seguir los cambios en la vegetación, y a una altitud que no podría precisar comienzan a aparecer los primeros baobabs, con su extraña silueta. En Angola, al baobab se le llama imbondeiro y a su fruto múcua, del que se extrae un zumo rico en vitamina C y de sabor tan extraño como el árbol.

El primer baobab que observé durante el descenso. Después se harían muy frecuentes.
Baobab relativamente cerca de la carretera…
… un poco más adelante un puesto de artesanía.
Uno de los últimos baobabs de la ruta, cuando el terreno comienza a ser demasiado hostil para el gigante africano.

Cuando el suelo se vuelve arenoso y demasiado árido desaparecen los baobabs, y la vegetación comienza una suave transición hacia el desierto: los árboles van perdiendo altura progresivamente hasta que se convierten en arbustos. En este biotopo habitan tribus de pastores y en algunos de los puestos junto a la carretera venden leche de cebra. Me dicen mis anfitriones que no me fíe porque la rebajan con agua de dudosa procedencia.

Uno de los varios controles de carretera que tuvimos que pasar.
«Estación de servicio».
Mujeres de una tribu llevando, posiblemente, agua.
Construcciones en madera y paja de un poblado, al atardecer.

Durante este recorrido hicimos numerosas paradas para comprobar las rocas del suelo, sobre todo, por la posibilidad de que la meteorización de los granitos hubiera liberado algún mineral interesante. A medida que nos acercamos a Namibe, los granitos son sustituidos por materiales sedimentarios.

Toyota Hilux en el que hicimos el viaje entre Lubango y Namibe.
Después de revisar los terrenos sedimentarios a pocos kilómetros de Namibe.

Color, mar y desierto

La ciudad de Namibe se ve mucho más tranquila que Luanda y Lubango. Los edificios de época colonial con sus coloreadas fachadas contribuyen al encanto de este enclave costero. Hacia el sur de Namibe se extiende el desierto del Namib unos 2000 kilómetros, de los cuales 200 pertenecen a Angola. El desierto del Namib está considerado el más antiguo del mundo: ya era desierto antes de la extinción de los dinosaurios y de la llegada de Tom Bombadil.

Por las calles de Namibe.
Fachadas pintadas de vivos y variados colores en Namibe.
La playa de Namibe.
Niños jugando en un embarcadero de la playa de Namibe.

La ciudad de Namibe está propiamente rodeada de desierto, cuya monotonía queda rota por pequeñas áreas de cultivos que destacan como oasis. Hay que recorrer unos cuantos kilómetros por la carretera hacia el sur para ver uno de sus más extraños habitantes: la Welwitschia mirabilis. Esta planta tiene un grueso tronco, totalmente hundido en el suelo, del que salen dos hojas, normalmente fragmentadas en varios trozos cada una, que crecen lentamente durante siglos. Se estima que hay individuos con más de 2000 años, convirtiendo a la welwitschia en uno de los seres vivos más longevos del planeta.

Los cultivos cerca de Namibe son verdaderos oasis.
Vista del desierto desde la carretera hacia el sur.
Arbusto del desierto con su característica silueta.
Welwitschia mirabilis, la extraña planta única en su género que sólo crece en este desierto.
El tronco de la welwitschia es sorprendentemente grueso y robusto. Surgiendo de la arena me recuerda a los gusanos de Dune.
Río de arena en el desierto del Namib.
Tareas de mantenimiento del Hilux.
Paisaje con luna, durante el regreso a Lubango.

Miscelánea

Hay muchos aspectos de la vida cotidiana de los días que pasé en Angola que no he contado en las secciones anteriores. Para empezar, los hoteles en Luanda son terriblemente caros. Siguiendo indicaciones de un colega que había viajado anteriormente, alquilé un mucho más asequible apartamento el la Avenida 4 de Fevereiro. La ventana daba a la bahía, permitiéndome observar los atardeceres sobre la Ilha de Luanda.

Atardecer sobre «La Manga» de Luanda.

Pero la vida en un apartamento tampo es sencilla. El edificio tenía escaso mantenimiento y el sistema de agua corriente dependía de depósitos con bombas automáticas situados frente a cada apartamento para asegurar el suministro. Naturalmente, si se va la luz tampoco hay agua. Por otra parte, algo incorrecto debía de haber en la instalación porque recibía pequeños calambres cada vez que me duchaba.

Pasillo de acceso a mi apartamento. Nótense los depósitos de 500 litros a la izquierda (el verde era el mío) y un grupo electrógeno (de otro apartamento) a la derecha.

Comida

Batatas, yuca, feijão (alubias) y una masa llamada funge (que me recordó al de Burkina Faso) constituyen los principales acompañamientos. En los restaurantes suelen mostrar los productos frescos antes de prepararlos, ya sean carnes o pescado. En la calle es frecuente ver pequeños puestos de venta de plátano o batata cocinados, y cacahuetes (tostados o garrapiñados).

Oferta de pescado y marisco frescos en un restaurante de la Ilha de Luanda.
Bacalao secándose al estilo casero en el pasillo de mi apartamento.
Una de las marcas de cerveza del país. Ésta, en particular, se fabrica en Lubango.

Parque móvil

Aunque empiezan a proliferar nuevas marcas, muchas de ellas chinas, la estrella de la movilidad en África sigue siendo Toyota. Particularmente, del modelo Land Cruiser, la serie 70 en sus distintas versiones: 5 puertas, furgón y pickup. Este modelo de todoterreno tiene como principal característica un motor diesel de 4.200 cm3 sin electrónica y una cadena cinemática robusta (como de camión, para entendernos). También se ven muchos modelos Land Cruiser de las series 200 y 300 (ésta última no se vende en Europa) que son modelos de lujo antes que todoterrenos.

Toyotas bajo mi ventana: Hilux (pickup), series 70, 200 y 300… si pudiera aparcaría mi 80 en el hueco central para hacer una escalera de color 😉

Los modelos de Toyota Land Cruiser más comunes en España llevan aquí la denominación Prado y no se ven tanto por no ser ni muy robustos ni muy lujosos… Después de Toyota, los más habituales son los Mitsubishi Pajero (llamado Montero en España por motivos obvios) y Nissan Patrol. Land Rover no es muy frecuente en Angola, aunque gusta en los países africanos de tradición inglesa. Al contrario que el los países del Magreb, aquí no se ven muchos Mercedes Benz (con la excepción de algún G).

Land Cruiser de la serie 70, más precisamente el 78 (furgón).

En cuanto a camiones, el parque no es tan clásico como el que se aprecia en Burkina Faso. Entre los camiones nuevos proliferan marcas de fabricación china como FAW. Como vestigio de los tiempos de cooperación soviética se puede ver algún camión Kamaz y Ural (rusos) y curiosos ejemplares de IFA W 50 (de la desaparecida RDA). Añado a esta galería un Blue Bird (USA) de la Universidade Agostinho Neto y una moto modificada para transportar combustible (vi también un modelo con contenedor de escombro).

Camión Ural 4320 de las Fuerzas Armadas angoleñas.
Magnífico IFA W 50, lo mejor que se ha fabricado en Alemania del Este.
Transporte de combustible en moto.
Bus Blue Bird aparcado frente a uno de los edificios de la universidad.

Fauna presente y pasada

Es posible encontrar casi todos los grandes mamíferos africanos en Angola, pero para verlos, además de ir a una reserva es necesario tener suerte. A priori, en este viaje tenía la posibilidad de ver antílopes y cebras… pero no se pusieron al alcance de mi objetivo. Me hubiera gustado poder ver al animal nacional de Angola: la palanca negra. En su lugar, pude fotografiar vacas y ovejas 😕

Ganado vacuno cerca de Lubango.
Ovejas en terrenos semidesérticos cerca de Namibe.

Los pequeños animales son también escurridizos. Os dejo las fotos de una salamanquesa y de una serpiente, que tampoco ha salido muy nítida porque se estaba alejando y a contraluz. Según me dicen los locales, se trataría de una cobra, que son frecuentes por allí.

Salamanquesa en el campus de la Universidad de Lubango.
Serpiente cerca del mirador del cañón de Tundavala, posiblemente una cobra.

La geología a grandes rasgos de buena parte de África consiste en una potente placa granítica eventualmente cubierta por potentes estratos de arenisca continental sin apenas deformación tectónica que constituyen mesetas. No obstante, cerca de la costa las variaciones de nivel del mar pueden haber dejado su testimonio. Por ejemplo, en el promontorio sobre el que se ubica la Fortaleza de São Miguel me parece haber identificado estructuras arrecifales. En el viaje a Namibe encontré minerales procedentes de la meteorización de granitos (cuarzo, feldespato, turmalina) con posibilidad de minerales de pegmatitas y vulcanismo. El límite entre las montañas y la llanura semidesértica me pareció interesante para investigar posibles yacimientos de concentración gravimétrica de metales por procesos externos.

Vista del promontorio sobre el que se levanta la fortaleza de São Miguel.
Areniscas con ripples, marcas producidas en aguas poco profundas hace unos cuantos millones de años.
Fósil de gasterópodo en los sedimentos próximos a Namibe.

La riqueza arqueológica de Angola merecería un capítulo aparte. Durante mis excursiones puede identificar muchos artefactos, en su mayoría de estilo Achelense antiguo, por su aparente tosquedad. Esta es la tecnología de tallar la piedra que los primitivos humanos exportaron a Eurasia, el referido «Out of Africa«, hace más de un millón años. Es muy probable que aquí las cronologías sean mucho más antiguas que las similares en Europa, pero al ser hallazgos al aire libre, la datación es poco menos que imposible.

Toscos bifaces achelenses recogidos en el viaje de Lubango a Namibe, posteriormente entregados al ISCED-HUÍLA en Lubango.

¿Por qué Angola?

La Universidad de Murcia tiene un convenio Erasmus+ con la Universidade Agostinho Neto de Luanda. Este convenio se puso en marcha gracias a la relación entre mi colega Gustavo Garrigós y la profesora angoleña María da Natividade que se remonta al tiempo en que ambos coincidieron en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). María es una mujer llena de energía que ha acometido la ardua tarea de poner en marcha la investigación matemática en Angola. Peor este es el menor de los retos a los que se ha enfrentado. Citemos dos de los más notables: sobrevivió a las matanzas de la guerra civil en su aldea escondiéndose tres días en el bosque; consiguió el doctorado en la especialidad de Análisis Funcional en al UAM mientras sacaba adelante a su familia sola, convirtiéndose así en la primera mujer, y hasta ahora única, con un doctorado en Matemáticas en Angola.

María da Natividade durante una de las comidas que compartimos.

Mi paso por la Universidad Agostinho Neto se limitó a la sede que tiene en el centro de Luanda donde se imparten las clases del Mestrado em Matemática. Allí presencié las defensas de los trabajos finales de dos estudiantes del Mestrado. Al día siguiente impartí una conferencia sobre una de mis líneas de investigación.

Edificio de la Faculdade de Ciencias de la Universidade Agostinho Neto en la Avenida 4 de Fevereiro, en el que se encuentra la sala del Mestrado em Matemática.
Momento en el que el estudiante es revestido con la estola y el birrete que simbolizan que ha obtenido el Grado de Mestrado.
Cartel anunciador de mi conferencia en Luanda.

Unos días más tarde nos desplazamos a Lubango, al ISCED-HUÍLA, un centro de formación de profesores que depende del Ministerio de Educación Superior donde María ejerce como coordinadora y docente. Allí impartí una conferencia de divulgación matemática basada en el material de mi post Área: «área, uma noção não tão simples quanto parece» . El éxito de público y el interés despertado que se manifestó en las preguntas de los asistentes me conmovió.

El ISCED-HUÍLA se ubica en un edificio de época colonial.
Foto tras la conferencia de divulgación con los asistentes.

Esta inolvidable experiencia académica en Angola no hubiera sido posible sin el inestimable apoyo de María da Natividade y la ayuda prestada por Edgar Ribeiro, joven profesor de Matemáticas en la Universidade Agostinho Neto.

El viaje

Como a Angola no se viaja todos los días, aprovecharé el post para dejar por escrito unas cuantas quejas, sabiendo perfectamente que no servirá para nada.

El AVE Murcia-Madrid

En el post Interrail expresé mi amor por los viajes en tren y lamenté el desmantelamiento de este medio de transporte en España por políticas inadecuadas. Desde que lo publiqué hasta ahora ha habido un cambio importante en Murcia: llegó el AVE, pero a costa de abandonar la ruta lógica para convertirlo en una especie de “tren turístico”: se adentra en la provincia de Alicante, desde donde se retoma el rumbo a Albacete, para después pasar por Cuenca antes de llegar a su destino en Madrid. Así pues, para un vuelo desde Barajas previsto a las 16:40 me veo obligado a salir de Murcia a las 6:25 (un horario excelente). Además, las obras en Chamartín impiden que el tren pare a una distancia razonable de la estación, por lo que el último kilómetro hasta el vestíbulo corre por cuenta de los viajeros.

Disfrutando del paisaje de la provincia de Cuenca desde la cafetería del AVE. Estaría mucho mejor si el café fuera bueno y se ofrecieran combinados.
Según el mapa no parece que vayamos hacia Madrid.
Gracias a esos picos de velocidad todavía se puede decir que tarda un poco menos que el antiguo Talgo.

Aeropuertos

Los grandes aeropuertos internacionales donde de vez en cuando se hace alguna escala, me habían inoculado la idea de que el lujo es asequible si se le quitan los insufribles impuestos con los que se grava. Un aeropuerto fuera del Espacio Schengen debía ser el lugar ideal para comprar alta relojería o una botella de un whisky escocés que haya pasado más de 200 años olvidado en una barrica, por ejemplo. Al final tampoco era eso… Pero lo que no es de recibo es la cutrería de los aeropuertos españoles con sus productos propios de tiendas de todo a euro.

Tiendas de lujo en el aeropuerto Charles de Gaulle de París.

Algo también imposible de encontrar en los aeropuertos españoles son restaurantes donde cocinen productos frescos. Todos los alimentos calientes que se puede tomar en las franquicias que ocupan el lugar de la restauración en nuestros aeropuertos son precocinados y han estado previamente congelados o, al menos, refrigerados. Al final lo mejor es buscar el local de Enrique Tomás y comerse un bocadillo de ibérico que es lo más auténtico que vas a encontrar.

Entrar en Angola

Tras la dificultades que tuve hace un año y que echaron mi viaje por tierra, tengo que reconocer que las cosas han mejorado. La tramitación del visado de frontera (un documento que garantiza que tendrás el visado oficial cuando te presentes en la frontera de país) por internet fue rápida. No se puede decir lo mismo del tiempo que pasé esperando que me atendieran en la oficina de inmigración del aeropuerto de Luanda. Sirva como ilustración las dos fotos siguientes: la llegada por la madrugada y la salida bien entrada la mañana a la calle.

Llegada a Luanda del A350 de AirFrance.
Exterior del Aeropuerto de Luanda, más de tres horas después.
Avión en el que viajamos de Luanda a Lubango.

¡Hasta pronto, África!

Después de dejar el apartamento en el centro de Luanda nos desplazamos hacia el sur de la ciudad. Cuando ésta acaba, aparecen grandes espacios abiertos en los que destacan los baobabs. Ésta fascinante especie vegetal es uno de los símbolos de África y poder contemplar esos extraños gigantes una vez más antes de llegar al aeropuerto fue una bonita despedida. En cuestión de horas estaré out of Africa pero una parte de mí se quedará aquí.

Minerales y Matemáticas

Con motivo de la declaración de marzo como mes de las Matemáticas disfrutamos en el vestíbulo de nuestra Facultad una exposición fotográfica titulada «Geometría Natural», cuyo comisario es el Prof. Ángel Ferrández. Entre la selección no había imágenes de minerales. Desconozco si es por que ésta se ha limitado a organismos vivientes, o quizás porque las fotos de cristales imitando poliedros es un recurso demasiado manido… A mí no me cabe la menor duda de que los minerales son tan naturales como la tela de una araña. Para remediar la situación, decidí seleccionar algunas fotos de mis minerales con connotaciones matemáticas y añadirlas de extranjis, como Banksy en sus buenos tiempos, antes de cotizar en Sotheby’s. Esas fotos aparecen aquí, junto con unas cuantas más, para ilustrar la relación entre Minerales y Matemáticas.

Minerales: ¿únicamente poliedros?

Hay que decir que los poliedros que aparecen como cristales no son poliedros arbitrarios, sino que siguen ciertos patrones estudiados por la Cristalografía. Las formas aparecen como consecuencia del empaquetamiento regular de las moléculas condicionando la disposición de los planos que limitan las caras y los elementos de simetría. Pero además de cristales, hay agregados de estos que muestran otro tipo de patrones que evocan igualmente nociones matemáticas como la de fractal. Animo al lector que visite la galería por si descubre más motivos matemáticos entre las fotos de mi colección.

El icosaedro de pirita de casi 4 cm de diámetro recogido en Puebla de Lillo (León), una de las piezas más icónicas de mi colección. En este artículo describo matemáticamente la disposición de sus veinte caras.
Piritoedros (rombo-dodecaedros) de pirita en matriz, Caravaca (Murcia). Los piritoedros de Caravaca (Rambla del Piscalejo) son para mí los más bellos de la mineralogía española.
Octaedro de magnetita en matriz, Torre Pacheco (Murcia). Las piezas masivas de magnetita del Cabezo Gordo están consisten frecuentemente en agregados de octaedros milimétricos.
Curioso cristal cúbico compuesto de agregados octaédricos, Ricote (Murcia). La formación de esta pieza debió ocurrir en condiciones físico-químicas inestables oscilando alrededor de la frontera entre las dos formas..
Cristal de pirita, forma combinada de cubo y octaedro, Navajún (La Rioja). En este caso, las condiciones de formación fueron más estables, pero también en la frontera entre ambas formas.
Macla de cristales cúbicos de pirita, con leve pátina de óxido, Navajún (La Rioja). A veces el criterio para seleccionar ejemplares es más bien de tipo artístico y en este caso me he dejado llevar por el parecido con algunas obras de Chillida.
Pseudo-tetraedro de calcopirita, dentro de una geoda de siderita en romboedros, procedente de la Sierra de Filabres (Almería). Con el tetraedro, completamos la aproximación mineral a los cinco sólidos platónicos.
Granate almandino, en forma de trapezoedro de 24 caras, Níjar (Almería). La Luz transmitida permite apreciar su extraordinario color, pero hace difícil ver las aristas del poliedro.
Cristal de cuarzo hialino rematado en pirámide hexagonal, Albatera (Alicante). Lo bonito de esta pieza es que el cristal sólo se ve a gracias al reflejo de sus caras.
Agregados esferoidales de prehnita (Cehegín, Murcia). Las esferas aparecen como resultado del crecimiento radial de los cristales de este silicato.
Aragonito en prisma pseudo-hexagonal, Minglanilla (Cuenca). Si se miran bien sus caras laterales descubriremos por qué nos referimos como pseudo-hexagonal. En efecto, estos cristales son el resultado del agregado de tres primas rómbicos.
Yeso, cristal totalmente desarrollado, Utrillas (Teruel). El yeso cristaliza en el sistema monoclínico, que no tiene demasiados elementos de simetría, si bien da para varios pares de caras paralelas y un “centro”.
Cuarzo, prisma hexagonal rematado por sendas pirámides en matriz de yeso, Ricote (Murcia). Aunque el primas es hexagonal en una buena aproximación geométrica, realmente su simetría es ternaria.
Nódulo elipsoidal de barita iluminado con luz UV mostrando una trama fractal, Caravaca (Murcia). Es posible (me quedo con la hipótesis en lugar de partir el nódulo) que la trama sea consecuencia de un agrietado por retracción, como el de los nódulos septarios.
Granate melanito, cristal rombo-dodecaédrico, Cehegín (Murcia). Como se puede ver, la palabra dodecaedro en mineralogía resulta confusa si no se especifica la forma de las caras.
Cubo deformado de pirita, Navajún (La Rioja). Es innegable la estética de este tipo de piezas.
El cristal de la izquierda es un octaedro tallado de fluorita, mineral que en la naturaleza se presenta generalmente en cubos, pero se exfolia siguiendo planos paralelos al octaedro. El cristal de la derecha no es tallado, sino natural y se trata de magnetita de Brasil. Ambas piezas proceden del comercio.
Crecimiento fractal de psilomelana, observado en una fachada de Bolnuevo (Mazarrón). Las dendritas de óxido de manganeso, mal llamadas «de pirolusita» en muchos textos, se desarrollan en planos de diaclasado como fractal que imita motivos vegetales.
Fragmento de un nódulo esférico de marcasita alterado en limonita, Picos de Europa (Cantabria). Queda el vestigio de los cristales radiales que convergen en un único punto.
Ágata, Iguazú (Brasil). A pesar de la exótica procedencia, la recogí yo mismo. La roca volcánica alrededor de las famosas cataratas estaba repleta de ágata, pero no pude recoger un trozo mayor. Las líneas recuerdan las curvas de nivel de una función de dos variables.
Quiastolita, una variedad de andalucita que presenta un dibujo cruciforme en sección (pulida), Boal (Asturias). La aparición de la cruz se debe a la variación en «contaminantes» durante el crecimiento del cristal.
Cristales de barita, Mazarrón (Murcia). Los cristales tabulares rómbicos se han replicado en una especie de macla repetitiva, produciendo un borde aserrado.
Cristal de casiterita de localidad desconocida procedente de una colección antigua. Consiste en un prima cuadrangular rematado en pirámide, forma propia del sistema tetragonal.
Cubos de fluorita violeta, Berbes (Asturias). El biselado que se aprecia en las aristas del cubo se debe a una leve combinación con el rombo-dodecaedro.
Romboedro de exfoliación de espato de Islandia, purísima variedad de calcita, procedente del comercio. Por la parte de la izquierda incide la luz solar, que es descompuesta en colores elementales a la derecha.
Rinconcito de los minerales en le exposición fotográfica de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Murcia.

Animales

Grafiti en una calle de Valencia.

Salir al campo, aunque sea solamente a buscar piedras, implica ver otras muchas cosas: paisajes, ruinas, plantas, animales… A veces no encuentras el mineral que buscas pero puedes tener un encuentro inesperado con algún habitante de esos parajes. En muchas ocasiones, dicho encuentro supone un susto para ambos y lo último que uno piensa es en sacar la cámara. Pero una foto de vez en cuando, pueden ser muchas al cabo de los años. Este post está dedicado a los animales con los que me he tropezado de manera casual.

Me he tomado la libertad de incluir muchos animales domésticos o «antropizados» de algún modo, así como verter una cierta dosis de opinión personal en los comentarios a pie de foto. Este post por su naturaleza, recibirá ampliaciones a medida que haga nuevas fotos o descubra alguna interesante entre los millares que aún tengo sin clasificar.

Reunión de jabalíes en la Fuente del Hilo (Sierra Espuña). Hasta hace unos pocos años, esta escena era frecuente porque los animales se habían acostumbrado a bajar cada día a la hora en la que sacaban la basura orgánica del restaurante. Me cuentan que los animales fueron sacrificados… motivo: los gestores del parque han adoptado esa visión fanática del ecologismo que se empeña en considerar al ser humano como una anomalía.
Este zorro en Cazorla (Jaén) también ha perdido el miedo al ser humano y se acerca a nosotros para intentar conseguir algún resto de comida. La foto salió borrosa porque estaba casi oscuro.
Salamanquesa, un cazador que también obtiene beneficio del ser humano. Sabe que su comida acude atraída por la luz de las bombillas en las noches de verano. En contrapartida, nosotros tenemos menos mosquitos y menos polillas.
Burrito con un arado romano en las proximidades de Lezuza (Albacete). El ideario buenista contemporáneo quiere que veamos aquí un «animal explotado», pero el alimento, los cuidados y, posiblemente, todo el cariño que recibe este animal proceden únicamente de su amo y «explotador».
Además de ser la oveja negra de su rebaño, va rezagada… Ya sé que hay ovejas en todas partes, pero justamente por eso no suelo hacerles fotos. Esta escena está tomada cerca Setenil de las Bodegas (Cádiz).
Bloqueado por un rebaño… lo que más me gusta de estas situaciones es ver la diligencia con la que actúan los perros pastores.
Tere saludando a una cabra que se proteje del calor a la sombra de un taray, cerca de Salobre (Albacete). Estar acostumbrado a condiciones climáticas duras no significa renunciar a las pequeñas alegrías.
Cabra montés sorprendida cuando devoraba las hojas de una higuera en un huerto cerca de Cazorla (Jaén).
Bucólica escena con vacas en Asturias, camino de Taramundi para visitar sus conocidos talleres de fabricación de navajas.
Más vacas, pero ahora en Suiza. No deja de llamarme la atención la gran diferencia que puede llegar a haber entre razas.
Toro, en los Pirineos, cerca de Puigcerdá, mientras yo buscaba, con poco éxito, un raro fosfato.
Toro de una raza particularmente lanuda, en Métabief (Francia).
Para acabar con el ganado vacuno, la versión jorobada africana en Burkina Faso.
Una imagen del pasado: colonia de galápagos de florida en el jardín tropical de la Estación de Atocha (Madrid). El estanque fue suprimido hace unos años, galápagos incluidos, en nombre del «bienestar animal».
Sapo tratando de escabullirse mientras intento fotografiarlo, en un día lluvioso (que aprovechan para desplazarse y reproducirse) en las inmediaciones de Chella (Valencia). Que el día fuera lluvioso repercutió positivamente en la búsqueda de jacintos de Compostela.
Enorme rana refrescándose en un gotero en las inmediaciones de Alhama de Murcia.
Tortuga mora, en el campo de Mazarrón. Todavía bastante gente cree que estos animalitos están en el campo para cogerlos y llevarlos a casa… La de la foto muestra cicatrices en la parte delantera de su caparazón, posiblemente un encuentro con los colmillos de un carnívoro.
Juvenil de tortuga mora trepando por mi martillo, también en Mazarrón. Esta foto fue tomada en pleno invierno «astronómico», cuando se supone que las tortugas hibernan… obviamente no era el caso y estos animalitos se fían más de la temperatura que del calendario.
Libélula captura en casa, momentos antes de su puesta en libertad.
Araña, en el centro de su tela en la Sierra de Ricote. No es incompatible la belleza del dibujo de su abdomen con el temor que infunden en muchas personas.
Si no ves los hilos te puedes encontrar de repente con esto (Mazarrón).
Araña de la misma especie, pero ahora en Librilla. Lo que tiene delante es su víctima, envuelta en tela hasta que llegue el momento del banquete.
Bonito «cráter» anunciando la entrada a un hormiguero. Seguramente es el resultado de las reparaciones tras una lluvia reciente.
Culebra tomado el sol en la Sierra de Ricote. Normalmente son muy tímidas, pero esta no se sentía demasiado molesta con mi presencia.
Pequeña víbora, aletargada por estar hibernando. La encontré al mover una piedra en el campo de Ulea (Murcia), y después de hacer la foto, volví a colocarla cuidadosamente. Esta foto es fue hecha mientras me documentaba para mi post Minerales del Valle de Ricote.
Este pequeño saurio conocido como «culebrilla ciega» puede ser fácilmente confundido con una lombriz. La primera vez que encontré uno en El Cañarico me pasé varios días, antes de liberarlo, tratando de convencer a mi familia de que se trataba de un auténtico vertebrado.
Cuervo, en un parque londinense.
Urraca con problemas de ceguera, entre otros males, adoptada en un taller mecánico de Les Milles, cerca de Aix-en-Provence (Francia).
Buitres, sobre el cementerio de un pueblo soriano. Un rato después, ya entrada la noche y recogidos los buitres, salen de paseo las ánimas del purgatorio… Buen sitio para (re)leer las Leyendas de Bécquer.
Nidos de cigüeña en un promontorio rocoso coronado por una veleta ¿lo habrán confundido con un campanario? En Autol (La Rioja).
Puesta de chotacabras, un ave que no hace nido, por lo que incuba sus huevos directamente en el suelo. Este pájaro se mimetiza muy bien con el terreno y no es visible hasta que se pasa muy cerca de él, momento en el que sale espantado. Es importante no tocar los huevos para que no los rechace una vez que regrese. Esta foto está tomada en el campo de Ulea.
Pequeño escorpión retirado de un «bed & breakfast» en una zona rural de Liguria (Italia) para ser liberado después en la calle.
Ácaro de llamativo color, en uno de los escasos promontorios rocosos de Burkina Faso.
La serenidad de Buda, especialmente si es de cerámica, no se altera por tener un opilión («araña patúa» por estas tierras) paseando por su cara.
Murciélaga con sus dos pequeños retoños colgando del techo de una mina. Una de esas agradables sorpresas que te depara el subsuelo aunque uno haya entrado a la galería para buscar minerales.
Rata, visiblemente enferma, en el Campus de Espinardo de la Universidad de Murcia. El pobre animal se subió después con bastante dificultad a una papelera.
Joven erizo, también en el Campus de Espinardo.
Ardilla comiendo, no sé exactamente qué, en un parque cerca de Washington. El animalito permitió que me acercara bastante para echar la foto, a pesar de lo cual no quedó demasiado bien de enfoque.
Mariposa monarca, protagonista de una de las mayores migraciones de insectos en Norteamérica. La foto está tomada en Chautauqua, relativamente cerca de las cataratas del Niágara, en el estado de Nueva York.
Gaviota en plena batida de alas sobre un lago suizo cerca de Neuchâtel.
Holoturia, en una granja experimental del Algarve (Portugal) para la crianza de estos invertebrados marinos. La idea es que en el futuro sustituyan al cerdo ibérico en nuestra alimentación…
En una ruta 4×4 por el Sahara son frecuentes escenas como ésta.
Mi madre acariciando un burro, en Mazarrón.
Me despido con una foto de este pasado invierno, en compañía de mi colega Wieslaw Kubis y un enorme caballo, en Svratka (República Checa).

Montemáticas

Momento de descanso con un visitante checo en la subida a La Sagra por el «Embudo» (Fucking Funnel, desde entonces). Solamente repetía la ruta que aprendí en las «Montemáticas»… La foto la tomó Ricardo, un estudiante que tras licenciarse tuvo que elegir entre las Matemáticas y la Montaña (la solución, al final).

Hace unos días se publicó un informe de la Oficina del Dato Único de la Universidad de Murcia titulado El envejecimiento del PDI funcionario. Al margen de lo inquietante que me resulta esa afición de nuestros dirigentes a poner nombres a los organismos dignos del 1984 de Orwell, no es menos inquietante que la plantilla de mi Universidad (y las demás) envejece en media. En particular, uno de los datos del estudio revela que 2020 el grupo de edad (quinquenal) más numeroso entre el profesorado funcionario era el que iba de 55 a 59 años. Peor aún, en 2010 el grupo más numeroso era el 45-49, o sea, los mismos. Apenas hay relevo generacional y en cuestión de 10 años se producirá una situación crítica. A estas alturas, mis apreciados lectores estarán preguntándose qué tiene que ver todo esto con el título del post: Montemáticas.

Gráficos de distribución por edades en distintos grupos de PDI funcionario en la Universidad de Murcia, tomados del informe de la ODU (las siglas TU y CU hacen referencia a profesores titulares y catedráticos de universidad).

Las Montemáticas, propiamente dichas

Hace 20 años éramos prácticamente los mismos en el Departamento de Matemáticas. Por supuesto, ha habido nuevas incorporaciones, alguna baja, últimamente varias jubilaciones y, lamentablemente, también decesos, pero eso son anécdotas comparadas con el grueso de la «pirámide» demográfica del PDI. Así que hace 20 años éramos esencialmente los mismos, pero más jóvenes y con más ganas de hacer cosas, tanto en la Universidad como fuera de ella. En ese contexto, hacia 2004 y por iniciativa de nuestro compañero José Pastor, consumado montañero y autor del blog Montañas del Sur, comenzamos a hacer algunas excursiones a montañas de la Región de Murcia y alrededores que se llamaron Montemáticas (¿copyright?).

José Pastor en la Sierra de María.

Las excursiones Montemáticas se realizaban en un solo día. La cumbre coincidía con el momento del almuerzo/comida para lo que se llevaban bocadillos. Después de esto, la bajada era mucho más relajada. Hubo subidas a La Sagra, Sierra de María, Espuña, Ricote… de las que no queda demasiado testimonio gráfico. Aquí pondré algunas fotos de las que aún quedan en la, muchos años inactiva, página web donde se daba cuenta de estas sesiones.

Ascenso a Sierra Espuña por la Senda del Caracol.
Almuerzo en el Morrón de Espuña.
Una mañana fresca en La Caleruela.
Cima de la Sierra de María. Hacía tanto frío que ni sacamos los bocadillos. La falta de equipamiento adecuado es una constante en mí: soy el que lleva guantes de bricolaje.

¿Matemáticas y montaña?

La Facultad de Matemáticas de la Universidad de Murcia no tiene cantina. Si bien esto puede ser algo meramente coyuntural (volumen del alumnado, oportunidad de negocio…), tradicionalmente las cantinas surgen para proporcionar comida caliente a los alumnos que, tras las lecciones teóricas de las mañanas, deben hacer prácticas por las tardes. No era el caso de Matemáticas, a pesar de que ahora hay más prácticas de ordenador… ni tampoco de Filosofía, otra facultad sin cantina. Ciertamente, no compartir prácticas ni comidas hacía que los estudiantes de Matemáticas no estuviéramos tan «cohesionados» como los de otras carreras científicas.

Nevada en Fuente Dé, para la que iba precariamente equipado (1991).

Ese era el panorama cuando entré como estudiante, y fue también el motivo de que no perdiera la oportunidad de «asociarme» (más bien, fui «adoptado») a una promoción de Biología, sólo un curso mayores que yo, para realizar distintas salidas de campo, algunos viajes por España y, por supuesto, visitar alguna montaña. Un buen número de Licenciados en Biología de esa promoción se incorporó a la Universidad de Murcia, y ahora avanzamos todos juntos en la «joroba» del gráfico de envejecimiento del PDI  😕

Ascensión a uno de los cerros en la Reserva de Saja.

Unos pocos años después, acabando mis estudios, gracias a las Becas del Programa Intercampus E./AL. pude viajar a Sudamérica (Paraguay y Perú). Aunque el motivo de los viajes era la realización de unas prácticas docentes, hubo ocasiones para conocer algo mejor los países de acogida, y los limítrofes, si se terciaba. En particular, en los Andes peruanos disfruté de la experiencia de estar a más de 5000 metros sobre el nivel del mar. Con bastante trabajo y resbalando continuamente, trepé por un glaciar. Es lo más alto a lo que me han llevado las Matemáticas 😉

Foto tomada desde lo alto del Nevado Pastoruri, glaciar andino en Perú (1995).

Ya incorporado como profesor en la Universidad de Murcia, y antes del comienzo de las Montemáticas, recuerdo algunos momentos divertidos en la montaña y de los que apenas queda alguna foto.

Cima de Revolcadores, con mi amigo y colega Pedro Fernández y dos de sus estudiantes en aquella época. No estoy descalzo por gusto, sino porque se me empaparon las botas y los calcetines de agua.

Conclusión

El toque de atención sobre el envejecimiento del personal de la Universidad de Murcia me ha hecho recordar lo diferentes que eran las cosas hace un par de décadas: teníamos más ganas de hacer cosas y más tiempo para quedar en fin de semana. Sin embargo, la edad no es el motivo de mayor peso en esta transformación. Las excursiones a la montaña es uno sólo de esos aspectos que hemos perdido, de momento… antes del COVID hubo algún amago de recuperar la parte lúdica de ser profesor de Matemáticas, como un divertido descenso con algunos compañeros en bote por el río Segura, entre Cieza y Blanca. No es lo mismo, pero hubo fuertes descargas de adrenalina.

Momento más intenso del descenso por el río Segura: la bajada por la presa antes de Abarán.

He hablado en ocasiones con Jose Pastor sobre la posibilidad de recuperar las Montemáticas, aunque sea en versión «senior». Las Matemáticas siguen pareciendo una materia muy árida para los que están fuera de ellas y transmitir a los posibles estudiantes que los profesores de Matemáticas somos capaces de divertirnos y parecer gente «algo más normal» seguramente redunde en una mejor percepción de esta carrera.

Excursión al Mont d’Or durante un congreso de Espacios de Banach, celebrado en Métabief (Francia) en 2019.

Respuesta a la incógnita del primer pie de foto: Ricardo escogió la Montaña. Lo último que supe de él es que andaba por USA formándose para ser «Forest Ranger» en los National Parks de Norteamérica.

Burkina Faso

Conocida hasta 1984 como Alto Volta, esta excolonia francesa fue rebautizada con el nombre de Burkina Faso por Thomas Sankara, un líder demasiado progresista para llegar vivo a los 40 años. Desde entonces, la forma de gobierno del país es básicamente la incertidumbre dentro de una alternancia entre revolución, república y golpe de estado (el más reciente en enero de este año 2022).

Burkina Faso significa patria de los hombres íntegros en una combinación de las leguas mossi y dioula, dos de las más habladas en su territorio. Y ciertamente, lo es: difícilmente encontrará el viajero un lugar con gente más amable y hospitalaria.

Río Volta Negro, del que tomaba el nombre la excolonia francesa.

Advierto al lector que este va a ser un post largo basado en una buena cantidad de fotos que he tomado en mis dos viajes a Burkina Faso. Espero que ayuden al conocimiento de este país del África Occidental. Mes chers amis burkinabés, ce post est mon petit homage à votre pays. Je m’excuse car, évidemment, les textes sont en espagnol. J’éspere que ça ne soit pas un problème et que vous vous débrouillerez.

El comienzo

Boureima Sangaré conduciendo por las calles de Ougadougou.

Mi relación con Burkina Faso comienza de manera totalmente casual. Se dice que no hay más de seis grados de separación entre dos personas cualesquiera de este planeta. Sin embargo, de Boureima Sangaré sólo me separaban tres grados, es decir dos intermediarios: un amigo me dice que un colega suyo va a recibir la visita en Murcia de un profesor de Matemáticas de Burkina al que conoció hace muchos años cuando ambos realizaban una estancia en Bélgica como estudiantes. Eran malas fechas para recibir gente en la universidad porque su estancia coincidía con buena parte de nuestras Semana Santa y Fiestas de Primavera (Bando de la Sardina y Entierro de la Huerta). No obstante, pudo impartir un seminario sobre su tema de investigación (modelización por EDOs y numérica de trasmisión de enfermedades tropicales como la malaria).

Tras aquella primera visita de Sangaré (lo suelen llamar por su apellido) vinieron otras. Yo por mi parte, viajé a Burkina a dar un curso abreviado de Análisis Funcional, y posteriormente para formar parte de un tribunal de tesis. Actualmente hay en marcha un convenio Erasmus+ con la Universidad Nazi Boni de Bobo-Dioulasso, gracias al cual unos cuantos estudiantes burkinabeses han disfrutado (o disfrutan) de estancias en la Universidad de Murcia, siendo en la mayor parte de las ocasiones el primer contacto que tienen con Europa. Asimismo, algunos colegas de Murcia ya han viajado al país africano en el marco de este convenio.

Ouagadougou

Una de las avenidas de Ougadougou, capital de Burkina Faso.

La peculiar ortografía de la capital del país se debe, en parte, al problema que tienen los francófonos para representar nuestro sonido «u» con una sola letra, así que debe leerse «Uagadugu». Cada vez que vean una palabra transcrita con «kh», normalmente al inglés o francés, recuerden lo afortunados que somos de tener el sonido «j». Ouagadougou se encuentra en el borde del Sahel por lo que la tierra de las calles, sus afueras y la no infrecuente imagen de beduinos en dromedario evocan al cercano desierto.

Si se llega en avión a Burkina Faso, se hace a través del aeropuerto de Ougadougou. En mi primer viaje, llegué por la noche. Sangaré estaba allí esperándome para realizar los trámites de entrada en el país (no llevaba el correspondiente visado por no tener Burkina Faso consulado en España). Al poco descubro que mi maleta se ha quedado dando vueltas en la cinta de recogida de equipajes del aeropuerto de Argel… Eso me dejaba en una situación bastante precaria, así que parte del día siguiente la empleamos en hacer algunas compras.

Kit de emergencia higiénica que me proporcionó Sangaré tras el extravío de mi maleta… la vaselina es muy útil en países tropicales para protección de la piel.
Plancha a carbón, como la de mi abuela, en una tienda de ropa. Aunque la electricidad llega bien a toda la ciudad, el carbón es más económico para calentar, ya sea la plancha o el té.

Una curiosidad de Ougadougou es que allí se celebra el Festival de Cine Africano FESPACO, cuya sede nos acercamos.

Sede del FESPACO, en obras para su rehabilitación.
Cajas de carretes de películas amontonadas en un rincón.
Maison du Peuple, gran centro de congresos y celebraciones. El mantenimiento era bastante mejorable…

El viaje al sur (-oeste)

Entre Ouagadougou y Bobo-Dioulasso hay casi 400 km (como de Madrid a Murcia) que hicimos en el Toyota Venza de Sangaré. El coche es cómodo, pero quizás no el modelo más adecuado para muchas de las carreteras del país. Desde el asiento de copiloto intenté captar la suave transición del paisaje semidesértico del Sahel al bosque (en ocasiones casi selva) tropical húmedo cerca de la frontera con Costa de Marfil. Durante el viaje hubo varias paradas, pero alguna de ellas será comentada en otra sección.

Pequeños comercios junto a la carretera de calidad de la ciudad: si se te olvidó comprar algo en el centro, no pasa nada.
Escena típica del transporte de pasajeros y mercancías. El único límite es que el motor no pueda mover el furgón…
Parada para ver los cocodrilos sagrados de Sabou.
Los cocodrilos bostezan en la orilla del lago. Poco después se acercarán atraídos por una carcasa de ave amarrada a una cuerda que usa el encargado del lugar.
Paisaje junto al lago de Sabou con un grupo de cebús.
«Posando» con un Baobab junto a la carretera.
Barra de bar en una aldea. El adobe es el principal material de construcción lejos de las poblaciones principales.
Grupo de jóvenes a la sombra y construcciones de adobe. Las circulares suelen ser graneros, mientras que para las viviendas se prefiere la planta rectangular.

Bobo-Dioulasso

La segunda ciudad del país en tamaño y donde he pasado más tiempo está construida directamente sobre laterita, y el polvo rojo lo cubre todo, particularmente cerca del paso de vehículos. El edificio más significativo es la mezquita de adobe construida en 1880 con el estilo propio del Sahel, que se encuentra en el barrio viejo, lugar muy interesante por otros motivos. He disfrutado también recorriendo el bazar y distintos mercados callejeros.

Es evidente que la vegetación va haciéndose más espesa a medida que se viaja hacia el sur.

La mezquita se encontraba en proceso de restauración.
Estación de ferrocarril de Bobo-Dioulasso, desde donde es posible viajar a Costa de Marfil en tren.
Rincón en la parte más vieja de la ciudad. En el cartel puede leerse «Real Madrid, mejor club del mundo».
Reparto de bebidas refrigerantes carbonatadas.
Siluros en el río. La especie se considera sagrada.
Los más pobres lavan la ropa, otros enseres e, incluso, ellos mismos, en el río. El agua «limpia» se obtiene del pozo junto al río.
Pero el agua de beber hay que buscarla el pozos fiables…
… cuando no se puede comprar.
La sociedad de «comedores de cacahuete» es la que gestiona la actividad turística en la ciudad vieja.
Baile de máscaras, justo en el momento en el que los danzadores están sentados. Lo siento, con tan poca luz las fotos en movimiento me salen borrosas.
Interior del bazar. Algunas de las prendas vendidas se confeccionan allí mismo (observen las máquinas de coser).
Venta de ollas y cazuelas de barro en un mercado de las afueras.

La Universidad Nazi Boni

El nombre no tiene nada que ver con la Alemania de los años treinta del pasado siglo, sino con un político burkinabés que tuvo un papel en la independencia del país. La Universidad tiene varias instalaciones, encontrándose el Departamento de Matemáticas en el campus de Nasso. La figura del profesor de universidad goza de prestigio social y los estudios incrementan las expectativas de futuro de los jóvenes.

Entrada al campus de Nasso, a varios kilómetros del centro de Bobo-Dioulasso.
Bakary me enseña la Biblioteca Universitaria en Nasso.
Aula tipo «amphi».
Estudiantes en una pizarra al aire libre discutiendo Química Orgánica.
Uno de los momentos de mi curso.
Detalle de la pizarra, con el teorema espectral para operadores compactos autoadjuntos.
Uno de los mayores problemas en la universidad son las termitas. Éstas construyen pasadizos de barro desde el suelo hasta el techo para comerse los paneles de madera.
En la universidad hay una gran cantidad de árboles de mango. A los de la foto les queda poco para estar maduros.
Con Sangaré, en el aula del curso.
Edificios en otro de los campus de la Universidad Nazi Boni, donde Sangaré tiene una sala donde trabajan sus estudiantes.
Vestido como miembro de tribunal de tesis. Los dos que no llevan el traje académico son los estudiantes que acaban de defender sus trabajos.

Alrededores de Bobo-Dioulasso

En Burkina Faso hay una gran diversidad religiosa. Entre mis amigos hay musulmanes, cristianos y agnósticos. También hay un buen número de animistas en zonas rurales que practican sacrificios de animales. Una tarde nos acercamos a una aldea donde podían verse muchas manifestaciones del culto animista. Las fotos del final son de una zona boscosa junto al campus de Nasso y algo de la fauna que puede verse por las calles.

Paisaje granítico antes de llegar.
Ahí escondida está la aldea.
Enseres de cocina secándose en la calle después de su lavado.
Interior de una casa, con graffiti de elefante rosa.
Altar con restos de sacrificio de gallinas.
Altar en forma de túmulo de barro de extraño rostro. Me recuerda lejanamente los ídolos neolíticos encontrados a lo largo de nuestra costa mediterránea.
Plantación de jóvenes baobabs, un aspecto muy distinto del que tienen cuando llegan a centenarios.
Una fea costumbre: restos de «monodosis» de bebidas alcohólicas, envasados en Ghana.
En los alrededores de Nasso: comprobando la resistencia de las lianas… si pueden conmigo, también podrán con Tarzán y Jane, juntos.
Termitero.
Lagarto de género agama. Son muy rápidos y la foto a distancia no capta bien los colores…
… a no ser que el pobre bicho esté muerto.

Más al sur

Tuve la oportunidad de conocer algunos lugares del sur de Burkina Faso, cerca de Banfora, durante los días libres de las estancias. Esta es la parte más húmeda del país, aunque no lo suficiente para cultivar café y cacao, como sí se hace en Costa de Marfil. Allí hay ríos de agua limpia y lagos donde pueden observarse hipopótamos. También hay elefantes en Burkina, particularmente cerca de Boromo, pero es difícil verlos, y si se tiene «suerte», también es peligroso.

Planta de procesamiento de caña de azúcar. La carretera está asfaltada con melaza.
Peculiar formación rocosa (areniscas). La horizontalidad de los estratos, con ausencia de plegamientos o fallas, es reflejo de la «solidez» de la placa tectónica africana.
Detalle de las areniscas donde se observan ondulaciones provocadas por el agua durante la sedimentación (ripples).
Paisaje, con río y areniscas como las anteriores.
Intento de baño (más bien ducha) a pesar de la ausencia de cocodrilos y otros peligros… he conocido pocos burkinabeses que sepan nadar.
Flores de hibisco, con las que se elabora una bebida popular en el país.
Canoas en la orilla del lago Tengrelá. Su estado normal es estar anegadas. Cuando alquilas alguna, el encargado la vacía y tapona las vías de agua con barro… para un rato aguanta.
La canoa pasando entre nenúfares. Obsérvese el tapón de barro frontal.
Grupo de hipopótamos observando la canoa. Mejor guardar cierta distancia…
Cráneo de hipopótamo.
Fruto del baobab, con el que se elabora el «pan de mono».
Baobab sagrado en el que se refugió una tribu durante un ataque.
Entrada al baobab sagrado. Hay que descalzarse para pisar dentro.
Interior del baobab… no sé si una tribu entera, pero cabe bastante gente.
Compartimos un té con nuestros guías junto al lago.
Paisaje verde desde un roquedo de arenisca, nada que ver con el norte del país.
Y la maleta, finalmente llegó una semana más tarde.

Las gentes

No todo van a ser paisajes y objetos en este repaso fotográfico de mis experiencias en Burkina Faso. La población del país se compone de muchas etnias, todas ellas con alguna lengua y cierta pervivencia de costumbres. La «nobleza» pertenece a los mossi, que es también la etnia mayoritaria en el país. En Bobo-Dioulasso hay una gran proporción de población bobo, mientras que el norte del país hay tuaregs. También hay algunos dogón, de cuyo peculiar arte se pueden encontrar muestras en las tiendas. Sangaré pertenece a la etnia peul, originariamente de pastores nómadas. Por este motivo siempre le digo que en su caso tiene mucho más mérito el haber alcanzado su estatus actual.

Sangaré con su familia.
Con el tío de Sangaré, en Boromo, sus dos esposas y uno de sus hijos. La poligamia es cada vez menos frecuente en Burkina.
El hermano de Sangaré, con su familia y casi todos los niños de la aldea, que acudieron para salir en la foto.
Niña leñadora posando con su hacha. Observe el sistema de enmangue de la hoja, que permite ahorrar metal (el engrosamiento de la madera ayuda en la inercia) y que recuerda el enmangue de algunas hachas neolíticas de piedra y de las primeras en bronce.
Como quería un hacha igual que la de la niña, y las que vendían eran demasiado grandes caber en la maleta, fuimos a encargarla a un herrero. La fragua, para aumentar la temperatura, usa la turbina de un extractor de aire conectado a una rueda de bicicleta.
Estudiantes volviendo de la universidad. La moto, junto con la bicicleta, es el vehículo más popular…
… capaz de llevar a una familia…
… pero, al contrario que la bicicleta, necesita combustible.
Alrededores de Tengrelá. un agujero en el suelo con una escalera tallada en un poste…
… para mantener fresca la hoja de palma mientras se teje con ella, en este caso un cesto.
Vendedoras de fruta «acosando» al pobre Sangaré en una parada en la carretera.

Productos y alimentos

Hablaré un poco de la producción de Burkina Faso. Los índices macroeconómicos sitúan al país africano entre los más pobres del mundo. Ciertamente, no hay allí yacimientos especialmente valiosos, siendo la minería de oro meramente testimonial. Burkina no tiene salida al mar y su clima tropical no es lo suficientemente húmedo para cultivar café o cacao. Hay que precisar que los llamados índices macroeconómicos se basan en los precios de mercado de los productos, y no en su capacidad para paliar el hambre. Afortunadamente, Burkina Faso produce una variedad de productos comestibles: cacahuetes, excelentes aguacates, manteca de karité, mangos…

Renault-Berliet: muchos de los camiones que mueven mercancía en Burkina son modelos clásicos pero de sobrada robustez y fiabilidad.
Fábrica de cerveza Brakina, en las afueras de Bobo-Dioulasso.
Y la mencionada cerveza, que acompañó muchas de mis comidas allí.
Pero una de las mejores bebidas de Burkina es la horchata de chufa, siempre de producción artesanal (por eso va en una botella de agua reutilizada), que es más concentrada que la valenciana.
Sopa de pescado, literalmente, un pescado que ocupa casi todo el plato.
Pescado local preparado al papillote. Se toma con mucho picante.
El pollo es muy popular, sobre todo, como «poulet flambé». Ave recién desplumada en la cocina de un restaurante que ofrece la posibilidad de elegir el pollo (todavía vivo) en el corral.
El cebú está delicioso.
Cocinando de manera tradicional.
Palma, para hacer aceite. Aquí no hay problema con los orangutanes.
Anacardos, la parte carnosa está deliciosa. En España sólo conocemos la semilla como fruto seco, que curiosamente crece en el exterior.
Snack de grillos. Al final, me fui sin probarlos…
… ni esto tampoco: otro snack de larvas de insecto.
Si se trepa a esta farola se puede obtener miel.
«Pan de mono» elaborado con el fruto del baobab.
Hablemos de un producto de importación: Burkina no produce vino, pero allí se puede encontrar vino de Jumilla. El de la foto está producido por García Carrión y no es mejor que el Don Simón a pesar de ir en botella de vidrio.
Afortunadamente, también se puede encontrar vino francés (y argelino) de calidad razonable.

La despedida

La vuelta a Ouagadougou fue nuevamente por carretera. Paramos a ver de nuevo al hermano y al tío de Sangaré en Boromo. Llegando a nuestro destino un extraño ruido salía de la caja de cambios automática del Toyota… los últimos kilómetros fueron muy penosos y no entraba la marcha atrás: el cambio se había quedado sin aceite. Afortunadamente pudo repararlo esa misma noche y al día siguiente, sin contratiempos, yo volaba de vuelta a casa.

Los últimos días los dediqué a buscar recuerdos, como cualquier turista  😕
Le eché una mano a Sangaré conduciendo su Toyota durante el regreso… por si se os ocurre, no tengo nada que ver con la avería de la caja